El juez Gedeón

Gedeón le pidió a Dios tres señales

Después del fallecimiento de la jueza Débora, los israelitas se olvidaron de Dios. Por siete años, Dios permitió que los madianitas les oprimieran. Los madianitas los trataban tan mal que los israelitas tuvieron que huir a las montañas, y vivían en cuevas a escondidas. Donde habían vivido en Canaán, ahora los madianitas vivían, destruyendo sus cosechas de modo que no había nada de comida ni ganado para los israelitas, ni nada para qué regresar. Comenzamos la historia de Gedeón, el próximo juez de Israel, echando un vistazo a lo miserable que era la existencia de los israelitas en ese entonces.

Parecían una plaga de langostas y lo destruían todo

Jueces 6:5-6: Los madianitas venían a acampar con todas sus familias y animales. Eran tantos que parecían una plaga de langostas y lo destruían todo. No se podía contar cuánta gente ni cuántos camellos había. El pueblo de Israel se empobreció por culpa de los madianitas, y desesperados pidieron llorando al SEÑOR que les ayudara.

Empobrecidos y desesperados

Después de sufrir siete años viviendo así, los israelitas ya no pudieron más, y desesperados, le pidieron ayuda al Señor. Finalmente, estaban desesperados, pero no obedientes, como veremos más adelante. Como los israelitas no estaban listos para obedecer totalmente, Dios les envió un juez que estaba lleno de temores y dudas. Gedeón trabajaba secretamente en la agricultura de Israel. El texto dice que el ángel del Señor lo encontró limpiando trigo a escondidas donde se pisaba la uva para hacer el vino. Se escondía el trigo en caso de que los madianitas aparecieran de repente, matándolo y robando el trigo. Pero, Gedeón no tuvo una reacción positiva al encontrarse con el ángel del Señor. Continuamos con una introducción al Gedeón conversando con el ángel del Señor.

¿Por qué tenemos tantos problemas?

Jueces 6:12-16: El ángel del SEÑOR se apareció ante Gedeón y le dijo:

—Que el SEÑOR esté contigo, buen guerrero.

Gedeón dijo:

—Perdón, señor, pero si el SEÑOR está con nosotros, entonces ¿por qué tenemos tantos problemas? Sabemos que él hizo milagros en favor de nuestros antepasados. Ellos contaron que el SEÑOR los sacó de Egipto, pero el SEÑOR nos ha abandonado y ha permitido que los madianitas nos opriman.

El SEÑOR miró a Gedeón y le dijo:

—Usa tu fuerza y libera al pueblo de Israel del poder de los madianitas ¡Yo te envío a que los salves!

Y Gedeón respondió:

—Perdón, señor, pero ¿cómo puedo salvar a Israel? Mi familia es la más débil de todas las familias de Manasés, y yo soy el más joven de todos.

El SEÑOR le dijo:

—Pero yo estaré contigo. Podrás derrotar a los madianitas como si estuvieras peleando contra un solo hombre.

Pero yo estaré contigo

El ángel del Señor no era un ángel, sino una prencarnación de Jesús, como Melquisedec. El ángel del Señor saludó a Gedeón no por su nombre, sino por el título de buen guerrero. No creo que Gedeón supiera que estaba hablando con El Señor, sino un señor. Gedeón le hizo una pregunta razonable: si El Señor está con nosotros, ¿por qué tenemos tantos problemas? Gedeón le echó la culpa a Dios, que estaba con sus antepasados, pero a ellos los abandonó. Desde la perspectiva torcida de esa generación, así le parecía, pero no era cierto, sino al revés: fueron ellos quienes le abandonaron a El Señor. La generación de Gedeón anhelaba ver milagros sin obedecer. El Señor no le contestó su pregunta porque no los abandonó. Tampoco le reprochó por creer que los abandonara.

En vez de contestar con cuántas veces había salvado a Su pueblo, aun en su pecado y abandono, le envió a Gedeón a levantarse de su escondite y usar su fuerza para liberar y salvar a su gente.  Es una respuesta interesante: ¿qué poder tuvo Gedeón? Como veremos, ni él se creyó poderoso. Le dijo a El Señor que no tan solo él, sino toda su familia era la más débil de la tribu de Manases, y él el más joven. ¿Qué quiere decir que su familia era la más débil de la tribu? Quizás era una familia muy chiquita, o quizás simplemente era un pretexto para no obedecer. Como Moisés hizo al principio, Gedeón le pidió a El Señor enviar a otro.

Imagino El Señor diciendo esa última línea, viéndolo con incredulidad, como si Gedeón no creyera que estaba en la presencia del ángel del Señor.  No fue suficiente que El Señor dijera que Él le envió a salvar a Su pueblo, y que Él estaría con él para derrotar a los madianitas fácilmente. Gedeón quería creerle, pero no pudo.  Era un agricultor secreto, temeroso del enemigo. Parece que Gedeón todavía no sabía que estaba conversando con El Señor. Continuamos la historia leyendo la primera de varias señales que Gedeón le pidió a El Señor.

Muéstrame una señal

Jueces 6:17-18: Respondió Gedeón:

—Si en realidad estás a mi favor, entonces muéstrame una señal para saber que en verdad tú eres quien ha hablado conmigo. Te ruego que me esperes aquí y que no te muevas hasta que yo regrese. Voy a traer mi ofrenda para ponerla frente a ti.

El Señor le respondió:

—Esperaré aquí hasta que regreses.

El Señor es paciente

Notamos la respuesta de El Señor: consintió esperar. No lo regañó, no se enojó. Fue tan paciente. Gedeón fue a su casa y preparó un cordero en un caldo y pan. Se le presentó la comida a El Señor. Él le instruyó poner la comida encima de una roca que le indicó. Continuamos la historia leyendo lo que aconteció después.

La comida se quemó y el ángel desapareció

Jueces 6:21-23: El ángel del SEÑOR tenía un bastón y tocó la carne y el pan con su punta. Enseguida salió fuego de la roca, la carne y el pan se quemaron por completo y el ángel del SEÑOR desapareció.

Entonces Gedeón entendió que había estado hablando con el ángel del SEÑOR, y gritó muy fuerte:

—¡Señor DIOS! ¡He visto al ángel del SEÑOR cara a cara!

Y el SEÑOR le dijo:

—Cálmate, no tengas miedo, no vas a morir.

¡He visto al ángel del SEÑOR cara a cara!

No fue hasta que El Señor quemara la comida y desapareciera que Gedeón entendió con quien conversó. Tuvo miedo de morir por ver la cara del Señor; según la ley de Moisés, ningún hombre podría ver la cara de Dios y vivir. Pero como si de la nada El Señor le aseguró que no iba a morir. Su fe refrescada, el texto dice que después de ver El Señor cara a cara, construyó un altar para El Señor allí mismo, y llamó al altar «el SEÑOR es la paz».

Esa misma noche, El Señor le llamó a Gedeón a actuar, enviándole a destruir el altar de Baal de su propio padre. Continuamos con la historia leyendo las instrucciones que Dios le comunicó a Gedeón.

Destruye la maldad de su padre

Jueces 6:25-26: Esa misma noche el SEÑOR le habló a Gedeón y le dijo:

—Toma el toro más grande y fuerte que tenga tu papá, que ese toro sea de siete años de edad. Lleva el toro hasta el altar que tu papá tiene para Baal y derrúmbalo con él. Derrumba también el poste que está junto al altar porque ese poste es de la diosa Aserá. Luego construye allí un altar apropiado para el SEÑOR tu Dios. Mata al toro y haz una hoguera con la madera del poste que derrumbaste. Quema allí al toro y ofrécelo como sacrificio para el SEÑOR.

Derrumba al Baal y Aserá

¿Por qué Dios llamó al más joven de su familia, una familia que no adoró a Dios sino a Baal y Aserá? A lo mejor Dios estaba hablándole a Su pueblo, que como hizo cuando llamó a Abraham, hijo del pagano Téraj, hará lo mismo con Gedeón, hijo de Joás, un pagano. Se supone que Gedeón participaba en la adoración de Baal y Aserá y estaba más familiar con ellos que con el único Dios. Gedeón le obedeció, llamando a diez hombres para ayudarlo. El texto dice que Gedeón tenía miedo de que la gente lo viera, así que obedeció, pero bajo la protección de la oscuridad de la noche.

A la mañana siguiente, todos estaban muy sorprendidos al ver el altar de Baal y el poste de Aserá habían sido destruidos. El toro que sacrificó todavía estaba sobre el nuevo altar. Había sangre por el altar, el piso, y en la ropa de Gedeón. El pueblo se preguntó entre sí: ¿Quién pudo haber hecho esto? ¿No era el toro del padre de Gedeón? Algunos hombres del pueblo se acercaron a Joás, el padre de Gedeón. Continuamos con la historia, leyendo la acusación de los hombres.

Trae a tu hijo porque tiene que morir

Jueces 6:30-31: Entonces algunos hombres del pueblo se acercaron a Joás y le dijeron:

—Tu hijo destruyó el altar de Baal y el poste de Aserá que estaba al lado. Trae a tu hijo porque tiene que morir.

Entonces Joás les dijo a todos los que estaban allí:

—¿Van a defender a Baal y a pelear a favor de él? ¿Van a rescatarlo? Si alguien está a favor de Baal, que muera antes del amanecer. Si Baal es un Dios de verdad, que él mismo se defienda porque alguien ha destruido su altar.

Si Baal es un Dios de verdad, que él mismo se defienda

Los hombres del pueblo estuvieron tan furiosos con la destrucción del altar de Baal y el poste de Aserá que querían matar a Gedeón. Joás supo que su hijo destruyó al altar, pero nos da una agradable sorpresa: le defendió en vez de a Baal. Hasta Joás expresó duda de que Baal fuera un dios, y si así fuera, que él mismo se defendiera. El texto dice que ese mismo día, su padre le dio otro nombre a su hijo, comenzó a llamarlo Yerubaal; según comentaristas bíblicas, ese nombre significaba que se enfrenta a Baal. Parece que Joás estaba orgulloso de su hijo, quien se enfrentó a Baal.

Gedeón pidió dos señales más

Después de destruir el altar de Baal y el poste de Aserá, el texto dice que el Espíritu del Señor entró en Gedeón y le dio mucho poder. Varias tribus de Canaán habían cruzado el río Jordán y acamparon cerca del territorio israelita. Gedeón envió mensajeros a las tribus de Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí para que se reunieran con él para luchar contra el enemigo. Pero Gedeón, aun lleno con el Espíritu del Señor, tenía dudas. Estuvo bien que Gedeón le pidiera una señal, pero le pidió varias señales a Dios, una prueba de su corazón dudoso. Con la primera señal del fuego que consumió la comida, debiera haber sido lo suficiente para convencer a Gedeón que servía al único y verdadero Dios. Continuamos con la historia, leyendo qué cosa Gedeón le pidió a Dios.

¡Dame una prueba!

Jueces 6:36-37: Luego Gedeón le dijo a Dios: «Tú dijiste que me ayudarías a salvar al pueblo de Israel. ¡Dame una prueba! Voy a poner la piel de una oveja en el piso donde se trilla el trigo. Si por la mañana la piel de oveja está mojada pero el suelo está seco, sabré que me usarás para salvar al pueblo de Israel tal como habías dicho».

Más pruebas

El texto dice que eso fue exactamente lo que sucedió; cuando Gedeón se levantó por la mañana, escurrió la piel de la oveja y llenó una taza de agua. Pero eso no fue suficiente. Continuamos con el final de esta historia leyendo la segunda cosa que Gedeón le pidió a Dios.

Déjame pedirte sólo una cosa más

Jueces 6:39-40: Entonces Gedeón le dijo a Dios: «No te enojes conmigo. Déjame pedirte sólo una cosa más. Déjame hacer otra prueba con la piel de oveja. Esta vez que la piel de oveja quede seca y que el suelo amanezca mojado de rocío».

Esa noche Dios así lo hizo. La piel amaneció seca, pero el suelo amaneció mojado por el rocío.

No pudo haber sido más claro: Dios quería que Gedeón salvara a Israel, atacando a las tribus de Canaán. En vez de castigarlo por su falta de fe y pedir otras señales cuando la primera fue suficiente, Dios fue paciente con Gedeón y le dio lo que pidió. En la próxima devocional, veremos la batalla entre las tribus de Canaán y Israel, liderado por su juez Gedeón.

Evelyn Bou

Empatizo con el caos que el dolor traiga. Sé lo que es tratar de utilizar los recursos disponibles para mejorar, al terminar sintiéndose frustrada y aún más sola. Aprendí tanto sobre el dolor que me convertí en una coach certificada en el duelo y las relaciones, y profesional del trauma, con la esperanza de ayudar y brindándoles apoyo emocional a otras mujeres cristianas.

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