Jetro le aconsejó a Moisés
Moisés rechazó a Séfora y sus hijos, pero aceptó el consejo
En la devocional anterior, los hebreos ya han pasado por el desierto por un mes. Vimos cómo Dios los alimentó milagrosamente con agua amarga convertido en dulce, el pan del cielo llamado maná, y codornices. Después de un tiempo, Jetro, el suegro de Moisés, escuchó las historias de todo lo que Dios hacía para los hebreos: todos las naciones vecinas escucharon historias de las plagas, cómo pasaron por el mar Rojo, y ahora estaban comiendo de la mano de Dios. Recordamos que hace meses que Moisés no ha visto a Séfora, su esposa, ni a sus hijos Guersón y Eliezer. Jetro quería visitar a su yerno y reconciliarlo con su mujer.
Después de que su esposa le salvara la vida de Moisés, circuncidando a su hijo y así calmando la ira de Dios, Moisés se dio cuenta de lo difícil que iba a ser liberar a los hebreos. Envió a Séfora y sus hijos a volver a la casa de Jetro para protegerlos de ser esclavizados en Egipto. Jetro los aceptó de vuelta, cuidándolos y proveyendo por ellos. En aquella época, cuando un marido devolvió a su esposa a su padre, fue una vergüenza para ella. Jetro quería restaurar su honor, tratando de reunir a su yerno con su esposa e hijos. Así que, Jetro llevó a su hija y sus dos nietos a encontrarse con Moisés en el desierto, con la esperanza de que la pareja se entendiera. Comenzamos la historia con el reencuentro de Moisés con su esposa, hijos, y suegro.
Moisés respetaba mucho a Jetro
Éxodo 18:2,7: Entonces Jetro fue a donde estaba Moisés y llevó con él a Séfora, la esposa de Moisés. Séfora no estaba con Moisés porque Jetro la había recibido después de que ella había sido enviada a casa.
Moisés salió a recibir a su suegro, se inclinó ante él y lo saludó de beso. Cuando los dos se habían saludado, entraron en la carpa.
Saludó a Jetro, pero no a su esposa e hijos
Para ese entonces, Moisés era un hombre de sumo importancia, pero se inclinó ante su suegro y lo besó, una señal de respeto. Eso habla mucho del carácter de Jetro; era un hombre digno, aun siendo un incrédulo. Veremos esta reverencia otra vez cuando Moisés tomó su consejo a pecho y lo implementó de inmediato. Vale la pena notar que fue Moisés mismo quién escribió estas palabras y omitió por completo su reacción al reencontrarse con su esposa e hijos. Saludó y besó a su suegro, pero no escribió ni siquiera que saludó a Séfora. Le ofreció hospitalidad a su suegro, pero no a Séfora. Quizás aún más extraño, no dice que saludó ni abrazó a sus propios hijos. ¿Por qué nos admitiría que se inclinó ante Jetro y lo besó, pero ni siquiera habló con su mujer ni hijos? Era escogido por Dios para ser el líder de los hebreos, pero parecía mal marido y padre.
Jetro se convirtió en creyente de Dios
Jetro era el sacerdote de Madián- ¿pero un sacerdote de qué? Sabemos que no era un sacerdote del Señor porque los sacerdotes de Dios solamente provenían de la línea de Levi. Según la tradición rabínica, antes de rechazar la religión, Jetro era un sacerdote para dioses falsos que adoraban en Madián. Pero poco a poco, iba conociendo a Dios. Primero con su yerno Moisés, y luego con la influencia de su hija Séfora, que evidentemente en algún momento comenzó a creer en Dios. Luego hubo el relato del encuentro que su yerno tuvo en el desierto con el arbusto que no se consumía por el fuego. En la carpa de Moisés, le contó a su suegro sobre el éxodo de Egipto, y cómo Dios había apartado al mar Rojo para los hebreos, pero ahogó al ejército egipcio. Le describió el derroto divino del ejército de los amalequitas, y cómo Dios les dio de comer todos los días. Al comenzar a creer en Dios, esta decisión influyó a generaciones de sus descendientes que ya no adoraban dioses falsos, sino siguieron a Dios de Israel. Continuamos con la historia, leyendo este momento decisivo en la vida de Jetro.
La declaración de fe de Jetro
Éxodo 18:9-12: Jetro se alegró mucho por todo el bien que el SEÑOR le había hecho a Israel al salvarlo del poder de Egipto y dijo:
—Bendito sea el SEÑOR que los salvó del poder de Egipto y del faraón. Ahora sé que el SEÑOR es más grande que todos los dioses, porque salvó al pueblo del poder de Egipto cuando los egipcios los estaban tratando muy mal.
Jetro, el suegro de Moisés, hizo ofrendas y sacrificios para honrar a Dios, y Aarón y todos los ancianos de Israel fueron a comer frente a Dios con el suegro de Moisés.
Ahora sé que el SEÑOR es más grande que todos los dioses
Jetro bendijo a Dios, haciendo una declaración de fe: Ahora sé que el SEÑOR es más grande que todos los dioses. ¿Todavía creyó en la existencia de otros dioses? Quizás, pero declaró al Dios de los hebreos el más grande y lógicamente, quería seguir el más grande y poderoso de todos. Moisés demostró su respeto para su suegro, permitiéndole cumplir la función de un sacerdote, haciendo ofrendas y sacrificios para Dios, quizás como hacía para los dioses falsos, pero ahora por la primera vez, para el único Dios.
Después de comenzar a creer en Dios, Jetro pasó otro rato con su yerno, observando cómo trabajaba. Vio la larguísima línea de gente esperando una audiencia con él, y lo ocupadísimo que su yerno estaba, cómo él personalmente juzgaba todos los casos de gente con conflictos, cómo todos vinieron a él para decidir quién tenía la razón. Moisés pasaba sus días resolviendo los conflictos de la multitud, aplicando la ley de Dios a sus problemas. Pero estaba agotado. Muy sabiamente, Jetro le aconsejó otra forma de liderar. Continuamos con la historia.
Te voy a dar un consejo para que Dios esté contigo
Éxodo 18:17-22: Pero el suegro de Moisés le dijo:
—Lo que estás haciendo no está bien. Tú y el pueblo que está contigo se van a cansar. Este trabajo es muy difícil para ti, no puedes hacerlo solo. Ahora escúchame, te voy a dar un consejo para que Dios esté contigo. Tú serás el representante de Dios ante el pueblo y llevarás los problemas de ellos ante él. Enséñales las leyes y las normas y hazles saber de qué manera deben vivir y qué deben hacer. Pero elige hombres buenos, dignos de confianza, que respeten a Dios, que no se dejen sobornar y haz que ellos manden sobre el pueblo. Coloca a unos de ellos a cargo de 1000 personas, a otros a cargo de 100, a otros a cargo de 50, e incluso otros a cargo de diez. Ellos estarán encargados de juzgar al pueblo en todo momento. Los casos más graves te los llevarán a ti, pero los casos menores los juzgarán ellos. Facilítate las cosas, encargándoles parte del trabajo.
Jetro regresó a Madián
Moisés mostró que era enseñable. Siguió su consejo, eligiendo los hombres más dedicados y de su confianza para juzgar y estar encargados de grupos más pequeños. Ellos juzgaron la mayoría de los casos, tan solo llevando los más complicados a Moisés. Poniendo más jueces fue una decisión que benefició al pueblo mucho; ya no tenían que esperar días para una respuesta a quién tenía la razón en un disputa. Tenían más tiempo para aprender la ley de Dios. Moisés tenía más tiempo para administrar la construcción del tabernáculo.
Moisés trató de convencerle a quedarse, pero Jetro no quiso y regresó a Madián con su hija y nietos. Creyó en Dios, pero escogió no quedarse con el pueblo de Dios, aunque Moisés le ofreció una parte de la tierra prometida. No sabemos a ciencia cierta por qué no permaneció con los israelitas. Según la tradición rabínica, puede ser que no se quedó para no perder su hogar y pertenencias en Madián; según otras, porque quería introducir a la gente de Madián al Dios de los hebreos. Me gusta pensar que se convirtió de sacerdote de dioses falsos a un servidor del único verdadero Dios.
Como Moisés tenía más tiempo, uno pensaría que dedicara más tiempo a su esposa e hijos. Pero Éxodo 18 es la última vez que Moisés mencionó a Séfora. Probablemente Séfora y sus hijos regresaron con su padre a Madián, y allí vivía para el resto de su vida, casada pero abandonada, dejando a Moisés con más tiempo para lidiar con el pueblo hebreo. En la próxima devocional, veremos el pacto que Dios hizo con Israel.