La muerte de Ofni y Finés

Los filisteos derrotan a los israelitas y la captura del cofre del pacto

En el estudio anterior, leímos la llamada de Dios para Samuel y el duro mensaje que le dio a este joven para el sumo sacerdote Elí. Este mensaje fue una confirmación del mensaje que un anónimo hombre de Dios le había dado anteriormente. Poco a poco, Israel aceptó a Samuel como su joven juez y boca de Dios. Dios le habló directamente a Samuel, y Samuel compartió Sus mensajes con el pueblo. En este estudio, vamos a ver el cumplimiento de la profecía acerca de Ofni, Finés, y Elí con la muerte de los tres al mismo día.

A pesar de recibir dos mensajes de Dios acerca de las maldades de sus hijos, además de los informes del pueblo, Elí tan solo los regañó, no los corrigió. En I Samuel 4, el texto dice que Elí tenía 98 años y estaba completamente ciego. Sus hijos, por su parte, seguían robando y fornicando. Es posible que Elí les haya compartido el mensaje de Dios, pero no lo tomaron en serio, quizás por no creerlo o porque no les importó.

El texto dice que Israel salió a pelear contra los filisteos. Israel tenía una larga historia de pelear con ellos, quizás su enemigo principal en Canaán. A diferencia de las otras naciones de Canaán, los filisteos sabían trabajar con hierro y por lo tanto eran un enemigo formidable. Tenían espadas, escudos, lanzas, y armadura, cosas que los israelitas faltaban. Pero el texto dice algo curioso: que los israelitas salieron a pelear con los filisteos, pero fueron los filisteos quienes comenzaron el combate. En esa batalla, los filisteos derrotaron a los israelitas, matando unos 4000 soldados del ejército de Israel.  Los soldados israelitas regresaron al campamento; había muchos heridos. Comenzamos la historia de la muerte de Ofni y Fines leyendo lo que los ancianos líderes de Israel dijeron al ver la derrota.

¿Por qué nos derrotó el SEÑOR ante los filisteos?

I Samuel 4:3-4: …Los ancianos líderes de Israel preguntaban:

«¿Por qué nos derrotó el SEÑOR ante los filisteos? Traigamos el cofre del pacto del SEÑOR desde Siló y llevémoslo a la batalla con nosotros para que nos salve de nuestros enemigos». Así que la gente envió hombres a Siló para que trajeran el cofre del pacto del SEÑOR Todopoderoso. En la parte superior del cofre están los querubines. Estos son como el trono en el que Dios se sienta. Los dos hijos de Elí, Ofni y Finés llegaron con el cofre.

Son como el trono en el que Dios se sienta

El cofre del pacto se ubicaba en el lugar más sagrado del tabernáculo; normalmente no salió de allí. El sumo sacerdote era el único quien entró en el lugar más sagrado, pero tan solo una vez al año. El cofre del pacto no existía para que la gente la viera, y sería su muerte acercarse y tocarlo. Los ancianos líderes estaban pensando en la historia de Israel, en las grandes batallas como la derrota de Jericó, cuando Dios les instruyó traer el cofre a la batalla para hacerlos recordar la presencia de Dios. La pregunta que los ancianos líderes de Israel se hicieron reveló su estado espiritual: Querían el apoyo del Señor, pero no obedecerlo. Querían Su presencia, pero sin insistir en la renuncia de Elí y sus hijos malvados. Su respuesta a su ceguera espiritual fue traer el cofre del pacto del Señor a la batalla como si pudieran invocar su presencia, como un genio en una botella. Usaron el cofre del pacto del Señor como un dios o un talismán, que su mera presencia fue suficiente para darles la victoria. No le pidieron a Elí ni Samuel rezar por ellos, preguntarle al Señor por qué no ganaron, arrepentirse y lamentarse, reconciliándose de verdad con Dios.

 

Ofni y Finés corren a su muerte

Los ancianos líderes mandaron mensajeros a Siló y ¿Qué cree? Ofni y Finés llegaron con el cofre del pacto.  El texto no dice, pero creo que ninguno de los dos hermanos creyó que este día iba a ser su último. Trajeron el cofre como si fueran héroes. El autor nos da unos detalles interesantes: que creyeron que la parte superior del cofre del pacto que tenía los querubines era como el trono en el que Dios se sentía, como si fuera tan pequeño como el hombre. Quizás algunos pensaban que adorar a dioses falsos no era tan malo porque cuando vieron el cofre del pacto: ¿no tenían los querubines, con sus grandes alas resplandecientes de oro?

Cuando el cofre del pacto llegó al campamento de batalla, el texto dice que los israelitas gritaron tan fuerte que hicieron que la tierra retumbara. Estaban emocionados porque creían que le guste o no, ahora Dios tendría que obedecerles- tenían Su casa, el cofre. Los israelitas entendían muy poco del verdadero Dios y cómo funciona; pensaron como paganos. Seguramente, Ofni y Fines se sintieron como unos famosos; pensaron en las ofrendas que les harían por rendirles este servicio y las mujeres que caerían a sus pies por traer a sus maridos sanos y salvos a casa. 

Cuando los filisteos oyeron el griterío, se preguntaron qué ruido provenía del campamento del enemigo. ¿Se mataron con el susto por un reencuentro con ellos? Pronto, un soldado llegó al campamento filisteo y les dio las malas noticias: la presencia de El Dios de los israelitas llegó a su campamento. Los filisteos se equivocaron pensando que el cofre del pacto era su dios, pero es comprensible que pensaron así, siendo paganos que adoraron dioses de metal y piedra. Pero los filisteos temieron mucho más a Dios que los israelitas; su reacción debiera ser compartida por los israelitas: temor, asombro y reverencia. Conocieron muchas historias de El Dios de los israelitas: de las plagas en Egipto, de ahogar al entero ejército egipcio en el mar Rojo, de alimentar a los israelitas en el desierto por 40 años, de derrotar a Jericó y Hai, hasta prolongar el día para que derrotara a sus enemigos. Continuamos con la historia, leyendo lo que los filisteos dijeron ante la amenaza del cofre del pacto del Señor.

¡Pobres de nosotros!

I Samuel 4:7-9: Se atemorizaron y dijeron: «¡Han llegado los dioses a su campamento! ¡Pobres de nosotros porque nunca antes había sucedido esto! ¡Pobres de nosotros! ¿Quién puede salvarnos de estos dioses poderosos? Estos son los mismos dioses que les mandaron a los egipcios esas plagas y esas terribles enfermedades.  ¡Sean valientes, filisteos! ¡Peleen como hombres! Antes, los hebreos fueron esclavos nuestros. ¡Así que peleen como hombres o ustedes se convertirán en sus esclavos!»

¡Sean valientes, filisteos! ¡Peleen como hombres!

Los filisteos no reconocieron a un solo y todopoderoso Dios de Israel, sino dioses, como los suyos, pero sumamente poderosos y leales tan solo a Israel. Los filisteos no dudaron en la existencia de un poder mayor que ellos, sino pusieron su fe en dioses falsos en vez del único Dios. A menudo, Dios usa a incrédulos para cumplir sus promesas. Las palabras de ánimo los animaron tanto que el texto dice que los filisteos pelearon tan duro que mataron a 30 000 soldados israelitas, una derrota total. Como un golpe final, los filisteos mataron a Ofni y Finés y se apoderaron del cofre de Dios, así cumpliendo la profecía.

Los israelitas que sobrevivieron huyeron por sus vidas, dejando el cofre del pacto en manos de los enemigos. La duda creció en sus corazones: ¿Cómo que Dios no ganó la batalla por ellos? ¿Cómo podría permitir que el enemigo se apoderara al cofre? Un hombre de la tribu de Benjamin (la misma tribu que casi no sobrevivió), huyó de la batalla, corriendo unos 20 millas a Siló con la ropa rasgada y con polvo en la cabeza, señales del lamento. Según la tradición rabínica, este hombre fue Saúl, pero no lo sabemos a ciencia cierta. Llegó a Siló sin aliento, ahogándose de lágrimas, sin creer que Dios los había abandonado. Elí estaba sentado en su silla. Aunque era ciego, el texto dice que estaba observando cerca de la entrada de la ciudad porque estaba preocupado por el cofre del pacto. A lo mejor trató de convencerles a sus hijos no sacar el cofre de su lugar en el tabernáculo; quizás pensó que ese iba a ser el día en que la profecía se cumplió, y si tenía que cumplirse, que no arriesgaran el cofre del pacto. Elí oyó a la gente gritar, al sollozar, y de repente se confirmó sus sospechas. El mensajero vino a darle al sumo sacerdote la terrible noticia. Continuamos con la historia, leyendo el momento en que Elí escucha el cumplimiento de la profecía.

Tus dos hijos han muerto y los filisteos se apoderaron del cofre de Dios

I Samuel 4:17-18: El hombre le contestó:

—Los israelitas huyeron de los filisteos y el ejército ha perdido muchos hombres. Tus dos hijos han muerto y los filisteos se apoderaron del cofre de Dios.

Al oír mencionar el cofre de Dios, Elí se fue de espaldas, cayéndose de la silla cerca de la entrada. Como ya era viejo y pasado de kilos, se quebró el cuello al caer y murió…

Por el robo del cofre de Dios, Elí se murió

Vale la pena notar que no sea la noticia de la muerte de sus hijos lo que mató a Elí, sino la noticia de que el cofre de Dios fuera robado por los filisteos. Hemos leído sobre Elí en los últimos tres estudios, pero la biblia tan solo le da dos líneas para conmemorar su muerte: escuchó sobre el robo del cofre del pacto, se cayó, quebrándose el cuello, y murió. El autor nos da unos detalles que nos hace sospechar que Samuel mismo escribió esta parte: nos da su edad exacta de 98 años, que estaba perdiendo la vista, pero al final de su vida estaba totalmente ciego, y que estaba sobrepeso, por lo tanto, no pudo pararse de la caída. Elí fue sacerdote por 40 años.

A pesar de acostarse con otras, los hermanos estaban casados. Por cierto, el texto dice que la esposa de Fines estaba embarazada, a punto de dar a luz. Cuando ella oyó la noticia de las muertes y que los filisteos tuvieron el cofre del pacto, comenzaron los dolores de parto. Era un parto muy difícil, entre mucho caos y la amenaza de los filisteos acercándose a Siló. Continuamos con el final de la historia de la muerte de Ofni y Finés leyendo sobre este nacimiento entre tantos muertos.

¡Le han quitado la gloria a Israel!

I Samuel 4:20-21: Estaba a punto de morir por el difícil alumbramiento cuando las parteras que la atendían le dijeron: «Tranquila, has dado a luz un niño». Pero la nuera de Elí no contestó ni puso atención, y le puso por nombre Icabod, que significa «¡Le han quitado la gloria a Israel!» Le puso este nombre porque se habían apoderado del cofre de Dios y porque tanto su suegro como su esposo habían muerto. 

Antes de fallecer, la esposa de Finés le puso un nombre a su hijo que cumplió la profecía: ¡Le han quitado la gloria a Israel! Y fue cierto: Israel perdió su sumo sacerdote, su cofre de pacto con Dios, y muchos soldados en un solo día. En otros lugares en el Antiguo Testamento, dice que después de derrotar a los israelitas, los filisteos fueron a Siló, mataron a todos y tomaron la ciudad. Dios los usó para castigar a esta ciudad que permitió la corrupción de los sacrificios y del sacerdocio. Samuel testificó todo esto y lamentó la pérdida de su maestro, el cofre, y la vida de tantos israelitas. En el próximo estudio, leemos lo que los filisteos hacen con el cofre del pacto y qué les hace Dios.

Evelyn Bou

Empatizo con el caos que el dolor traiga. Sé lo que es tratar de utilizar los recursos disponibles para mejorar, al terminar sintiéndose frustrada y aún más sola. Aprendí tanto sobre el dolor que me convertí en una coach certificada en el duelo y las relaciones, y profesional del trauma, con la esperanza de ayudar y brindándoles apoyo emocional a otras mujeres cristianas.

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