Rut y Booz en la era de trillar

Una relación de responsabilidad, no un romance

En la devocional anterior, Rut salió al campo para recoger cebada, terminando precisamente en el campo de Booz, un pariente de Noemí, la suegra de Rut. Booz la trató muy bien, dirigiendo a sus trabajadores no molestarla y dejando caer manojos de cebada, facilitándole mucho el trabajo. Le permitió tomar el agua de sus obreros y le invitó a comer con ellos. La invitó a seguir con sus trabajadores por el resto de la cosecha de cebada, y siguió trabajando durante la cosecha de trigo también. Pasaron unos meses y se conocieron un poco. En la devocional de hoy, Noemí va a asegurar el futuro de Rut de una manera poco convencional, invitando a Booz protegerla, siendo él un pariente quien podría cuidarse de ella, dándole la oportunidad de casarse con ella. Continuamos con la historia de Rut, en estilo de un diario ficticio de Rut, pero como siempre, basando todo en la palabra de Dios.

Mi vida es dura pero agradable 

La cosecha de cebada y trigo se me pasaron muy rápido. Todos los días me levanto tempranito, voy al campo de Booz, y regreso a la casa de mi suegra al atardecer, cansadísima de trabajar bajo el sol y con tanto calor. Antes de dormir, platico con mi suegra sobre los acontecimientos del día, comemos un poco de grano tostado y pan, y rezamos. A veces unas vecinas vienen para visitar a Noemí; ya no está tan triste como antes. Es una vida dura, pero de alguna manera feliz. Aunque soy una moabita, las otras obreras me hablan de vez en cuando, creo que poco a poco están aceptándome. Ninguno de los hombres en el campo me molesta- Booz ha sido muy firme con esto. Todos los días viene al campo, trabaja, y siempre habla con su capataz, dándole varias instrucciones. Usualmente trae pan y más agua para todos, a veces regalándonos alguna comida como grano tostado. Me saluda y pregunta por Noemí, pero nunca hablamos en privado, ni nada eso. Los israelitas son muy distintos a los moabitas, respetan mucho más a las mujeres. Todo es nuevo y extraño aquí, pero estoy acostumbrándome. Lo más extraño de todo es que realmente no extraño a Moab.

Respeto mucho a mi suegra

Me gustan mucho las pláticas con mi suegra. Me dice tantas cosas sobre la historia de su pueblo, sus costumbres, y más que nada su Dios. Noemí me comentó que la madre de Booz, Rajab, era una extranjera de Jericó. Hasta me dijo que era una prostituta allí, pero ayudó a unos espías judíos y terminó siendo rescatada por ellos. Rajab creía plenamente en El Dios de los israelitas, y se casó con un israelita llamado Salomón, el padre de Booz. Me dijo que Rajab tenía una fe inquebrantable y fue aceptada por su acto de valentía y creencia en Dios. Quizás por tener una madre con un pasado tan escandaloso, Booz me acepta.

Un día, mi suegra expresó que quería que yo volviera a casarme, hablándome de la posibilidad de casarme con Booz. Esto es lo que me dijo.

Ponte bonita para Booz

Rut 3:1-4: En otra ocasión, Noemí, la suegra de Rut, le dijo:

—Hija, tengo que buscar un buen hogar para ti. He estado pensando en Booz. Es pariente nuestro y tú lo conoces porque has estado con sus trabajadoras. Esta noche él estará aventando la cebada en el lugar donde se trilla el trigo. Ahora pues, báñate, arréglate, ponte tu mejor vestido y ve a ese lugar. Que Booz no te reconozca hasta que termine de comer y beber. Fíjate en el lugar donde se acuesta. Más tarde ve allí, levanta la cobija y acuéstate a sus pies. Después él te dirá lo que debes hacer.

Él te dirá lo que debes hacer

Confieso no entender muy bien todo lo que quiere que haga, ni eso sobre su obligación de protegernos y cuidarnos, pero le dije que haría exactamente lo que me pidió. Confío en mi suegra y sé que sabe mejor que yo como funcionan las cosas aquí. También tengo en mente lo importante que es volver a casarme si no quiero que seamos indigentes. Las viudas no tienen cómo mantenerse; a veces se convierten en prostitutas porque no les queda de otra. Necesito la protección que tan solo el matrimonio puede ofrecerme, y así puedo proteger a mi suegra.

No es que Booz no me guste, al contrario, me parece muy buen hombre, sino no lo conozco muy bien. A diferencia de Moab, todos los matrimonios en Israel son arreglados. Es normal que los novios no se conozcan, por lo menos Booz no sea un desconocido por completo. Noemí me dijo que como soy viuda y él un pariente cercano, tiene la responsabilidad de casarse conmigo y tener un hijo conmigo. Noemí no está pensando en amor, ni sentimientos, sino en protegerme, en ayudarme a tener un hijo que me cuidará y continuará la familia. Respeto eso, y agradezco que trata de cuidarme.

Noemí sabía exactamente lo que Booz hará esta noche, no me pregunte cómo lo sabía. Aunque Booz es rico e importante, también es muy trabajador. No me sorprende para nada que esté trabajando esta noche, aunque podría encargar a otro con este trabajo de aventar la cebada. Me instruyó bañarme, arreglarme y poner mi mejor vestido. Me bañé y me arreglé el cabello, pero en cuanto a mi mejor vestido, no tiene nada de bonito. Tenía unos vestidos en Moab, totalmente apropiado para allí, pero no aquí donde las mujeres se visten modestamente, sin mostrar el cuerpo. Prefiero estar cubierta que llevar un vestido llamativo. Antes de salir, mi suegra me repitió que debía hacer, diciéndome que me veía bonita. Parecía un poco nerviosa, y la verdad también lo estoy.

Booz y yo en la era de trillar

Al bajar al lugar donde se trilla el trigo, me preocupé de que alguien me viera, pero nadie me vio. Observé a Booz terminar de aventar cebada, habló un rato con unos trabajadores y luego se sentó con el capataz para comer y beber vino. Hablaron un poco sobre el trabajo que les quedaba y luego se acostó al borde del montón de grano como si lo protegiera. Y la verdad, en estos tiempos, tiene la razón, hay muchos bandidos y ladrones por todo Canaán, incluso Israel. Sentí el latido de mi corazón mientras cumplía con las instrucciones de mi suegra. Agachada, caminé silenciosamente en la oscuridad hasta llegar al lugar donde se durmió. Le destapó la cobija que cubrió los pies y me acosté a sus pies. Noemí me explicó que esto no es una seducción, sino un acto humilde de una sierva, mostrando que estoy dispuesta someterme a su voluntad, que no exijo nada. Sus pies están sucios, huelen a sudor, pero no me importa. No tengo la menor idea que va a suceder, pero confío en Dios y en mi suegra, no creo que me dirijan a mi destrucción.

No sé a qué hora era, pero Booz se despertó con un susto. Quizás pensó lo peor, que era un ladrón, o un enemigo de Israel viniendo para robarle y quitarle la vida. Pero suspiró al darse cuenta de que no estaba en peligro, que se trataba de una mujer acostada a los pies. Al pasar el susto, esto es lo que conversamos.

Todo el mundo sabe que eres una mujer respetable

Rut 3:9-13: Booz dijo:

—¿Quién eres?

Ella dijo:

—Soy Rut, su sierva. Usted es un pariente que podría casarse conmigo. ¿Puedo refugiarme bajo sus alas?

Él dijo:

—Que el SEÑOR te bendiga, jovencita. Este acto de bondad es más noble que el que hiciste primero porque has venido a mí en vez de buscar un joven bien parecido, pobre o rico. Ahora, jovencita, no tengas miedo, haré lo que me pides, porque todo el mundo sabe que eres una mujer respetable. Aunque es cierto que soy uno de los parientes que debería protegerte y casarse contigo, hay un pariente que tiene más derecho que yo. Tú pasa la noche aquí. Por la mañana, si el otro hombre se quiere hacer cargo de ti, está bien, él lo hará. Si no, te prometo ante el SEÑOR que yo me haré cargo de ti. Sólo quédate hasta la mañana.

Booz pensó: «Nadie debe enterarse de que esta mujer ha estado en el lugar donde se trilla el trigo».

No sabía qué decirle cuando me preguntó quién era, pero además de contestarle que era yo, pensé que sería mejor que supiera que no vine con malas intenciones, que además de seguir las instrucciones de mi suegra, sé que es un pariente quien podría casarse conmigo, y que estoy dispuesta a seguir este costumbre, como Dios manda. Como siempre, era muy respetuoso. Quedó más impresionado con acostarme a sus pies destapados que con mi esfuerzo en sus campos. Me dio un cumplido, porque no busco casarme con un joven guapo. Mi marido era joven y bien parecido, pero no era tan apegado a Dios ni tan respetuoso e importante como Booz, así que no me importa tanto casarme con un joven. No sé cuántos años tiene Booz exactamente, pero sin duda es mayor que yo. Creo que él también es viudo; durante estos tiempos tan violentos, posiblemente alguien la mató, o se enfermó. Quizás tuvo un hijo pero también falleció.

Me dio otro cumplido, que estaba dispuesto a casarse conmigo no porque soy bella y joven, sino porque dijo que todo el mundo sabe que soy una mujer respetable, y esto me alegró mucho. No diría que soy una belleza. En Moab, mi apariencia era más importante, pero aquí, la ley de Dios y Sus valores son más importantes que como uno luce. Hacer las cosas bien, seguir la ley de Dios y las tradiciones de mi nuevo pueblo me importan mucho, no andar tras hombres atractivos.

¿Me caso con quién?

Pero me dijo algo que me sacó un poco de onda, que hay otro pariente más cercano con más derecho a redimirme. No quiero casarme con un desconocido completo. Sé que Booz actúa por deber, que no siente nada por mí, si me caso con él o con el otro, no le importa. No espero que se enamore de mí, pero preferiría que me dijera algo bonito, algo sentimental. Pero, prometió hacerse cargo del asunto hoy mismo, y sé que cumplirá su palabra. Es tan respetuoso que se preocupó que alguien me viera, y por lo tanto me instruyó pasar el resto de la noche allí. Me quedé allí hasta un poco antes del amanecer, pero no dormí para nada. En mi mente flotaban imágenes de una boda con un hombre con la cara borrosa. No lamento mi decisión de dejar a Moab, pero tengo miedo, todo esto es tan extraño para mí. Quiero hacer la voluntad de Dios, y pienso que Booz es Su voluntad. En vez de entregarme a mi miedo, entrego mi miedo a Él.

Antes de salir a la madrugada, Booz me dio 20 kilos de cebada para que no regresara a mi suegra con las manos vacías. Me ayudó a echarme el manto al hombro y fuimos en direcciones opuestas, yo a la casa de Noemí y él al pueblo para hablar con el pariente.

Cuando regresé a la casa, Noemí ya estaba despierta. Me abrazó y me preguntó cómo me fue. Le platicaba todos los pormenores y me sentí más calmada viéndola cabecear su aprobación. Por lo menos para ella todo esto no fue tan extraño. Me mandó dormir un rato, asegurándome que Booz no descansará hasta que se haga cargo de todo. Y ella tiene razón, muy pronto habrá una boda. Pero ¿con quién me casaré? No te pierdas la próxima devocional.

Evelyn Bou

Empatizo con el caos que el dolor traiga. Sé lo que es tratar de utilizar los recursos disponibles para mejorar, al terminar sintiéndose frustrada y aún más sola. Aprendí tanto sobre el dolor que me convertí en una coach certificada en el duelo y las relaciones, y profesional del trauma, con la esperanza de ayudar y brindándoles apoyo emocional a otras mujeres cristianas.

http://apoyocristiana.com
Anterior
Anterior

Booz y Rut se casan

Siguiente
Siguiente

Rut conoce a Booz