El primer encuentro de Moisés con el faraón

Un encuentro valiente, un castigo, y el plan de Dios

En la devocional anterior, la esposa de Moisés, Séfora, salvó la vida de Moisés, ella y sus hijos regresaron a Madián, y Moisés se reunió con su hermano Aarón en el desierto. Llegaron a Egipto y Moisés les mostró las señales que Dios le dio. Creyeron y adoraron a Dios. En esta devocional, veremos el primer encuentro entre Moisés y el faraón, el castigo que el faraón les dio, el reclamo de Moisés a Dios y cómo todo esto era parte del plan de Dios.

Moisés y Aarón frente al faraón

Dios mandó a Moisés y Aarón ir al palacio y hablar con el faraón. Moisés no nos cuenta cómo consiguieron una audiencia con el rey, quien no se acostumbraba a permitir esclavos inmundos a la sala de trono. Tampoco nos dice si Moisés conocía a este faraón, pero como era el nieto adoptivo del antiguo faraón, probablemente crecía con el que ahora gobernaba. Moisés no lo mencionó por nombre, quizás para no darle la importancia que ser nombrado significa, pero historiadores nos indican que este faraón era Ramsés II.

Cuando estudiamos el éxodo, tenemos que poner al lado las películas y novelas que pintan esta historia con un toque romántico, con Nefatari y Moisés como amantes. Ramsés no estaba casado con Nefatari, y cuando Moisés regresó a Egipto, tenía 80 años. Si algún día le hubiera interesado una egipcia, esa época ya pasó hace 40 años y ahora su único propósito en regresar era la liberación del pueblo de Dios.

Ante el faraón, Moisés y Aarón le repitieron el mensaje que Dios les había dado, de pedir permiso para que fueran al desierto para celebrar, adorar y sacrificar a Dios. Comenzamos la historia leyendo la respuesta del faraón.

Déjanos ir al desierto

Éxodo 5:2-3: Pero el faraón dijo:

—¿Quién es el SEÑOR? ¿Por qué tengo que obedecerle y liberar a Israel? No conozco al SEÑOR y no voy a liberar a Israel.

Entonces ellos dijeron:

—El Dios de los hebreos vino a visitarnos. Déjanos ir al desierto, a un viaje de tres días para ofrecerle sacrificios al SEÑOR nuestro Dios. Así evitarás que nos castigue, matándonos con enfermedades o guerras.

¿Quién es el SEÑOR?

Es la primera vez que se encontraron con el faraón. Vale la pena notar que una reunión con el faraón no era como una con el presidente de un país. El faraón era considerado Oros Vivo, un dios. Él era la ley y sus sujetos vivían para complacerlo. En el mundo antiguo, no existía otro país tan poderoso como Egipto, y el faraón era el líder más influyente y poderoso del mundo conocido. Moisés y Aarón obedecieron a Dios, sin saber si saldrían con vida de la reunión, pero tenían que confiar que Dios los protegería. El faraón les preguntó quién es El Señor. Un problema que veremos a través del éxodo es que los egipcios no dudaron de la existencia de El Dios de los hebreos; eran muy religiosos en el sentido de adoración y creencia en lo divino, pero creyeron en muchos dioses, añadiendo a El Dios de los hebreos como otro. Todos sus dioses tenían un nombre e imagen, dioses que se especializaron en alguna cosa como la guerra o el amor, pero no había algún dios todopoderoso. Pensaron que sus dioses junto con el faraón coexistían para mantener el equilibrio cósmico.

¿Tres días o para siempre?

Le pidieron permiso para ir al desierto no para siempre sino un viaje de tres días, implicando que regresarían para ser sus esclavos. Dios los instruyó comenzar pidiendo tan solo tres días, aunque su intención siempre era su libertad completa, para que vieran lo duro que el faraón era, que ni siquiera los dejaría ir por tres días, ni hablar de su libertad incondicional. ¿Qué es esto de que si no los dejará ir al desierto, los hebreos serían castigados por enfermedades o guerras? Dios no dijo eso, pero quizás no sabían que las plagas que Dios les enviará a los egipcios en su mayor parte no los afectarían directamente.

El faraón no estaba nada convencido, sino que los regañó y los envió a los dos a regresar a trabajar. Desde la perspectiva egipcia, creía que los hebreos eran una clase esclava, nacieron esclavos y morirían en esclavitud, que vivían para complacerlos y no sabrían qué hacer con su libertad. Por pedir que los israelitas se fueran a celebrar y adorar a El Señor en el desierto, el faraón los castigó. Llamó a los israelitas encargados de supervisar el trabajo de los demás hebreos; continuamos la historia leyendo el castigo que les puso.

Háganlos trabajar más duro

Éxodo 5:6-9: Ese mismo día el faraón ordenó a los capataces y a los jefes de cuadrilla:

—De ahora en adelante no le den al pueblo la paja para hacer ladrillos sino que vayan ellos mismos a recogerla. Pero aun así, ellos tienen que seguir produciendo la misma cantidad de ladrillos que antes. ¡No deben producir menos porque se están volviendo perezosos! Por eso es que se están quejando y pidiendo que los dejemos ir a ofrecerle sacrificios a su Dios. Así que háganlos trabajar más duro. De esa manera se mantendrán bien ocupados y no prestarán atención a las mentiras de Moisés.

Ladrillos sin paja

Los egipcios hacían ladrillos de una mezcla de barro y paja. Era una mezcla que producía ladrillos muy durables; todavía existen numerosos edificios egipcios hechos de este material. Los jefes de cuadrilla eran hebreos escogidos por los capataces egipcios, quizás por ser chismosos y más leales que otros hebreos, pensando que ser metiches los ayudaría salir de la miseria en vez de depender totalmente de Dios. Tenían una posición envidiable y muchos los odiaban: no trabajaban tan duros como los demás esclavos y tenían el oído de los capataces egipcios. Pero, a fin de cuentas, todavía eran esclavos. Tenían la tarea de comunicarles a todos los esclavos israelitas que ahora tendrían que buscar la paja donde pudieran, sin disminuir la cantidad de ladrillos producidos.

Así que, al día siguiente, todos fueron a buscar paja, incluso los niños y mujeres que no se acostumbraban a trabajar en las obras. Los jefes de cuadrilla los presionaron, repitiendo cuantas veces querían que tenían que producir la misma cantidad de ladrillos. Pero lograr producir la misma cantidad de ladrillos con tener que buscar la paja fue imposible. Los jefes de cuadrillas no escaparon al castigo; cuando los esclavos no pudieron producir la misma cantidad de ladrillos, los capataces egipcios los castigaron, golpeándolos. Los jefes de cuadrilla ya no pudieron más. Se juntaron y fueron a hablar con el faraón; lo consideraron su soberano. ¿No habían sido leales al faraón, hasta adorando a sus dioses y castigando a su propio pueblo con latigazos? Continuamos con la historia, leyendo el intercambio entre los jefes de cuadrilla y el faraón.

Somos tus siervos

Éxodo 5:15-18: Entonces los jefes de cuadrilla israelitas fueron al faraón y se quejaron. Ellos dijeron:

—Nosotros somos tus siervos. ¿Por qué nos están tratando tan mal? Nos exigen hacer la misma cantidad de ladrillos que antes, sin importarles que ahora no nos dan la paja. Tus siervos hemos sido golpeados y tu pueblo está haciendo las cosas mal.

El faraón respondió:

—Ustedes son unos perezosos. Por eso me dijeron: “Déjanos ir a ofrecerle sacrificios al SEÑOR”. ¡Ahora, regresen a su trabajo! No les daremos la paja y sin embargo tienen que seguir haciendo la misma cantidad de ladrillos.

Ustedes son unos perezosos

No sirvió de nada que los jefes de cuadrilla le quejaran al faraón. Los jefes dijeron algo muy curioso al faraón: somos tus siervos. En esta frase encontramos el problema: los jefes de cuadrilla disfrutaron de unos privilegios que los demás hebreos no tenían, como acceso al faraón. Aun en su esclavitud, preferían que la vida siguiera su rumbo. Le preguntaron al faraón por qué estaba tratándolos mal; el hecho de que le hicieron esta pregunta me hace pensar que además de jefes que supervisaron y castigaron a su propio pueblo, actuaron como espías, reportando cualquier actividad medio sospechosa de parte de los hebreos. Le quejaron que habían sido golpeados, ignorando que ser golpeado y azotado era parte de la vida cotidiana de un hebreo esclavo. Eran como traidores de su propio pueblo. Al faraón no le importaba su sufrimiento en absoluto. Estaba enojado con la petición de Moisés y Aarón y los regañó, diciéndoles que eran perezosos, que lo que necesitaban era regresar al trabajo y echar más ganas.

Después de su conversación con el rey, salieron muy desanimados, sin ver una salida de esta situación oscura. Se encontraron con Moisés y Aarón. Continuamos la historia leyendo lo que les dijeron.

Ojalá que el SEÑOR los vea y los castigue

Éxodo 5:21: Los jefes de cuadrilla les dijeron:

—Ojalá que el SEÑOR los vea y los castigue porque hicieron que el faraón y los capataces nos odien y les dieron una razón para matarnos.

Moisés le reclama al Señor

En la devocional anterior, Moisés habló con los israelitas y creyeron y adoraron a Dios- cuando pensaron que iba a ser liberados. Ahora que enfrentaron un poquito de resistencia, querían que Dios le castigara a Moisés por interferir en un sistema que los favoreció. Recordamos que Moisés no quería ser su libertador y ahora su pueblo le dio la espalda. Moisés oró a Dios, reclamándole, preguntando por qué permitió que la situación se empeorara. Siguió, preguntándole por qué le envió allí, que fue ante el faraón y le pidió permiso, pero en vez de liberarlos, les empeoró la vida. Al colmo, Moisés le reclamó a Dios que no ha hecho nada para ayudarlos. Parece que Moisés se haya olvidado que Dios ya se le reveló que iba a endurecer al corazón del faraón. A través del libro de Éxodo, veremos como Moisés creció en su fe y dependencia de Dios.

Dios era muy paciente con Moisés. En vez de contestar su queja, Dios le recordó quién es: Dios Todopoderoso, YAVÉ, quien hizo un pacto con Abraham, Isaac, y Jacob de darles la tierra prometida. Le recordó que escuchaba el clamor de su pueblo y cómo habían sufrido. Continuamos con el texto, leyendo el mensaje que Dios tenía para los hebreos, un mensaje de recordarles quien es Él.

YO SOY

Éxodo 6:6-8: Por lo tanto, dile al pueblo de Israel: “Yo soy el SEÑOR y los salvaré. Les daré la libertad y no seguirán siendo esclavos de los egipcios. Usaré mi gran poder para castigar a los egipcios y luego los liberaré a ustedes. Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios. Yo soy el SEÑOR su Dios y ustedes sabrán que fui yo quien los rescató de la opresión de los egipcios. Los llevaré a la tierra que juré darles a Abraham, a Isaac y a Jacob. Tan cierto como que yo soy el SEÑOR, que esa tierra será de ustedes”.

Usaré mi gran poder para castigar a los egipcios y luego los liberaré a ustedes

Mientras los egipcios necesitaban ser castigados, los israelitas necesitaban ser testigos al pendiente castigo para recordar quién es Dios, YAVÉ, Dios Todopoderoso. Pero su pueblo no quisieron escucharlo, tan ocupados que estuvieron buscando paja y trabajando día y noche para lograr la cuota de ladrillos. Dios le dijo a Moisés que fuera a ver el faraón de nuevo, dándole la misma petición de libertad para los hebreos. Ahora fue Moisés quien estaba desanimado. Terminamos esta devocional leyendo lo que Moisés le contestó a Dios.

No me escuchan

Éxodo 6:12: Pero Moisés le dijo al SEÑOR:

—Si los israelitas no quisieron escucharme, ¿cómo va a querer escucharme el faraón si yo ni siquiera puedo hablarle bien?

Pero El Señor les ordenó a Moisés y Aarón que se fueran ante el faraón de nuevo y obedecieron. En la próxima devocional, veremos lo asombroso que ocurrió con un bastón y un poco de agua del Nilo.

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