Booz y Rut se casan
Rut, Booz, y un pariente
En la devocional anterior, Rut le pidió a Booz casarse con ella para continuar el nombre y linaje de su difunto esposo. Se encontraron en la oscuridad de la noche, en la era de trillar. Booz le informó que había otro pariente aún más cercano que él, quien tenía el derecho primero a redimir y protegerla. Le aseguró de que, si el otro pariente no quisiera redimirla, sin duda él lo haría. En la devocional de hoy, veremos la plática entre Booz y el pariente, y por fin nos enteramos con quién se casará Rut. Continuamos con la historia de Rut, en estilo de un diario ficticio de Booz, pero como siempre basando todo en la palabra de Dios.
Rut quiere que me case con ella
Anoche no dormí mucho. Después de comer y beber, me acosté al lado de un montón de grano. Ya sabes que hay ladrones por todos lados, y si me roban, ¿Cómo voy a cuidar de mis trabajadores? Hay mucha gente que depende de mí, de las cosechas que provienen de mis campos. Desperté asustado, sentí la presencia de alguien, pero muy pronto, me enteré que era Rut, la moabita trabajadora y fiel a su suegra, Noemí. Todo Israel sabe que es una mujer respetable. Todavía es una joven, y pudiera casarse con un joven guapo, pero quiere hacer las cosas correctamente, como Dios manda, siguiendo nuestra ley de casarse con el pariente que puede protegerla y continuar el nombre de la familia. Le dije que no soy el pariente más cercano a ella, que hay otro, pero que no se preocupara, no descansaré hasta saber si él quiere cumplir con su deber y casarse con ella. Vi en su cara la tristeza, la incertidumbre. Quería decirle que quiero casarme con ella, que estoy muy impresionada con ella, pero no pudo. Si el otro quiere casarse con ella, no hay nada que pueda hacer; tengo que reprimir mis sentimientos hasta saber sus intenciones. Pero la verdad, si, es respetable, fiel, muy trabajadora, y bonita. Sería una esposa ideal para cualquier hombre.
Voy a resolver esto hoy mismo
Después de salir de la era de trillar, tenía que reprimir mis ganas de marcharme a la casa de Noemi y pedirle la mano a Rut sin importarme el pariente. Olía a ella, y no pude quitarme la imagen de sus ojos castaños y grandes de mi mente, ella acostada a mis pies, su largo y grueso cabello difundido por los pies y tobillos, cubriéndolos como una cobija. Sus ojos me hacen recordar de mi madre, que en paz descanse, era la madre más amorosa del mundo, se cuidó tanto de mí. Pero, temo a Dios y soy hombre de mi palabra. Fui a la plaza pública cerca de la entrada de Belén, donde los hombres se congregan y hacen negocios. Me senté un rato, pero el pariente no apareció. Me cansé de esperarlo, y fui a su casa. Me saludó, y le invité a sentarse conmigo. Busqué a diez de los ancianos de Belén, y ante ellos y mi pariente, esto es lo que les dije.
La tierra viene con una sorpresita
Rut 4:3-6: Booz le dijo al otro pariente:
—Noemí, la mujer que acaba de llegar de Moab, está vendiendo la tierra que perteneció a nuestro pariente Elimélec. Decidí informarte de eso delante de estos líderes ancianos del pueblo para ver si deseas comprar esa tierra. Tú eres el pariente más cercano y tienes ese derecho. Si tú quieres redimirla, entonces redímela. Si no, dímelo, pues yo soy el siguiente pariente más cercano. Entonces el otro pariente, el más cercano, dijo:
—Yo la redimiré.
Entonces Booz le dijo:
—Cuando le compres la tierra a Noemí, comprarás también a Rut, la mujer moabita, para restaurar el nombre del difunto en su herencia.
Al oír esto, el pariente respondió:
—Yo no puedo redimirla, pues arruinaría mi propia herencia. Así que como yo no puedo redimirla puedes redimirla tú para ti mismo.
No puedo redimirla, pues arruinaría mi propia herencia
Cuando fui a su casa, él sabía que no vine de visita, aun más cuando reuní a diez de los ancianos del pueblo para servir como testigos. Ni siquiera mencioné a Rut cuando le informé sobre la tierra. No sé cómo no sabía que Noemí regresó y que, como el pariente más cercano, podría redimir su tierra. Parece que no tenía la menor idea de quién era Rut. Cuando me dijo que la redimiría, casi no pude reprimir la carcajada cuando vi su cara al decirle que Rut viene con la tierra. Al escuchar que tendría que casarse con una moabita, tuvo una excusa patética de que, al casarse con ella, le arruinaría su propia herencia con los hijos que tendría con ella. Sabía que no iba a quererle, siempre ha sido un tipo medio egoísta. Rut puede ser una moabita, pero es más respetable, fiel y trabajadora que cualquiera en Israel. Sentí mi corazón latir más rápido al escuchar su respuesta. Rut iba a ser mía. Jamás trabajará en un campo, la cuidará y protegerá el resto de mi vida.
No fue por nada que traje a los diez ancianos. Es la costumbre quitarse un zapato y entregárselo a la otra persona a manera de factura por el intercambio de bienes o por redimir la tierra. Cuando me dijo que yo podría redimirla, se quitó un zapato y me lo dio. Olía a cobarde, pero no dije nada. Le di las gracias. La verdad, estaba feliz, pero no se lo mostré. Luego, les hablé a los ancianos. Esto es lo que les dije, y lo que me contestaron.
Tomo a Rut como mi esposa
Rut 4:9-12:…—Todos ustedes son testigos que yo le compro a Noemí todo lo que perteneció a Elimélec y a sus hijos Quilión y Majlón. También tomo por esposa a la viuda de Majlón, Rut, la moabita. La tomo como esposa para restaurar el nombre del difunto en su herencia para que así su nombre no desaparezca de su gente y de su pueblo. Ustedes son testigos hoy.
Entonces los ancianos y todos los ciudadanos que estaban en la plaza dijeron:
—Sí, somos testigos. Que el SEÑOR haga que esta mujer que entra en tu casa sea como Raquel y Lea, de quienes desciende la casa de Israel. ¡Que te conviertas en una tribu poderosa en Efrata! ¡Que tu nombre sea famoso en Belén! Tamar dio a luz a Fares, el hijo de Judá. Que la familia formada con los hijos que el SEÑOR te dé de esta joven mujer, sea tan grande como la de Fares, el hijo de Tamar y Judá.
Que sean como Tamar y Judá, claro, sin el engaño
Los ancianos testificaron la compra de las tierras de Noemí y de las dos viudas. Así que le compré las tierras a Noemí. Unos días después, tuvimos una boda en Belén, la de Rut y yo. Era una ceremonia bonita, ella se veía tan linda. Todo el pueblo se presentó para la boda, incluso mi pariente. Parecía contento con su decisión de no redimirla y así no arruinar su herencia. Rut es una herencia; nunca pensé estar tan contento con una transacción de negocios.
Los ancianos nos bendijeron, diciendo que Rut fuera como Raquel y Lea, que tengamos un hijo bendecido como el de Tamar y Judá, Fares. Creo que exageraron un poco; no voy a vivir hasta darle los 12 hijos entre Raquel y Lea. Pero, por cierto, El Señor permitió que mi esposa se quedara embarazada. Se veía tan linda con su barriga tan grande, sabía que iba a ser un hijo. El día que mi hijo Obed nació fue el día más feliz de mi vida. Sé que no voy a vivir hasta ver a mis nietos, pero eso no importa; Obed cuidará a Rut hasta el fin de sus días. Un poco después del nacimiento de Obed, escuché a las mujeres del pueblo decirle esto a Noemí mientras cargaba a su nietecito.
Rut es mejor que siete hijos
Rut 4:14-15: …—Bendito sea el SEÑOR que te ha dado un nieto. Que su nombre sea famoso en Israel. Él te cuidará y se ocupará de ti cuando seas vieja. Porque fue tu nuera que te quería quien lo dio a luz. Ella es mejor para ti que siete hijos.
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Obed, hijo de Booz y Rut, fue el papá de Isaí y abuelo del Rey David, en el linaje de Jesús, Nuestro Mesías. En la próxima devocional, comenzaremos a estudiar la vida del último juez, el profeta Samuel.