Séfora salvó la vida de Moisés

Moisés y Séfora

En la última devocional, vimos cómo Moisés procuró discutir con Dios y las tres señales que le dio para comprobar que estaría con él, que realmente era Su elegido para llevar a Su pueblo de regreso a Canaán. Después de hablar con Dios, regresó a la tienda de su suegro, Jetro. Aunque no quería ser el libertador, iba a obedecer la llamada de Dios. Le pidió permiso para llevar a su esposa e hijos a Egipto, y Jetro consintió. Aun con el peligro de ser esclavizados, le confió a su familia y le dio permiso de llevarlos. Tampoco no lo regañó por dejar de pastorear por él, dejándolo con una vacante. 

Mientras Moisés todavía estaba en Madián, Dios le comunicó una noticia muy importante: los que querían su muerte ya estaban muertos. Enfrentaría otros peligros todavía desconocidos, pero por lo menos había otro faraón. Con Séfora, sus dos hijos, un burro cargado con unas provisiones, y su bastón, comenzaron el larguísimo viaje a Egipto. Los días eran calurosos, las noches friolentas, había serpientes, arañas venenosas, pero más que nada, la presencia de El Señor con Su siervo. Mientras caminaba, Dios le habló a Moisés, advirtiéndole que aun con las señales, el faraón resistirá. Comenzamos la historia leyendo lo que Dios le comunicó a Moisés, prediciendo el final inminente.

El fin antes del comienzo

Éxodo 4:21-23: El SEÑOR también le había dicho a Moisés:

—Cuando regreses a Egipto, acuérdate de todas las maravillas que puse en tus manos y hazlas frente al faraón. Mientras tanto yo haré que él se ponga terco para que no deje ir al pueblo.  Luego le dirás al faraón: “El SEÑOR dice: Israel es mi hijo mayor, insisto en que liberes a mi hijo para que venga a adorarme. Si te niegas a librarlo, mataré a tu hijo mayor”.

Mataré a tu hijo mayor

¿Dios necesitaba endurecer el corazón del faraón? ¿No era lo suficiente duro por no dejar que los hebreos se fueran años atrás? El faraón era terco, y Dios usaba su duro corazón para endurecerlo aún más, resultando en la destrucción casi total de Egipto. Es notable que ambos Moisés y el faraón resistieron a Dios y cedieron no por querer, sino por no ver una alternativa. Moisés no sabía nada de las plagas que Dios les mandaría a los egipcios; si hubiera sabido, posiblemente se quedara en Madián. Pero Dios le dio una mirada al futuro, un futuro oscuro en que, a pesar de ver la mano de Dios, el faraón resistiría hasta que Dios matara a su hijo mayor.

En el camino a Egipto, Séfora salvó la vida de Moisés. Continuamos con la historia.

Séfora salvó la vida de Moisés

Éxodo 4:24-26: En su camino a Egipto, Moisés se detuvo en un sitio para pasar la noche. El SEÑOR se encontró con Moisés en ese lugar e intentó matarlo. Pero Séfora tomó un cuchillo de piedra y circuncidó a su hijo, agarró la piel y le tocó los pies a Moisés. Luego ella le dijo a Moisés: «Tú eres un esposo de sangre». Entonces el Señor se alejó de él. Ella dijo: «Esposo de sangre», refiriéndose a la circuncisión.

Tú eres un esposo de sangre

Este pasaje es difícil de entender y polémico hasta para los escolares bíblicos, los cuales no están de acuerdo qué significa. En nuestras devocionales, tratamos de presentar las investigaciones de escolares bíblicos y así contestar dudas, pero con este pasaje vamos a hacer algunas preguntas para tratar de comprenderlo un poquito mejor. Recordamos que en la devocional anterior, Dios se enojó con Moisés. Ahora, poco después, se enfadó tanto con Moisés que casi lo mató. ¿Qué cambió en el periodo de unos cuantos días? ¿Cómo sabía Séfora que El Señor quiso matar a Moisés por su desobediencia en no circuncidar a su hijo? Dios lo escogió cuando no lo había obedecido y ahora que estaba obedeciéndolo, ¿Dios decidió castigarlo por no circuncidar a su hijo? Como Dios es perfecto, ¿realmente intentó matarlo, pero fracasó? Claro que no, si Dios realmente quería matarlo, hubiera muerto, pero le dio una oportunidad para arrepentirse y obedecer.

Cuando viajaron a Egipto, Moisés y Séfora tenían casi 40 años casados, así que su hijo no era un niño, sino un hombre. Si lo hubiera circuncidado a los ocho días como debieran, no habría sido doloroso, pero como ya era un adulto cuando su madre realizó la cirugía, había mucho dolor y riesgo de infección. Recordamos que Moisés crecía como un egipcio, sin practicar la circuncisión. Séfora crecía pagana y tampoco no la practicaba. El hecho de que fue precisamente Séfora quien realizó la operación nos indica que Moisés no pudo: quizás fue gravemente enfermo de repente, y así entendió que Dios lo quería matar.

La respuesta se encuentra en Génesis

Para entender este pasaje un poco mejor, tenemos que regresar a Génesis, cuando Dios le dio a Abraham la señal de la circuncisión a Su pueblo. Leemos una porción del pacto que Dios hizo con Abraham.

Todo hombre entre ustedes debe ser circuncidado

Génesis 17:10-14: Es mi pacto que tú cumplirás. En esto consiste mi pacto entre tú y yo, y tus descendientes a través de las generaciones: Todo hombre entre ustedes debe ser circuncidado. Circuncidará la carne de su prepucio. Esa será la señal de que ustedes aceptan el pacto entre ustedes y yo. A través de todas las generaciones, todo varón entre ustedes deberá ser circuncidado cuando cumpla ocho días de nacido... De esta forma tu cuerpo estará marcado con la señal de mi pacto eterno. Un hombre sin circuncisión debe ser eliminado de tu pueblo por romper mi pacto.

Un hombre sin circuncisión debe ser eliminado de tu pueblo por romper mi pacto

La circuncisión era un acto por fuera que identificaba a los hebreos como separados y distintos de sus vecinos paganos. Esencialmente, aun antes de comenzar su posición de siervo de Dios, Moisés estaba rompiendo el pacto con Dios, un pacto que tendría que aplicar a su pueblo. Ya no podría vivir como un pagano, tenía que marcarse en su propio cuerpo la señal del pacto con Dios, y asegurar que las generaciones futuras lo seguirán. Séfora pensó muy rápido para salvar a su marido. Fue posible que ella supiera que no estaban obedeciendo a Dios y se lo había dicho varias veces a su marido que necesitaban circuncidarlo, pero como Moisés no obedeció, resultó en un intento a su vida. 

Lo ayudó recordar quién era

Séfora lo ayudó a recordar quién era de verdad, llamándolo un esposo de sangre. Esencialmente, esto quiere decir─ acuérdate de quién eres─ eres del pueblo de Dios y no un pagano. Con este acto, Séfora lo ayudó a morir a los costumbres paganos para recibir la ley de Dios. Moisés la rescató al conocerla cerca del pozo, pero, Séfora lo rescató de una existencia pagana. Quizás fue después de casi morir cuando Moisés se dio cuenta de lo difícil que iba a ser liberar a los hebreos, y mandó a Séfora y sus hijos a volver a la casa de su padre. Se quedaron allí hasta que tuvieron un reencuentro en Éxodo 18, lo cual veremos más adelante. Sería comprensible que Moisés los devolviera a su suegro para protegerlos de ser esclavizados en Egipto.

Después de la partida de Séfora y sus dos hijos, Moisés continuó su viaje y se encontró con Aarón. Moisés compartió con su hermano todo lo que Dios le dijo y las tres señales que le dio. Juntos regresaron a Egipto, donde Moisés no había estado por 40 años. Pero esta vez, no vino como un príncipe, sino como el libertador de los esclavos hebreos. Al ver a Moisés, ¿Qué pensaron los hebreos? ¿Se acordaron de él? ¿Había rumores del egipcio que mató y cómo regañó a los hebreos que peleaban? Moisés no nos dice, pero su miedo de que los hebreos no lo escucharan fue inválido. Él y Aarón se reunieron con los ancianos líderes de los hebreos. Continuamos con el final de esta historia.

Moisés se reunió con su hermano mayor

Éxodo 4:30-31: Aarón les contó todo lo que el SEÑOR le había dicho a Moisés. Entonces Moisés hizo las señales frente al pueblo y el pueblo les creyó. Cuando se enteraron que el SEÑOR les había prestado atención a los israelitas y que sabía que estaban sufriendo, se inclinaron y adoraron al SEÑOR.

El pueblo lo creyó. Al saber que Dios había escuchado a su clamor, se inclinaron y adoraron a Dios. En la próxima devocional, veremos lo que acontecerá cuando Moisés y Aarón visitarán al faraón.

Evelyn Bou

Empatizo con el caos que el dolor traiga. Sé lo que es tratar de utilizar los recursos disponibles para mejorar, al terminar sintiéndose frustrada y aún más sola. Aprendí tanto sobre el dolor que me convertí en una coach certificada en el duelo y las relaciones, y profesional del trauma, con la esperanza de ayudar y brindándoles apoyo emocional a otras mujeres cristianas.

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