José, el marido de María

Carpintero, marido, y padre- ¿Quién era José de Belén?

José era el padre terrenal que Dios escogió para su hijo, Jesucristo. Tenía un papel sumamente importante en el crecimiento físico y espiritual de Jesús. Su vida era difícil: María le rompió el corazón mientras estaban comprometidos, todos hablaban mal de ellos, creyendo que su prometida era una adúltera. Tenía que proteger a María y el recién nacido Jesús, huyendo a Egipto donde no conocían a nadie, ni hablaban el idioma. Cuando regresaron a Israel, vivían en Nazaret, un pueblo pobre, muy lejos de la gloria de Jerusalén, donde no había muchas oportunidades y todos eran chismosos. Pero José era un hombre fiel a Dios, trabajador y humilde, dispuesto a obedecer en vez de buscar su propia comodidad. Seguimos nuestra serie de advenimiento leyendo la historia de José a través de un diario ficticio, pero como siempre, basado en la biblia.

Soy José

Hola, mi nombre es José. Soy de Belén, la ciudad del mejor rey que hemos tenido, el Rey David. Pero ahora vivo en Nazaret, un pueblo pequeño y lejos de Jerusalén. Aquí la vida es dura. Soy carpintero, pero haré cualquier tipo de trabajo para mantener a mi futura esposa, María. No la conozco muy bien; nuestros padres hicieron un acuerdo y confío en mi papá. Creo que, con el tiempo, llegaré a quererla. La he visto desde que éramos niños; no es la chica más bella de Nazaret, es muy callada, pero muy trabajadora. La sinagoga es la única oportunidad que tengo para verla, pero casi nunca hablamos. Amo asistir a la sinagoga, no porque el edificio sea algo especial, sino porque amo a Dios. Estoy ansioso por el día en que El Mesías llegue y corrija todo, el hambre, la pobreza, los impuestos, los romanos. (¿Dije los romanos? Si no has vivido bajo la ocupación, no sabes qué es sufrir.) El Mesías va a cambiar todo, con justicia y amor, como mi antepasado Rey David, pero mucho, mucho mejor.

Como dije, voy a la sinagoga todas las semanas. Mi prometida siempre está allí en la sección para las mujeres, junto con su madre y hermanas. Nunca me mira, pero a veces sonríe y tiene una sonrisa linda. Parece que será una buena esposa- ¡ojalá que sepa cocinar! Solo bromeo. Aprendes apreciar un buen sentido del humor aquí en Nazaret. Como dije, aquí la vida es difícil. A veces no hay suficiente para que todos coman. Además de unas herramientas, no tengo nada. La vida que puedo ofrecer a una esposa no es lujosa. Pero puedo ofrecerle mi corazón. Es una buena cosa que el padre de María no requiriera un dote muy grande, casi no pude darle nada, pero le prometí cuidar muy bien de su hija.

Estamos comprometidos, pero ¿ella espera un hijo?

No sé si lo sabes, pero hoy en día en Israel, hay tres etapas de un matrimonio. Primero, se comprometen, todo arreglado por los padres de los chicos. Segundo, hay un desposorio, una ceremonia en que intercambian promesas mutuales, y aproximadamente un año después, el matrimonio, cuando el novio viene para llevarse la novia y después de eso, viven como una pareja casada. Entonces, entenderás mi confusión cuando María me dijo que un ángel la visitó y le dijo que iba a dar a luz al Mesías. Estábamos en la segunda etapa, el desposorio. No vivimos juntos y, claramente no habíamos tenido relaciones, pero es como si estuviéramos casados en todos los demás sentidos, y, por lo tanto, para romper el compromiso, se necesita un divorcio. No puedo creer que María invente una mentira tan grande. No la conozco muy bien, pero me rompió el corazón. Esa noche lloré un chorro, lágrimas silenciosas, y oré toda la noche. ¿Qué hice para merecer esto? Todos los trabajos extras que hago para ahorrar un poquito para nuestra nueva vida, para darle la mejor que pueda, ¿y me va a engañar con otro? Estoy tan sorprendido. No sé quién es el padre, pero definitivamente, no soy yo. Hasta su padre me preguntó si soy el padre. Jamás le faltaría el respeto a mi prometida. Cuando le pregunté quién es el padre, me dijo El Espíritu Santo. ¿Lo puedes creer? No sé qué habría hecho si me dijera el nombre del padre, pero creo que tengo derecho a saber quién se acostó con mi prometida.

Después de unos días, me calmé, y decidí no denunciarla. En unos meses todos van a ver que está embarazada y tendrá que rendirles cuentas. Según la ley, tenemos que apedrearla por el adulterio. No quiero que se muera, ni que sufra. No quiero que sea avergonzada ante el pueblo. Voy a hablar con su padre en privado y romper el compromiso. Espero que el padre se case con ella rapidito para no causar un escándalo, ni avergonzarla. Pero, sinceramente, estoy muy lastimado.

El mismo día en que iba a hablar con el padre de María, vi un ángel mientras soñaba. Esto es lo que me dijo:

Mateo 1:20-21: Pero mientras pensaba en esto, un ángel del Señor se le apareció en un sueño y le dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de casarte con María, porque el hijo que ella está esperando es por obra del Espíritu Santo. Ella tendrá un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

No sé tú, pero cuando ves a un ángel, obedeces, y eso es exactamente lo que hice. Desperté y fui derechito a la casa de los padres de María. Era muy temprano y todavía estaba durmiendo. Le expliqué al padre de María lo que vi y él envió a su esposa para despertarla. Cuando vi a María, me arrodillé, disculpándome con ella (y la verdad, con el pequeño que lleva), pidiéndole perdón por no creerla, y al mismo tiempo diciéndole lo que el ángel me dijo, que iba a tener el honor de ser el padre del Hijo de Dios. Creo que todo salió de mi boca a la misma vez, pero de alguna forma ella me entendió. Con lágrimas en los ojos, le pedí si se casara conmigo ese mismo día, y ella aceptó. Vino a vivir conmigo, pero no vamos a tener relaciones hasta después de que este niño tan especial nazca. Respeto que Dios es el padre, no yo.

Un censo

Ahora que ella tiene unos meses de embarazo y se ve su panza, la gente ya ha comenzado a hablar mal de nosotros. A mí me dice tonto, hasta el rabino me preguntó cómo podría casarme con una adúltera, pero no le dije nada. No vamos a decirle a nadie que espera El Mesías para no meternos en más problemas. Ahora mi vida es proteger a María y Jesús. Por la noche, le deseo buenas noches a Jesusito, diciéndole que lo amo.  

Poco después, un mensajero anunció que el gobierno romano se levantará un censo y todos tenemos que inscribirnos en nuestra ciudad natal. Nací en Belén, pero está a unos 90 millas de aquí. No sé cómo están los caminos donde vives, pero con la excepción de Jerusalén, los caminos son muy peligrosos, difíciles de caminar y llenos con ladrones, y romanos, (pues, la verdad, muchas veces los romanos son ladrones). Ni mencionar que casi no hay posadas ni lugares donde comprar comida. Viajar tiene muchos retos, pero cada día hay más personas que amenazan a María, así que decidí llevarla conmigo. Como dije, además de algunas herramientas, no tengo nada, ni siquiera un burro, así que tuvimos que caminar toda la distancia a Belén. Su madre no quería que la llevara, pero su padre estaba de acuerdo conmigo, que sería mejor ir a Belén juntos para dejar que el enojo y el chisme se calmara.

Así que emprendemos la jornada a Belén. María jamás ha estado allí. Espero poder llevarla a conocer todo el pueblo, pues, la verdad, no es una ciudad grande como Jerusalén, pero tengo familia allá y después de todo, es la ciudad donde Rey David nació. No sé si haya censos donde vives, pero los censos aquí son un tiempo en que los romanos reciben un premio para el que maltrate a más israelitas, extorsionado dinero, golpeándonos, lo que sea. Es un tiempo miserable para nosotros, y el viaje con María no fue una excepción. Dormimos afuera, expuestos, pues, no nos quedamos de otro. Trato de conseguir algo de pan para que coma, pero había días en que no comí, pero por lo menos, pude darle algo a nuestro Jesusito. Un día conseguí pescar un poco y comimos muy rico, pero luego un ladrón me robó mi cayado. ¿lo puedes creer?

Cuando llegamos a Jerusalén, vimos el templo, tan esplendoroso. Pero María, en su estilo tan sencillo, vio el templo y silenciosamente señaló a su barriga. Y claro, ella tiene la razón. En los últimos días del viaje, a María le costaba mucho caminar, así que, tuvimos que caminar el final despacito. Por fin llegamos a Belén, y tengo ampollas donde ni sabía que tuviera piel. Esperaba hospedarnos con unos de mis familiares, pero parece que todos llegaran antes de nosotros, incluso varios soldados romanos. Un tío me ofreció una disculpa y un establo donde se quedaron los animales. Me dijo que podríamos quedarnos allí hasta que la ciudad se desocupara. Sentí mucha vergüenza para mi nueva esposa y Jesusito. Tratamos de limpiar lo mejor que pudimos, pero olía muy mal.

Mijo nació

Después de unos días, llegó el momento para que María diera a luz. Como había tanto caos en la ciudad, estaba agradecido por no estar en una casa donde los soldados romanos (y hasta los soldados del templo) se quedaron y atormentaron la vida de los dueños. Nadie nos molestó. No había una partera, o por lo menos, ni averigüé si había una. Bajo las circunstancias, quería evitar la atención innecesaria. Nunca había estado con María, pero la ayudé a parir. Creo que Dios me guio porque no tenía la menor idea de qué hacer. Cuando vi la cabeza de nuestro pequeño Jesús, todo lo que pude pensar es que Él es Nuestro Mesías, que estoy testificando el nacimiento de Nuestro Salvador. Gracias a Dios, nació bien, fuerte y saludable. Lo limpié lo mejor que podía y encontré unos pedazos de material que usan con los corderitos recién nacidos. Los usé para cubrirlo y hacerlo sentir calentito. Comenzó a llorar y mi María le amamantó.

Pero el silencio se rompió con la llegada de unos pastores, nos asustaron, llegaron y se arrodillaron ante Jesús. Se marcharon tan alegres. Ni tuve tiempo para pedirles que, por favor, que no le dijeran nada a nadie, pienso que iban a decirle a todos que El Mesías nació. Creo que así será la vida con Él, asombrante, sin saber qué esperar, pero siempre llena de milagros. No diría fácil, sino sagrada.

Una visita

Nos quedamos en Belén un tiempo. Conseguí trabajo arreglando cosas para la gente y nos mudamos con unos familiares. María se recuperó del parto y Jesús crecía cada día. Se parece tanto a su mamá. Un día, mientras trabajaba, llegaron unos sabios del oriente. Adoraron a Jesús y le dieron unos regalos muy costosos. Nunca los vi, pero oí que había un grupo de hombres ricos, montados en camellos y que llegaron a la casa. Tanto por no causar un escándalo. Unos días después de que se fueran, tuve otro sueño.

Mateo 2:13-15: Después de que los sabios se fueron, un ángel del Señor se le apareció a José en un sueño y le dijo: «Levántate y huye a Egipto con el niño y su mamá. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».

Entonces José se levantó y se fue durante la noche con el niño y la mamá a Egipto. Se quedó allá hasta que Herodes murió…

Huyendo a Egipto

Meses después, mientras vivíamos en Egipto, oímos historias de lo que sucedió esa noche en Belén, que los soldados de Herodes llegaron y mataron a todos los niños de dos años y menos. Los egipcios pensaban lo peor de sus vecinos, los hebreos, como nos llamaban, que nuestro propio rey nos mata en vez de protegernos. Y, la verdad, estoy de acuerdo con ellos en eso. Es extraño todos las estatuas de dioses, las pirámides, toda la sangre israelita derramada aquí hace tantos años. Pero, mi pueblo también adora dioses de metal y piedra. Por lo menos aquí, nadie nos molesta.

No hay sinagoga, así que no escuchamos la lectura cada semana, pero todos los días, recito los pasajes que he memorizado: un poco de la ley, un poco de historia, un poco de profecía. Le cuento a Jesusito muchas historias de nuestros antepasados. Ya lo sé, que él ya los conoce, pero es mi deber como su papá, ¿no? Además, me gusta contarle historias. María y yo siempre oramos junto con Jesusito. No sé si entiende, pero al otro día me sonrió, una sonrisa desdentada pero tan linda. Cada día se parece más a María.

Un día, tuve otro sueño- ya estoy acostumbrándome a escuchar de Dios por los sueños. Esto es lo que me dijo- y claro, obedecí.

Mateo 2:19-23: Después de que murió Herodes, un ángel del Señor se le apareció en un sueño a José en Egipto. Le dijo: «Levántate y ve con el niño y su mamá a Israel, porque ya han muerto los que estaban tratando de matar al niño».

Entonces José se levantó y llevó al niño y a su mamá a Israel. Pero cuando José supo que el rey de Judea ya no era Herodes, sino su hijo Arquelao, le dio miedo ir allá. Entonces, habiendo sido advertido por Dios en un sueño, se fue a la región de Galilea y se quedó a vivir en el pueblo llamado Nazaret. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dijeron los profetas: que el Mesías sería llamado nazareno.

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