Noemí y Rut

Una viuda amargada y una nuera fiel

Seguimos en el tiempo de los jueces, conociendo a una mujer judía, Noemí y su nuera moabita, Rut. Hubo una época durante el tiempo de los jueces en que había una hambruna en Judá. Así que Elimélec, y su esposa Noemí, y sus dos hijos Majlón y Quilión se fueron a vivir en Moab, una región pagana de Canaán, fuera de la tierra prometida.

Moab era muy mala

Recordamos que Moab era una ciudad muy mala. En los tiempos de Moisés, hubo un rey llamado Balac, y contrató a un hechicero llamado Balán para maldecir a los israelitas. Cuando esto no funcionó, mandaron profetisas de Baal para seducir a los israelitas, lo cual dio el resultado deseado por Moab y resultó en una plaga en toda Israel. En Moab, sacrificaron sus hijos a Baal y Istar, y otros dioses que anhelaban la sangre de inocentes. Había idolatría, prostitución, homosexualidad, violencia, y parrandas de las más bajas y carnales. Pero parece que la familia prosperó porque el texto dice que se quedaron allí los cuatro, aparentemente felices, adaptándose a la vida pagana.

Los hombres su murieron

Pero un día, Elimélec se murió en esta tierra pagana. Sus dos hijos crecieron y Noemí arregló sus matrimonios con mujeres moabitas, Orfa y Rut. Parece extraño que Noemí, una judía, permitiera que sus hijos se casaran con las mujeres moabitas. Sin duda, trajeron sus ideas y valores paganos a la familia. Quizás adoraron dioses, les ofrecieron ofrendas, y participaron en fiestas de la patria de Moab. A pesar de esta diferencia, Noemí era una suegra amorosa y amable que ninguna de las nueras deseaba abandonar. El texto dice que los hijos de Noemí estuvieron casados con las moabitas por diez años, después de los cuales, se murieron; no sabemos de qué ni si se murieron a la misma vez.  El texto dice esto sobre Noemí: Así que Noemí quedó sola, pues no tenía esposo ni hijos (Rut 1:5). Ahora que su esposo y ambos de sus hijos estaban muertos, estaba sola. Noemí se sentía destrozada después de perder tanto a su marido como a sus hijos. En el mundo antiguo, las viudas quedaban indigentes; si no se casaban de nuevo, no tenían manera de proveer para sí mismos. 

Noemí vuelve a Belén

Noemí se enteró de que ya no había hambruna en Juda y decidió regresar a su pueblo, acompañada por sus dos nueras. Después de vivir más que una década en Moab, ya acostumbrada a vivir entre los paganos, empacaron sus cosas y dejaron su casa, rumbo a Judá. ¿Su casa en Judá estará vacante, esperándolas? Caminaron las tres, sus corazones pesados, las mentes corrieron más rápido que los pies. Notamos que ni Orfa ni Rut tuvieron un hijo. Comenzamos la historia de Noemí con una decisión que tomó en ruta a Judá.

¡Que el SEÑOR permita que encuentren esposos y tengan un hogar feliz!

Rut 1:8-10: Pero entonces Noemí les dijo a sus dos nueras:

—¿No quieren volver cada una a su casa con su mamá? Ustedes han sido muy buenas conmigo y con sus esposos. ¡Que así también el SEÑOR sea bueno y leal con ustedes! ¡Que el SEÑOR permita que encuentren esposos y tengan un hogar feliz!

Luego Noemí las besó, pero ellas rompieron en llanto, y le dijeron:

—No, nosotras queremos regresar contigo a tu pueblo.

Vamos contigo a dónde estés

En el camino, Noemí cambió de idea y decidió que sería mejor para ellas regresar a las casas de sus padres, o mejor, decidió que sería mejor para ella no llegar a Judá con dos mujeres paganas. Pensó que no la iban a recibir bien por haber ido a Moab durante la hambruna. Si no llegó con evidencia de que casara a sus hijos con paganas, quizás podría adaptarse mejor a la vida de una viuda judía. Pero sus nueras lloraron e insistieron en acompañarla. ¿Por qué querían continuar el viaje en vez de regresar con su pueblo, libres para casarse de nuevo y ser felices?

El texto implica que Noemí no trató de convertir a las mujeres ni exigió que se conformaran a las tradiciones y costumbres israelitas. Su presencia amorosa influyó tanto a ellas que, en vez de volver a lo familiar de su propio pueblo y la oportunidad de encontrar nuevos esposos, prefirieron quedarse con Noemí. Si Noemí hubiera sido crítica, amarga y resentida, probablemente habrían regresado alegremente a los hogares de sus padres, contentas de deshacerse de ella. Noemí, aun en su amargura, nunca perdió la fe en la bondad de Dios. Ella pronunció una bendición sobre Rut y Orfa de que Dios fuera amable con ellas y las ayudaría a encontrar nuevos esposos.  

Aun si insistes

Orfa y Rut no se fueron, y Noemí tuvo que insistir. El texto dice que les preguntó por qué querían ir a Judá con ella. Les recordó que jamás tendría otros hijos con quienes podrían casarse, que sería mejor regresar con sus familias. El texto implica que ninguna de las dos nueras fuera muy joven, y si quisieran formar una familia, tendrían que apurarse, volviéndose a casar mientras pudieran embarazarse. Noemí les confesó sentirse como si Dios estuviera en su contra. No sabía cómo iba a ser la vida en Judá y no pudo garantizar su comodidad ni seguridad. Llorando y entre sollozos, Orfa se rindió, abrazando a Rut y despidiéndose de su suegra con un beso; se marchó en otra dirección, hacia los templos y mercados de Moab.  Continuamos con la historia, leyendo el conmovedor discurso que Rut le dio a Noemí, convenciéndola de permitir que ella se quedara con ella.

A donde vayas tú, iré yo

Rut 1:15-17: Noemí dijo:

—Mira, tu concuñada regresó con su gente y con sus dioses. Síguela.

Pero Rut le dijo:

—¡No me obligues a abandonarte y separarme de ti! »A donde vayas tú, iré yo; y donde vivas tú, viviré yo. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Donde mueras tú, moriré yo y seré sepultada. ¡Que el SEÑOR me castigue con severidad si no cumplo con esta promesa: sólo la muerte nos separará!

Tu Dios será mi Dios

Después de esto, Noemí se dio cuenta de la determinada que estaba continuar a su lado y dejó de persuadirle irse a la casa de sus padres. Es admirable que Rut se negara a dejar Naomí, pero era tan inflexible que tal vez su familia abusó de ella, amenazándola cuando era más joven a ser sacrificada a dioses, y por lo tanto no quiso regresar con sus padres. Rut hizo una declaración de fe, negando a Baal y los demás dioses: Tu Dios, será mi Dios. Sin conocerlo, tomó por cierto que existe, y que es mejor que cualquier otro dios, tanto que, con estas palabras, abandonó al paganismo.

Era un viaje peligroso por el desierto, especialmente sin un hombre para protegerlas. Luego, llegaron a Belén. Todo el pueblo se les acercó, incrédulos de ver a Noemí de nuevo después de tantos años. El nombre Noemí quería decir feliz o agradable. Noemí les dijo a las mujeres no llamarla por su nombre, sino por un nombre que significaba amargada o triste, porque así era después de perderlo todo. Continuamos con la historia, leyendo lo que Noemí les dijo a las mujeres de Belén.

No me llamen feliz, llámenme amargada

Rut 1: 20-21: Pero ella les decía:

—No me llamen Noemí, llámenme Mara porque Dios Todopoderoso me ha dado tristeza. Cuando me fui de aquí, tenía en abundancia; pero ahora regreso sin nada porque así lo quiso el SEÑOR. Por eso ustedes no deben llamarme Noemí, porque el SEÑOR Todopoderoso ha sido muy duro conmigo.

El SEÑOR Todopoderoso ha sido muy duro conmigo

Vale la pena notar que el pueblo de Belén sobrevivió la hambruna; muchas mujeres la reconocieron. Noemí sentía culpable por su desobediencia en marcharse fuera de la tierra prometida y casar a sus hijos con dos paganas; creía que como castigo divino, les quitó su marido e hijos antes de tiempo. Creo que se sentía aun más culpable a ver tanta gente que conocía; ellas sobrevivieron, su familia hubiera sobrevivido en Belén también. Pero, Noemí mintió: dijo que cuando se fue de Belén, tenía abundancia, pero se fueron de allí por lo contrario, por no tener suficiente qué comer. Dijo que El Señor ha sido muy duro con ella, a pesar de Su protección en Moab, muchos años de casada que resultó en dos hijos y luego dos nueras muy apegadas a ella. Creyó que su vida había terminada: era viuda, demasiada vieja para volver a casarse. Sólo porque tus circunstancias actuales sean malas, eso no significa que Dios no pueda cambiarlo todo en cualquier momento. 

En la próxima devocional, continuamos con la historia de Rut, conociendo a esta moabita mejor y conociendo a su futuro marido. 

Evelyn Bou

Empatizo con el caos que el dolor traiga. Sé lo que es tratar de utilizar los recursos disponibles para mejorar, al terminar sintiéndose frustrada y aún más sola. Aprendí tanto sobre el dolor que me convertí en una coach certificada en el duelo y las relaciones, y profesional del trauma, con la esperanza de ayudar y brindándoles apoyo emocional a otras mujeres cristianas.

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