El importante papel de Juan El Bautista

Cómo pedir perdón y arrepentirse de verdad

Vamos a continuar con nuestra serie de advenimiento estudiando la vida de Juan el Bautista. Como la navidad es la celebración del nacimiento de Jesús, es natural examinar la vida de él quien preparó a los judíos para recibir El Mesías. Vamos a examinar las profecías sobre Juan, su papel en el desierto, y cómo preparó el camino para Jesucristo.

Este devocional es parte de nuestra serie sobre el advenimiento. Si te interesa aprender más sobre este tema en su contexto bíblico, recomiendo los siguientes devocionales en la serie: Elisabet- pariente de María y por un milagro es la madre de Juan El Bautista, Gabriel- ángel quien anuncia los nacimientos milagrosos, José- el padre no biológico de Jesús, María- la virgen madre de Nuestro Salvador, Jesucristo, Los Pastores- los primeros en recibir la notica del nacimiento de Jesús , Los Reyes Magos- los sabios que visitan al niño Jesús, dándole regalos dignos de un rey, La Virgen de Guadalupe- por qué no debemos rezar a nadie más que a Dios, Zacarías- el padre de Juan el Bautista

En ambos testamentos hay profecía por la llegada de Juan, quién sería y qué haría. El nacimiento de Juan fue un milagro; era el hijo de padres ancianos, Zacarías y Elisabet. Habían rezado y esperado tener un hijo por años, pero hasta ese entonces, ya dejaron de esperar. El ángel Gabriel visitó al sacerdote Zacarías y le dijo que iban a tener un hijo y que le pusieran un nombre que Dios había escogido, Juan. Le comunicó que Juan sería un gran hombre en los ojos de Dios y prepararía las mentes de la gente para el tan esperado Mesías. Comenzamos con esta historia, leyendo unos de los detalles que Gabriel le dijo a Zacarías sobre el niño que su mujer le daría.  

Lucas 1:15-17:  Juan será un gran hombre ante los ojos de Dios. No tomará vino ni ninguna bebida alcohólica. Aun antes de su nacimiento estará lleno del Espíritu Santo. Juan hará que muchos israelitas se vuelvan al Señor su Dios. Con el mismo poder espiritual de Elías, él preparará el camino para el Señor. Hará las paces entre padres e hijos y hará que los que no obedecen a Dios cambien y piensen como él manda. Así Juan preparará al pueblo para que esté bien dispuesto cuando el Señor venga. (Itálicos míos).

La profecía angélica

Gabriel le dijo a Zacarías que este niño especial no tendrá un nombre de la familia. Tal y como Dios escogió otro nombre para él, eligió otro papel en vez de sacerdote, y vivir una existencia sin comodidades en el desierto. Cuando Maria visitó a Elisabet, aun todavía en el matriz de su madre, Juan saltó en alegría por la presencia de Jesús, evidencia de que este niño estaba lleno del Espíritu Santo.

El papel de Juan era difícil pero muy necesario. A través del antiguo testamento leemos una y otra vez como los israelitas se apartaron de adorar a Dios para seguir dioses extranjeros, una práctica todavía muy común cuando Juan nació. Juan fue encargado de prepararlos para el mensaje de Jesús, de mostrarles su pecado personal y ayudarles a arrepentirse. Los ayudó no ser conformados con el mundo en que vivían, un mundo gobernado por los paganos, sino ser transformados por la palabra de Dios. Después del nacimiento de Juan, su padre Zacarías alabó a Dios por este milagro y profetizó sobre este bebe. Continuamos la historia leyendo la alegre profecía de este nuevo padre.

Lucas 1:76-79: »En cuanto a ti, hijito mío, te llamarán profeta del Dios Altísimo. Irás delante del Señor para prepararle el camino. Tú le anunciarás a su pueblo que él los salvará por medio del perdón de sus pecados. »Porque por el amor y la compasión de Dios, nos mandará del cielo un nuevo día. Iluminará a los que viven en la oscuridad atemorizados por la muerte. Su luz guiará nuestros pasos hacia el camino que lleva a la paz». (Itálicos míos).

La profecía paternal

Me imagino que Zacarías se llenara de orgullo y amor por la criatura que cargaba en los brazos, admirándolo, sabiendo que iba a ser un profeta de Dios, que tendría un papel importantísimo en preparar a los judíos para el esperado Mesías. Como sacerdote, Zacarias tenía el privilegio y la gran responsabilidad de guiar a la gente hacia Dios. Quizás estaba algo frustrado con el sistema de sacrificios y ver que los corazones y mentes no se arrepintieran. La profecía de Zacarías es bella: que hay una manera de la salvación de pecados, que será posible reconciliarse con Dios en la eternidad, que no hay por qué temer la muerte, y que su hijo va a difundir este mensaje a su pueblo. Su hijo era el primer profeta que el pueblo de Israel había tenido por más de 400 años. Para cargar al recién nacido, sabiendo que este niño iba a tener un papel en cambiar este sistema de religión a una relación con Dios, pudo morir en paz, aunque nunca llegó a ver el cumplimiento de la profecía.

Bicho raro

No sabemos en qué momento Juan perdió a sus padres, pero el texto nos dice que El Espíritu Santo era evidente en él. Pienso que crecía con los dos o uno de sus padres hasta que pudiera cuidarse. En algún momento se fue a vivir en el desierto hasta que fuera su momento de presentarse ante su pueblo. Era un bicho raro. El texto nos dice que se vestía de pelo de camello, llevaba un cinto de cuero, y comía langostas y miel silvestre. Esto nos demuestra algo que quizás nos incomoda: Dios no nos llamó a una vida cómoda, sino una vida en Su servicio. No hay nada mal en tener cosas lindas, pero no al costo de servir a Nuestro Salvador. Juan no tenía bienes materiales, enfocándose totalmente en su misión al Señor. Viajaba por el área que el río Jordán fluía, anunciando al pueblo que tenía que cambiar como pensaban y actuaban. Aunque era algo excéntrico, la gente venía constantemente, hasta los maestros de la ley y unos soldados romanos.

Su única misión en la tierra es preparar a la gente para pensar y actuar como Dios quiera

Mensaje duro

En esa época, el bautismo no era nada nuevo. Juan los bautizaba para simbolizar el arrepentimiento y en reconocimiento de la necesidad de pedirle perdón a Dios por pecar. Antes de ser bautizados, le confesaban sus pecados a Juan. Era conocido por bautizar y así se ganó su apodo, Juan el Bautista. Con el bautismo que ofreció, vemos una desviación del sistema del sacrificio en el templo hacia algo más relacional: la confesión y arrepentimiento del pecado. Muy pronto, sería posible tener esta relación directamente con Dios para los que creen en Él, pero por el momento, podían confesarse con Juan. El hecho de que la gente le confesara nos indica que, aunque tenía un mensaje duro, era confiable. No iba chismeando de los pecados ajenos. Creía plenamente en el poder de confesar y arrepentirse, que eran necesario para el perdón y que debían coexistir. Le exhortaba a la gente participar en los dos, no tan solo la confesión. A diferencia de Jesús y sus apóstoles, Juan no hizo señales ni milagros, sino predicaba la poderosa palabra de Dios. El mensaje que Juan tenía que anunciarles era bastante duro. La muchedumbre se asustó y vio la necesidad de cambiar. Le preguntó qué debía hacer para cambiar. Juan les aconsejó tres cosas: dar a los necesitados, no ser codiciosos ni estafadores, y estar contentos con lo que tenían. Continuamos con el texto leyendo el duro mensaje que difundía y cómo hablaba del proviniendo Mesías.

Mateo 3:7-8, 10-11: Cuando Juan vio que muchos fariseos y saduceos venían para ser bautizados, les dijo: «¡Partida de víboras! ¿Quién les advirtió que escaparan de la ira de Dios que está por venir? Vivan de tal manera que demuestre que realmente han cambiado. …Por tanto, todo árbol que no produzca buenos frutos será cortado y echado al fuego para que se queme. Yo los bautizo con agua como demostración de que han cambiado su vida, pero el que viene después de mí es más poderoso que yo. Ni siquiera soy digno de ayudarle a quitarse las sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.».

¿Eres el Mesías? ¡No!

Además de un apodo, Juan iba ganando seguidores, aunque unos simplemente querían escuchar lo que este tipo raro les iba a decir. Pero había gente que pensaba que fuera el mesías, aunque Juan profetizaba y les enseñaba de El Mesías que iba en camino. Me imagino que esto le frustró, como todo lo que hacía era testificar y prepararles las mentes y corazones para recibir al Mesías. Unos judíos le preguntaron quién era. Cuando le preguntaron si era El Mesías, Juan fue directo en su respuesta, diciéndoles claramente que no lo era. Los judíos no estaban satisfechos con su respuesta. Siguieron preguntándole si era Elías o el profeta revelado a Moisés. Juan permaneció firme, contestándoles que no. Creo que habría sido una gran tentación intentar decirles que era aun más importante, pero no lo hizo. Siguió firme pero humilde. Parece que aceptaron su respuesta, pero quisieron saber por qué bautizaba si no era “nadie”. Opino que lo que realmente estuvieron cuestionado fue con qué autoridad bautizaba. Continuamos con la historia, leyendo lo que Juan les contestó.

Juan 1:25-27: Ellos le preguntaron: —Si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta, entonces, ¿por qué bautizas?

Juan les respondió: —Yo bautizo con agua, pero entre ustedes hay alguien que no conocen y  él viene después de mí. Yo no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias.

Bautiza a Jesús

Jesús era obediente a Dios en todo, incluso con ser bautizado por Juan, aunque jamás había pecado, por lo tanto, no necesitaba del bautismo que Juan ofrecía. Sin embargo, Jesús obedecía a Su Padre y le pidió a Juan que le bautizara. Pero Juan no quiso hacerlo. Continuamos la historia leyendo el intercambio entre Juan y Jesús antes de que le bautizara y lo que Juan vio.

Mateo 3:13-15: En ese tiempo, Jesús vino de Galilea al Jordán para que Juan lo bautizara, pero Juan trató de impedirlo, y le dijo: —Soy yo quien necesita ser bautizado por ti, ¿por qué entonces vienes a mí?

Jesús le contestó: —No me lo impidas ahora, porque es necesario cumplir con todo lo que Dios requiere.

Entonces Juan estuvo de acuerdo. 

Juan 1:32-34: Entonces Juan dio este testimonio: «Yo vi al Espíritu que bajó del cielo en forma de paloma y se colocó sobre él. Yo no lo conocía, pero Dios que me envió para que bautizara con agua, me dijo: “Tú verás al Espíritu bajar y colocarse sobre el que bautiza con el Espíritu Santo”.  Lo he visto y por eso doy testimonio de que este es el Hijo de Dios». (Itálicos míos).

Conoce al Mesías

Por el texto, parece que Juan no había conocido a Jesús hasta el día en que lo bautizara, aunque sabía claramente quién era. Estoy impresionada con lo humilde que es Juan. A pesar de que su vida fuera difícil, viviendo en el desierto, odiado por la gente religiosa, estaba emocionado cuando por fin conoció al Mesías. No ha comido demasiadas langostas para no conmoverse escuchando las palabras del propio Dios. Juan tuvo un privilegio que muy pocos tendrían, ¡estar en la presencia de Su hijo! Ha dedicado toda la vida a preparar el camino, y ahora que llegó, en vez de ponerse amargo, sabiendo que sus seguidores iban a convertirse en los Suyos, no le importó, quería ser obediente y servir hasta cumplir su misión. Seguimos la historia leyendo lo que Juan les contó a sus seguidores sobre Jesús.

Allí va el Cordero de Dios

Juan 1:29-31:  Al día siguiente, Juan vio que Jesús venía hacia él y dijo: «Miren, él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. A él me refería cuando dije: “Hay un hombre que viene después de mí que es más importante que yo porque existía antes que yo”. Yo mismo no lo conocía, pero vine a bautizar con agua para que así Israel pudiera darse cuenta de quién es él».

Ahora a él se le debe poner más atención y a mí menos.

Es el primero en reconocerle a Jesús como El Mesías; Jesús no lo silenció como hacía con los demonios que también lo reconocieron. Al reconocerle como El Mesías, sabía que su misión estaba por cumplirse y que iba a perder sus seguidores, pero no creo que Juan los considerara los suyos, sino que los próximos seguidores de Cristo. Había gente que le contaron a Juan que sus antiguos seguidores ya estaban siguiéndole a Jesús. Por lo que les contestó, Juan parece contento. Continuamos la historia, leyendo su respuesta que demuestra su humilde y recto carácter.

Juan 3:28-30: Ustedes mismos son testigos de que dije: “Yo no soy el Mesías”. Solamente soy el que Dios envió para prepararle el camino. La novia únicamente es del novio, pero el amigo del novio espera y está atento para cuando él venga. El amigo se alegra cuando escucha la voz del novio. Esa es la misma alegría que siento ahora que él está aquí. Ahora a él se le debe poner más atención y a mí menos. (Itálicos míos).

Pues, ¿Eres El Mesías?

Un tiempo después, cuando la misión de Juan se acabó y Jesús ya tenía seguidores, Juan terminó en la cárcel por criticar a Herodes. Es en esta cárcel donde luego fue ejecutado. Unos de sus antiguos seguidores lo visitaron y Juan los devolvió a Jesús para preguntarle si es El Mesías o si debían esperar a otro. Me encanta que esta historia esté incluida, que demuestra que aun los más fieles a veces dudan. Creo que Juan estaba ansioso de ver El Mesías liberar su pueblo de los romanos y juzgar la maldad. Vale la pena notar que Juan no pidió ayuda en salir de la cárcel, sabía que su misión en la tierra ya se cumplió, sino quiso morir en paz sabiendo que Jesús era él que tanto esperaba. Si Juan hubiera vivido lo suficiente, quizás hubiera estado desilusionado con el ministerio del amor de Jesús, aunque sabía que tenía que morir por los pecados, así haciéndole el Cordero que quita el pecado del mundo. Conforme con el estilo de Jesús, no le contestó con un sí o no, sino le demostró con hechos que solamente Él podría ser El Mesías. Terminamos la historia con la respuesta de Jesús a Juan.

Lucas 7:22-23: Entonces les contestó: —Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y escuchado. Los ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia. Afortunado el que no dude de mí. 

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