¿Qué son los desencadenantes y cómo manejarlos?

            Conoces a un tipo en una fiesta. Es como una película: se ven desde el otro lado de la sala, se saludan, se dirigen hacia un rinconcito, hablan, bailan, te pide el número de teléfono, y te vas a casa super feliz. ¡No puedes dejar de pensar en él!

            Salen un par de veces y cada vez tienes una sensación de malestar, no puedes describirlo, pero te duele el estómago y se te hace nudos en la garganta. Te sientes tan aliviada cuando regresas a la casa sana y salva. No se parece a nadie que conoces así que, ¿por qué te sentirías así con él si tenías una atracción tan fuerte la primera noche?

¿Una fantasía o un desencadenante

Él te atrajo instantemente, misteriosamente. Antes de que supieras su nombre, ¿estabas soñando con la casa que iban a tener, los muebles, la luna de miel, la boda, tal vez incluso en ese orden? “No deben juzgar según las apariencias; deben juzgar con rectitud,” (Juan 7:24).

            Estos tipos de fantasías señalan la existencia de un desencadenante, lo cual puede ser casi cualquier cosa relacionada con una persona, incluyendo los rasgos de carácter, forma de ser, y nuestras propias proyecciones.

Me atraes, me repugnas

En las relaciones duraderas, la atracción física no suele ser inmediata ni intensa; en cambio, es creada con el tiempo y en conocer la persona entera. Muchas veces, la atracción o repulsión instantáneo es un intento de resolver una herida de la infancia. Es posible que estás atrapada en un patrón relacional poco saludable, respondiendo en las mismas maneras en distintas situaciones, intentando a encontrar una solución de una lesión de la niñez. La atracción instantánea se describiría con mayor precisión como patología instantánea. “Pero el Señor le dijo: ─No te fijes en su apariencia ni en su elevada estatura, pues yo lo he rechazado. No se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón,’” (1 Samuel 16:7).

Las heridas de infancia

Muchas reacciones fuertes e inexplicables se derivan de las heridas de la infancia y son una señal de que tienes algún dolor inacabado o ira reprimida. Comprender los patrones de tales reacciones y de qué se tratan realmente para ti pueden ayudarte a cambiar la forma en que interactúas con los demás y mejorar tus relaciones interpersonales.

¿Cómo la presencia de una persona podría abrir una herida de la infancia? Te doy un ejemplo. Conoces alguien muy tranquilo, y eso te atrae. Pero, por tus heridas de la infancias, gente tranquila también te asusta porque se te parece pasivo. Si uno de tus padres (o tu guardián) fuera indiferente o ausente, es posible que estás atraída a esta persona y te molesta simultáneamente por la familiar falta de acción y pasividad.

Es común que nos casemos con alguien que tenga rasgos que nos atraen y confortan (pasión, agresión) y a la vez, los interpretamos como controlante y manipulativos, y nos repugnan. Si entendemos que estas reacciones son el producto de lesiones de la infancia, podemos escoger mejores parejas y sanar las relaciones en que ya estamos.

Para examinar más a fondo esta atracción/repulsión, te presento con el siguiente ejercicio que te ayudará explorar las heridas de la infancia.

Ejercicio de las heridas de la infancia

1.      Escribir una lista de adjetivos que describen a tu madre y luego a tu padre o guardián.

2.      Escribir una lista de adjetivos que describe a la persona con quien tienes la atracción/repulsión.

3.      Cuando tienes las dos listas, compáralas y poner un círculo alrededor de las palabras que son iguales, similares u opuestas en las dos listas. Quizás descubres que la atracción instantánea es en realidad una necesidad insatisfecha o herida de la infancia. 

¿Qué son los desencadenantes?

Los desencadenantes pueden ser casi cualquier cosa: una mirada, un gesto, una voz, un sonido, una caricia; muy a menudo, son los mensajes que recibimos, incluso los escondidos.  Producen una reacción física y emocional. Indican que no seas emocionalmente completada con tal persona o acontecimiento y que todavía te impacta negativamente.   Pueden ser difíciles de reconocer porque por lo general, no somos conscientes de su existencia. Esa es la naturaleza encubierta de un desencadenante y por qué puede causar tantos problemas; por lo tanto, vale la pena encontrar la fuente.

Reacciones inexplicables

A menudo sin que sepamos lo que estamos haciendo, reaccionamos a ellos en nuestras relaciones, con problemas relaciones y rupturas son el resultado. Hasta que entendamos de donde provienen nuestros desencadenantes, seguirán afectándonos negativamente.

Cuando no eres consciente de la existencia de un desencadenante, a lo mejor reaccionas fea o fuertemente a alguien o algo, sin saber por qué. Ya es tiempo de averiguar la causa; ignorándola, contribuyes más los problemas relacionales. “Hasta donde depende de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos,” (Romanos 12:18). Conociendo las raíces, puedes tomar las medidas necesarias para procesar tus sentimientos sanamente, quitándoles la reactividad.

Cómo identificar un desencadenante

Para resumir un poco, los desencadenantes resaltan las heridas que recibimos en la infancia. Usualmente, no somos conscientes de la lesión, sólo de una sensación de malestar que algo no está bien. Se puede identificar la posible existencia de un desencadenante si alguien o algo inexplicablemente te moleste. A menudo, los desencadenantes van acompañados de estrategias de afrontamiento, los cuales nos distraen del procesamiento de emociones negativas y complican nuestras relaciones. 

Un aspecto fundamental en la identificación de los desencadenadores es encontrar su raíz. Muy a menudo, los elementos que causaron el desencadenante a formarse sucedieron durante los años formativos, cuando un niño le faltan opciones y recursos y solamente sabe reaccionarse. Cuando entiendes por qué reaccionas de tal manera, el desencadenante se te pierde gran parte de su poder. “Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una nueva persona.  Las cosas viejas pasaron; se convirtieron en algo nuevo,” (2 Corintios 5:17).

Ejercicio- Encontrar el desencadenante

  Desencadenantes ocurren dentro del contexto de relaciones, así que, para identificarlos, tan pronto como sea posible y exactamente como la recuerdas, anota la conversación o intercambio que te molesta. Una vez que hayas escrito el intercambio (o escenario), sin editar nada, contesta estas preguntas de reflexión para ayudarte a descubrir la raíz del desencadenante:

1. ¿Qué estabas sintiendo y pensando durante la conversación?

2. ¿Qué sentías y pensaba después del intercambio?

3. ¿Cuándo has sentido esos sentimientos y pensamientos antes?

4. ¿Te recuerda a alguien?  (manierismos, lenguaje, lenguaje corporal, expresiones faciales, etc.)

5. ¿Qué significa esta persona para ti? (autoridad, poder, debilidad, etc.)?

6. ¿En qué palabras específicas te enfocaste? ¿Cuándo has oído tales palabras antes?

7. ¿Qué sentimientos se te surgen cuando piensas en esas palabras?

8. ¿Hubo algo sobre la ubicación donde el intercambio ocurrió que te ayudó u obstaculizó?

9. ¿De qué se trata esta reacción de veras para ti?

10.*¿De qué se trata esto para la otra persona?

*Ten cuidado con pasar demasiado tiempo tratando de averiguar de qué se trata esto para otras personas. No desperdicies energía analizando o diagnosticando a los demás. Concéntrate en sanar y mejor tus reacciones.

Ejercicio en grupo

Piensa en quién y cuándo hayas tenido los mismos sentimientos o pensamientos. Como siguiente paso, con tu comunidad, participa en un juego de roles, practicando la conversación o escenario para encontrar la verdad, resolver sentimientos negativos, y responder diferente la próxima vez. Deja que tu comunidad te diga la verdad en el amor para que puedas sanar del daño del desencadenante original. “Mas bien, hablando la verdad en el amor, debemos crecer en todos los sentidos en el que es la cabeza, en Cristo,” (Efesios 4:15).

Conclusión

Comprender la causa fundamental de tus sentimientos te ayudará a crear más seguridad en tus interacciones. Los desencadenantes pueden ser un don tremendo que te traerá una nueva perspectiva, pero solo si reflejas en ellos. Con práctica, vas a poder identificar la raíz de los desencadenantes más rápidamente y saber cómo mejor responder a ellos. "Entonces conocerás la verdad, y la verdad te liberará," (Juan 8:32).

Evelyn Bou

Empatizo con el caos que el dolor traiga. Sé lo que es tratar de utilizar los recursos disponibles para mejorar, al terminar sintiéndose frustrada y aún más sola. Aprendí tanto sobre el dolor que me convertí en una coach certificada en el duelo y las relaciones, y profesional del trauma, con la esperanza de ayudar y brindándoles apoyo emocional a otras mujeres cristianas.

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