¿Quién era Josué?

Pero yo y mi familia serviremos al Señor

Después de Moisés, Josué era el líder de los israelitas. Era un valiente líder lleno de fe, que a veces se olvidó de consultar a Dios, pero siempre se arrepintió y regresó a seguir fielmente a Dios. Hoy vamos a repasar unos momentos decisivos de su vida.

Líder lleno de fe

Moisés le había enviado a Josué a espiar a Canaán junto con Caleb y diez espías más, uno de cada tribu. Cuando regresaron, diez de los espías dijeron que mientras que la tierra era hermosa y fértil, que la gente que la habitaba era mucho más fuerte y hábil que ellos y que sus ciudades eran impenetrables. Aunque Josué y Caleb vieron lo mismo que ellos, tenían una perspectiva completamente distinta. Josué creía de todo corazón que no hay nada imposible para Dios. Era testigo de muchos milagros: las plagas en Egipto, cruzando el mar Rojo a pie, la provisión de maná todos los días; hasta Dios detuvo el sol cuando se lo pidió. Josué y Caleb hablaron a la comunidad, tratando de convencerlos de la verdad, que Dios estaba con ellos y como no hay nada imposible para Él, podían conquistar a la tierra prometida. Comenzamos la historia de quién era Josué con lo que Josué y Caleb les dijeron a los israelitas en un intento de convencerlos que con Dios, nada es imposible.

No le tengan miedo a la gente de esa tierra

Números 14:8-9: Si el SEÑOR está satisfecho con nosotros, él nos llevará a esta tierra y nos la dará; es una tierra que rebosa de leche y de miel.  Así que no se rebelen contra el SEÑOR, y no le tengan miedo a la gente de esa tierra porque los derrotaremos fácilmente. Ellos no tienen quien los proteja, en cambio el SEÑOR está con nosotros, así que no hay que tenerle miedo a esa gente.

El SEÑOR está con nosotros

Pero la gente no quiso escuchar la verdad y por poco Josué escapó a la muerte por lapidación. Por su fe de que Dios les fuera a entregar la tierra, Dios tan sólo permitió que Josué y Caleb entraran en la tierra prometida, los demás murieron en el desierto. Pero, Josué, aunque fiel a Dios, tuvo que sufrir con todos los que Dios castigó, morando en el desierto por 40 años.

Perdona la vida de paganos

Después de la muerte de Moisés, Dios puso a Josué como el líder de Israel. Cuando ya pasaron los 40 años de vagar por el desierto, vino el momento tan anticipado de cruzar el Jordán y comenzar a conquistar la tierra prometida. Josué mandó dos espías a Jericó; con la información que le trajeron, planearía una estrategia militar. Encontraron a una prostituta, Rajab, quien los escondió. Cuando los espías regresaron al campamento de los hebreos, le contaron a Josué todo lo que había acontecido y cómo Rajab los había ayudado. Dios le había prometido a Josué que derrotaran al Jericó. Dios hizo que las murallas se desmoronaran. Continuamos con las instrucciones de Josué al destruir a Jericó, pero salvó y perdonó a la familia de Rajab.

Sólo quedarán vivos Rajab y su familia

Josué 6:17, 23, 25: La ciudad y todo lo que hay en ella debe ser consagrado al SEÑOR para la destrucción. Sólo quedarán vivos Rajab, la prostituta, y todos los que están con ella en la casa, porque ella escondió a los mensajeros que enviamos. 

Así que los dos hombres que habían sido espías fueron y sacaron a Rajab, al papá, a la mamá, a los hermanos y a todos los parientes de ella y los pusieron afuera del campamento de Israel. Pero Josué les perdonó la vida a Rajab, la prostituta, y a todos sus parientes. Sus descendientes han vivido en Israel hasta hoy porque escondió a los mensajeros que Josué había enviado a espiar en Jericó.

La caída después de la victoria

Después de que los israelitas destruyeran tanto Jericó como Hai, las demás naciones les tenían mucho miedo. Cinco de los reyes cananeos entraron en un pacto para formar un solo ejército para acabar con los israelitas. Sin embargo, los habitantes de Gabaón, vecino cercano del campamento de los israelitas, optaron por hacer algo poco usual: rendirse a los israelitas en vez de ser asesinados por ellos. Se pusieron disfraces de ropa vieja y llevaban pan duro y podrido, como si hubieran caminado por días y días. Entraron en el campamento anunciando que venían en paz, buscando que los israelitas hicieran un pacto con ellos. Josué les preguntó quiénes eran y de dónde vinieron. Contestaron que provenían de un país muy lejano, y desde allí habían escuchado de ellos y su Dios. Como evidencia para respaldar su historia, les mostraron el pan duro y podrido, los cueros de vino rotos y sus ropas y sandalias gastadas. Pero nunca contestaron de dónde provenían exactamente. Los israelitas tampoco no preguntaron para qué necesitarían hacer un pacto con ellos si vinieran desde lejos, fuera de Canaán. Continuamos la historia con cómo los gabaonitas engañaron al pueblo de Dios y el gran error que Josué cometió confiando tan sólo en sus observaciones e inteligencia.

No buscaron instrucciones del SEÑOR

Josué 9:14-15: Así que los hombres de Israel examinaron algunas de esas provisiones, pero no buscaron instrucciones del SEÑOR. Entonces Josué pactó la paz con ellos. Él hizo un pacto con ellos de perdonarles la vida, y los líderes israelitas les hicieron un juramento, ratificándolo.

Las consecuencias de no consultar a Dios

Tres días después de que Josué y los israelitas hicieran un pacto con los gabaonitas, se enteraron de que en realidad eran vecinos. De repente, sabían que ya no podían cumplir el mandamiento de Dios de matar a todos los paganos viviendo en la tierra prometida. Josué quería entender la razón por la cual los gabaonitas los engañarían. Le contestaron que, por escuchar de su Dios, les tenían mucho miedo morir por sus manos, y preferían ser sus esclavos. Continuamos con lo que Josué hizo con los gabaonitas.

Leñadores y cargadores de agua

Josué 9:26-27: En efecto, Josué los rescató de manos de los mismos israelitas. No los mataron, pero ese día Josué los hizo leñadores y cargadores de agua para los israelitas y para el altar del SEÑOR en el lugar que Dios decidiera, como lo son hasta hoy.

Paz real

Después de muchas batallas victoriosas, Josué repartió una gran parte de la tierra prometida a las tribus, siguiendo las instrucciones de Moisés. Por el momento, había paz y por fin los israelitas pudieron descansar, trabajando sus propias tierras, formando familias, y adorando al único Dios. Todavía había pueblos enemigos que conquistar; una porción de Canaán no sería conquistada hasta que David fuera rey.

Al final de su vida, Josué reunió a los líderes del pueblo, animándolos a seguir fiel a Dios, cueste lo que cueste. Les advirtió no asociarse con los paganos, no casarse con ellos, y ni siquiera mencionar los nombres de sus dioses. También les advirtió que si dejaron de adorar a Dios y comenzaran a adorar dioses falsos y vivir como los paganos, Dios ya no lucharía por ellos y tampoco no expulsara a sus enemigos, sino serían capturados por ellos. Les recordó que provinieron de paganos, de Téraj, el padre de Abraham, y todos sus antepasados, la esclavitud, el éxodo, las batallas, y los milagros. Había visto la provisión y la mano de Dios, aun en los castigos y las plagas en el desierto. Confiaba plenamente en El Señor y quería que Israel siguiera su ejemplo después de su muerte. Continuamos con la historia de Josué, leyendo cómo animó al pueblo a mantenerse fiel a Dios.

Decidan hoy a quien servirán

Josué 24:14-15: Entonces Josué le dijo a la gente:

—Así que ahora respeten al SEÑOR y sírvanle total y fielmente. Quiten de entre ustedes los dioses que sus antepasados adoraban al otro lado del río Éufrates y en Egipto, y sirvan al SEÑOR. Si no desean servir al SEÑOR, decidan hoy a quien servirán, ya sea a los dioses a los que sus antepasados servían al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra viven. Pero yo y mi familia serviremos al SEÑOR.

Pero yo y mi familia serviremos al SEÑOR

Como veremos en la próxima serie de jueces, casarse con los de Canaán, adorar a otros dioses y vivir como ellos fue precisamente lo que hacían. Vieron la libertad de los de Canaán, que podrían vivir como le pegaban la gana, sin la ley de Dios; anhelaban ser como ellos, con un rey que los protegía. Pero en aquel momento ante Josué y en la presencia de Dios, le contestó que nunca dejaría a Dios para servir a otros dioses, reconociendo que fue Él quien los rescató y los ayudó a triunfar en la tierra prometida. A lo mejor Josué no le creyó, porque le dio la siguiente advertencia.

Advertencia final

Josué 24:19-20: Entonces Josué le dijo a la gente:

—Ustedes no podrán servir al SEÑOR, pues él es un Dios santo. Él es un Dios celoso. Él no perdonará sus rebeliones y sus pecados. Si ustedes abandonan al SEÑOR y sirven a dioses distintos, entonces él se volverá contra ustedes y les traerá desastres y los destruirá, aun cuando ya los ha hecho prósperos.

Indignados, el pueblo le contestó ferozmente que siempre sirviera a Dios, y únicamente a Dios. Pero Josué sabía que eso no era cierto. Le exigió quitar los dioses que tenían en secreto y volver únicamente a Dios. El hecho de que juraron seguir únicamente a Dios y al mismo tiempo algunos mantenían dioses en el campamento nos indica que no serán fieles a Dios.

Poco después de animar al pueblo, a los 110 años, Josué murió. Eleazar, el padre de Finés, se murió también. El pueblo enteró los huesos de José. En la próxima devocional, comenzaremos otra época en la historia de Israel, una de rebelión, desobediencia, y luego clamar a Dios: la época de los jueces.

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