José y Jacob se reencontraron
Padre e hijo se reencontraron después de 20 años
En la devocional anterior, José les reveló a sus hermanos que era él el gobernador de Egipto. Les envió a Canaán para traer a su padre y para que todos vinieran a vivir en Gosén, la mejor parte de Egipto. Jacob se puso muy contento al escuchar que su hijo favorito todavía vivía. Empacó todos sus animales y pertenencias y comenzó el viaje hacia Egipto. En esta devocional vamos a ver el reencuentro de José con su padre Jacob.
En la última devocional, nos preguntamos si José se precipitó al decirles que debieran venir a vivir en Egipto, abandonado la tierra de Canaán, la tierra que Dios se la prometió a su bisabuelo Abraham. Para contestar esta cuestión si José hizo bien en hacerlos mudarse a Egipto, comenzamos la historia leyendo lo que Dios le dijo a Jacob en un sueño.
Dios le habló a Jacob en un sueño
Génesis 46:1-4: Entonces Israel comenzó su viaje llevando todo lo que tenía. Cuando llegó a Berseba, ofreció sacrificios al Dios de su papá Isaac. Mientras dormía, Dios le habló a Israel en un sueño. Lo llamó:
—¡Jacob, Jacob!
—Aquí estoy—respondió Jacob.
Luego Dios dijo:
—Yo soy Dios, el Dios de tu papá. No tengas miedo de ir a Egipto, porque allí haré de ti una gran nación. Yo iré contigo a Egipto y luego te volveré a traer de regreso. Cuando mueras, José cerrará tus ojos con sus propias manos.
Yo iré contigo a Egipto y luego te volveré a traer de regreso
Notamos que Jacob ofreció sacrificios a Dios y luego Dios le habló. Quizás antes de este sueño, aunque quería ver a José más que nada, dudó si abandonar a la tierra prometida fuera lo mejor. Pero Dios, sabiendo esta duda, se lo aclaró, hablándole a Jacob en un sueño como hizo anteriormente. Lo que Dios no le dijo fue que iban a ser esclavizados por más de 400 años antes de volver a Canaán. Quizás Jacob recordó las palabras que Dios habló a su abuelo Abraham, que irían a una tierra extranjera donde serían esclavos por 400 años antes de regresar a la tierra prometida (Génesis 15:13). O, quizás estaba pensando en otra hambruna y como Dios le prohibió a su padre Isaac buscar refugio en Egipto (Génesis 26:2). Los hebreos tenían una historia de poca confianza en los egipcios; hace años que un faraón secuestró a Sarai.
A Jacob le agradaron las carretas que el faraón les mandó porque vino con unos 66 varones, más mujeres y niños, un número que fácilmente podría alcanzar 200 personas. Además, trajeron su ganado y todas las cosas que habían adquirido en Canaán, aunque el faraón les comunicó no preocuparse con traer todo porque iba a poner a sus disposición lo mejor de Egipto. Los expertos bíblicos dicen que Gosén era la mejor parte de Egipto porque la tierra era muy fértil y había mucho pasto para alimentar a los rebaños.
Jacob envió a Judá delante para advertirle a José que estaban en camino. Es interesante que Jacob envió a Judá y no a Rubén. Recordamos que Judá ya tenía hijos gemelos con su nuera Tamar, pero Rubén tuvo relaciones con Bilhá, una de las concubinas de su papá. Judá se encontró con José en Gosén. Al ver a Judá, el corazón de José palpitaba rápidamente; ¡por fin iba a ver a su padre! Al enterarse que su padre estaba en camino, José alistó su carroza. Continuamos la historia, leyendo el muy anticipado reencuentro de José y Jacob.
El reencuentro
Génesis 46:29-30: José mandó preparar su carroza y se fue a Gosén a encontrarse con su papá, Israel. Cuando lo vio, lo abrazó y lloró largo rato abrazándose con él.
Luego Israel le dijo a José:
—Ahora puedo morir en paz porque ya vi tu rostro y sé que estás vivo.
Nuestras prácticas son asquerosas para los egipcios, y eso es bueno
Jacob no había visto a José hace más de 20 años. Al verlo se puso tan feliz que declaró que ahora podría morir en paz. Seguramente, le presentó a su esposa a Asenat y a sus hijos, sus nietos. Después de su reencuentro con su padre, José habló con todos sus familiares, dándoles las primeras de varias instrucciones útiles para prosperar en Egipto. Para los egipcios, la carrera de pastorear era detestable igual que la práctica de comer carne de res, ovejas y cabras; unos de sus dioses tomaban formas de estos animales. José entendía la cultura egipcia muy bien y les dijo que iba a hablar con el faraón, explicándole que eran pastores, tal y como sus antepasados y que trajeron a sus ovejas y ganado consigo. Cómo planearon seguir en su trabajo de pastorear, razonó que al saber esto el faraón les daría Gosén de modo que estuvieran separados de los egipcios. Los hebreos podrían sacrificar animales a su Dios y comer carne, y los egipcios podrían seguir haciendo ofrendas a sus dioses, con sus festejos sin ser censurados por los hebreos. Realmente, la separación era un plan brillante: si no fue por la distancia entre donde vivían los egipcios y donde vivían los hebreos, los escogidos de Dios se habrían asimilado en la cultura de Egipto, dejando de dar culto a Dios ni creer en Él.
Entonces, José fue al palacio llevando consigo a cinco de sus hermanos. Tal y como predijo, el faraón les preguntó a qué se dedicaban. Le contestaron exactamente como José les instruyó, que eran pastores como sus antepasados, como tal, no iban a robarle el trabajo a ningún egipcio. Continuamos con la historia, leyendo la respuesta del faraón a la súplica de los hermanos quedarse con sus animales en Gosén.
Pueden quedarse- pero lejos de nosotros, por favor
Génesis 47:5-6: Luego el faraón le dijo a José:
—Tu papá y tus hermanos vinieron a buscarte. La tierra de Egipto está a tu disposición. Acomoda a tu papá y a tus hermanos en la mejor parte de la tierra. Deja que vivan en la tierra de Gosén. Si tú sabes que hay entre ellos hombres diestros, ponlos a cargo de mi ganado.
El faraón les dio trabajo
Con una visita al faraón, les dio un nuevo trabajo, encargarse del ganado real junto con los suyos. Este intercambio demuestra lo bien que José conocía al faraón; predijo con exactitud lo que el faraón diría, la mejor respuesta, y el resultado. A los egipcios no les gustaba pastorear, así que el faraón resolvió este problema con la llegada de pastores muy experimentados. El faraón estaba dispuesto a perder la mejor parte de la tierra porque sabía que estaba endeudado con José, que todos hubieran muerto si no fuera por él, ni mencionar todo el dinero que ganaba vendiendo el trigo que recolectó durante los siete años de abundancia.
Gosén era la parte de Egipto más cerca de la tierra prometida, así que su ubicación serviría como un recuerdo de nunca olvidar que algún día regresarían a la tierra que Dios les había prometido. Además, Gosén se ubicaba a una distancia de dónde vivían la mayoría de la gente y con la separación de los egipcios y los hebreos, el faraón escucharía menos quejas sobre estos <<extranjeros asquerosos que olían a carne cocida>>. Con el tiempo, Gosén sería sinónimo con los hebreos inmundos, desde la perspectiva de los egipcios.
Luego José trajo a su papá a presentarse ante el faraón. Jacob lo bendijo, probablemente por gratitud por todo lo que el faraón había hecho por José y su familia. El faraón le preguntó cuántos años tenía. Terminamos esta historia leyendo la respuesta de Jacob.
He vivido poco y mal
Genesis 47:9 Jacob le respondió:
—Sólo he vivido 130 años, una vida muy corta y con muchas dificultades. Mis antepasados vivieron muchos más años que yo.
Una vida muy corta y con muchas dificultades
Jacob le contestó al faraón honestamente, que había tenido muchas dificultades en su vida y eso no era una simple queja de anciano. Jacob estaba pensando en su partida del campamento de sus padres, los engaños de su suegro Labán, las amenazas de muerte de su hermano Esaú, enamorarse con Raquel, pero aguantar a tres mujeres más, luchar con Dios, la violación de Dina, perder a su hijo favorito y otras tragedias que sufrió. Sin duda, había sido una vida llena de desafíos, una vida que Jacob pensó iba terminar pronto, (pero vivió unos 17 años más). ¿Cómo reaccionó el faraón al oír la honestidad del padre de José? Quizás le dio una impresión poco favorable. En esta declaración vemos la distinción entre Jacob, el que trataba negociar con Dios y José, el que confiaba en Dios pase lo que pase. Como mencionamos, los hebreos no tenían una buena historia con los egipcios, pero este faraón era amable con ellos, ofreciéndoles una nueva tierra donde vivir, una tierra de abundancia, donde podrían adorar a su Dios en paz, todo gracias a José.