¡No hablemos de Doeg!

David lleva a su familia a Moab y Doeg mata al pueblo de Nob

En el previo estudio, David le pidió comida y una espada al sacerdote Ajimélec. Sin rumbo, terminó en la filistea ciudad de Gat, ante el Rey Aquis, y fingió estar loco para salir vivo. En este estudio, David envía a sus padres a vivir con sus parientes paganos en Moab. Luego, por la presencia y mentira de David, Doeg el edomita asesinará a todos los sacerdotes, así cumpliendo la profecía que un hombre de Dios le anunció al difunto sumo sacerdote Elí hace más de 50 años.

Huyendo de nuevo

Cuando la historia se abre, David está huyendo, pero esta vez de Gat. Ya había comido todas los panes y ahora se escondió en la oscura y húmeda cueva de Adulán, compartiendo su hogar con arañas y serpientes. De alguna forma, sus parientes se enteraron dónde estaba y fueron a unirse con él, junto con unos 400 hombres que serán conocidos como los valientes de David. Recordamos que ni Isaí ni su hermano mayor, Eliab, se portaron bien con él, pero ahora son parte del grupo que lo busca. ¿Algo cambió en sus corazones, o simplemente temaban por sus vidas, siendo amenazados por Saúl? Parece que Eliab, quien era soldado en el ejército de Saúl, ya no es soldado, sea por la obligación o la volición.

El texto dice las razones por las cuales se reunieron con David, abandonando a Saúl: unos estaban metidos en algún problema (no especifica cuáles, pero probablemente tuvieron alguna queja con el reinado de Saúl), otros debían mucho dinero (ahora que tienen un rey, tienen que pagar impuestos), y otros simplemente no estaban satisfechos con la vida, o sea, tener un rey no les resolvió sus problemas, exactamente como Samuel les advirtió. El texto no dice, pero parece que muchos de ellos no tuvieran entrenamiento militar cuando comenzaron a seguir a David. Sin embargo, se convirtieron en los 400 valientes de David; la amargura de una vida dura ayudó en convertirles en hombres leales, dispuestos a aprender a luchar con espadas y lanzas, o sin ellas. Leemos una descripción de ellos.

Feroces como leones

I Crónicas 12:8:...Ellos eran guerreros valientes, siempre listos para la guerra. Eran hábiles con el escudo y la lanza; feroces como leones y ágiles como gacelas en las montañas…   

Hombres disgustados a guerreros valientes

Los valientes no comenzaron así, sino hombres insatisfechos, metidos en problemas, con deudas; sin embargo, con El Espíritu de Dios que llevaba David, se convirtieron en un poder inigualable. David amaba mucho a sus padres, pero ya eran viejos y no quería que nada les sucediera. Ellos no pudieron vivir en una cueva y arriesgarse a la venganza de un rey loco. Como Isaí era nieto de Rut la moabita, David los llevó a Mizpa en Moab y habló con el rey. Comenzamos con la historia, leyendo lo que David le pidió al rey de Moab.

¿Mis padres pueden quedarse con Uds., los paganos?

I Samuel 22:3: David se dirigió a Mizpa, en Moab, y le pidió al rey de ese lugar:

—Deja que mis padres vengan a vivir con ustedes hasta que yo sepa lo que Dios tiene planeado para mí.

¿Fue buena idea dejarlos en Moab?

Recordamos que en Moab, adoraban a dioses falsos como Astarté, Baal y Quemos, a veces sacrificando a sus hijos a ellos. Sabiendo eso, entendemos la desesperación de David: no quería que sus padres vivieran entre paganos, pero tampoco quería que Saúl los matara. En vez de confiar sus vidas en las manos de Dios, se sentía que no había alternativa, y los dejó en Moab, quizás con la protección de sus hermanos, los tres mayores ya soldados experimentados. Una tradición rabínica indica que los padres de David (y quizás sus hermanos también) fueron asesinados en Moab. Veremos en el libro de II Samuel capítulo 8, que David atacará a Moab y matará a muchos moabitas. Si sus padres todavía vivieran allí, no hubiera hecho esto, sería una gran traición, pero si asesinaron a sus padres allí, sería una venganza.

El profeta Gad le avisó a David no vivir en la fortaleza, sino esconderse en Judá, donde estaría menos seguro, pero aprendería a dependerse totalmente de Dios. David siguió su consejo y se fue a vivir con sus 400 hombres valientes en el bosque de Jaret.

Saúl destruye a la familia de Ajimélec

Volvemos nuestra atención al rey Saúl, quien estaba muy frustrado por no capturar a David. El texto dice que un día estaba sentado bajo la sombra de un árbol en Guibeá cuando se enteró de que sus soldados hubieran oído que David y sus unos 400 hombres estaban en los alrededores. Como eran un grupo creciendo, ya no era tan fácil esconderse, especialmente en la tierra de Judá, prácticamente bajo la nariz del rey. Cuando Saúl escuchó esto, se enojó mucho. Unos de sus hombres habían abandonado al ejército para seguir a David, y Saúl no aguantó su deslealtad. El texto dice que recogió su lanza y se dirigió a sus oficiales con este aviso agresivo.

¿Les prometió la luna?

I Samuel 22:7-8:…¿Creen que el hijo de Isaí les dará campos y viñedos? ¿Creen que un hombre de Judá les dará ascensos y los hará oficiales de centenares y miles de hombres? ¡Ustedes están conspirando contra mí! Han hecho planes en secreto. Ninguno de ustedes me advirtió sobre mi hijo Jonatán ni que había hecho un pacto con el hijo de Isaí. Nadie cuida mis intereses. Ninguno me dijo que mi propio hijo anima a David a esconderse y atacarme. Eso es lo que está pasando ahora.

Nadie cuida mis intereses

David no les prometió nada a los disgustados que se unieron con él, ni siquiera les pidió que vinieran a vivir a escondidas con él, pero Saúl no creyó que ninguno de sus sujetos lo abandonarían sin una promesa de un ascenso, o un campo y viñedos. El hecho de que Saúl mencionó la posibilidad de darles un ascenso y hacerlos oficiales indica que creyó que David estaba creando su propio ejército. Saúl sonó muy paranoico, reclamando que conspiraron contra él, haciendo planes en secreto.

El texto no dice cómo, pero Saúl se enteró del pacto que Jonatán y David hicieran. Los acusó de no advertirle, pero probablemente nadie sabía del pacto. Quizás Jonatán estaba allí y trató de calmar a su papá, pero no sirvió. Saúl estaba quejándose de lo desleal que era su ejército, que no estaban ayudándole lo suficiente en procurar matar a David.

En la cara de la acusación del rey, el silencio de sus hombres es palpable. Doeg ya había regresado del santuario; recordó lo sucedido allí y se lo contó al rey, rompiendo el silencio. A Doeg no le importaban las políticas de Israel, pero le importaba mucho salir adelante y no tener que ser un pastor para el resto de su vida. Con la intención de ganar la confianza al rey, continuamos la historia con lo que Doeg le reveló a Saúl.

Yo lo vi

I Samuel 22:9-10: Doeg el edomita, que se encontraba entre los oficiales dijo:

—Yo vi al hijo de Isaí en Nob cuando fue a ver a Ajimélec hijo de Ajitob. Ajimélec oró al SEÑOR por David y le dio provisiones y la espada de Goliat.

¿Qué me das por verlo?

El rey se enfureció al enterarse que además de localizar a David y dejarlo escapar, Ajimélec había ayudado a David con comida, armas, y lo más importante, oración. Saúl describió a David como “el hijo de Isaí”. Lo utilizó como un insulto, y Doeg usó el mismo lenguaje para ganarse la confianza del rey. Creo que los hombres del rey no sabían nada sobre el paradero de David, y aun si supieran algo, estaban hartos de obedecer este capricho del rey. Doeg no era leal a Saúl, ni a ningún de los israelitas, sino vio al rey como la clave para una vida mejor. Era el único que se atrevió a traicionar a David. Al escuchar que el sacerdote Ajimélec había ayudado a su enemigo, mandó llamarle junto con todos sus parientes. Continuamos con la historia, leyendo la rabia del rey loco, y la respuesta calmada de Ajimélec.

¿Cómo podrías hacerme esto?

I Samuel 22:13-16: —¿Por qué tú y el hijo de Isaí conspiran contra mí?—preguntó Saúl.— Le diste pan y una espada, y consultaste a Dios por él. ¡Y ahora está por atacarme!

—David le es fiel a usted—respondió Ajimélec. Ninguno de sus oficiales es tan fiel como él. Además es su yerno y capitán de su guardia. La propia familia de usted lo respeta.  No es la primera vez que oro por David ni mucho menos. No se me culpe a mí ni a mi familia, ya que somos sólo sus siervos y no sabemos nada de este asunto.

Pero el rey dijo:

—¡Ahimélec, tú y tu familia morirán!

¿Cómo sabría que lo odia? Soy sacerdote.

Influenciado por el espíritu malo, Saúl creyó que David, con la espada de Goliat y su pequeña banda de hombres, lo iba a atacar, y aún más importante, ganaría porque David era tan irritante que siempre ganaba. Saúl lo envidiaba porque un sacerdote consultó a Dios por él y le contestó; Dios dejó de hablar con Saúl hace mucho. Ajimélec no entendió la ira irracional del rey y le recordó que, claramente, su propio yerno era leal a él, y que, como sacerdotes, no sabían nada de asuntos del reino. Pero Saúl ignoró los hechos por completo. Aunque el texto no dice que el espíritu maligno lo controlaba, por lo que iba a exigir, no puede ser por otro motivo sino la influencia de un demonio. Saúl ordenó que sus soldados asesinaran a Ajimélec y toda su familia. Continuamos con la historia, leyendo la peor cosa que Saül jamás hizo, que también es el cumplimiento de una profecía sobre la exterminación de la familia del sumo sacerdote Elí.

Maten a los sacerdotes del SEÑOR

I Samuel 22:17-19: En ese momento, el rey ordenó a los guardias que lo acompañaban:—¡Maten a los sacerdotes del SEÑOR porque están de parte de David! Sabían que David estaba huyendo y aun así no me avisaron.

Pero los oficiales del rey no se atrevían a hacerles daño a los sacerdotes del SEÑOR. Así que el rey le ordenó a Doeg que los matara. Ese día Doeg el edomita mató a 85 sacerdotes. Mató a toda la gente de Nob, el pueblo de los sacerdotes. A filo de espada mató a hombres, mujeres, niños y bebés. También mató al ganado, los asnos y las ovejas.

La masacre de Doeg

El texto no nombra a los guardias que acompañaron a Saúl, pero seguramente estaba Abner, su general. Abner, aunque era un hombre sin escrúpulos, temía a Dios y no se atrevería a obedecer tal mandato, aun del rey. Doeg no temía a Dios y por lo tanto no temía asesinar a los hombres de Dios. Si fuera esclavo, todavía era leal a su tierra materna y matar a los sacerdotes fue la oportunidad de un poco de venganza para su pueblo. A lo mejor fue por eso que después de asesinar a los sacerdotes, siguió la masacre con todos viviendo en Nob. No sabemos exactamente cuánta gente asesinó, pero era más que los 85 sacerdotes; mató también a todos en sus familias y todos su animales. El rey ni siquiera se lo pidió.

Tan solo un sacerdote escapó, uno de los hijos de Ajimélec, Abiatar. Terminamos con la última sección del texto de esta historia. Abiatar se encontró a David y le contó lo que sucedió, y David lamentó lo sucedido, sintiéndose culpable por su mentira. 

I Samuel 22:22: Entonces David le dijo a Abiatar:

—Yo soy el responsable por la muerte de tu familia. Cuando vi a Doeg el edomita en Nob aquel día, supe que le avisaría a Saúl.

David se sentía tan mal, tan culpable, con lo que su presencia y mentira provocó, que escribió Salmo 52 que cuenta sus sentimientos sobre Doeg. Leemos Salmo 52:1-5:

Poema de David cuando Doeg le contó a Saúl que había ido a la casa de Ajimélec

¿Por qué te enorgulleces de lo mal que haces…? Tú, lengua traicionera, siempre estás planeando cómo destruir a alguien, practicas la mentira como quien afila la navaja. Prefieres el mal al bien, mentir a decir la verdad…A ti y a tu lengua venenosa les encanta hacerle daño a la gente. Por eso Dios te destruirá para siempre; te agarrará y te expulsará de tu vivienda; te arrancará la vida…

Lamento las muertes, lamento mi mentira

El Salmo nos hace preguntar: ¿es el remordimiento de David por su mentira o el enojo de David y le llama a Doeg un mentiroso? Mentiroso no es, sino asesino. Con esta masacre, se cumplió la promesa que Dios le hizo al sumo sacerdote Elí en I Samuel 2. Le dijo que exterminaría toda su línea por el pecado de sus hijos, que morirían a filo de espada. Y eso es exactamente lo que sucedió. Así que, Doeg, aunque malo, estaba cumpliendo la promesa de Dios, quien usa a todos para cumplir Su voluntad. Recordamos las consecuencias de mentir: si David hubiera dicho la verdad a Ajimélec, quizás habría escogido darle provisiones, aun sabiendo el riesgo, o a lo mejor le habría dicho que no podía ayudarle, pero hubiera sido decisión suya. Cuando mentimos, quitamos el derecho de la gente de escoger sabiendo todos los hechos.

En el próximo estudio, David defiende a Quila y Saúl sigue persiguiéndolo.

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