El propósito del pecado

Aunque nunca proviene de Dios, el pecado puede servir como una de las herramientas que Dios utiliza para lograr Su propósito.

Leamos las palabras del Apóstol Pablo:

Sé que las normas de Dios en las Enseñanzas de Moisés son espirituales, pero tengo una naturaleza corrupta, vendido como esclavo al pecado. No me doy cuenta de lo que estoy haciendo. No hago lo que quiero hacer.  En vez de eso, hago lo que odio.  No hago lo que quiero hacer, pero estoy de acuerdo en que las normas de Dios son buenas.  Así que ya no soy el que está haciendo las cosas que odio, sino el pecado que vive en mí las está haciendo.  Sé que nada bueno vive en mí; es decir, nada bueno vive en mi naturaleza corrupta.  Aunque tengo el deseo de hacer lo correcto, no lo hago. No hago el bien que quiero hacer. En vez de eso, hago el mal que no quiero hacer.  Ahora, cuando hago lo que no quiero hacer, ya no soy el que lo está haciendo.  El pecado que vive en mí lo está haciendo.  Así que he descubierto esta verdad: El mal está presente conmigo incluso cuando quiero hacer lo que las normas de Dios dicen que es bueno. (Romanos 7:14-21, itálicos míos).

Pródigo

Los Salmos están repletos con ejemplos de David clamando a Dios para que no se enojara con sus pecados para siempre y un deseo de volver a una relación aún más profunda con Él.  Los israelitas pasaron por períodos de extrema cercanía con Dios, seguidos de períodos en que lo abandonaron.  El curso de nuestra vida es mejor si nunca nos alejamos a Dios; sin embargo, como David y los israelitas, si no tenemos la libertad de partirnos, no podemos regresar de todo corazón.

La tentación

El hijo pródigo pide su herencia, vive rápido y duro, y lo pierde todo, pero permanecer en casa de su padre no hubiera tratado con el asunto de su corazón. Antes de pedirle a su padre su herencia e irse de casa, escuchó primero a su miedo y creyó que se estaba perdiendo- que la vida se le estaba pasando. 

¿Oyes estos susurros? “Ya estoy harta de esperar a Dios. Mira a mis vecinos- no siguen al Señor y sus vidas son mejores que la mía. ¡Quiero una vida más fácil y cómoda pero ya!" Estos murmullos están por todos lados, especialmente en las redes sociales. ¿Qué haces con estos pensamientos?

El regreso a casa

Si el pródigo se hubiera quedado en la casa de su padre, el anhelo de seguir su propio camino le habría impedido su crecimiento emocional y hubiera hecho la vida miserable para todos. Para que creciera y madurara, era mejor para él experimentara la vida fuera de la casa de su padre. Roto y desesperado, sabiendo lo que realmente le esperaba lejos de su padre, el hijo finalmente regresó a la casa. Cuando regresa, es agradecido y humilde, cualidades que seguramente no tendría sin esta experiencia lejos de su padre.

Jesús y los pecadores

"Los fariseos y sus expertos en las Enseñanzas de Moisés se quejaron a los discípulos de Jesús. Ellos preguntaron: "¿Por qué comen y beben con recaudadores de impuestos y   pecadores?" Jesús les respondió: "Los que están buenos y sanos no necesitan médico,  sino los enfermos. He venido a llamar a los pecadores para que cambien la forma en que     piensan y actúan, no para llamar a las personas que piensan que tienen la aprobación de Dios," (Lucas 5:30-32).

En los evangelios, vemos a Jesús pasando el rato con "los pecadores:" recaudadores de impuestos, prostitutas y adúlteros; los fariseos y los saduceos no entendían por qué quisiera “ensuciarse” con esa gentuza.  Jesús vio el hambre que tenían por una vida auténtica y abundante, y muchos de ellos abandonaron sus viejas costumbres para seguirlo sinceramente.

Limpios por afuera

Los de las sectas religiosas eran como muchos de nosotros: expertos, bien conectados y limpios por afuera.   Es fácil denunciar a los fariseos, pero ¿de qué o de quién quieres distanciarte? ¿Ves grados de pecado en lugar de que ello nos separa de un Dios perfecto, que todos somos sucios, y necesitamos a Él desesperadamente? “…todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios,” (Romanos 3:23).

Las llamadas escorias

Cuando Jesús les hablaba la verdad con amor, sus espíritus reconocieron la verdad que habían buscado por toda la vida. Los amigos de Jesús no tenían pretextos, ni estaban orgullosos de lo que habían hecho o de quiénes eran. Algo tan bello sucede cuando los pecadores arrepentidos se reúnen para confesar sus pecados a Dios, intercambiando el polvo del pecado por el perdón eternal.

Desde pródigo a pupilo

Es en estos momentos sagrados he escuchado las súplicas más auténticas a Dios, las oraciones más tiernas y vulnerables.  He escuchado oraciones como: "¡Dios ayúdanos, sólo necesitamos ayuda!" Creo que son un dulce aroma a Sus oídos.  Me encanta esta oración porque le invita a tomar el control de la manera que Él sabe que sea mejor. La desesperación del pecado cambia el pródigo a pupilo.

Anterior
Anterior

¿Quién era Jezabel?

Siguiente
Siguiente

¿Qué significa ser una buena mujer?