¿Cuánta fe necesitas para seguir a Dios?

Dios llamó a paganos

Mentiras. Engaños. Infertilidad. Dudas. Fe. Milagros. Esta es la historia de Sara, madre del pueblo de Dios, de sus problemas matrimoniales, dudas y fe en el único Dios.  

Abram y Saray eran una pareja rica y pagana viviendo en Ur de Babilonia cuando Dios llamó a Abram de irse de allí, dejando todos sus costumbres paganas y una vida cómoda para mudarse con su familia a Canaán, la tierra que Dios le daría a él y sus descendientes para siempre. Estaban acostumbrados a adorar a dioses de piedra, metal y madera, pero aun sin ver a este Dios sin nombre ni imagen, tenían suficiente fe en Él para obedecerlo. A través de la historia de Sara, como nosotras, la observamos en momentos de tremenda duda y fe. La vida Sara nos ayuda a contestar ¿cuánta fe necesitamos para seguir a Dios?

El texto en Génesis 11 está muy claro; nos dice que Saray era estéril. La pregunta que satura toda esta historia es, si estaba estéril, ¿Cómo Abram iba a tener un descendiente? Aun así, sin hijos y sin saber cómo este Dios invisible iba a cumplir Su promesa, esta pareja salió de lo conocido, despidiéndose de su familia, y por fe, fueron a morar en una tierra totalmente desconocida.

La bella ancianita

Aunque vieja, Saray era una mujer sumamente bella, tan hermosa que, al verla, los hombres no podían controlar su deseo de poseerla. Al salir de Ur, Abram le había pedido que adondequiera que se fueran, que le dijera a todo el mundo que ella fuera su hermana en vez de su mujer. En efecto, Saray era su media hermana, con el mismo padre. Abram razonaba que, si todos pensaran que ella era su hermana, no intentarían matarlo para poseerla. Y su plan funcionó─ hasta cierto punto. Saray cumplió con el deseo de Abram, mintiéndole a los hombres, incluso al faraón y a un rey. Vemos lo egoísta que es su marido, poniendo la vida de su esposa en riesgo mientras recibió un dote por su mujer. Aunque Dios le había prometido a Abram darle Canaán y hacerle el padre de tantos descendientes que serían más numerables que la arena, Abram no Le confió la protección de su esposa. 

Diles que eres mi hermana ¿por favor?

En Canaán, hubo una sequía y escasez de comida. Sin consultar a Dios para que Él proveyera, por su propio cuenta, decidió ir a Egipto. Allí, el faraón, con el consentimiento de Abram, tomó a su esposa y la hizo suya. Ni puedo imaginar cómo reaccionaría si mi marido me dejara con otro, abandonándome en los brazos de un desconocido, pero jamás confiaría en él. Nos preguntamos ¿Cuánta fe necesitamos para seguir a Dios? Comenzamos con la historia, viendo la cobardía del esposo de Saray, dejándola ser mujer del propio faraón.

Genesis 12:15-20

Cuando los funcionarios del faraón la vieron, le contaron al rey lo hermosa que era. Entonces llevaron a Saray a la casa del faraón. Gracias a Saray, el rey fue muy amable con Abram, quien adquirió ovejas y cabras, ganado, asnos, esclavos, esclavas*, asnas y camellos.

Luego el SEÑOR mandó una epidemia sobre el rey y su gente por haber tomado a Saray, la esposa de Abram. Entonces el faraón llamó a Abram y le dijo: «¿Qué rayos has hecho? ¿Por qué no me dijiste que ella era tu esposa? ¿Por qué me dijiste “¿Ella es mi hermana”, para que yo me casara con ella? Ahora aquí está tu esposa, tómala y vete». Entonces el rey dio órdenes con respecto a Abram para que lo dejarán seguir su camino a él y a su esposa junto con sus posesiones. (Itálicos míos).

Un regalo de más

Abram no era el único quien dudaba de las promesas de Dios. Ya habían pasado diez años desde que Dios le prometió descendientes, y Saray aún permanecía estéril. Una de las esclavas conseguidas en Egipto fue *Agar, una joven en edad para concebir y la sierva de Saray. En aquella época, era de costumbre que cuando la esposa no podía darle un heredero a su marido, ella le dio su sierva de modo que, a través de ella, pudiera conseguir un heredero. Continuamos con la historia, leyendo como Saray planeaba ayudarle a Dios con su promesa, y como su plan fracasó.

Genesis 16:2, 3-6

Entonces Saray le dijo a Abram:—Tú sabes que el SEÑOR no me ha permitido tener hijos, así que ten relaciones sexuales con mi esclava. Tal vez yo pueda tener un hijo por medio de ella.

Abram hizo lo que Saray le dijo

Abram tuvo relaciones sexuales con Agar y ella quedó embarazada. Cuando ella se enteró de que estaba embarazada, empezó a creerse más que Saray.

Entonces Saray le dijo a Abram:—Tú eres el culpable de lo que me está pasando. Yo misma entregué a mi esclava en tus brazos y cuando ella vio que estaba embarazada, me volví despreciable para ella. Que el SEÑOR decida quién, entre tú y yo, tiene la razón.

Pero Abram le dijo a Saray:—Mira, esa esclava es tuya, haz con ella lo que tú quieras.

Entonces Saray trató mal a la esclava, y la esclava huyó. (Itálicos míos).

Problemas matrimoniales

Saray y Abram tuvieron grandes problemas en su matrimonio: él era un cobarde, entregando a su mujer a hombres poderosos para evitar conflictos, y ella no confiaba en su marido por las mentiras y ser entregada. Ambos eran culpables de dudar de Dios. ¿Cuánta fe realmente necesitaban para seguir a Dios sin engaños, ni intentar ayudarlo con cumplir sus promesas?

Ella no tenía otra opción que tener relaciones con el faraón. No tenía de otra más que apoyar a su marido y mentir. Se sentía desesperada al entregarle a Abram su esclava para intentar darle un heredero. Cuando la joven Agar entró en su lecho matrimonial, se quedó embarazada, y comenzó a creerse la dueña, Saray ya no pudo más. Vemos el carácter débil de Abram: no le importó lo que pasaría con la encinta Agar, aunque estaba esperando un hijo suyo.

Cambio del nombre

Dios le cambió el nombre de varias personas en la biblia: Jacob a Israel, Oseas a Josué, Saúl a Pablo. Después de que Agar le dio a Abram un hijo, Ismael, Dios le cambió el nombre de Saray a Sara y Abram a Abraham. Sara es la única mujer en la biblia que le cambió el nombre. Cuando Dios le cambia el nombre a una persona, está a punto de hacer algo grande, tan grande que tal persona necesitará otra identidad. Dios proclamó que ya no fuera Saray estéril, sino Sara, la madre de Su pueblo.

Estéril, posmenopausia y tiempo de milagros

Dios le recordó a Abraham que tendría muchos descendientes, pero no a través de su hijo Ismael, sino con su esposa Sara. Abraham dudó lo que Dios le dijera; después de todo, Sara tenía 90 años y además de estéril, ya pasó muchos años que entró en la menopausia. Me imagino que con cada malestar de entrar en la menopausia, su esperanza y fe se derritieron y por lo tanto, decidió darle Agar a su esposo.

Dios le reveló a Abraham que su esposa le daría un hijo dentro de un año. A escondidas, Sara escuchó la conversación y no creyó lo que oyó para nada. Además de la imposibilidad de quedarse embarazada por las razones ya mencionadas, el texto nos indica que Abraham fue impotente. Al fin de cuentas, ¿Cuánta fe se necesita para seguir a Dios? Continuamos con la historia, leyendo la reacción de Sara quien no creyó que estuviera a punto de testificar un milagro.

Génesis 18:12-15

Así que se rió silenciosamente y dijo: «Estando yo tan vieja y acabada, y siendo mi esposo un anciano, ¿aun sentiré placer sexual?»

Luego el SEÑOR le preguntó a Abraham:

—¿Por qué Sara se rió y dijo: “Será posible que yo tenga un hijo siendo tan vieja”? ¿Acaso existe algo imposible para el SEÑOR? Regresaré por este mismo tiempo, en la primavera del próximo año, y Sara tendrá un hijo.

Pero Sara se asustó y lo negó diciendo: —Yo no me reí.

Y el Señor le dijo: —Sí, tú te reíste.

Sara era atrevida: al ser confrontada por reírse de lo que Dios le comunicó, mintió y no cedió, aunque Dios la confrontó con la verdad. Tanto Sara como su esposo eran mentirosos, y aun así, Dios les bendecía grandemente.

Abraham seguía mintiendo

Abraham y su familia se mudaron a otra parte de Canaán, y allí seguía mintiendo, diciéndole a todo el mundo que Sara era su hermana. El rey de la región, Abimélec, la llamó y la hizo su esposa, con la bendición de Abraham. Dios le habló al rey en un sueño, diciéndole que él iba a morir por tomar como esposa una mujer casada. Notamos que Abimélec, quien no creyó en Dios, no dudó por un instante de que Él en sus sueños era Dios. ¿Cuánta fe necesitaba para seguir a Dios? Actuó rápidamente para obedecerlo. Como el rey no tenía idea de lo que se metió, Abimélec la devolvió a Abraham y Dios no lo mató. Dios la cuidó y la protegió; en el tiempo en que Sara estaba viviendo con el rey, Abimélec nunca pudo acostarse con ella. Continuamos con la historia, leyendo la reacción del rey, un pagano, quien obedeció a Dios más cuidadosamente que la pareja escogida por Él.

Génesis 20:14-18 

Entonces Abimélec reunió ovejas, ganado, esclavos y esclavas, y se las dio a Abraham. Además le devolvió a su esposa Sara.

Abimélec dijo:—Mis tierras están a tu disposición, vive donde quieras.

Luego le dijo a Sara:—Le he dado 1000 piezas de plata a tu “hermano”. Te servirán para devolverte la reputación frente a todos los que estén contigo, así que saldrás bien librada de todo esto.

Después Abraham oró a Dios, y Dios sanó a Abimélec, a su esposa y a sus siervas, y volvieron a tener hijos, ya que el SEÑOR, por causa de Sara la esposa de Abraham, había hecho que ninguna mujer del lugar pudiera tener hijos. (Itálicos míos).

Promesa cumplida

Cuando Abraham tenía 100 años y Sara 90, ella se quedó embarazada y dio a luz a un hijo, tal y como Dios les había prometido. Le pusieron el nombre Isaac al bebe. Hasta después de parir a su hijo, Sara expresó alegría y duda de lo acontecido. ¿Cuánta fe necesitaba para seguir a Dios?

Echar a la competición

Sara vio a Ismael (que habrá tenido unos 13 años) jugando con Isaac. Ahora que tenía su propio hijo, no quiso que Ismael tuviera nada de la herencia prometida. Continuamos con el final de esta historia, leyendo una última injusticia de parte de Sara.

Génesis 21:9-12

Sara vio que Ismael, el hijo de Agar la egipcia, jugaba con Isaac.  Entonces Sara le dijo a Abraham: «Tienes que echar de aquí a esa esclava y a su hijo. El hijo de esa esclava no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac».

A Abraham no le gustó nada la idea porque se trataba de un hijo suyo. Entonces Dios le dijo a Abraham: «No te preocupes por tu esclava ni por el muchacho. Haz todo lo que Sara te diga ya que tu verdadera descendencia será trazada sólo a través de Isaac. 

Actividades para procesar:

Sus problemas matrimoniales son los mismos que todos tenemos- dudamos del poder y las promesas de Dios, actuando por nuestra propio interés en vez de creerle, obedecer y esperar. Saray, como muchos de nosotros, intentó ayudar a Dios cumplir sus promesas- y Él no necesita ayuda. 

Este artículo propone una pregunta: ¿Cuánta fe necesitas para seguir a Dios? Escribe un poco. ¿Cuánta fe crees que necesitas para seguir a Dios? ¿Cuándo rezas por algo por mucho tiempo y nada cambia, ¿Qué haces? ¿Jamás has intentado ayudar a Dios cumplir una promesa? ¿Cómo resultó?

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