El pecado de Judá y Tamar
El pecado y los planes de Dios
Después de que Judá y sus hermanos vendieron a José en esclavitud, Judá se apartó del campamento de su padre donde siempre había vivido. El texto no nos dice por qué se fue, pero es comprensible que sentía una culpa tremenda e intentaba huir de su familia y todo lo que le hizo recordar a su medio hermanito: cómo lo vendieron por culpa de su sugerencia, cómo inventaron un cuento para su padre, cómo una mentira dirigió a otra. Lejos de su familia, conoció a un hombre pagano llamado Hirá, se hicieron amigos y vivía con él. Luego, se casó con una cananea y tuvieron tres hijos: Er, Onán, y Selá. Cuando su hijo mayor tenía la edad para casarse, lo casó con una cananea llamada Tamar; el sujeto de esta devocional se trata del pecado de Judá y Tamar. Es una historia poco contada quizás por el escándalo que provoca.
Esta devocional es parte de nuestra serie en Génesis. Si no has leído las otras devocionales en la serie, te invito a leer las siguientes:
El comienzo: la creación, Adán, Eva, sus hijos Caín y Abel, los hijos de Dios, Noé en el diluvio, y la torre de Babel
La familia de Abraham: Téraj, el padre pagano de Abraham, Abraham, el padre de nuestra fe, el misterioso sumo sacerdote Melquisedec, la visita del Señor a Abraham, Lot, el sobrino de Abraham que vivía en Sodoma, los secuestros de Sara, Agar, la madre de Ismael, Ismael, primogénito que no heredó la descendencia de Abraham,
La familia de Isaac: Isaac, hijo de Abraham y Sara, Isaac-esperado, envidiado y engañado, Dios le pidió a Abraham sacrificar a su hijo, la historia de amor de Isaac y Rebeca, la matriarca Rebeca, los gemelos muy distintos, Esaú y Jacob, Jacob y no Esaú recibió la bendición del primogénito ¿Quién era Esaú?
La familia de Jacob: la escalera de Jacob, Jacob se enamoró de Raquel, pero se casó con Lea, Raquel, la amada de Jacob, la rivalidad entre Raquel y Lea, Lea, Raquel, Bilhá, ¿Quién era Labán? Labán era el maestro de estafadores, Labán persiguió a Jacob y hicieron un pacto, Jacob se reunió con Esaú, Jacob luchó con Dios,
Los hijos de Jacob: la violación de Dina, José el soñador
Comenzamos la historia leyendo lo que Dios le hizo con Er, el primogénito de Judá.
Er murió
Génesis 38:7: Pero el SEÑOR no estaba muy contento con Er, el hijo mayor de Judá, y entonces el SEÑOR hizo que se muriera.
Er no le agradaba a Dios
El texto no nos dice qué hizo Er para no agradar a Dios, pero debía haber sido una persona muy malvada porque hay pocas veces en la biblia que Dios mató a una sola persona. Según la tradición en ese entonces, si la viuda no se casara con el hermano (suponiendo que hubiera uno), ella no podría volver a casarse fuera de la familia de su esposo difunto; en cuanto que su padre se muriera, estaría desamparada, sin un hijo para mantenerla. Tendría que ganarse la vida como prostituta o morir de hambre. Judá entendía la tradición y quería proveer para Tamar. Continuamos la historia leyendo lo que aconteció después.
Recién casados de nuevo
Génesis 38:8-11: Entonces Judá le dijo a Onán: —Ten relaciones sexuales con la esposa de tu hermano muerto, cumple tu deber de cuñado y dale un hijo a tu hermano.
Onán sabía que el hijo no iba a ser considerado suyo y entonces, cada vez que tenía relaciones sexuales con la esposa de su hermano, desperdiciaba su semen derramándolo en el suelo, para así no darle hijos a su hermano. Eso que él hizo no le agradó al SEÑOR, y por esa razón también hizo que se muriera. Entonces Judá le dijo a su nuera Tamar: —Vuelve a la casa de tu papá y no te cases hasta que crezca mi hijo Selá.
Judá temía que Selá también muriera como sus hermanos. Tamar se fue a vivir a la casa del papá de ella.
Ten relaciones sexuales con la esposa de tu hermano
El texto no describió a Tamar como la nueva esposa de Onán, sino la esposa de su hermano para enfatizar que aunque Tamar era su mujer, siempre existiría este lazo con Er, y sería su descendiente quien heredaría la primogenitura y no Onán. Simpatizamos con Onán; aun si desarrollara sentimientos por ella, siempre sería conocida como la esposa de su hermano y él meramente el cuñado. Parece escandaloso que Judá le instruyó a su hijo tener sexo con Tamar. Pero Onán no quiso embarazarla, así que Dios también lo mató. La tradición rabínica describe a Judá como un hombre derecho, aunque vendió a su medio hermano José como esclavo y le mintió a su padre. Entonces, ¿por qué sus hijos no lo obedecieron? El texto no nos dice. Quizás son desobedientes por el ejemplo de su madre, quien era una pagana.
Naturalmente, la muerte de los dos de sus hijos le afectó mucho a Judá. Pensaba que quizás fuera culpa de Tamar que los dos murieron y no quiso perder a su hijo más joven. Cuando le mandó a regresar a la casa de su padre, nunca tuvo la intención de casarla con Selá, y así Judá cometió un gran error. Evidentemente Judá no pensó que la muerte de sus dos hijos fue porque eran malos. Es posible que creyó que cualquiera que se acostara con ella se muriera y no quiso que su único hijo muriera por culpa de su nuera. Así que le dijo que regresara a la casa de su padre y que le daría a su hijo menor en cuanto que creciera; mientras tanto, le dijo que no se casara con otro.
Tamar regresó a la casa de su padre y esperaba. El texto nos dice que un largo tiempo pasó, y la esposa de Judá murió. Mientras, Tamar no escuchó ninguna noticia de su suegro. Un día, Judá y Hira, su amigo, fueron a la ciudad donde Tamar vivía con su padre, a Timnat, para trasquilar a sus ovejas. Alguien se lo comentó a Tamar y ella comenzó a formar un plan para salvarse del aparente engaño de su suegro. Continuamos con la historia, leyendo lo que aconteció entre Tamar y su suegro.
La nuera ramera
Génesis 38:14-19: Entonces ella se quitó sus vestidos de viuda, se cubrió con un velo y se sentó en la entrada de Enayin, que quedaba en el camino a Timnat. Tamar sabía que Selá ya había crecido y que a ella aun no le habían permitido casarse con él. Cuando Judá la vio, pensó que era una prostituta porque tenía la cara cubierta. Judá se le acercó al lado del camino y, sin saber que ella era su nuera, le pidió que tuvieran relaciones sexuales. Entonces ella le preguntó: —¿Qué me vas a dar por tener relaciones sexuales contigo?
Judá le respondió: —Voy a mandarte un cabrito de mi rebaño.
Y ella dijo: —Acepto sólo si me das algo en garantía mientras me mandas el cabrito.
Él le preguntó: —¿Qué quieres que te dé en garantía?
Ella respondió: —Dame tu sello con el cordón y el bastón que tienes en la mano.
Entonces él le dio esas cosas, tuvo relaciones sexuales con ella y ella quedó embarazada. Después ella se levantó, se fue para su casa, se quitó el velo, y se puso la ropa de viuda.
El plan
Al escuchar que su suegro estaba en Timnat sin visitarla y dar la noticia de su futuro casamiento, se dio cuenta de que no iba a darle en matrimonio a Selá. Así que comenzó a hacer un plan para asegurarse el futuro. En aquellos tiempos era normal que los hombres, después de trasquilar a sus corderos, festejaban y se acostaban con prostitutas. No sabemos cómo ella supiera de que Judá seguramente estaría interesado en acostarse con una ramera. Quizás durante el tiempo que Tamar vivía con la familia de Judá, supo que de vez en cuando se acostara con prostitutas, o quizás especuló que como viudo, estuviera dispuesto relacionarse con una. Tampoco el texto nos dice cómo Tamar supo que su plan de acostarse con Judá se realizaría; a lo mejor estaba tan desesperada que pensó que no tenía nada que perder en intentar.
El encuentro
Judá creció en el campamento de Jacob y conoció al único Dios. Entonces, ¿Por qué se casó con una pagana? ¿Por qué visitó a una prostituta? Con el tiempo, la influencia de habitar con paganos lo influenció y vivía como ellos. Judá encontró a su nuera sentada en la entrada de Enayin, que se ubicaba en el camino a Timnat. Como llevaba un velo, a lo mejor pensaba que ella era una prostituta dedicada a un dios, que tener relaciones con desconocidos era parte del culto de su dios. El hecho de que no reconoció su voz mientras negociaban los términos del pago me dice que Judá no interactuaba mucho con ella mientras estaba casada con sus hijos y viviendo en su casa.
Por pedirle su sello y bastón, obviamente Tamar conocía a Juda muy bien: sabía que no iba a tener dinero y que le ofrecería un cabrito como pago. Estaba lista para pedir el sello y el bastón, pruebas del adulterio de Judá más fuertes que cualquier otra cosa. Acostarse con su suegro era muy arriesgado, pero de alguna manera sabía que si se embarazara, él la protegería. En contraste a Judá y a pesar de acostarse con su suegro, el texto nos dice algo sobre la firmeza y carácter de Tamar: quitó su vestido de luto antes del acto y luego volvió a ponérselo, indicando que no era una mujer suelta, sino una mujer desesperada, una mujer que quería obedecer las normas. En un último intento de permanecer en la familia de Judá y tener un descendiente de su línea, pecó con su suegro. ¿Esto quiere decir que lo que hizo le agradó a Dios? No, el pecado nunca le agrada. Pero aun así en el pecado, Dios la incluyó en el linaje de su hijo, Jesucristo, de la tribu de Judá.
Después, Judá le mandó el cabrito con su amigo Hirá para recuperar sus pertenencias; evidentemente, Hirá la había visto y por lo tanto la reconocería. Hirá la buscó y preguntó por ella, pero nadie conoció a la mujer que describió, hasta le dijeron que tal mujer jamás había estado allí. Continuamos con la historia, leyendo lo que Hirá le dijo a su amigo al regresar con Judá.
No podía encontrarla
Génesis 38:22-23: Entonces él regresó a donde estaba Judá y le dijo: —No la pude encontrar. La gente de ese lugar me dijo: “Aquí nunca ha estado una mujer consagrada”.
Después Judá dijo: —Dejemos que se quede con mis cosas, no quiero que la gente se burle de mí. Tratamos de llevarle su cabrito pero tú no la encontraste.
Amigo leal
Hirá realmente era un amigo leal; no le dijo a Judá que la buscara él mismo en vez de involucrarlo en su acto clandestino. Además, no le preguntó a una sola persona sobre el paradero de la ramera, sino a varios. Tampoco no leemos que juzgó a Judá, sea porque era un pagano y le pareció algo normal, o sea porque aunque no estaba de acuerdo con su amigo, lo ayudó de todas formas. Entregar su sello y cordón como garantía del pago sería como entregar su identificación a una extraña. ¿Por qué confiaría tanto en una extraña? Probablemente, Judá no estaba pensando claramente, sino que su deseo por ella lo abrumara. Después de que intentara encontrarla y entregar el cabrito prometido, Judá no la persiguió, dejándola con sus pertenencias, para no sufrir la vergüenza de que la gente pensara mal de él. Se rindió de que ella se quedara con sus cosas, dejándolo sin manera de firmar, porque no leía ni escribía.
Pasaron tres meses y Tamar comenzó a mostrar una panza embarazada. Alguien se lo contó a Judá. Continuamos la historia, leyendo como Judá reaccionó al embarazo de su nuera.
Génesis 38:24-26: A los tres meses, alguien le contó a Judá: —Tu nuera Tamar ha actuado como una prostituta, y como resultado de eso, quedó embarazada.
Entonces Judá dijo: —Tráiganla y quémenla.
Cuando la estaban sacando, ella le mandó un mensaje a su suegro: —El dueño de estas cosas fue el que me embarazó. ¡Mírenlas! ¿De quién son este sello, este cordón y este bastón?
Judá las reconoció y dijo: —Yo tengo la culpa, no ella; no le entregué a mi hijo Selá como se lo había prometido.
Judá nunca más volvió a tener relaciones sexuales con Tamar.
Hipocresía y Redención
Cuando alguien le dijo que su nuera se embarazó, usó la palabra prostituta para describirla. Furioso por este acto de adulterio, Judá exigió que la trajeran delante de él para quemarla. Por su adulterio, Judá mandó que la quemara- ella junto con el bebe, su hijo. Judá demostró su carácter hipócrita: tenía sexo con una ramera, pero quería quemar a su nuera por hacer lo mismo. A lo mejor, ella esperaba que él hiciera esto e intercedió con la segunda parte de su plan, mostrándole su sello, cordón y bastón. Aunque Juda iba a quemarla en público, Tamar lo denunció en privado, mandándole un mensaje en vez de mostrar sus pertenencias en público. Después de darse cuenta del gran error que cometió, tanto como negarle a su tercer hijo como acostarse con ella, admitió su error y la protegió. Quizás se casó con ella para ser padre de los gemelos que ella le dio, pero, aun así, nunca más tuvo relaciones con ella. Además que tener que vivir con los imagines de haber vendido a su propio hermanito, Judá tendría que vivir con las consecuencias de su adulterio, pensado en su pecado cada vez que cargaba sus hijos, y como casi los mató. Pero hay redención en esta historia: Tamar dio a la luz gemelos, reponiendo los hijos que murieron. Aun en el pecado de Tamar y Judá, vemos la obra de Dios; el hijo Pérez es antepasado del Rey David y Jesucristo.