Fe en la tormenta

Les voy a contar una experiencia de mi vida personal, de cómo El Señor me ayudó crecer mi fe en medio de una tormenta.

Las Dudas

Sabía que Dios me había ayudado a salir de muchos de los fangos de la vida, pero todavía tenía dudas de que me protegería.  Una tarde en octubre, en camino a la casa después de ir de compras, Dios me mostró su protección y provisión de una manera muy tangible. Espero que esta historia les ayude ver más claramente como Nuestro Señor las cuida también.

La Tormenta

El aire es una mezcla calorosa de pesadez pulsante y humedad.  Mientras camino por el estacionamiento de la tienda, mi cabello encrespado predice una tormenta.  La lluvia mezclada con el granizo comienza tan pronto como llego a la autopista. Es incesante.  Nunca he detenido por el mal tiempo, pero no veo nada. Orillo, esperando que no golpee nada mientras cambio de carril.

El protector

El granizo se estrella contra el techo solar como si se le hubiera roto.  Freno despacito. Mientras que rezo que un auto no me choque por atrás, una furgoneta marrón se detiene detrás de mí en el borde de la autopista. Me parece un poco extraño que un vehículo tan grande se detenga en una tormenta, sin embargo, estoy agradecida por la protección de algún choque. Siento como si estuviera en un lavadero automático de autos. No veo nada más que unos faros oscuros, y escucho el diluvio perpetuo, junto con truenos que sacuden la autopista.

A medida que la tormenta comienza a tranquilizarse un poquito, me pregunto cómo voy a volver a entrar en a la autopista.  Comienzo por conducir lentamente por el borde de la autopista; las llantas vomitan paredes de agua. Acelero, rezando que nadie esté delante de mí mientras intento unirme al tráfico.  Cuando pongo mi indicador de señal para entrar en el carril a la izquierda, noto que la furgoneta marrón está justo detrás de mí en sincronía conmigo, protegiéndome de atrás.  El conductor me sigue por unos kilómetros, cambiando de carril conmigo y no permite que nadie entre detrás de mí.

Dios provee

Cuando llega el momento de separarnos, me despido de la furgoneta con un saludo de la mano, y el conductor asiente con la cabeza.  Dios provee. Siempre provee. Protección y provisión de Dios a mí desde una furgoneta marrón.

“Tengan valor y firmeza; no tengan miedo ni se asusten cuando se enfrenten con ellas, porque el Señor su Dios esta con ustedes y no los dejará ni los abandonará,” (Deuteronomio 31:6).

“Nada debe angustiarlos; al contrario, en cualquier situación, presenten a Dios sus deseos, acompañado sus oraciones y suplicas con un corazón agradecido,” (Filipenses 4:6).

Estés donde estés esta semana, que encuentres a Dios en la tormenta.

Anterior
Anterior

Ahora ve y no peques más

Siguiente
Siguiente

El propósito de las pruebas espirituales