Los hombres de Benjamín secuestraron esposas

Una promesa tonta y el secuestro de mujeres  

En la devocional anterior, conocimos a un levita malvado que forzó a su concubina a tomar su lugar con unos hombres degenerados, quienes la violaron hasta la muerte y esto resultó en una guerra civil entre los hombres de Israel y la tribu de Benjamín. Después de la guerra, los hombres de Israel tomaron su venganza, entrando en la región de Benjamín, matando a todos, y quemando las ciudades. Ahora tan solo 600 hombres de la tribu de Benjamín estaban vivos. Pero Dios nunca dijo que matara a todos de la tribu de Benjamín, sino los hombres de Israel hicieron lo que hacían en todo el libro de jueces, haciendo lo que a ellos parecían mejor, sin consultar a Dios.

Una promesa tonta

En la reunión en Mizpa de todas las tribus (menos Benjamín, claro) los hombres de Israel se habían prometido que ninguno dejaría que sus hijas se casaran con uno de los pocos hombres de Benjamín. En el momento fue comprensible, que con tanta ira contra los de Benjamín por haber permitido un acto tan descarado, los hombres no quisieron que sus hijas tuvieran nada que ver con los hombres de Benjamín. Pero, esto significa que, dentro de una generación, la tribu de Benjamín ya no existiría. Los israelitas no quisieron perder una de sus tribus. El texto dice que clamaron y lamentaron ante el Señor, preguntándole por qué Israel perderá a una de sus tribus, como si se olvidaron de la guerra civil entre ellos y Benjamín, y la masacre de casi todos de la tribu de Benjamín, lo cual fue decisión propia, no la de Dios.

Otra promesa tonta

Al día siguiente se levantaron temprano y construyeron un altar a El Señor, dándole ofrendas que debieron quemarse completamente. Buscaron una respuesta a cómo resolver la situación de la existencia precaria de Benjamín. Se preguntaron si alguna tribu no se reuniera con ellos en Mizpa. Cuando estuvieron en Mizpa, también juraron que cualquier tribu que no se reuniera con ellos, la matarían. Lamentaron la situación de Benjamín, pero se aferraron a la promesa que hicieron que ningún hombre de Benjamín se casaría con sus hijas. A pesar de clamar a Dios, no les contestó. Su silencio resonaba. De repente, se dieron cuenta que ningún hombre de la ciudad de Jabés Galaad se presentó en Mizpa. Comenzamos la historia de cómo los 600 hombres de Benjamín consiguieron esposas leyendo el cumplimiento de la promesa tonta que hicieron.

Maten a todos, menos las vírgenes

Jueces 21:10-12: Entonces enviaron 12 000 soldados a esa ciudad con esta orden: «Lleven sus espadas y maten a todos los habitantes de esa ciudad, incluyendo mujeres y niños. Maten a todos los hombres y a todas las mujeres que no sean vírgenes, pero no le hagan daño a las vírgenes». Los soldados cumplieron esa orden, encontraron 400 mujeres vírgenes y las llevaron al campamento de Siló en Canaán.

Secuestran a las vírgenes

Sabemos que la mano de Dios no estaba en esta decisión violenta y sin sentido. Como vimos en la última devocional, Israel era su peor enemigo, violando a su pueblo y matándose. Lamentó la realidad de que Benjamín ya no existiría, pero a la misma vez, no pensaron dos veces en cumplir una promesa tonta, matando a toda una ciudad menos 400 vírgenes, las cuales secuestraron. Como mataron a sus padres y hermanos, no había nadie que protestara el casamiento con hombres de Benjamín. Estas pobrecitas traumatizadas serán destinadas a casarse con los hombres de la tribu de Benjamín, le gustarán o no. Después de este barbaridad, los hombres de Israel les enviaron un mensaje a los hombres de Benjamín, informándoles que querían hacer las paces con ellos. Derrotados, los 600 sobrevivientes arrastraron los pies hasta llegar a Israel. Los hombres de Israel les tuvieron una sorpresa: las vírgenes raptadas de Jabés Galaad. Pero hubo 600 hombres y tan solo 400 mujeres, así que 200 hombres no tuvieron una mujer.

En vez de esperar que las 400 parejas podrían repoblar la tribu de Benjamín, o desistir en su promesa de no permitirles casarse con ninguna de sus hijas, los hombres de Israel conspiraron para que todos los demás tuvieran una mujer. El texto implica que los israelitas no tomaran responsabilidad por matar a casi todos de la tribu de Benjamín, que era culpa de Dios. Pero los hombres de Israel tuvieron una idea; se acercó la fiesta que se celebraba cada año en Siló. Continuamos con la historia, leyendo la muy mala idea de los ancianos líderes de Israel.

¡Escóndanse en los viñedos y estén atentos!

Jueces 21:20-22: Entonces, los ancianos líderes hablaron con los hombres de Benjamín sobre la idea y dijeron: «¡Escóndanse en los viñedos y estén atentos! Esperen a que salgan al baile las mujeres de Siló y luego salgan ustedes. Cada uno puede tomar una mujer y llevarla al territorio de Benjamín para casarse con ella. Los padres o los hermanos de esas mujeres vendrán a quejarse con nosotros pero les diremos: “¡Tengan piedad con los hombres de Benjamín, permítanles casarse con esas mujeres! Durante la guerra no pudimos conseguir esposas para cada uno de ellos y como ustedes no les entregaron voluntariamente las mujeres, ustedes no rompieron su promesa”».

Secuestraron a sus hijas, pero tengan piedad

La primera cosa que está mal con este plan es que no consultaron a Dios. Es una idea muy malvada secuestrar a las mujeres de Siló mientras bailaron, forzándolas a dejar a sus familias y casarse con hombres sin la aprobación y protección de sus familias. Gritaron, patearon, mordieron, pero al final, se rindieron al secuestradores; no tuvieron de otra. Al casarse con los hombres de Benjamín, probablemente sus familias ya no tendrán ningún contacto con ellas, tratándolas como traidores, aunque claro, casarse con ellos no fue culpa suya. El cuento que pensaron decirles a los padres y hermanos fue ridículo, haciéndoles sentirse bien del secuestro porque no dieron su permiso para casarse, no rompieron la promesa, y todo estaba bien. Pero como en todo el libro de jueces, todo no estaba bien. Las mujeres fueron llevadas al territorio de Benjamín, donde ya no había ciudades ni comodidades. Probablemente jamás verían a sus familias de nuevo y serían forzadas a ser esposas de hombres violentos, quienes estuvieron de acuerdo con secuestrar a una esposa.

El texto dice que los hombres de Benjamín siguieron el consejo, cada uno raptando y casándose con una de las mujeres que bailaron. No tuvieron de otra, regresando con sus nuevos esposos a la tierra de Benjamín y viviendo allí. Aquí terminamos el libro de jueces con el mismo mensaje de todo ese tiempo oscuro.

Jueces 21:25: En ese tiempo Israel no tenía rey y cada uno hacía lo que mejor le parecía.

En la próxima devocional, comenzaremos el libro de Rut. 

Evelyn Bou

Empatizo con el caos que el dolor traiga. Sé lo que es tratar de utilizar los recursos disponibles para mejorar, al terminar sintiéndose frustrada y aún más sola. Aprendí tanto sobre el dolor que me convertí en una coach certificada en el duelo y las relaciones, y profesional del trauma, con la esperanza de ayudar y brindándoles apoyo emocional a otras mujeres cristianas.

http://apoyocristiana.com
Anterior
Anterior

Noemí y Rut

Siguiente
Siguiente

El levita y su concubina