¿Quiénes eran Los Sabios del Oriente?
¿Para qué celebramos el seis de enero?
Rosca de Reyes y regalos en los zapatos, ¿para qué celebramos el seis de enero? Cada seis de enero, les damos regalitos a nuestros hijos, metiéndolos en sus zapatos en memoria de los regalos que los sabios le dejaron a Nuestro Salvador, pero ¿Quiénes eran los sabios del oriente que adoraban al niño Jesús y le dieron regalos tan caros? ¿Eran reyes, paganos, o creyentes? ¿Por qué el Rey Herodes y la gente estaban preocupados con la llegada de los sabios? Y ¿Cuál era la estrella que guio a los sabios hacia Belén? En el previo estudio, conocimos a José, el marido de María y padre terrenal de Jesús. En este estudio, averiguamos quiénes eran los sabios del oriente.
¿Reyes, paganos, o creyentes?
¿Quiénes eran los sabios del oriente? Hay muchas leyendas alrededor de la identidad de estos hombres sabios. Es probable que los ancestros de los sabios fueran paganos, astrólogos que adoraban al sol, la luna, y las estrellas. Es muy improbable que fueran reyes, como lo pintan en muchas escenas navideñas, ni que estuvieran presentes por el nacimiento de Jesús; los escolares bíblicos estiman que lo visitaran entre unos meses al segundo año de su vida. En vez de reyes, historiadores indican que fueran aconsejadores y filósofos de la Persia para reyes y gobernantes de aquel tiempo, como Daniel, mientras vivía cautivo en Babilonia, y como tal, eran astrólogos que estudiaban las estrellas, los sueños, y la magia. Eran hombres ricos y de influencia. Muchos judíos se quedaron en Babilonia, así que quizás los sabios escucharon de Dios por ellos, o por las escrituras de Daniel. Si sus ancestros fueran judíos, sabían la profecía sobre la muy esperada llegada del Mesías. Estudiaron sus escrituras con cuidado y además de creer, estaban ansiosos por conocer al Rey de Reyes. Por la tradición eran tres porque había tres regalos, pero posiblemente fueran más; viajar en un grupo pequeño era peligroso y llevaban regalos y provisiones costosas. Comenzamos la historia de los sabios leyendo la pregunta atrevida que los sabios del oriente hicieron a los habitantes de Jerusalén.
Una pregunta atrevida
Mateo 2:1-2: Jesús nació en Belén de Judea, cuando gobernaba el rey Herodes. Después de su nacimiento, llegaron a Jerusalén unos sabios del oriente, y preguntaron:
—¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Pues vimos su estrella cuando salió y venimos a adorarle.
¿Dónde está el rey de los judíos?
Herodes era malísimo y ni siquiera era un judío, sino era un descendiente de Esaú, el primogénito de Isaac que Dios rechazó, eligiendo a Jacob para establecer a Israel. Por ese motivo, los escolares bíblicos dicen que los judíos nunca lo aceptaron como su rey, un hecho que lo hacía enojarse mucho con ellos. Era un tirano. Según historiadores, asesinó a dos de sus esposas, tres de sus hijos, y una de sus suegras por conspirar, o por lo menos, en su gran paranoia, creían que conspiraron contra él. Cuando el Rey Herodes se enteró de que unos sabios preguntaran por el rey de los judíos, que hasta tenía su propia estrella, ¿Cómo reaccionó? Después de todo, él era el rey de los judíos. ¿Cómo que esos supuestos sabios no sabían eso? Seguramente Herodes se enojó muchísimo con la pregunta, pero tenía que esconder su reacción. Notamos que los sabios preguntaron por el rey, no el príncipe; los niños no nacen como reyes, sino príncipes, pero El Rey de Reyes nació Rey Eternal. Como veremos, Herodes (Herodes el Grande, como lo decían) desconoció las escrituras porque no era judío, y no creía en el Dios de los judíos. Mientras Herodes trataba de mantener la paz entre Roma e Israel, finalmente, su lealtad estaba con Roma. Por cierto, era Roma y no Dios, ni Israel, quien lo escogió para ser el rey. En esta época, Roma ocupaba Israel y el puesto de rey no tenía ningún poder verdadero que no fuera enforzar las leyes de Roma. Con tal de que mantuviera la paz y forzara a sus sujetos a pagar todos los tributos e impuestos a Roma, le permitía continuar con la cultura, costumbres, y religión que siempre tenían, especialmente el importantísima papel del templo. A pesar de ser un tirano, Herodes el Grande construyó el segundo templo después de que el primero que Salomón construyó fuera destruido.
Brilla, brilla estrellita
No sabemos si la estrella guiara a los sabios a Jerusalén; quizás en el camino se desapareciera, así que pararon en el lugar más lógico para encontrar al rey. El texto dice que cuando los sabios llegaron a Jerusalén para averiguar el paradero del recién nacido rey, Jesús ya nació, así que no estuvieron en Belén la misma noche que nació como las imágenes que siempre vemos. Los escolares bíblicos estiman que llegaran a Belén entre unos meses hasta dos años después del nacimiento de Jesús. Es natural que los sabios pensaran que el rey recién nacido nacería en Jerusalén, la ciudad más importante de Israel y donde el rey actual vivía. Los sabios preguntan a los de Jerusalén donde está el rey recién nacido. Sabemos que no es un rey ordinario, puesto que tenía su propia estrella. Los sabios habían seguido la estrella hasta llegar a Jerusalén, pero fue improbable que la estrella se quedara por encima de Jerusalén. A lo mejor no hubieran visto la estrella por mucho tiempo y por eso pararon en Jerusalén. Sin duda los de Israel están tan emocionados por la llegada de El Mesías como están ellos, ¿o no? ¿Por qué nadie más menciona haber visto esta estrella brillante que se movía? Puede ser que tan solo los sabios podrían ver esta estrella. Los sabios entendían que este nuevo rey es completamente diferente de cualquier otro rey y tenían la reacción correcta: adorarlo. Es curioso que Jesús acabara de nacer y al buscarlo, los sabios usaron el título que pondrá por encima de la cruz en la que se muere, Rey de los Judíos.
Al leer la narrativa, parece que fueran traidores, diciéndole a Herodes que estaban buscando al rey de los judíos, pero creían que él estaría tan emocionado como ellos. Los sabios eran muy valientes entrando en Jerusalén y preguntando por el nuevo rey; sin duda, habían escuchado como Herodes mató a miembros de su propia familia para proteger su trono. ¿Realmente pensaban que Herodes iba a permitir otro rey? Continuamos con la historia leyendo la reacción de Herodes y la gente.
¿Dónde está el rey de los judíos? Pues, ¡aquí estoy, tontos!
Mateo 2:3-8: Cuando el rey Herodes oyó esto, se preocupó mucho al igual que toda la gente de Jerusalén. Fue así como reunió a todos los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley, y les preguntó dónde iba a nacer el Mesías. Ellos le dijeron:
—En Belén, en la provincia de Judea, porque eso fue lo que escribió el profeta:
“Y tú, Belén, de la tierra de Judá, eres importante entre los gobernantes de Judá,
porque de ti saldrá un gobernante que guiará como un pastor a mi pueblo Israel”.
Entonces Herodes llamó a los sabios y se reunió en secreto con ellos. Averiguó el tiempo exacto en que había aparecido la estrella. Luego los mandó a Belén y les dijo:
—Vayan y averigüen todo lo que puedan acerca de ese niño y, cuando lo sepan todo, avísenme para que yo también pueda ir a adorarle.
El cumplimiento de la profecía
Los sacerdotes citaron a este versículo: Miqueas 5:2: Tú, Belén Efrata, eres pequeña entre los clanes de Judá, pero de ti saldrá el jefe de Israel, quien luego vendrá a mí. Su origen es antiguo, viene de mucho tiempo atrás.
El texto dice que la gente de Jerusalén se preocupó al escuchar que los sabios vinieron a buscar al rey de los hebreos. Pero ¿Por qué? Quizás especularan que otro rey traería caos y guerra civil; sabían de qué era capaz Herodes y querían evitar su rabia. La ironía es que los sabios provenían de raíces paganos y buscaban adorar al verdadero Rey eternal, pero los judíos temaban la llegada de El Mesías; tenían las escrituras, pero faltaba la emoción por la llegada de El Mesías. Había memorizado las escrituras, pero no se emocionaron, no fueron a buscarlo, no cambiaron el estado vacío y hueco de sus corazones. Era una razón de celebración para los paganos, pero no para los que se supone habían esperado y rezado por su llegada toda la vida.
Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley habían memorizado las profecías sobre El Mesías como cualquier otro niño que asistía a la escuela y estudiaba las escrituras. Aunque Herodes el Grande procurara ser judío, no lo logró. No sabía la Torá ni los profetas. Pero sabía protegerse de un posible engaño. Les preguntó cuándo, exactamente, vieron la estrella aparecer; si ellos no fueran útiles en encontrar este rey impostor, él iba a tomar la situación en sus propias manos. El texto no dice exactamente cuándo la estrella apareció, así que no sabemos cuánto tiempo haya pasado desde el nacimiento de Jesús. José y María todavía estaban en Belén, pero el plan nunca fue quedarse en Belén, sino regresar a Nazaret, y comenzar su vida de casados, formando una familia. Pero, como era una jornada muy larga, quizás se instalaran en Belén, José consiguió un trabajo temporal y vivieron allí hasta que Jesús tuviera suficiente edad para emprender el viaje.
El texto dice que Herodes los mandó a Belén para averiguar todo lo que podían sobre el niño, su paradero, su edad, sobre sus padres, en fin- si realmente fuera Él quien cumpliera la profecía. Pero los reyes nacen en palacios, no en cuevas. Los reyes provienen de una familia real e importante, no de una pareja campesina, analfabeta. Y definitivamente no de una madre quien todavía era una virgen. Parece que Herodes creía la profecía; estaba determinado a hacer lo que fuera con tal de deshacerse del Rey de los Judíos. Después de parar en Jerusalén y hablar con Herodes, fueron en dirección hacia Belén; quizás la estrella volviera a aparecer, guiándoles a la ubicación exacta de la casa donde Jesús vivía con sus padres. Continuamos con la historia, leyendo el encuentro de los sabios con Jesús.
La estrella reapareció
Mateo 2:9-12: Ellos oyeron al rey y se fueron. La estrella que habían visto salir iba delante de ellos hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Cuando ellos vieron la estrella, se alegraron muchísimo. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su mamá; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y sacaron unos regalos para él: oro, incienso y mirra. Después, Dios les dijo en un sueño que no volvieran a donde estaba Herodes, así que regresaron a su país por otro camino.
Oro, incienso y mirra- regalos dignos de un rey
Recordamos al malísimo hechicero Balán, contratado para maldecir a Israel, pero Dios no lo permitió, y los bendijo. Profetizó sobre esta estrella:
Números 24:17: » Veo a los israelitas viniendo, pero no ahora, sino en el futuro. Los veo, pero no cerca. Como una estrella saldrá un rey del pueblo de Jacob. Se levantará un gobernante de los israelitas.
Orientarse por una estrella significa viajar tan solo por la noche, pero tan solo tuvieron que viajar unas seis millas. No era una estrella ordinaria para quedarse encima de la casa donde Jesús estaba. Tal vez la estrella estuviera mucho más cerca de la tierra, quizás se desapareció después de que llegaran a la casa donde se quedaban José y María, o quizás tan solo ellos pudieron verlo y por lo tanto fue escondida de los ojos de los hombres de Herodes. Por señalar a una casa en particular, algo que una estrella normal jamás podría hacer, quizás no fuera una estrella, sino un ángel, mandado por Dios a guiarlos, como Dios hizo para los israelitas en el desierto. Al encontrarse con María y Jesús (parece que José no estuvo presente para su visita), le dieron regalos reales. Incienso y mirra son tipos de perfumes. El incienso se usaba en el culto a Dios. Mirra fue usado para ungir un rey (quizás pensaran hacer eso mismo) y en entierros al embalsamar a los muertos.
Paganos a creyentes
Los sabios no se creían tan importantes como Herodes y los sacerdotes para dejar el momento pasar: se postraron ante Jesús, reconociéndolo y adorándolo por quien es, El Rey de Reyes. Si fueran paganos antes del viaje, creo que al ver el Hijo de Dios los convirtió en creyentes del único Dios. Después de adorar al niño, Dios les advirtió que no regresaran a Herodes y ellos, ya no incrédulos sino como su apodo, sabios, lo obedecieron. El primer acto como creyentes: protegieron al niño, Rey de Reyes.
Cuando Herodes se dio cuenta de que los sabios no fueran a regresar, envió a sus hombres para matar a todos los niños varones menores de dos años en Belén y sus alrededores. No fue la primera vez que un rey mandó que todos los niños varones menores de dos años fueran ejecutados. La primera vez fue cuando el faraón, por temor de cuántos hebreos había, mandó matar a todos los hebreos varoncitos menores de dos años. Y como Moisés, Jesús escapó de una masacre para salvar a muchos. La distancia entre Jerusalén y Belén es corta, unas seis millas, así que, nadie tenía mucho tiempo de huir de sus soldados. Pero Dios le dio a José un sueño, advirtiéndole de lo que iba a suceder para que llevara a María y el pequeño Jesús a Egipto, y eso es exactamente lo que hizo. Gracias a los regalos de los sabios, tenían algo de valor para ayudar a mantenerse hasta la muerte de Herodes el Grande.