Dios partió el mar Rojo

Los israelitas cruzaron el mar, los egipcios los persiguieron y murieron

En la devocional anterior, por causa de su corazón endurecido, el faraón perdió a su primogénito y echó a todos los israelitas de Egipto. No pasó mucho tiempo antes de que hiciera falta la presencia de los israelitas. La mayoría de los artesanos eran hebreos, y sin ellos, no podían comenzar la reconstrucción de la ciudad. Un poco después de dejarlos libres, el faraón se arrepintió y decidió perseguirlos y forzarlos a volver a Egipto. Pero perseguir a Su pueblo fue la obra de Dios. Dios hizo que los israelitas acamparan cerca del mar Rojo. Comenzamos con la historia de cómo el faraón y el ejército egipcio persiguieron a los hebreos por el plan de Dios, revelado a Moisés.

Los derrotaré a él y a su ejército

Éxodo 14:3-5 El faraón va a pensar: “Los israelitas están confundidos, perdidos en el desierto”. Voy a hacer que el faraón se atreva a perseguirlos a ustedes. Entonces apareceré con gloria y gran poder. Los derrotaré a él y a su ejército. Así van a saber ellos que yo soy el SEÑOR». Entonces los israelitas hicieron tal como él les dijo. Cuando el rey de Egipto se enteró de que el pueblo de Israel se había escapado, él y sus servidores cambiaron de parecer en cuanto a los israelitas, y dijeron: «¿Cómo pudimos permitir que se fueran los israelitas y dejaran de trabajar para nosotros?» 

Espera, ¿Quién va a reconstruir Egipto?

Dios le dijo a Moisés que Él quería que el faraón creyera que los israelitas estaban confundidos, liderados por un anciano débil que los llevó al desierto sin saber a dónde iban. Quería que el faraón se sintiera confiado y orgulloso, lo cual le dirigiría a su fin. Destruir al faraón junto con todo el ejército dejaría a Egipto muy vulnerable. Sin un rey y sin un ejército, no tendrían forma de escapar de un ataque de un pueblo vecino; podrían conquistarlos y esclavizarlos.

Los servidores del faraón eran una mala influencia

El faraón mantuvo mala compañía; el texto dice que él y sus servidores cambiaron de parecer en cuanto a los israelitas. Quizás comenzó con una frustración: de costumbre, llamó a uno de los esclavos para hacer algún trabajo pesado, pero paró, dándose cuenta de que ya no estaba. Pero no quiso hacer trabajos pesados, y tampoco quiso que los egipcios tuvieran que trabajar tanto. A fin de cuentas, lo que los hebreos destruyeron, debiera ser ellos quienes limpiaran y reconstruyeran, sería lo menos que podrían hacer. Unos servidores del rey dejaron escapar una lagrima, y luego otra. Nunca iban a ver a sus hijos mayores de nuevo. Había tantos cuerpos que embalsamar que los sacerdotes no pudieron embalsamarlos todos. Además, muchos sacerdotes habían muertos, y ahora no contaban con suficientes para sanar a los enfermos, hacer ofrendas a los dios todavía enojados con ellos, y embalsar y enterar a los muchos muertos. Un servidor suspiró, diciendo que hacían falta los esclavos para ayudar. El faraón escuchó su comentario. Si, hacían falta a los esclavos. Quería que limpiaran, y reconstruyeran su ciudad y que fueran agradecidos por vivir en la mejor ciudad del mundo. Pero no pudieron devolverle a su hijo. Y por eso, quería arrastrarlos por el desierto, torturarlos, y hacerlos sufrir como nunca.

¿El faraón estaba confundido o enojado?

Cuando el texto nos dice que el faraón se enteró de que los israelitas se habían escapado, tenemos que volver a la pregunta que hicimos en la devocional anterior: ¿el faraón los echó para siempre o para los tres días para celebrar una fiesta a El Señor en el desierto? De verdad, los israelitas no escaparon; el faraón les ordenó salir de inmediato. ¿Esperó que regresaran? Probablemente, en su ira por la pérdida de su hijo mayor, el faraón los echó para siempre, pero Dios hizo que su ira creció aún más con su deseo de vengarse de los esclavos que se atrevieran arruinar a Egipto, matar a su primogénito e irse con la riqueza de Egipto. Ahora quería hacerlos sufrir, y mostrarles que él era Horus Vivo. Su rabia explotó. No iban a quedarse con los brazos cruzados, iban a perseguirlos. El texto nos dice que el faraón dio la orden de preparar su carro de combate real, junto con todo su ejército, y todos los carros de combate de Egipto.  

El ejército egipcio alcanzó a los israelitas mientras estaban acampando al lado del mar Rojo. Parecía que estaban atrapados, sin dónde escapar. Continuamos con la historia, leyendo la reacción de los israelitas cuando vieron a todo el ejército persiguiéndolos.

¿Por qué nos sacaste de Egipto?

Éxodo 14:10-12:  A medida que el faraón se iba acercando, los israelitas se fueron dando cuenta de que los egipcios venían por ellos. Se asustaron mucho y oraron para que el SEÑOR los ayudara.  Le dijeron a Moisés:

—¿Acaso nos trajiste aquí al desierto a morir porque no había tumbas en Egipto? ¿Por qué nos hiciste esto? ¿Por qué nos sacaste de Egipto? ¿Acaso no te dijimos en Egipto: “Déjanos trabajar en paz para los egipcios”? Es preferible ser esclavo en Egipto que morir en el desierto.

Asustados y quejándose de nuevo

Hasta ese momento, los israelitas estaban tan alegres por su libertad que ni pensaron en dónde iban exactamente, cómo iban a encontrar agua en el desierto, ni qué iban a comer. Pero al ver el terror del ejército egipcio, se asustaron tanto que querían regresar a la esclavitud. Parece que ambos egipcios e israelitas se olvidaron de las plagas, de cómo Dios destruyó a Egipto para salvar a Su pueblo. Su reacción fue orar, pero también expresaron rabia hacia Moisés por sacarlos para morir en el desierto. ¿Los hebreos realmente le dijeron dejarlos trabajar en paz como esclavos? Los esclavos nunca tuvieron paz; eran desechables y miserables. ¿Se olvidaron de cómo era su vida en un lapso tan corto? ¿Perdieron su fe en Dios tan rápidamente? Moisés, este hombre que se describió como lento para hablar, los pacificó, diciéndoles que lo único que tendrían que hacer fue detenerse, dejar de quejarse, y ver cómo Dios los salvaría, prometiéndoles que después de ese día jamás volverían a ver a los egipcios. Para los egipcios que se fueron con los hebreos, me imagino que fuera difícil para ellos ver lo que iba a acontecer. 

Dios le instruyó a Moisés a levantar su bastón, el mismo que usó en las plagas, y extender el brazo sobre el mar. Continuamos con la historia, leyendo lo que aconteció cuando Moisés extendió el bastón.

El mar se transformó en dos murallas de agua

Éxodo 14:21-23:  Moisés extendió su brazo sobre el mar y el SEÑOR provocó un fuerte viento del oriente que sopló toda la noche e hizo que el mar retrocediera. Las aguas retrocedieron a cada lado, dejando en el medio la tierra seca. Entonces los israelitas caminaron en medio del mar, sobre suelo firme. Se formaron dos murallas de agua, una a cada lado.  Pero los egipcios se fueron a perseguirlos. Todos los caballos del faraón, sus carros de combate y su caballería, fueron tras ellos en medio del mar. 

Los egipcios persiguieron a los israelitas

Cuando el texto nos dice que los israelitas cruzaron en tierra seca, esto fue exactamente lo que aconteció; no estaba resbaloso, ni lodoso, sino tierra firme y seca, con el viento empujándolos. Tenían que apurarse, pero como había alrededor de dos millones de personas, tardaron toda la noche en cruzar, especialmente con los rebaños, niños, y ancianos que necesitaban ayuda. Pero todos cruzaron, ni una israelita se ahogó. Miraron de un lado al otro, abrumados por las murallas de agua, los peces, hasta los pedazos de naufragios que vieron. Dios hizo que el ejército egipcio, junto con sus comandantes, sus jinetes, sus carros de combate, y el faraón mismo, se atrevieran a entrar en el mar Rojo y perseguirlos. Los israelitas miraron por atrás y se espantaron, apurándose aún más, sin dudar del poder de Dios de mantener las murallas del agua, pero a la vez preocupados por el poder del ejército. ¿Ellos iban a poder cruzar sin problemas también? Pero, Dios no iba a permitir esto. El texto dice que Dios hizo que el ejército entrara en pánico, y dañó las ruedas de su carros de combate tan impresionantes. Fue entonces que se dieron cuenta demasiado tarde de que perseguirlos no fue buena idea. Continuamos con la historia, leyendo cómo Dios destruyó al ejército egipcio.

¡Vámonos de aquí!

Éxodo 14:25, 27-28…Entonces los egipcios dijeron:

—¡Vámonos de aquí! El SEÑOR está del lado de los israelitas y está peleando contra nosotros.

Entonces, en la mañana, Moisés extendió su brazo sobre el mar y el agua regresó a su lugar cubriendo a todos los egipcios. El SEÑOR ahogó a todos los egipcios con el agua del mar.  El agua regresó cubriendo todos los carros de combate y a los jinetes del ejército del faraón, que habían entrado al mar para perseguirlos. Ninguno de ellos quedó vivo. 

No hubo sobreviviente

Cuando el último hebreo alcanzó la otra orilla, Moisés extendió el brazo sobre el mar, y toda el agua regresó a su lugar, ahogando a todos los egipcios, todos los caballos, y todos los carros de combate. ¿El faraón sobrevivió? Aunque no sabemos a ciencia cierta, parece que no: el texto dice que ninguno de ellos quedó vivo. Dios lo endureció tanto, y estaba tan lleno de ira y orgullo que probablemente se atreviera a entrar en el mar con su ejército. Es fácil imaginar que algunos de los soldados no quisieron entrar al mar; sabían de qué era capaz El Dios de los hebreos y sabían que esto no iba a terminar bien, pero no tenían alternativa.

Después, el texto dice que los israelitas vieron a los cuerpos egipcios flotando cerca de la orilla del mar. Dios les permitió casi cruzar todo el mar antes de aniquilarlos; ya no había manera de forzarlos a regresar a Egipto. El texto nos dice que los israelitas se dieron cuenta del gran poder de Dios y confiaron en Él y Moisés. ¿Los israelitas van a seguir confiando en Dios y Moisés? Sus problemas apenas están comenzando. ¿Dónde iban a conseguir agua y comida? En la próxima devocional, veremos cómo Dios los alimentó en el medio de la nada.

Anterior
Anterior

Maná, el pan del cielo

Siguiente
Siguiente

Los israelitas salieron de Egipto