Abimélec y sus hombres detestables

Hijo de Gedeón y una concubina, se hizo rey y aterrorizó a todos

En la devocional anterior, vimos al juez Gedeón con un grupo de tan solo 300 soldados derrotar a pueblos enemigos. Luego el pueblo le pidió ser su gobernante y que sus hijos y nietos les gobernaran, pero sabiamente, Gedeón rechazó esta propuesta, diciéndoles que Dios será su gobernante.  Después de la batalla, Gedeón regresó a su casa, a sus muchas esposas y concubinas. Conocimos a uno de estos hijos, Abimélec, hijo de una concubina que vivía en Siquén. Esta es la historia Abimélec, quien no era un juez, sino un rey malvado. Es una historia un poco confusa, así que es útil repasar los nombres y lugares pertinentes antes de comenzar.

Personas y lugares pertinentes:

Siquén: La ciudad donde Dina fue violada. La concubina de Abimélec vivía aquí.

Baal Berit: Después de la muerte de Gedeón, los israelitas volvieron a adorar a este Baal.

Ofra: La ubicación de la casa de Gedeón, donde sus 70 hijos vivían.

Jotán: El hijo menor de Gedeón.

Yerubaal: Un apodo para el juez Gedeón, un nombre que su padre le puso.

Gaal: Un hombre presumido que se opuso a Abimélec.

Zebul: El gobernador de Siquén y ayudante del rey Abimélec.

Tebes: Una ciudad cerca de Siquén con una gran torre.

¿Quién era Abimélec?

Abimélec era uno de 70 hijos de su difunto padre el juez Gedeón. Un día, Abimélec fue a Siquén, a la casa de sus tíos maternos. Les preguntó si prefirieron que todos los 70 hermanos gobernaran o tan solo uno de ellos, refiriéndose a él mismo. Sus tíos convencieron a los líderes de Siquén a apoyar a su sobrino Abimélec. Consintieron y le regalaron a Abimélec 70 pedazos de plata que sacaron del templo de Baal Berit, esencialmente robando a Baal para pagar por la protección del hijo del antiguo juez. El texto dice que con esta cantidad de plata, Abimélec contrató a unos hombres detestables que lo seguían a todas partes.

Vale la pena notar que Dios llamó a todos los jueces, pero no escogió ni llamó a Abimélec, y él no era el juez de Israel. Recordamos el patrón del libro de jueces: para que Dios les mandara un juez, los israelitas tendrían que arrepentirse y clamar a Dios para rescatarlos, y eso no aconteció durante el reinado de Abimélec. Los israelitas estaban contentos de adorar a Baal y acudir a él.

Ahora con una pandilla, regresó a Ofra, a la casa de Gedeón, y él y sus hombres detestables mataron a todos sus hermanos, menos Jotán, el hijo menor, y el único quien pudo esconderse de la furia de su hermano.  Pero Abimélec no se preocupó por su hermanito; tarde o temprano lo encontraría e haría lo mismo con él; nadie iba a quitarle su trono, su gloria, su poder. Después de la masacre, los líderes de Siquén establecieron a Abimélec como su rey, el primero de Israel, aun ilegítimo porque Dios no lo escogió. Era más un tirano que un rey.

Cuando Jotán se enteró de que su hermano fuera el rey de Siquén, subió a un monte y gritó unas palabras proféticas, de modo que todos lo escucharan. Comenzamos la historia de Abimélec leyendo una porción de las palabras proféticas de su hermano Jotán.

Espero que estén felices con Abimélec como rey

Jueces 9:16-20: »Y ahora les pido que piensen si ustedes fueron totalmente honestos cuando hicieron rey a Abimélec... Mi papá luchó por ustedes, arriesgó su vida y los liberó del poder de los madianitas. Pero ustedes se han rebelado en contra de mi papá y han matado a todos sus hijos... Han elegido a Abimélec para que sea el rey de Siquén. Él es el único hijo de la concubina de mi papá, pero lo convirtieron en rey porque es su familiar. Si han sido totalmente honestos con Yerubaal y su familia, entonces espero que estén felices con Abimélec como rey y que él también esté feliz con ustedes. Pero, líderes de Siquén…, si ustedes no han obrado bien, entonces que salga fuego de la boca de Abimélec y los queme a todos, y que salga fuego de la boca de ustedes para que se queme Abimélec».

Esta profecía se cumplirá pronto

Después de decir todo esto, Jotán huyó, buscando refugio en otra ciudad, tanto miedo que tuvo de su malvado hermano; no escuchamos más de él. Durante tres años, Abimélec era el rey de Siquén, matando a los que causaban problemas, siempre andando con su pandilla de detestables. El texto dice que después de tres años, las cosas comenzaron a salir mal; Dios causó problemas entre Abimélec y los líderes de Siquén, y dejaron de ser leales al rey. Dios hizo esto para vengarse por lo que Abimélec y los líderes de Siquén hicieran con 68 de los hijos de Gedeón. En su rebelión contra Abimélec, los líderes de Siquén enviaron hombres a las montañas para que asaltaran a los que pasaron por allí, causando que sus sujetos desconfiaran de él. Abimélec se enteró de la deslealtad de los líderes de Siquén.

Un hombre llamado Gaal y sus hermanos se mudaron a Siquén. El texto dice que por alguna razón, los líderes de Siquén confiaron en Gaal y lo siguieron. Quizás vieron en él a alguien que podría rescatarlos del lío que se habían metido en poner a Abimélec como su rey. Gaal era un fanfarrón. Continuamos con la historia, leyendo lo que dijo un mientras estaba tomando una y otra copa de vino.

¿Quién es ese tal Abimélec?

Jueces 9:27-29: Un día todos salieron al campo a cosechar uvas. Llevaron las uvas y las pisaron para hacer vino y celebrar. Entraron al templo de su dios, comieron, bebieron y se burlaron de Abimélec.

Gaal hijo de Ébed dijo: «¿Quién es ese tal Abimélec? Es uno de los hijos de Yerubaal, y Zebul es su ayudante, ¿verdad? ¿Por qué tenemos que servirlo y obedecerlo? ¡Nosotros no debemos obedecer a Abimélec! … Si me dejan dirigir a esta gente, yo puedo derrotar a Abimélec. Le diré a Abimélec: “Alista tu ejército y ven a pelear”».

Gaal el fanfarrón

Zebul, el gobernador de Siquén se enteró de lo que Gaal dijera y se enfureció. Todavía era leal a Abimélec. Además, ¿quién era Gaal para llamarle el ayudante de Abimélec? En su ira, mandó mensajeros a Abimélec y le advirtió que Gaal y sus hermanos vendrían tras él y que debían esconderse en el campo para luego atacar a Gaal y sus hombres. Y así aconteció: Abimélec y su pandilla se escondieron en cuatro grupos cerca de Siquén. Cuando Gaal salió de la entrada de Siquén, Abimélec y sus hombres salieron de sus escondites. Continuamos con la historia, leyendo el intercambio algo chistoso entre Gaal y Zebul al ver a los hombres de Abimélec listos para el ataque.

¿Son hombres o sombras?

Jueces 9:36-38: Gaal vio a los soldados y dijo a Zebul:

—¡Mira! Hay hombres acercándose desde la montaña.

Pero Zebul le respondió:

—¡No! Sólo son las sombras de las montañas, las estás confundiendo con sombras de hombres.

Pero Gaal volvió a decir:

—¡Mira! Hay hombres viniendo desde el Ombligo de la Tierra y hay otros que vienen desde el Cedro de los Adivinos.

 Zebul respondió:

—¿Y por qué no presumes ahora? Tú mismo dijiste “¿Quién es Abimélec? ¿Por qué debemos obedecerlo?” Te burlaste de estos hombres; ahora ve y pelea contra ellos.

¿Y por qué no presumes ahora?

Después de provocarle, Gaal y sus hermanos salieron a pelear contra Abimélec y su pandilla, pero Abimélec era más fuerte que Gaal. Los hermanos de Gaal huyeron hacia la entrada de Siquén, pero Abimélec y sus hombres mataron a muchos de ellos antes de que pudieran salir de la ciudad. Después de esta derrota, Abimélec obligó a Gaal y sus hermanos sobrevivientes a salir de Siquén para siempre, pero no los mató a todos.

Pero la ira de Abimélec no se sació con expulsar a Gaal y sus hermanos. Al día siguiente, los hombres de Siquén salieron a trabajar en el campo. Mientras que los hombres no estuvieron en sus casas, Abimélec aprovechó de la situación. Dividió a sus deplorables en tres grupos. Un grupo atacó a los hombres y los otros grupos salieron al campo a matar a los que trabajaba allí. Continuamos con la historia, leyendo lo que Abimélec hizo con Siquén.

Destrucción total

Jueces 9:45: Abimélec estuvo combatiendo todo el día, invadió la ciudad y mató a todos sus habitantes. Destruyó la ciudad completamente y derramó sal por todas partes.

El rey de… nada

Después de ese día, Siquén ya no necesitaba un rey. Destruyó a la ciudad por completo, matando a todos y derramando sal por todas partes para que no pudiera volver a plantar por un buen tiempo. Había gente que vivía en la torre de Siquén. Temerosos de Abimélec, el texto dice que se reunieron en el salón más seguro del templo del dios El Berit, pero Abimélec se enteró de que todos los líderes de Siquén estuvieran allí. Lleno de ira y venganza, él y su pandilla cortaron leña. Continuamos con la historia, leyendo lo que hicieron con la leña.

La muerte horrenda de muchos

Jueces 9:49: 49 Todos cortaron leña y siguieron a Abimélec. Llegaron al templo de El Berit y allí amontonaron toda la leña en el salón más seguro del lugar. Luego prendieron fuego a toda la leña y quemaron a los que estaban dentro del salón, matando a más de 1000 personas que vivían cerca de la torre.

El templo de su dios no es sagrado, ni seguro

Después de la masacre de Siquén, Abimélec fue a la ciudad de Tebes. El texto dice que la atacó y la conquistó. Todos los habitantes de Tebes se encerraron en la gran torre de la ciudad, subiendo hasta el techo. Continuamos con la historia, leyendo el increíble final de este rey malvado.

Una mujer mató a Abimélec

Jueces 9:52-54: Abimélec se acercó a la torre para atacarla. Llegó hasta la puerta y estaba a punto de quemarla cuando una mujer lanzó una piedra de moler desde la torre. La piedra cayó en la cabeza de Abimélec y le rompió el cráneo. Inmediatamente, Abimélec llamó al ayudante que cargaba las armas y le dijo: «Trae tu espada y mátame para que nadie pueda decir que una mujer mató a Abimélec». El ayudante le clavó la espada y Abimélec murió. 

Machista hasta el final, Abimélec no quiso morir a las manos de una mujer. En la devocional sobre la jueza Débora, Sísara también fue matado por una mujer. Cuando los israelitas se enteraron que Abimélec murió, regresaron a sus casas, suspirando con alivio. Abimélec tuvo una muerte horrenda y dolorosa, que seguramente fue un castigo de Dios por vivir como un pagano. En la próxima devocional, estudiamos la vida de Jefté, regresando a los jueces de Dios.

Evelyn Bou

Empatizo con el caos que el dolor traiga. Sé lo que es tratar de utilizar los recursos disponibles para mejorar, al terminar sintiéndose frustrada y aún más sola. Aprendí tanto sobre el dolor que me convertí en una coach certificada en el duelo y las relaciones, y profesional del trauma, con la esperanza de ayudar y brindándoles apoyo emocional a otras mujeres cristianas.

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