Dios llama a Samuel

El joven mensajero de Dios

En el estudio anterior, conocimos a los hijos perversos de Elí, Ofni y Finés. (Este es otro Finés, no el nieto de Aaron, el sumo sacerdote que mató a Cozbí y pacificó el enojo de Dios por la adoración de Baal). Los hermanos Ofni y Finés robaron carne ofrecida a Dios, amenazaron a los hombres, y se acostaron con las mujeres que vinieron a adorar en el santuario. Peor que todo, por su comportamiento, Israel se alejó de Dios, prefiriendo adorar a dioses falsos de Canaán que participar en una hipocresía. Un anónimo hombre de Dios habló con Elí, reprendiéndole por no disciplinar a sus hijos y contándole que los dos de sus hijos iban a morir el mismo día como castigo por lo que habían hecho. Aun así, Elí no hizo nada para corregir a sus hijos. En este estudio, veremos la llamada de Dios a Samuel cuando tenía alrededor de 12 años y el difícil mensaje que le dio al joven para comunicárselo al sumo sacerdote.

Durante la época de los jueces, el texto dice que era raro que Dios le hablara con nadie ni diera visiones. Eso fue por los corazones duros del pueblo, que querían ser como las naciones vecinas que hacían lo que le placaran y adoraban a varios dioses. Como hemos dicho, Samuel era especial, separado para Su servicio. Dios podría usar a Samuel: era obediente y fiel a Dios.  Una noche, en el santuario donde Samuel vivía con Elí, Dios le llamó para darle una noticia importante. Aconteció que el Señor le llamó tres veces, pero como Samuel todavía no conoció la voz de Dios, pensaba que era Elí quien lo había llamado. Rápidamente fue a la cama del ciego tres veces para preguntarle qué necesitaba. Cada vez, Samuel le contestó en voz alta, “Aquí estoy.” Por lo tanto, sabemos que Dios le habló audiblemente, no interiormente, aun si tan solo Samuel lo oyera. Después de mandarlo de vuelta a su cama tres veces, Elí comprendió que fuera el Señor quién le estaba llamando. La tercera vez que Samuel vino a su cama pensando que le había llamado, Elí sabiamente le instruyó a regresar a su cama y si volviera a escuchar la misma llamada, contestar así: “Habla, SEÑOR, tu siervo escucha.”

El Señor vino otra vez. El texto dice que vino y se detuvo cerca de la cama de Samuel; no dice, pero quizás fue una preencarnación de Jesús. Lo que iba a escuchar fue real, no un sueño ni una visión. Comenzamos la historia de la llamada de Samuel con las palabras de Dios a Samuel, advirtiéndole de lo que iba suceder con Elí y sus hijos.

No hay perdón para la familia de Elí

I Samuel 3:11-14: El SEÑOR le dijo a Samuel:

—Pronto haré algo en Israel. La gente que oiga sobre esto quedará horrorizada. Haré todo lo que dije que haría contra Elí y su familia, desde el principio hasta el fin. Le dije a Elí que castigaría a su familia para siempre porque Elí sabía que sus hijos estaban diciendo y haciendo lo malo contra Dios, y no los corrigió. Por eso he jurado que las ofrendas y los sacrificios jamás quitarán los pecados de la familia de Elí.

Eres joven, pero eres mi mensajero

Después de escuchar este mensaje, el texto dice que Samuel se quedó en la cama hasta que amaneció. ¿Qué estaba pensando? Seguramente no volvió a dormir; tenía miedo de la reacción de Elí. Recordamos que, aunque era sumamente responsable, Samuel todavía era un niño, ahora un niño con una carga, sabiendo lo que Dios iba a hacer a Elí y sus descendientes. Samuel actuaba como la boca de Dios, lo cual era un privilegio muy grande, pero a la vez, una posición poco popular. El texto dice que Elí era casi ciego en ese entonces; no podía ver y tampoco no escuchaba a Dios, haciéndole ciego espiritualmente también. Samuel no quería decirle a Elí lo que El Señor le había dicho, pero Elí lo amenazó de que si no se lo contara, Dios lo castigaría; esto fue manipulativo por parte de Elí. Claro, Dios se lo compartió para que le diera a Elí este mensaje, pero nunca dijo que, si no se lo contara, que lo castigara. Entendemos que Elí sabía lo que Dios le dijo a Samuel, como ya escuchó el mensaje del hombre de Dios en el capítulo anterior, pero parece que anheló por una confirmación.

Cuando el joven se lo dijo, Elí aceptó el juicio de Dios. Sabía que el castigo era justo por el comportamiento de sus hijos, alejándole al pueblo a Dios, y a él mismo por ser cómplice por no hacer nada para corregirlos. Dios dijo que ni todas las ofrendas y sacrificios del mundo podrían quitar los pecados de la familia de Elí; ya era demasiado tarde. El castigo de Ofni y Finés nos hace recordar el castigo de los hijos de Aaron, quienes ofrecieron incienso mientras estaban ebrios. Quizás si hubiera disciplinado a sus hijos después de los reportes del pueblo, o después de la visita del hombre de Dios, Dios les habría perdonado. Pero Elí no hizo nada más que regañar a sus hijos, lo cual no tuvo ningún efecto.

Samuel crecía, y era evidente que Dios estaba con Samuel. El texto dice que Dios no permitió que ninguno de los mensajes de Samuel fuera encontrado falso. Poco a poco, todo Israel aceptó a Samuel como un profeta, algo que no había tenido por unos 400 años, desde el tiempo de Moisés. Samuel tenía un papel único: el último juez y el primer profeta antes de la época de los reyes. Continuamos con la historia, leyendo sobre la estrecha relación que Samuel disfrutaba con Dios.

Samuel crecía en estatura y sabiduría de Dios

I Samuel 3:21: Y el SEÑOR continuó manifestándose a Samuel en Siló; allí se revelaba el SEÑOR a Samuel y le comunicaba palabra del SEÑOR.

Samuel será un personaje principal durante los próximos capítulos; vamos a conocerlo muy bien. En el próximo estudio, veremos cómo los filisteos derrotaron a los israelitas y la muerte de Ofni, Finés y Elí.

Anterior
Anterior

La muerte de Ofni y Finés

Siguiente
Siguiente

El sumo sacerdote Elí y sus hijos perversos