Fe, Milagros y el Evangelio

¿Jamás has rezado y rezado por algo, sin respuesta, y seguías fiel a Dios, a pesar de no recibir respuesta? Esta es la historia de Elisabet, la madre de Juan la Baptista. Hoy vamos a examinar su vida, tremenda fe, y como en un instante Dios cambió todo para ella, de despreciada a mama de la profeta más importante que jamás existió.

Este devocional es parte de nuestra serie sobre el advenimiento. Si te interesa aprender más sobre este tema en su contexto bíblico, recomiendo los siguientes devocionales en la serie:

Gabriel- ángel quien anuncia los nacimientos milagrosos

Juan el Bautista- tuvo un nacimiento milagro y preparó el camino para Jesús, El Mesías

José- el padre no biológico de Jesús

María- la virgen madre de Nuestro Salvador, Jesucristo

Los Pastores- los primeros en recibir la notica del nacimiento de Jesús

Los Reyes Magos- los sabios que visitan al niño Jesús, dándole regalos dignos de un rey

La Virgen de Guadalupe- por qué no debemos rezar a nadie más que a Dios

Zacarías- el padre de Juan el Bautista

Comenzamos con el texto en el primer libro de Lucas:

Anuncio del nacimiento de Juan el Bautista

En los tiempos del rey Herodes de Judea había un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías. La esposa de Zacarías se llamaba Elisabet y venía de la familia de Aarón.  Los dos hacían el bien ante los ojos de Dios, cumpliendo sin falta las leyes y los mandatos del Señor.  No tenían hijos, porque Elisabet era estéril y además ambos ya eran ancianos .

Un día Zacarías estaba cumpliendo sus deberes de sacerdote ante Dios, porque a su grupo le tocaba el turno de servir en el templo. . . Entonces un ángel del Señor se le apareció a Zacarías. El ángel estaba de pie a la derecha del altar del incienso. Al ver al ángel, Zacarías se inquietó y tuvo miedo. Entonces el ángel le dijo:

—No tengas miedo, Zacarías, que Dios ha escuchado tus oraciones y Elisabet, tu esposa, tendrá un hijo, a quien le pondrás por nombre Juan. Estarán felices y llenos de alegría y muchos se alegrarán por su nacimiento. . .

Entonces Zacarías le dijo al ángel:

—¿Cómo puedo estar seguro de que esto pasará? Yo ya soy viejo y mi esposa tampoco es joven.

El ángel le respondió:

—Yo soy Gabriel y estoy a las órdenes del Señor. Él me mandó a hablar contigo para darte esta buena noticia. Pero ahora, no podrás hablar hasta el día en que esto ocurra. Quedarás mudo por no creer lo que te dije, pero todo se cumplirá en el momento apropiado. . .

Cuando salió, no podía hablarles. Se dieron cuenta de que él había visto una visión en el templo. Zacarías les hacía señas, pero seguía sin poder hablar.

Cuando terminó su tiempo de servicio, se fue a su casa. Poco tiempo después, su esposa Elisabet quedó embarazada y no salió de su casa por cinco meses. Ella pensaba: «¡Qué bueno ha sido el Señor conmigo! Él me ayudó y ahora la gente ya no me despreciará por no poder tener hijos » ( Lucas 1:5-8, 11-14, 18-20, 22-25).

María visita a Elisabet

Entonces, María se levantó y se fue de prisa hacia los cerros, a un pueblo de Judea. Fue a la casa de Zacarías y saludó a Elisabet. Cuando Elisabet escuchó el saludo de María, el bebé saltó dentro de ella. Entonces Elisabet se llenó del Espíritu Santo, y gritó:

—¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido al bebé que tendrás! ¿Quién soy yo para que la mamá de mi Señor venga a verme? Cuando oí tu saludo, el bebé dentro de mí saltó de alegría. El Señor te bendecirá porque creíste que sucedería lo que él te dijo. Lucas 1:39-45

Nacimiento de Juan el Bautista

Cuando llegó el momento de dar a luz, Elisabet tuvo un hijo. Sus vecinos y parientes se alegraron con ella al escuchar que el Señor había sido tan bueno con ella.  A los ocho días de nacido, cuando el niño iba a ser circuncidado, vinieron, y querían ponerle por nombre Zacarías, como su papá. Pero la mamá levantó la voz y dijo:

—¡No! Su nombre debe ser Juan. Lucas 1:57-60

Comentario

Sufrir por el bien

Zacarias y Elizabet hacían el bien ante los ojos de Dios, pero sufrían de todos modos. Como eran ancianos, ya no esperaban tener hijos, pero aun seguían cumpliendo todas las leyes. Seguir a Dios no es una garantía de no padecer, al contrario, Dios pone a prueba a todos sus hijos para que crezcan y tengan más fe en Él. Si estás pasando por algo difícil, rezando sin respuesta, es posible que estés pasando por una prueba espiritual.

Bien preparados

Para colmo, estaban muy preparados para ser padres. Zacarias era sacerdote y ganaba lo suficiente para mantener una familia, y cuando no estaba ejerciendo su sacerdocio, podía ganar aun más en otro oficio como la agricultura. Quizás veían a sus vecinos menos preparados teniendo niños y los envidiaban, pero el texto dice que cumplieron sin falta las leyes, así que no codiciaban y se contentaron con lo que El Señor les proveía.

La ancianita sin duda

No sabemos qué edad tenía precisamente, pero como la describe como una anciana, ya pasó por la menopausia y sin la intervención divina, no podría concebir. Como Sara, quien concibió siendo una anciana, Elisabet estaba encinta mientras sus amigas disfrutaban de ser abuelas, o quizás bisabuelas. Pero, al contraste con Sara y Zacarias, Elizabet no dudaba.

¿Por qué Elisabet no sale de su casa por cinco meses? Quizás como una precaución de no tener un aborto espontaneo, se quedó en cama hasta que ya pasó el peligro de perder a su bebito.

La importancia de hijos

En los tiempos antiguos, los niños eran todo para una mujer casada. Su valor como persona estaba estrictamente vinculado a su habilidad de parir hijos, varones preferibles. Cuando una mujer se quedó estéril, era como una sentencia de muerte. No tenían cómo mantenerse si terminan siendo viudas; a veces se convertían en prostitutas o mendigas.  No podrían participar en la vida familiar, no tenían a quién ayudar al padre.

Después de tener un niño, ella salió del desprecio de las otras mujeres que quizás creían que ella fuera maldita o castigada por Dios. El hecho de que se quedó embarazada les comunicó que Dios no la maldijo, al contrario, era bendecida.

Un regalo especial

Dios le da un regalo muy especial a Elisabet a través del bebe que lleva. Le da el espíritu santo, y con él, la habilidad de reconocer a su Señor, y la alegría de la promesa que viene con su nacimiento. Se mantiene humilde, reconociendo que la mamá del Rey de Reyes estuvo ante ella, lo cual nadie merecía.

Elisabet y Maria 

Elisabet le dice a Maria que El Señor la bendecirá por creer. Pienso que dice eso por la falta de fe de Zacarías, quien, a pesar de ser sacerdote, dudó el mensaje de Gabriel y resultó perder la habilidad de hablar por no creer. Al contraste, Maria le alabanza a Dios, firme en su creencia en este milagro.

Es probable que Maria le ayude a su prima con sus quehaceres y la haga compañía, las dos gozando de fortaleza espiritual y emocional mutua. Comentaristas bíblicas creen que Maria se fue justo antes del nacimiento de Juan, para mantenerse pura, sin tener contacto con la sangre.

De despreciada a mamá

Después del nacimiento de Juan la Baptista, el texto la identifica como mamá en vez de por su nombre ni como esposa, lo cual significa que, al ser madre, el desprecio se terminó y su identidad se cambió por completo. Cuando nacemos de nuevo en Cristo, ya nuestra identidad es Hijo de Dios y no cualquier cosa que éramos antes.

Para procesar:

1. ¿Hay algo que le has pedido a Dios por mucho tiempo sin una respuesta afirmativa? Si es así, ¿Qué es? Después de no recibir una respuesta por tanto tiempo, ¿Te ha afectado o alterado tu fe? ¿Le has dicho al Señor que no entiendes por qué no te ha contestado? Si le dices que, por falta de una respuesta, se te pierde tu fe, quizás te revele porque no te ha contestado todavía.

2. Todos hemos tenido un acontecimiento que nos cambió, y nunca volvimos a ser las mismas, como sucedió con Elisabet y Maria. Describe brevemente lo que a ti te sucedió. Como en el caso de Elisabet, ¿Qué papel tenía Dios en el cambio?

3. Dios habla a sus hijas, a veces a través de su palabra, a veces los acontecimientos, y a veces de otras personas. Cuando has escuchado una palabra de Dios, ¿Qué es lo que escuchaste? ¿Cómo reaccionaste- como Elisabet o como Zacarias?

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