El papel del sumo sacerdote Caifás en la crucifixión

¿Hombre de Dios o político cruel?

Los villanos de la crucifixión

Durante esta cuaresma, vamos a explorar las historias y vidas de la gente involucrada con la crucifixión de Nuestro Señor, Jesucristo, comenzando con Caifás, sumo sacerdote en Jerusalén.

Este artículo es parte de nuestra serie de cuaresma, los villanos de la crucifixión. Puedes leer los siguientes artículos en la serie:

Judas, seguidor de Jesús quién lo traicionó por dinero.

Herodes, rey y asesino de los judíos

Pilato, gobernador romano que buscó agradar a la gente

¿Hombre de Dios o político cruel?

Caifás era el sumo sacerdote durante el tiempo que Jesús tenía su ministerio terrenal. Vivía en Jerusalén y era el hombre más poderoso de la región después del gobernador romano. Era el encargado del templo, el tesoro, los guardias del templo, los demás sacerdotes y el consejo de jefes de sacerdotes. Irónicamente, aunque era enemigo de Jesús, era él quien iba al santuario más sagrado una vez al año para interceder por los pecados del pueblo y escuchar de Dios.

Los sacerdotes eran descendientes de Aaron, pero Caifás, tal y como su suegro Anás, quien era el sumo sacerdote antes de Caifás, fueron nombrados por Roma. En comparación con la mayoría de los israelitas, vivía en lujo con bastante poder.

Era mucho más un político que un sacerdote y como tal, colaboró con Roma en vez de defender a su pueblo. Sabía muy bien la ley de Moses, pero no la usaba para ayudar a la gente en su cargo. Decía que Jesús predicaba blasfemia, pero eran él y los saduceos quienes predicaban blasfemias por no creer en ángeles, ni demonios, ni en la resurrección, ni el cielo.

¿Qué papel tuvo en la crucifixión?

La biblia nos dice que Satanás utilizó a Judas, pero también usó a Caifás. Caifás tuvo un papel decisivo en la crucifixión de Jesús; fue él quien instigó la trama para matarlo. Fue él quien dijo que era mejor que un hombre muriera por todo el pueblo.

Fue él quien insistió que lo matara por crucifixión, así cumpliendo las profecías que indicaron que moriría así. Caifás decía que él y los jefes de los sacerdotes no tenían la autoridad de mandar la muerte de nadie, así que tuvo que cooperar con Pilato. Pero después de la muerte de Jesús, exigió la muerte de Esteban y la matanza de a los nuevos cristianos; así que, sí tenía el poder de mandar la muerte, pero no quería la sangre de Jesús en las manos. Para mantener la paz y orden para que no tuviera problemas con Roma, tenía a su disposición varias herramientas para lograrlo: mentir, intimidar y sobornar.

Mentir, intimidar, y sobornar

Judas visitó a los jefes de los sacerdotes y le ofrecieron 30 monedas de plata para entregarles a Jesús. ¿Cómo sabía Judas que le darían una recompensa por entregar a su maestro? Porque eran famosos por sobornar; el hecho de que le dieron dinero para entregar a Jesús no fue nada peculiar. Mentir, intimidar y sobornar eran parte de la vida cotidiana del sumo sacerdote. Más adelante veremos como sobornaron a los guardias del sepulcro de Jesús a cambio de que mintieran.

¿Dos sumo sacerdotes?

Antes de ser examinado por Caifás, su suegro, Anás, interrogó a Jesús acerca de sus seguidores y sus enseñanzas. Cuando no le gustó su respuesta, uno de los guardias le dio una bofetada, regañándole por hablar así al sumo sacerdote.

Pero nunca hubo más que un sumo sacerdote a la vez. Cuando conspiraron para matar a Jesús, Caifás ya había sido el sumo sacerdote por más de 10 años. Así que- ¿por qué Anás lo cuestionó cuando él había sido destituido por Roma mucho antes? El texto no nos dice, pero, aunque ya no era el sumo sacerdote, su malignante influencia persistía.  

El juicio fraudulento e ilegal

Después del arresto de Jesús por la noche, gracias a la traición de Judas, llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote y el consejo por un juicio fraudulento e ilegal. A través del texto, se nota el uso de ustedes y del consejo, en referencia a los jefes de los sacerdotes y el consejo, de los cuales Caifás era encargado, por lo tanto, actuaron bajo la dirección directa del sumo sacerdote, Caifás.

Comenzamos con el juicio ilegal de Jesús.

Marcos 14:55-64

Los jefes de los sacerdotes y todos los miembros del Consejo buscaban alguna excusa para condenar a muerte a Jesús, pero no lograban encontrar ninguna. Porque muchos dieron testimonios falsos contra Jesús, pero no coincidían.  Entonces se levantaron algunos y dieron contra él este falso testimonio: —Lo escuchamos decir: “Voy a destruir este templo que los hombres han construido y en tres días voy a construir otro sin ayuda de ningún ser humano”.

Pero este testimonio tampoco coincidía con los otros. Luego el sumo sacerdote se levantó y frente a todos le preguntó a Jesús: —¿Acaso no vas a responder nada? ¿Qué significa lo que estos testifican en tu contra?

Pero Jesús se quedó callado, sin responder nada. De nuevo el sumo sacerdote le preguntó: —¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Dios Bendito?

Y Jesús le dijo: —Sí, lo soy. Y ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y lo verán venir en las nubes del cielo.

El sumo sacerdote se rasgó la ropa y dijo: —¿Para qué necesitamos más testigos? ¡Ustedes acaban de escuchar semejante ofensa contra Dios! ¿Qué les parece?

Y todos lo condenaron a muerte. 

Experto en la ley, ciego para la verdad

A Caifás no le interesaba la verdad, pero sí le interesaba mucho mantener su estilo de vida, su influencia y amistad encubierta con Roma. Sabía muy bien la ley de Moisés y cómo hacer cumplirla al pie de la letra. Era un saducea y como tal, no creyó en ángeles, ni demonios, ni en la resurrección.

Cuando Jesús afirmó que sí, es el hijo de Dios, tuvo la confesión de culpabilidad que tanto anhelaba, la evidencia de blasfemia. Al pronunciar que es el hijo de Dios, Caifás respondió exactamente como la ley exigió, rasgándose la ropa por escuchar tal blasfemia.

Enemigo de Cristo

Llevaron a Jesús a Pilato y éste le declaró inocente, pero los jefes de los sacerdotes incitaron a la multitud para que pidieran la libertad de Barrabás, un rebelde y asesino, y la crucifixión de Jesús. Caifás era tan poderoso e influyente que recibió el castigo que pidió para Jesús. Podemos suponer que estuvo presente durante la crucifixión para asegurarse de que todo aconteciera tal y como pidió.

El día después de la crucifixión, los jefes de los sacerdotes se reunieron con Pilato y le pidieron que pusiera el sepulcro bajo vigilancia. Piloto mandó guardias a vigilar el sepulcro, además que sellaron la entrada. Seguimos con el texto cuando Caifás le explicó a Piloto por qué tanta seguridad fue necesaria.

Mateo 27:63-64

…—Señor, le recordamos que en vida ese engañador dijo: “Dentro de tres días voy a resucitar”. Ordene, pues, que vigilen el sepulcro hasta el tercer día para que así sus seguidores no puedan venir y robar el cuerpo. Porque después podrían decirle a la gente: “Él ha resucitado de la muerte”. Este engaño sería peor que el primero…

Más sobornos y mentiras

Como vimos en el caso de Judas, cuando se enteraron de que Jesús se había resucitado, sabían que algo que solo Dios pudiera haber hecho aconteció. Sin embargo, en vez de aceptar la verdad, confesar su pecado, entregarse a Dios y vivir una vida cambiada, les dieron un soborno a los soldados que guardaban el sepulcro de Jesús, pidiéndoles que mintieran para la gente no se creyera que se resucitó. Seguimos con el texto, donde les dieron el soborno a los guardias.

Mateo 28:13-15

Les dieron bastante dinero a los soldados y les dijeron: «Díganle a la gente que los seguidores de él vinieron durante la noche y robaron su cuerpo mientras ustedes dormían. Y si esto lo escucha el gobernador, nosotros lo convenceremos. Ustedes no tendrán ningún problema».

Los soldados recibieron el dinero e hicieron como les mandaron. Así que esta es la versión que los judíos hicieron circular y sigue vigente hasta hoy.

¿Cómo terminó Caifás?

Vemos a Caifás y su suegro de nuevo en Hechos 4, amenazando a Pedro y Juan cuando ellos sanaron a un paralítico. Caifás era un enemigo de los nuevos cristianos, persiguiéndolos a muerte. No hay evidencia de que jamás cambiara ni se arrepintiera.          Caifás y Pilato fueron reemplazados en 36 AC, alrededor de tres años después de la crucifixión de Jesús. Sus vidas y políticas estaban tan entremezcladas que es posible que cuando despidieron a Pilato, tuvieron que hacer lo mismo con sus socios.

Actividades para procesar:

Caifás tuvo éxito mundano: tenía poder, influencia y afluencia. Pero no tuvo lo más importante: reconocer El Mesías. Como muchos pastores actuales, tenía demasiado poder. Es muy fácil dejar que las cosas mundanas sean las más importantes. Caifás pudiera haber disfrutado de una honesta y buena vida y a la vez, servir el pueblo en vez de Roma, apoyando y ayudándolo a Jesús en su ministro.

¿Puedes vivir honestamente, gozar de la vida, y servir a Dios? ¿Cuál es un paso que podrías tomar para dedicar como ganas la vida a la gloria de Dios?

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