El propósito de las pruebas espirituales

Hoy hablamos de algo que no nos gustan- las pruebas espirituales. Antes de comenzar, es importante tomar en cuenta que el Señor puede usar todo tipo de fracaso y sufrimiento para su gloria y para tu crecimiento emocional tanto como espiritual. Lo que a nosotras nos parece ser un desastre, puede ser la clave para nuestro crecimiento. Leamos unos pasajes de la Biblia que nos guiará en explorar el propósito de las pruebas espirituales.  

¿Qué nos dice la Biblia de las pruebas?

“Sabemos que hasta ahora la creación entera se queja y sufre como una mujer con dolores de parto.  Y no solo ella sufre, sino también nosotros, que ya tenemos el Espíritu como anticipo de lo que vamos a recibir. Sufrimos profundamente, esperando el momento de ser adoptados como hijos de Dios, con lo cual serán liberados nuestros cuerpos.  Con esa esperanza hemos sido salvados. Solo que esperar lo que ya se está viendo no es esperanza pues, ¿quién espera lo que ya está viendo?” (Romanos 8: 22-25).

"Hermanos míos, ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando se vean sometidos a pruebas de toda clase. Pues ya saben que cuando su fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento. Pero procuren que esa fortaleza los lleva a la perfección, a la madurez plena, sin que les falte nada,” (Santiago 1: 2-4).

“Por esta razón están ustedes llenos de alegría, aun cuando sea necesario que durante un poco de tiempo pasen por muchas pruebas.  Porque la fe de ustedes es como el oro: su calidad debe ser probada por medio del fuego. La fe que resiste la prueba vale mucho más que el oro, el cual se puede destruir. De manera que la fe ustedes, al ser así probada, mercera aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo aparezca,” (1 Pedro 1:6-7).

"El dolor es mejor que la risa porque, a pesar de un rostro triste, el corazón puede ser gozoso. Las mentes de los sabios piensan en los funerales, pero las mentes de los tontos piensan en los banquetes," (Eclesiastés 7:3–4).

¿Necesitamos pruebas?

En el libro de Éxodo, vemos a los israelitas después de que se escaparan de Egipto. Vagaban por 40 años por el desierto en vez de unos cuantos días y tomando posesión de la tierra prometida como Dios les instruyo. Aun en su desobediencia, Dios les proporcionó todo lo que necesitaban, comida, agua, ropa y─ pruebas. Esos años vagando en el desierto se dedicaron a dejar atrás el paganismo y aprender a convertirse en el pueblo de Dios. Creo que necesitaban este tiempo prolongado de pruebas y entrenamiento para seguir a Dios, pero esto no significa que vivir en el desierto era fácil o que les gustó.

Campo de entrenamiento

Al igual que los israelitas, como cristianas, pasamos por muchas pruebas espirituales. En las pruebas nos damos cuenta de lo verdaderamente dependientes que somos de Él. Si estás pasando por una temporada especialmente difícil, a lo mejor estás en medio de una prueba espiritual.

A pesar de que las pruebas sean incómodas, es probable que estás exactamente donde Dios quiere que estés para aprender, crecer, y prepararte para lo que está por venir. Tal vez sea una temporada de abundancia, o tal vez otra prueba, pero, de cualquier manera sigue buscando al Señor. El desierto es un campo de entrenamiento que nos equipa para las buenas obras que Él nos ha preparado. La formación es ardua y a veces humilla; así dejamos al lado nuestros deseos, buscamos los Suyos y obedecemos en la fe, incluso cuando no tiene sentido

Di sí

A menudo, cuánto tiempo pasamos por una prueba corresponde a cuánto tiempo le decimos “no” en favor de perseguir nuestros propios intereses. Dios nos ama demasiado para dejarnos vivir inmaduras, quiere lo mejor para cada uno de sus hijos y para sacar lo mejor, hay que entrenar.

Volver a Egipto

Al igual que los israelitas, es posible que anhelamos volver a la esclavitud en Egipto, donde vivíamos como mendigos, pero era predecible. Satisfacer a nuestra carne es reconfortante y nos da una falsa sensación de control, a pesar de que nos lastimemos. Dios es paciente y continuará dándonos la prueba hasta que la superamos.

 No te distraigas  

El desierto es desolado, sin distracciones. En ambientes más cómodas, muchas interrupciones nos impiden perseguir Su propósito; la soledad del desierto nos refina, nos muestra poco a poco el plan de Dios, su abundancia, su camino sin que nos distraigamos. Nos guía hacia la madurez para que nos convirtamos en el pueblo que Dios desea que seamos.

Imperfección refinada

Dios quiere usar nuestras debilidades e imperfecciones, y todo lo que preferimos ocultar. A través de las pruebas espirituales, aprendemos que no podemos hacer nada por nuestra cuenta. Usar nuestros esfuerzos, recursos, y planes nunca es Su mejor para nosotros; nuestros esfuerzos no van a sacarnos del desierto. No pases por la prueba rezando que todo se acabará, sino escucha. ¿Qué es lo que Dios está revelándote?

La fuente

En las pruebas aprendemos lo que es importante, lo que no es, y lo que dificulta nuestra fe. Cuando Moisés le preguntó a Dios quién debiera decirles a los israelitas quien lo enviara, Dios respondió: "YO SOY."  Estoy aprendiendo qué significa que Dios es "YO SOY” ─ que necesito que Dios sea tantas cosas para mí que en su omnipotencia nos dice que vayamos a Él como nuestra fuente para todo. ¿Qué necesitas? Que te sane, que te guie, que te ayude, que provea por ti- ve al YO SOY.

En las pruebas espirituales, Dios me está enseñando a confiar en Él como mi fuente, y no creer en mis propios recursos, habilidades finitas, o incluso en lo que veo. Aceptar que Dios es mi fuente es tomar la decisión de creer lo que dice en Su palabra. Tal vez quisieras proporcionarle a Dios sugerencias de cómo Él pueda resolver una situación, pero es mejor confiar que Él es tu fuente, que siempre está trabajando y estaba trabajando en tus problemas incluso antes de que fueras consciente de ellos.

Orar siempre

Las pruebas espirituales nos convierten en los seguidores que Dios desea que seamos. Si pasas por una prueba enfocada tan solo en que se acabe, puedes perder los regalos que Dios tiene para ti, la sabiduría y madurez que provienen de las pruebas espirituales. En vez de eso, reza. “No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también.  Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús,” (Filipenses 4:6-7).

Mientras oras, sigue esperando, sabiendo que Dios puede hacer absolutamente cualquier cosa y está en control, aun si no parece. No permitas que tus circunstancias se conviertan en todo tu foco. Él sabe lo que necesitas, incluso antes de pedírselo. Confía en que “Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito,” (Romanos 8:28).

Evelyn Bou

Empatizo con el caos que el dolor traiga. Sé lo que es tratar de utilizar los recursos disponibles para mejorar, al terminar sintiéndose frustrada y aún más sola. Aprendí tanto sobre el dolor que me convertí en una coach certificada en el duelo y las relaciones, y profesional del trauma, con la esperanza de ayudar y brindándoles apoyo emocional a otras mujeres cristianas.

http://apoyocristiana.com
Anterior
Anterior

Fe en la tormenta

Siguiente
Siguiente

La esposa virtuosa