David rescata a Queilá y Saúl sigue cazando a David
Un pueblo desprotegido y un rey sanguinario
En el previo estudio, David llevó a sus padres a quedarse en Moab hasta que Saúl dejara de perseguirlo. Luego, por órdenes de Saúl, Doeg el edomita, asesinó al linaje de Elí, los cuales incluyeron 85 sacerdotes, sus esposas, hijos, y animales. Fue la peor decisión que Saúl jamás ha tomado, de la cual ya no hubo marcha atrás. En este estudio, David va a rescatar el pueblo de Queilá de un ataque de los filisteos y Saúl seguirá ignorando las necesidades de Israel a favor de cazar a David.
Primero, David consulta a Dios
Cuando la historia se abre, los filisteos están atacando a la ciudad de Queilá en el territorio de Israel. Sacaron los graneros y aterrorizaron a la gente. Unos del pueblo le informaron a David del ataque. Al enterarse, David quería rescatarlos, pero antes de actuar, David consultó a Dios, pidiéndole si debiera ir a pelear contra los filisteos. David habló con Dios a través del sacerdote Abiatar, (el hijo del difunto Ajimélec), el único que escapó de la masacre en Nob.
¿Qué es un efod?
Abiatar tenía el buen juicio de escapar con un efod. Aunque los escolares bíblicos no saben a ciencia cierta cómo funcionaron los efodes, fueron usados por los sacerdotes para revelar la voluntad de Dios. Piensan que dentro del efod, llevaba dos joyas a través de las cuales, de alguna forma, Dios contestaba las peticiones con una respuesta de sí o no, así que tenían que formar su pregunta para que se pudiera contestar sí o no. Los expertos bíblicos no están totalmente de acuerdo, pero piensan que es posible que Dios hiciera que las joyas se encendieran en un patrón que indicaba la respuesta, o que una de las joyas tenía escrita sí y la otra no, y de alguna forma Dios indicaba cuál al contestar la petición.
Recordamos que Dios ya no habló con Saúl, aun cuando lo buscó con el sacerdote usando el efod. Dios le contestó a David que fuera a pelear contra los filisteos y liberar a Queilá. Pero ¿para qué era el ejército del rey? ¿No era su deber cuidar a los ciudadanos de Israel? Desde que un espíritu maligno influenciaba a Saúl, ya no cuidó a Israel, sino que pasó todo su tiempo cazando a David. Pero los 400 valientes de David no querían rescatarlos, y con razón; recordamos que la mayoría no tenía entrenamiento militar, sino deudas y quejas. Comenzamos la historia leyendo el reproche de ellos que le hizo a David dudar de la respuesta de Dios.
Tenemos miedo
I Samuel 23:3-4: Pero los hombres de David le dijeron:
—Mira, si estando aquí en Judá tenemos miedo, imagínate cómo estaremos si vamos a donde está el ejército filisteo.
David consultó de nuevo al SEÑOR, y el SEÑOR le respondió:
—Ve a Queilá que yo te ayudaré a derrotar a los filisteos.
¿De verdad debemos ir?
Como hemos dicho, los valientes de David no comenzaron así. David tomó su consejo a pecho y consultó a Dios de nuevo. Sin castigarlo por su duda, pacientemente, Dios le aseguró a David que se fuera a Queilá y, prometió que Él le ayudara a derrotar a los filisteos. Aunque su banda tenía sus dudas, confiaron en David y fueron con él a Queilá. No lamentaron su decisión; al llegar en el pueblo de Queilá, pelearon contra los filisteos y se apoderaron del ganado, librándolos. Pero, el pueblo era traicionero; el texto no dice si era la misma gente que informó a David que Queilá estaba bajo ataque, pero le informó a Saúl que su enemigo estaba en Queilá. Continuamos con la historia, leyendo la reacción de Saúl al enterarse que David estaba en Queilá.
El rey no rescata al pueblo, sino caza a su yerno
I Samuel 23:7:… Saúl dijo:
—¡Dios me lo ha entregado! David está sin salida, en una ciudad con puertas y cerrojos.
David está sin salida
No sabemos si Saúl se enterara del ataque contra Queilá, pero no hizo nada para rescatarlo. Sin embargo, al saber el paradero de David, de inmediato hizo planes para asesinarlo. El plan del rey fue atraparlo, dejarlo sin salida y asesinarlo ante todos. Se atrevió a decir que Dios era el autor de esto, que se lo había entregado, pero, al contrario, veremos la liberación de David tal y como liberó a Queilá. Saúl convocó a todo su ejército para que apuraran a Queilá y eliminaran a David junto con sus hombres. David se enteró de que Saúl estuviera en camino. En vez de entrar en pánico, David le pidió a Abiatar que utilizara el efod y comenzó a orar. Le pregunto si Saúl realmente estaba en camino y si aun peor, si el pueblo de Queilá le entregaría al rey, por lealtad o por miedo. Por medio del efod, Dios le respondió que Saúl vendría y que sí, por desgracia, la gente de Queilá los entregaría al rey. Al enterarse que Saúl estaba en camino con la intención de matarlos, David y sus hombres salieron de Queilá. El texto dice que ahora era un grupo de alrededor de 600 hombres; ya ha crecido en poco tiempo. Sus espías le informaron a Saúl que David y sus hombres huyeron de Queilá, y Saúl no fue allá, ni siquiera para ver cómo estaban después del ataque de los filisteos. Saúl se había convertido en un hombre sumamente egoísta y malvado.
Saúl persigue a David
Con su banda creciendo, se le dificultó esconderse. El texto dice que después de huir de Queilá, se quedó en un fuerte que estaba en los cerros del desierto de Zif. Escondiéndose en el desierto los hizo fuertes y valientes porque no había alternativa. La vida en Zif era difícil: días calurosos, noches friolentas, falta de agua, falta de comida, serpientes y arañas venenosas. David utilizó lo que aprendió pastoreando ovejas, cuidándolos, y enfrentando leones y osos para cuidar a su creciente grupo. Saúl lo buscaba día tras día, pero el texto dice que Dios no le permitía encontrarlo. A pesar de estar bajo la protección de Dios, David tenía miedo de Saúl. Jonatán fue al verlo y lo animó a confiarse y animarse en El Señor. Continuamos con la historia, leyendo lo que Jonatán dijo a su mejor amigo.
No tengas miedo
I Samuel 23:17: Jonatán le dijo a David:
—No tengas miedo, mi papá no te hará ningún daño. Tú serás el rey de Israel, y yo seré tu segundo. Hasta mi papá lo sabe.
Todos saben que serás rey, y voy a estar a tu lado
El texto dice que Jonatán y David hicieron un pacto de nuevo ante el Señor, y luego se fueron en direcciones opuestas. A pesar de pensar que reinarían juntos, lo que no sabían fue que sería la última vez que se vieron. La gente del desierto de Zif también era traicionera; fue a Guibeá donde Saúl vivía y le dijo el paradero de David. Continuamos con la historia, leyendo el intercambio entre la gente de Zif y el rey.
Le decimos exactamente dónde está David
I Samuel 23:19-23: La gente de Zif fue a ver a Saúl en Guibeá para decirle:
—David se está escondiendo en nuestro territorio, en la fortaleza que está en Hores, en el cerro de Jaquilá, al sur de Jesimón. Nuestro deber es entregarle a David. Vaya y atrápelo cuando quiera.
Saúl respondió:
—Que el SEÑOR los bendiga por avisarme. Vayan y averigüen más acerca del paradero de David, dónde se esconde y quién lo ha ido a ver allí.
Saúl pensó: «David es muy astuto y está tratando de tenderme una trampa».
—Busquen todos sus escondites y vuelvan para informarme de todo. Entonces yo iré con ustedes y si David está en su territorio, yo lo encontraré, aun si tengo que buscarlo en todas las familias de Judá.
Tengo toda la información, pero no hago nada
El texto no dice la motivación de la gente de Zif de entregar a David. ¿Era leal o tenía miedo de Saúl? El infame de su locura difundió por Israel, y sabían que no los protegía, sino que cazaba a su yerno día y noche. La gente que vino a hablarle no pudo haber sido más específica en cuanto a la ubicación de David, sin embargo, Saúl le pidió que averiguara más acerca del paradero de David, y dónde se escondía. ¿Por qué le pidió esta información cuando ya se la dio? Creo que Saúl quería cazarlo, pero tenía miedo de atraparlo. Como dice el texto, Saúl pensó que aun con esta información, todo podría ser una trampa de David. Quizás la gente de Zif regresó confundida. ¿Qué más quería el rey? ¿No va a venir y atraparlo? Mientras, el pueblo, (quizás la misma gente), le advirtió a David que Saúl seguía cazándolo. David y su banda seguían huyendo de un punto hacia otro, sin rumbo, sin descanso. Cuando la gente de Zif procuró entregarlo a Saúl, David escribió el Salmo 54. Leemos una porción.
Gente extraña se ha puesto en mi contra, y los violentos quieren matarme
Salmo 54:1-4: Poema de David compuesto, cuando los zifitas le dijeron a Saúl que creían que David estaba escondido en su pueblo.
Dios mío, por tu nombre, sálvame; usa tu gran poder para hacerme justicia.
Dios mío, escucha mi oración, atiende a mis palabras.
Gente extraña se ha puesto en mi contra, y los violentos quieren matarme. Ellos no tienen en cuenta a Dios.
Pero Dios es quien me ayuda; el Señor me mantendrá con vida.
Un encuentro casi mortal
Un día, Saúl por fin encontró a David, pero Dios lo protegió. Continuamos con el final de esta historia.
I Samuel 23:26-28: Saúl se encontraba en un lado de la montaña y David y sus hombres en el otro lado. Saúl y su ejército estaban rodeando la montaña para capturar a David y a sus hombres, cuando un mensajero de Saúl llegó y le dijo:
—¡Apresúrese, Su Majestad, que los filisteos nos atacan!
Así que Saúl dejó de perseguir a David y fue a luchar contra los filisteos…
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Como prometió, Dios no permitió que Saúl capturara a David. En el próximo estudio, será David quien atrapa a Saúl, pero le perdonará la vida.