Introducción al libro de Jueces
Una desobediente nueva generación y los jueces
En la devocional anterior, Josué, el líder de Israel quien comenzó a conquistar la tierra prometida, se murió. El texto dice que los israelitas sirvieron a Dios durante la vida de Josué y hasta que murieron todos los ancianos que lo ayudaron a juzgar y administrar la ley de Dios. Josué y sus contemporáneos habían visto muchos milagros en el desierto, la maná, Dios partió el río Jordán, hasta detuvo el sol para que pudiera ganar una batalla. Pero esa generación murió, y no nombraron a un líder fiel a Dios para continuar la obediencia y adoración a Dios. Comenzamos la historia de los jueces con esta nueva generación.
Nació una nueva generación que no conocía al SEÑOR
Jueces 2:10: Finalmente toda esa generación murió y nació una nueva generación que no conocía al SEÑOR, ni tampoco sabía todo lo que él había hecho por Israel.
Pues, cuando crezco, me gustaría ser un pagano
Esta nueva generación nació en la tierra prometida. No se recordó de la esclavitud en Egipto, ni las plagas, ni los milagros en el desierto. Vieron a sus vecinos y querían ser como ellos, no como sus padres con todos sus leyes y su único Dios. Quería riquezas, parrandas y una plétora de dioses. Ahora sin líder, los israelitas entraron en una época conocida como el tiempo de los jueces. Los jueces no eran como jueces modernos que administran un tribunal, sino más bien eran líderes que Dios escogió para rescatar a Su pueblo. Pero no eran reyes; sus hijos no heredaban el papel de juez. Tampoco el pueblo los escogió, hasta a veces los rechazó. Los escolares bíblicos estiman que el tiempo de los jueces duró unos 340 años.
Como veremos, el libro de jueces tiene un patrón: los israelitas hacen lo que quieren, incluso adorando a dioses falsos y viviendo como los de Canaán. Dios se aparta de ellos y los de Canaán esclavizan a los israelitas; por fin los israelitas se arrepienten y claman a Dios, quien los manda un juez quien los guía y los ayuda. Siguen a Dios por tiempo, y después comienzan a adorar otros dioses y vivir como los paganos y el patrón comienza de nuevo.
Al principio del libro de jueces, los israelitas estuvieron siguiendo a Dios y les entregó varias tierras todavía no conquistadas en Canaán.
El texto dice que varias tribus comenzaron a experimentar dificultades en expulsar a los pueblos de Canaán. En vez de clamar a Dios para saber por qué y corregir el problema, coexistían con ellos. A veces les forzaron a servirlos, pero no pudieron obligarlos a dejar su tierra natal. ¿Por qué no? Abandonaron a Dios y Él dejó de obligar a las otras naciones a dejar sus tierras en Canaán. Los israelitas se conformaron a vivir entre los paganos, y ellos les influyeron. Después de todo, los cananeos no eran tan malos, ¿verdad? Vivían en sus tierras, tomaron juntos, entraron en sus templos. Poco a poco, no se pudo distinguir entre los israelitas y sus vecinos, enemigos de Dios.
Los israelitas no entendieron por qué, de repente, ya no estaban ganando batallas y por qué los paganos eran tan valientes, rehusando salir de sus tierras. Dios quería que supieran la razón por la cual ya no estaban triunfando. El texto dice que el ángel del Señor les visitó en Boquín. Continuamos la historia de los jueces con el mensaje del ángel del Señor.
No me obedecieron
Jueces 2:1-3:…«Los traje desde Egipto hasta la tierra que les había prometido a sus antepasados. Les dije que nunca rompería el pacto que tengo con ustedes, 2 pero que a cambio ustedes tampoco deberían hacer pactos con la gente de esa tierra, sino que deberían destruir sus altares. Eso fue lo que les dije, pero no me obedecieron. 3 Y ahora les digo que no seguiré obligando a esta gente a salir de su tierra. Todos ellos se convertirán en un problema para ustedes, y sus dioses serán como una red para atraparlos a ustedes».
Ellos se convertirán en un problema para ustedes
Probablemente este ángel del Señor fuera una preencarnación de Jesús, como Melquisedec. El ángel del Señor fue bien claro: ellos rompieron el pacto, no Él. Ellos dejaron de destruir los altares de adoración de dioses falsos. Estaban contentos a coexistir con los paganos y practicar su maldad, pero Dios se sentía traicionado, lastimado, enojado. Como rompieran el pacto, el ángel del Señor les comunicó que ya no fuera obligado a hacer que los de Canaán se fuera de la tierra prometida. Les advirtió que como consecuencia de romper el pacto, los paganos y sus dioses los atraparían durante siglos. Al escuchar este mensaje, el texto dice que los israelitas lloraron y lamentaron. Le ofrecieron sacrificios a Dios por sus pecados. Pero no dice que se arrepintieron y le pidieron qué hacer para corregirse y, si fuera posible, comenzar el pacto con el Señor de nuevo. Continuamos la historia con el patrón que veremos a través del libro de jueces.
Adoraron, desagradaron, y abandonaron
Jueces 2:11-13: Así que los israelitas hicieron lo que no le agrada al SEÑOR y adoraron a un dios falso llamado Baal. Abandonaron al SEÑOR, el Dios de sus antepasados, que los había sacado de Egipto y comenzaron a adorar a los dioses falsos de la gente que vivía alrededor de ellos y por eso el SEÑOR se enojó con Israel. Abandonaron al SEÑOR para creer en Baal y Astarté.
Abandonaron al SEÑOR para creer en Baal y Astarté
Baal era el dios de la agricultura y el clima; si tuvieron buenas cosechas, tenían dinero. Astarté era diosa del sexo y amor; su adoración incluía orgias y sexo ritualizado con profetizas dedicadas a la diosa. Esencialmente, adoraron lo mismo que adoramos hoy: el dinero, sexo, y el falso poder que estos le traen a uno. Israel siempre quería ser como las demás naciones, con un rey y varios dioses, y sin la ley de Dios que los prohibió experimentar tantas cosas agradables como comer de todo y tener sexo con todo. O, ¡y los dioses de Canaán! Les fascinaba tener una imagen fija del dios, los rituales, las parrandas, los templos bellos, las profetisas con sus trucos sensuales, y comer carne y puerco sacrificados a ellos. Su historia con la adoración de Baal fue una atracción fatal. Pero el Señor no quiso que Su pueblo viviera así. Se lastimó y se enojó con ellos, quitando su mano de protección, permitiendo que las mismas naciones que derrotaron cuando lo siguieron, les atacaran, saquearan, y los esclavizaran. Hasta en quitar su protección, su intención siempre era que ellos se arrepintieran y regresaran a Él, no simplemente castigarlos porque estaba enojado.
Los paganos se llevaron sus riquezas, violaron a sus mujeres, y mataron a sus hijos. Todo eso nos haría pensar que volverían de rodillas a Dios, ansiosos por aniquilar a los paganos, odiándolos con un aborrecimiento recto. Pero no fue así. Dios les había advertido que mientras servían a los dioses y coexistían con los paganos, perderían las batallas y serían esclavos de los enemigos. El texto nos dice que como no le hicieron caso, los israelitas tuvieron que sufrir mucho. A pesar de su abandono, Dios no abandonó a su pueblo. Continuamos la historia leyendo lo que Dios hizo para recuperar a Su pueblo.
Los israelitas tampoco les hicieron caso a los jefes
Jueces 2:16-19: Luego el SEÑOR hizo surgir algunos líderes, los jefes. Esos líderes los liberaron de los enemigos que saqueaban sus posesiones. Sin embargo, los israelitas tampoco les hicieron caso a los jefes; no fueron fieles a Dios, sino que siguieron a otros dioses. Sus antepasados obedecieron los mandamientos del SEÑOR, pero ahora los israelitas habían cambiado y ya no obedecían a Dios.
Cuando el SEÑOR les mandaba jefes, el SEÑOR estaba con el jefe y el pueblo se libraba de sus enemigos durante todo el tiempo de la vida del jefe. El SEÑOR se compadecía de ellos debido a que los israelitas gemían a causa de la opresión y sufrimiento en que los mantenían sus enemigos. Pero cada vez que un jefe moría, los israelitas volvían a pecar al adorar a otros dioses. En ese tiempo los israelitas eran muy tercos y se negaban a cambiar su mal comportamiento.
Cada vez que un jefe moría, los israelitas volvían a pecar
Los israelitas no hicieron caso a los jueces, los resintieron; querían un rey, no un líder espiritual. Por su continua desobediencia, Dios se enfureció con ellos. Dejó de expulsar a las otras naciones, y en vez de ayudar a Israel, usó a los paganos para poner a prueba a Israel, a ver si lo buscara. Después de sufrir por tiempo, clamaron a Dios para rescatarlos, pero no clamaron a Él a todo corazón. Israel fracasó en la prueba una y otra vez. Cuando la opresión y esclavitud fue demasiado, el pueblo lo buscó, pero cuando mandó un juez para liberarlos, siempre regresó a su vida anterior. Dios, en su gran misericordia, tenía compasión de ellos y siguió enviándoles jueces. El juez no era una gran persona, sino una persona dispuesta a ser usado por Dios, y todos los jueces hicieron grandes cosas por Israel- porque Dios estaba con cada uno. Pero los israelitas no aprendieron, no se arrepintieron de verdad. Continuamos la historia con una descripción del lío en que Israel se puso.
Israel sacó un cero
Jueces 3:4, 6: Dios dejó a esos pueblos en la tierra para probar a los israelitas para ver si obedecerían los mandamientos que el SEÑOR les había dado a sus antepasados por medio de Moisés. Comenzaron a casarse con las hijas de ellos y a permitir que sus propias hijas se casaran con los hijos de esos pueblos. También empezaron a adorar a los dioses de aquella gente.
Caleb, padre de Acsa y suegro de Otoniel
Dios permitió que los israelitas tuvieran exactamente lo que querían: vivir con los paganos, y resultó en su sufrimiento y esclavitud.
Volvemos a un personaje principal de los libros anteriores, Caleb. Josué le dio a Caleb la ciudad de Hebrón, pero tenía que conquistar a varios pueblos que estaban viviendo allí antes de poder comenzar a cultivar la tierra. Caleb tenía una hija llamada Acsa. Anunció a los jóvenes de la tribu de Judá que cualquier que conquistara a un territorio llamado Quiriat Sefer, a él le daría a su hija como esposa. Según la tradición rabínica, había gigantes en esta parte de la tierra. Además de valiente y lleno de fe, Caleb era un buen padre. Quería que su hija tuviera un marido apasionado por las cosas de Dios, completamente confiado en Él, dispuesto a destruir los enemigos de El Señor. Otoniel, primo de Acsa y el futuro líder y juez de Israel, conquistó el área, y Caleb le entregó a Acsa para casarse con ella.
Otoniel convenció a su nueva esposa de pedirle a Caleb un campo con unos manantiales y su padre se los regaló. En su amor por su hija, no quiso que su vida fuera tan difícil como la suya, con guerras y a veces la falta de lo básico. Quería que su herencia realmente fuera una bendición para ella y no una fuente de frustración. Con una fuente de agua, Acsa y Otoniel podían plantar y sembrar la tierra, alimentar a su ganado y tener su propia familia con ciertas comodidades.
Otoniel, el primer juez
Los israelitas comenzaron el patrón a seguir dioses falsos y participaron en prácticas paganas. Así que, Dios les permitió ser derrotados y esclavizados en Canaán por 8 años. Por fin, Israel se acordó de Dios y le pidió ayuda. Dios le envió a Otoniel, el yerno de Caleb, para salvarlos. Estaba lleno del espíritu del Señor, y liberó a su pueblo. Otoniel era el primer juez de Israel y fue su líder por 40 años; durante ese tiempo, había paz en Israel porque siguieron fielmente a Dios. En la próxima devocional veremos a Aod y su talento único.