El juez Gedeón contra los paganos

Un ejército de tan solo 300 soldados, un efod, y el patrón de pecar

En la devocional anterior, Gedeón le pidió a Dios tres señales para comprobar que Él realmente estaba enviándole a salvar a Israel. Dios cumplió, y las tres veces hizo exactamente lo que Gedeón le pidió. En esta devocional, la segunda parte de la vida del juez Gedeón, Dios le puso una prueba, Gedeón destruyó a los a los madianitas y los amalecitas, se hizo un efod, y al morir, Israel vuelve a pecar.

Después de recibir la confirmación de Dios que Gedeón le pidió, que si debiera atacar a los enemigos, a la mañana siguiente, tempranito, Gedeón y sus hombres armaron su campamento. Comenzamos la segunda parte de la vida del juez Gedeón con el mensaje de Dios para Su juez.

No quiero que me olviden y crean que solos se han salvado

Jueces 7:2-4: El SEÑOR le dijo a Gedeón: «Te voy a ayudar a derrotar a los madianitas. Pero tienes muchos hombres en tu ejército, y no quiero que los israelitas me olviden y crean que ellos solos se han salvado. Así que llama a tus hombres y diles: “El que tenga miedo puede irse de aquí y regresar a su casa”». Se fueron 22 000 hombres, pero todavía quedaron 10 000.

Y el SEÑOR le dijo a Gedeón: «Todavía son muchos hombres. Llévalos a tomar agua y allí les haré una prueba. Si yo digo: “Este hombre irá contigo”, entonces ese hombre irá, pero si digo: “Este hombre no irá contigo”, entonces ese hombre no irá».

De 32 000 soldados a 300 leales

Gedeón llegó al campamento con 32 000 soldados, todavía un número muy pequeño en comparación con los ejércitos de los madianitas y los amalecitas. Pero Israel no iba a derrotar al enemigo: Dios quería que fuera bien claro que El y no ellos mismos, los salvara. Es interesante que le instruyó a Gedeón decirles que los que tuvieran miedo podrían regresar a la casa. Eran soldados, entrenados para la guerra, y no fue la primera vez que lucharon. ¿Tantos soldados israelitas realmente tuvieron miedo de luchar, o simplemente no quisieran? Probablemente muchos no quisieron arriesgarse la vida después de ver el ejercito tan grande que eran como langostas, listos para destruir todo, y sus camellos como la arena del desierto, tan innumerables que eran.

¿Soldados o perros?

Después de que los 22 000 se fueran, todavía se quedaron 10 000 soldados, los que se supone, realmente querían luchar. Pero Dios le dijo a Gedeón que todavía eran demasiados y le dio una forma de probar quien se quedara y quien se fuera. Así que, Gedeón llevó a los soldados a tomar agua. Dios le instruyó a separar a los hombres en dos grupos: a los que bebieron el agua en sus manos, lamiéndolo como un perro, y al otro grupo con los que arrodillaron para beber. ¿Qué importa cómo bebieron? Los que bebieron con las manos eran los más listos que estuvieron preparados para saltar y atacar en cualquier momento; un ataque enemigo no los sorprendería, aun tomando un poco de agua. Seguramente los soldados más experimentados no se arrodillaron para beber. Tan solo 300 hombres bebieron el agua con las manos. Anteriormente, Gedeón le pidió tres señales a El Señor, y ahora Dios le dio una prueba tremenda de su fe. Dios le dijo a Gedeón que con los 300 hombres fueron lo suficiente para derrotar a los madianitas y que los demás podrían regresar a sus casa. Obviamente, 300 hombres eran muy pocos. Recuerda que Dios quería que Israel tuviera todo en su contra para que fuera obvio que Él los salvó.

Gedeón se quedó en el campamento con los 300 hombres. Se habrán mirado, preguntándose si los enemigos les destruirían por completo. Su ansiedad crecía, era casi palpable. Pero Dios no quiso que se desesperara; no trajo a los 300 para una masacre del enemigo, sino para comprobar una vez más que su salvación tan solo vino de Él, para crecer la fe de todo Israel. Continuamos con la historia, leyendo el mensaje que Dios tenía para Gedeón.

Haré que derrotes el ejército de los madianitas

Jueces 7:9-11: Esa noche el SEÑOR le dijo a Gedeón: «¡Levántate! Haré que derrotes el ejército de los madianitas, baja ya y atácalos. Si tienes miedo de bajar solo, entonces lleva a tu siervo Furá. Baja al campamento de los madianitas y escucha lo que dicen, después ya no tendrás temor de atacarlos».

Después de esto, no vas a tener miedo

Dios no quiso que tuvieran miedo, pero Gedeón y su siervo Furá tendrían que ser muy valientes para bajar al campamento del enemigo. Gedeón y Furá bajaron al campamento enemigo; el texto dice que eran tantos hombres que parecían una plaga de langostas. Sabemos que por la plaga de langostas, ellos comen todo en su camino, sin dejar nada sobreviviente. Los 300 hombres probablemente pensaron que eso sería exactamente lo que los enemigos iban a hacer y el autor captura el sentimiento. Continuamos con la historia; Gedeón iba a escuchar a escondidas una conversación que le cambiara su perspectiva y la de los 300 hombres.

Tuve una pesadilla

Jueces 7:13-14: Cuando Gedeón llegó al campamento, escuchó que un soldado le contaba un sueño al otro. El soldado decía:

—Soñé que un pan de cebada venía rodando hacia el campamento de los madianitas y golpeó la tienda tan fuerte que la tienda se derrumbó y quedó al revés.

El otro soldado sabía el significado del sueño y dijo:

—Tu sueño se trata de Gedeón, el hijo de Joás, significa que Dios hará que Gedeón destruya a todo el ejército madianita.

Dios hará que Gedeón destruya a todo el ejército madianita

¿Cómo Gedeón se sintió después de escuchar este sueño con su interpretación? Claro, no escuchó esta conversación por casualidad, sino por Dios. El texto dice que Gedeón no le pidió otra señal a Dios; lo adoró, su corazón lleno de gratitud. Después de adorar a El Señor, regresó al campamento y mandó a sus 300 hombres a levantarse, anunciando que El Señor iba a ayudarlos a derrotar al enemigo. Gedeón puso a los 300 soldados en tres grupos y le dio a cada uno una trompeta y una vasija de barro con una antorcha adentro. Continuamos con la historia, leyendo las instrucciones de Gedeón para su ejército.

Trompetas, vasijas de barro, y antorchas

Jueces 7:17-18: Gedeón les dijo a sus hombres:

—Cuando lleguen al campamento enemigo, fíjense en mí y hagan lo que yo hago. Todos rodeen el campamento. El grupo que va conmigo y yo tocaremos las trompetas. Después ustedes toquen también sus trompetas y griten: “¡Por el SEÑOR y por Gedeón!”

¿Vamos a hacer qué?

Como Josué hizo con la muralla de Jericó, Dios le dio armamentos que no tenían sentido; en este caso, le dio una trompeta y una vasija de barro con una antorcha adentro. ¿Cómo se sentían, acercándose al campamento enemigo, sin un plan de atacar con espada? Recordamos que los 300 soldados que acompañaron a Gedeón eran los más valientes y hábiles: no regresaron a sus casas y estuvieron alertas aun tomando agua. A pesar de su preparación, quizás tuvieron miedo de lo que les iba a pasar. El texto dice que a la medianoche, llegaron, justo al cambio de la guardia. Continuamos con la historia, leyendo lo que aconteció entonces.

«¡Una espada por el SEÑOR y por Gedeón!»

Jueces 7:20-22: Entonces los tres grupos tocaron sus trompetas y rompieron las vasijas de barro. En la mano izquierda tenían las antorchas y en la mano derecha tenían trompetas. Todos gritaban: «¡Una espada por el SEÑOR y por Gedeón!»

Cada uno de los hombres de Gedeón se quedó en su puesto rodeando el campamento enemigo. Los hombres del ejército madianita gritaban y corrían. Cuando los 300 hombres de Gedeón tocaron sus trompetas, el SEÑOR hizo que los madianitas se mataran unos a otros con sus espadas. El ejército enemigo huyó…

Dios hizo que se mataran unos a otros

El ejercito enemigo escuchó un ruido tremendo acompañado por luz y mucho movimiento, lo cual causó una confusión explosiva, tanto que se mataron. Dios ni siquiera necesitaba un ejército de 300 hombres; Dios hizo que se asustaran y se mataron el uno al otro al punto de espada. Después de la batalla, los hombres de la tribu de Efraín enfrentaron a Gedeón, enojados porque él no les había llamado para pelear. En vez de explicarles las instrucciones de Dios, Gedeón les dijo lo siguiente.

No soy nadie

Jueces 8:2-3: Gedeón respondió:

—Yo no he hecho nada importante comparado con lo que ustedes han hecho. Ustedes, los hombres de Efraín, han conseguido una cosecha mucho mejor que la de mi familia, los de Abiezer. .... ¿Cómo podría comparar lo que yo hice con lo que ustedes hicieron?

Después de oír estas palabras, a los hombres de Efraín se les pasó el enojo con Gedeón.

Maestro manipulador

Gedeón era un maestro en la manipulación. No contestó su pregunta, sino utilizó el arte de la adulación, que él y su familia no han hecho nada importante en comparación con ellos, hasta consiguieron cosechas mucho mejores que su familia. Creo que mostró la humillación falsa. Lo que sabemos de Gedeón es que era miedoso, y no quiso una confrontación con la tribu de Efraín. Con su adulación, suavizó sus corazones, y ya no le guardaron rencor. Pero había otros que adularon a Gedeón.  Continuamos la historia leyendo la petición de los israelitas a Gedeón.

Que tú, tus hijos y nietos sean nuestro gobernantes

Jueces 8:22-23: Los israelitas le dijeron a Gedeón:

—Tú nos salvaste de los madianitas. Ahora queremos que seas nuestro gobernante. Queremos que tú, tu hijo y tu nieto sean nuestros gobernantes.

Pero Gedeón contestó:

—Ni mi hijo ni yo seremos sus gobernantes, el SEÑOR será su gobernante.

El SEÑOR será su gobernante

Los israelitas querían hacerle su rey, pero Gedeón sabiamente rechazó la propuesta, junto con la riqueza, poder y gloria. En vez de aceptar ser su gobernante, les dijo que El Señor será su gobernante. Pero, Gedeón les pidió que cada uno le entregara un anillo de oro que consiguieron en el botín de la batalla. Con mucho gusto, le entregaron anillos de oro. El texto dice que además, le entregaron joyas, adornos, las capas púrpuras de los reyes madianitas, y los collares de sus camellos. ¿Gedeón quiso un pago por ser juez? Continuamos con la historia para averiguar qué hizo con tanta riqueza.

Todo Israel adoró el efod

Jueces 8:27: Gedeón hizo un efod con el oro y lo llevó a Ofra, su ciudad natal. Todo Israel adoró el efod y no fue fiel al Señor. Por eso el efod se convirtió en una trampa que hizo que Gedeón y su familia pecaran.

El patrón de los jueces comenzó de nuevo

Aunque Gedeón anunció que no quiso ser su rey, actuaba como si lo fuera, pidiendo riquezas y haciendo un efod, un detalle que tan solo los sacerdotes llevaban. Tan pronto como Gedeón hizo un efod, los israelitas comenzaron a adorarlo en vez de a Dios. ¿Cómo el efod causó que Gedeón y su familia a pecar? En vez de destruir el efod, Gedeón permitió su adoración.

Después de la batalla, Gedeón regresó a su casa donde le esperaban muchas esposas y concubinas, junto con 70 hijos. Imagínate un día en esa casa, tantas mujeres compitiendo por un poco de atención. El hecho de que tuviera tantas esposas nos dice que Gedeón tuvo una debilidad que no le entregó al Señor: las mujeres. El antiguo testamento es repleto con historias de los problemas con tener mas que una esposa, como Abraham, Jacob o David.

Durante los 40 años que Gedeón era juez, los madianitas no volvieron a causar problemas, y Israel tuvo paz. El texto dice que Gedeón murió muy viejo. Continuamos con el final de esta historia, leyendo el triste patrón que continuó después de los 40 años de paz con el juez Gedeón.

Muerte de Gedeón

Jueces 8:33-35: Luego de la muerte de Gedeón, Israel se alejó de Dios y volvió a adorar a Baal Berit como su dios. Así, los israelitas se olvidaron del SEÑOR su Dios que los había liberado de los enemigos que tenían por todos lados. Israel se olvidó muy pronto de la familia de Yerubaal, o sea Gedeón, a pesar de que él les había hecho mucho bien.

Lealtad a Baal y no a Dios

Así continuó el patrón de la opresión, recurrir a Dios como última opción, Él les mandó un juez, había paz, y al morir, los israelitas regresaron a vivir como le placaran, siempre regresando a Baal, su dios predilecto. Una de las concubinas de Gedeón tuvo un hijo que se llamaba Abimelec; recordamos ese nombre porque volvemos a verlo en la próxima devocional.

Evelyn Bou

Empatizo con el caos que el dolor traiga. Sé lo que es tratar de utilizar los recursos disponibles para mejorar, al terminar sintiéndose frustrada y aún más sola. Aprendí tanto sobre el dolor que me convertí en una coach certificada en el duelo y las relaciones, y profesional del trauma, con la esperanza de ayudar y brindándoles apoyo emocional a otras mujeres cristianas.

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