David le perdona la vida a Saúl
¿Una bendición de Dios o una prueba de fe de Dios para David?
En el previo estudio, David rescató al pueblo de Queilá de un ataque por los filisteos. Saúl no hizo nada para liberar a Queilá, pero al enterarse de que David estuviera allá, envió a todas sus tropas para matarlo. Cuando terminamos el previo estudio, Dios salvó a David de las garras de Saúl otra vez. Los valientes de David estuvieron en un lado de una montaña y el ejército estuvo al otro lado. Los soldados de Saúl rodearon a David. De repente, un informante llegó y le dijo a Saúl que los filisteos estaban atacando y que tenían que ir de inmediato. Aunque David escapó, Saúl seguía cazándolo y persiguiéndolo, ignorando la protección de Israel. El número de los valientes de David aumentó y ahora hay unos 600 hombres siguiendo a David, escondiéndose donde podían. En este estudio, en una cueva que Saúl usó como un baño, David le perdona la vida cuando cualquier otro lo mataría.
Cuando este estudio se abre, el texto dice que el ejército ya está de regreso de perseguir a los filisteos, pero no indica si ganaron o perdieron. Parece que la gente estaba ansiosa por entregar a David; cuando Saúl regresó, la gente, (el texto no identifica cuál gente) le informó que ahora David se encontraba en el desierto de Engadi. Los expertos bíblicos dicen que Engadi tenía cascadas, arroyos, vegetación, y cuevas. Por lo tanto, era un buen lugar en medio del desierto para esconderse. Desde sus escondites, podrían espiar enemigos viniendo, y había suficiente agua y comida.
El texto dice que al saber su paradero, el rey eligió a 3000 de sus hombres y se fueron a cazar a David y sus valientes por la región de los Peñascos de las Cabras. En el camino, Saúl entró en una cueva para ir al baño. Era la cueva exacta dónde David y su banda se escondieron. Al saber de quién se trataba, los valientes le animaron a su líder a matarlo de una vez por todas. Comenzamos la historia, leyendo lo que le dijeron y lo que David hizo en reacción.
¡Mátalo ya!
I Samuel 24:4: Los hombres le dijeron a David:
—Este es el día al que se refería el SEÑOR cuando te dijo: “Te entregaré a tu enemigo para que hagas con él lo que mejor te parezca”.
Entonces David se acercó a Saúl sin hacer ruido y cortó el borde del manto de Saúl sin que él se diera cuenta.
Dios te dio esta oportunidad
Hay mucha habla de los valientes de David, pero ahora echamos un vistazo a su creciente habilidad. No sabemos cuántos hay con David en la cueva, pero han aprendido de vivir en las peores condiciones, comunicarse tan bajo que el enemigo no los escuchaba, caminar silenciosamente para que David pudiera cortar un pedazo del manto de Saúl sin ser detectado, y estar suficientemente confiados en su fuerza que sabían poder apoderarse del rey. Los valientes creyeron que esta oportunidad era un regalo de Dios, cuando realmente era una prueba de Dios para David. Animado por sus hombres de confianza, David se agachó y silenciosamente le cortó un poco del borde de su manto, mientras Saúl se alivió. Puede ser que se quitó el manto y David no tuvo que acercarse tanto, o que había muchos ruidos de rocas y agua dentro de la cueva que dificultó que le escuchara, pero se arriesgó mucho de cualquier forma. Qué situación más humillante; Saúl estaba vulnerable, y quizás enfermo, por lo tanto, ni se dio cuenta de la presencia de unos guerreros, mucho menos que alguien se le cortara el manto. Como era el rey, ¿Dónde estaba su guardia mientras estuvo en la cueva? ¿Por qué Abner o alguien más de confianza no lo acompañó? Las cuevas eran oscuras, hogares temporales para leprosos, ladrones, y serpientes venenosas.
El texto dice que después de un momento de gloriarse en lo que hizo, le remordió la conciencia, y David le dijo esto a sus hombres:
Esta no es una oportunidad, sino una prueba de fe
I Samuel 24:6: —¡Que el SEÑOR me libre de hacerle algo al rey! Saúl es a quien el SEÑOR eligió como rey. Yo no debo hacer nada contra él porque él es el elegido del SEÑOR.
No debo hacer nada contra él
Aun después de que la mayoría de Israel reconocieran que él será el próximo rey, David reconoció que Saúl era el rey porque Dios lo eligió, a pesar de que ahora fuera influenciado por un espíritu malo. ¿Qué hubiera hecho Dios si David prestara más atención a sus hombres que a Él? Encontrarse con Saúl era una prueba de fe para David; ¿confiaba en Dios para sostenerlos, escondiéndose todo el tiempo que fuera necesario?
Los valientes estaban furiosos: “¿Por qué no lo matas ahora, David?”, gritaron en susurros. “Si no lo matas tú, lo mato yo, ahora mismo y ya no más huirnos. ¿No quieres cumplir su destino y ser rey? Esto no es justo, ya estamos muy cansados de huir, sin hogar.”
Había mucha presión y poco apoyo para hacer la voluntad de Dios. El texto dice que David tuvo que contenerlos y prohibir que le dañaran a Saúl. El rey tendría que morir para que David reinara, y su banda de valientes quería que esto pasara ya, pero David estaba dispuesto que pasara cuando Dios decidiera que aconteciera.
Y el momento pasó; Saúl salió de la cueva, reincorporándose con su ejército, listos para seguir la cacería. En ese preciso momento, David lo siguió. ¿Va a matarlo fuera de la cueva? Gritó su nombre, postrándose en la tierra seca. Continuamos con la historia leyendo el intercambio entre el rey y su antiguo arpista y escudero.
Entienda bien y sepa que yo no planeo nada contra usted
I Samuel 24:9-12 y 14: David le dijo a Saúl:
—¿Por qué escucha Su Majestad a los que dicen que yo quiero hacerle daño? Usted podrá ver con sus propios ojos que hoy mismo en esta cueva el SEÑOR me lo había puesto a usted en mis manos, pero no quise matarlo. Le respeté la vida, y dije: No le haré ningún daño a mi señor porque él es el rey que el SEÑOR eligió.
»Mire usted el pedazo de tela del borde de su manto que tengo en mi mano. Yo pude haberlo matado cuando lo corté, pero no lo hice. Entienda bien y sepa que yo no planeo nada contra usted. Yo no le he hecho nada y sin embargo usted me acecha y trata de matarme. ¡Que sea el SEÑOR quien juzgue! Tal vez el SEÑOR lo castigue por el mal que me ha hecho, pero yo no alzaré mi mano contra usted... ¿A quién persigue? ¿Contra quién va a pelear el rey de Israel? Persigue a quien no le va a hacer ningún daño. Es como perseguir a un perro muerto o a una pulga.
Es como perseguir a un perro muerto o a una pulga
¿Por qué David salió de la seguridad de las tinieblas de la cueva? Reconciliarse con el rey ya no era posible; Saúl ya no era nada confiable. Si no hubiera salido de la cueva, no podría mostrarle que aun teniendo la oportunidad de matarlo, no lo haría, ni le dañaría, ni permitiría que sus hombres lo hicieran. ¿Por qué se postró, poniéndose en una posición vulnerable? Creo que David confiaba en Dios para protegerlo. David no pudo ser más claro; tuvo amplia oportunidad para matarlo, pero no hizo. Lo imaginamos con el pedazo de tela, mostrándoselo como una bandera blanca, suplicando por la paz. Aunque no lo mató, lo enfrentó, mostrándole su pecado, esperando que cambiara.
¿Eres tú?
Cuando Saúl miró hacia el borde de su manto y vio el pedazo que faltaba, ¿Qué pensó? Quizás vulnerable por la posición en que estuvo, quizás enojado con Abner por no protegerlo, quizás agradecido por estar vivo, y quizás cuestionado de qué se había convertido su vida, una continua caza de su yerno. Con valentía, David le gritó que Dios fuera quien juzgara, y que tal vez lo castigara por cazarlo; curiosamente, Dios ya lo había castigado con quitarle el reinado, pero el peor castigo estaba inminente.
Al entender lo que acaba de suceder, Saúl, comenzó a llorar. Continuamos con la historia, leyendo la respuesta de Saúl.
Has sido bueno conmigo, y yo en cambio, he sido malo
I Samuel 24:17-21: —Eres más leal que yo. Has sido bueno conmigo, y yo en cambio, he sido malo. Me has contado el bien que has hecho. El SEÑOR me puso en tus manos y aun así no me mataste. ¡No se atrapa una presa para luego dejarla ir! No se paga bien por mal. Que el SEÑOR te premie por ser bueno conmigo el día de hoy. Yo sé que serás el nuevo rey, reinarás sobre el reino de Israel. Prométeme, en el nombre del SEÑOR, que no destruirás a mis descendientes, aun después de mi muerte. Prométeme que no borrarás el nombre de mi familia.
Sé que serás el nuevo rey
¿Saúl realmente acaba de decir que sabe que el próximo rey no será Jonatán, sino David? Si esto es verdad, ¿para qué cazarlo e ir contra la voluntad de Dios? Saúl ya no tuvo El Espíritu del Señor, y como tal, le dijo lo que el mundo cree, que nadie paga el bien por el mal, lo opuesto que Dios nos pide. Por la influencia del espíritu maligno, Saúl no compartía la mente de Dios. Le pidió lo mismo que Jonatán le había pedido, que cuando fuera rey que no destruyera a sus descendientes. La promesa se pone aún más importante si pensamos en el hecho de que Mical, la hija de Saúl, seguía siendo la esposa legal de David. El texto dice que David le prometió a Saúl que no mataría a su familia, la cual es una admisión de saber que será el próximo rey. Y David no miente, no los matará, pero sus hombres no juran lo mismo, como veremos más adelante.
Después de su interacción, el texto dice que Saúl regresó a su casa, y David a su fuerte. Notamos que aunque ni de los dos se mataron, no se reconciliaron, no le invitó a regresar con él, no volvieron a rey y capitán, suegro y yerno. Los dos sabían que Saúl había pasado el límite y ya no había marcha atrás.
Este rey es un niño de mamá
Sin duda, los soldados del rey estaban furiosos; aunque probablemente muchos no estuvieran de acuerdo con cazar a David, ahora que lo encontraron, que lo matara ya y acaba con esta farsa, así podrían seguir con la protección y expansión de Israel, tal y como Dios manda. El ejército se quejaba: “Este rey realmente está loco, llevándolos a donde quiera y luego retirándose, ahogándose en lágrimas por David. Estamos muy cansados de cazar a David y hartos del rey.” El comportamiento del rey causó que más y más hombres lo abandonaron y buscaron al nuevo y verdadero liderazgo que encontraron en David.
En el próximo estudio, conoceremos a un tonto llamado Nabal, su esposa sabia, Abigail, y como con su sabiduría y belleza, previno una tragedia.