La historia de Caín y Abel
Hermanos y Rivales
Vamos a continuar con nuestra serie de devocionales en el libro de Génesis, enfocándonos en la primera familia, la de Adán y Eva. Si no has leído las otras devocionales en la serie, te invito a leer sobre la creación, los hijos de Dios, Noé en el diluvio, la torre de Babel, Téraj, el padre pagano de Abraham, el misterioso sumo sacerdote Melquisedec, la visita del Señor a Abraham, y Lot, el sobrino de Abraham que vivía en Sodoma.
Después de ser echados del jardín del Edén, la vida de Adán y Eva se convirtió en algo totalmente distinto de lo que era. Ahora tenían que trabajar bajo el sol duro todos los días de sus vidas y protegerse de animales salvajes. Se calcula que la pareja original tuviera muchos niños, unos de los cuales se destacan en Génesis. Hoy vamos a echar un vistazo a dos de sus hijos, Caín y Abel.
«¡He tenido un hijo con ayuda del SEÑOR!»
Aunque usualmente se presenta a Caín como el primer hijo de Adán y Eva, creo que tuvieron hijos antes de él. Si no, después de pecar ¿Por qué Dios la castigaría con aumentar el dolor de sus partos? Si todavía no tuviera un hijo, no sabría la diferencia. Cuando crecieron, Abel era un pastor de ovejas y Caín un granjero.
Caín cultivaba todo tipo de plantas, tantos vegetales como frutas, descubriendo cómo sacar la mayor provecho de la tierra posible, y cómo detener a los insectos y otros animalitos de comer su cosecha. Aprendió el mejor tiempo del año para sembrar, cuándo cosechar, cómo cuidar la tierra, y cómo combinar semillas para hacer nuevas plantas. Luchaba contra el sol y los insectos, contra tierra infértil.
Abel, por su parte, cuidó las ovejas y las protegió de los animales salvajes que vagaban por el área. También criaba otros animales de granja como vacas, gallinas y chivos. Aprendió cómo exprimir la leche y cómo hacer productos lácteos. Estudió cómo hacerlos reproducir para que crecieran en número, qué comida darles para que crecieran saludables, cómo cuidarlos cuando se enfermaban, y cómo ayudar a las madres parir a sus bebecitos.
Los dos compartieron sus descubrimientos. Toda la familia gozaba de la rica comida que le dieron: vegetales y frutas frescas y abundantes, carnes y productos de leche. Aunque la familia trabajaba todos los días sin descanso, comía muy bien. Trabajaban horas muy largas todo el año, preocupándose de todos los detalles involucrados en la agricultura y pastoreo. Los hermanos crecieron escuchando historias de sus padres de cómo era el jardín de Edén. Mientras trabajaban, hablaban de cómo hubiera sido, cómo serían sus vidas sin tener que cultivar la tierra y cuidar a los animales y qué podrían hacer para regresar allí. ¿Cómo hubiera sido no tener miedo de los leones y osos, comer sin trabajar, y más que nada andar por las tardes con Dios mismo, platicando con Él? Los dos querían acercarse a este Dios, el Dios que sus padres conocían tan bien. Pero ¿Cómo acercarse a Él cuándo ni pudieron verlo?
Se pusieron de acuerdo en llevarle una ofrenda de lo que tenían, los productos de agricultura y los animales. Abel tomó su tiempo, escogiendo lo mejor de sus ovejas para la ofrenda; aunque sus vidas eran duras, tenía un corazón agradecido. Caín no fue tan cuidadoso y le llevó unos vegetales y frutas sin pensarlo mucho. Unas tenían manchas y moretones por caerse al suelo, pero no fuera como este Dios invisible iba a comerlos, así que ¿Qué importa si no fueran perfectos? Comenzamos la historia aquí, leyendo lo que aconteció al ofrecerle la ofrenda.
Génesis 4:3-5: Después de algún tiempo, Caín le llevó al SEÑOR algunos frutos de la tierra como ofrenda. Abel también llevó las mejores crías de sus ovejas. El SEÑOR aceptó a Abel y a su ofrenda que le trajo, pero no aceptó a Caín ni a su ofrenda…
Caín le llevó algunos frutos, Abel le llevó las mejores crías
Dios aceptó a Abel primero, aunque es su hermano quien inició la ofrenda, pero rechazó a Caín y su ofrenda. La ofrenda en sí no fue lo más importante, sino la actitud y el comportamiento de los dos. Abel tomó su tiempo y escogió lo mejor que tenía para ofrecérselo al Señor, mientras Caín no fue cuidadoso. Esto nos dice algo sobre el corazón de los dos: Abel le importó más agradar a Dios y estaba dispuesto a sacrificar algo de comodidad. Quizás tenía planes para las ovejas que ofreció, quizás usándolas para reproducir más ovejas y vacas perfectas, pero pensó que un Dios perfecto tan solo merece lo perfecto, lo mejor. En cambio, Caín no lo pensó mucho, o a lo mejor pensara que a un Dios invisible, que no iba a comer, no importó si retuviera lo mejor para sí.
El Señor aceptó a Abel, pero no aceptó a Caín
Por el texto, parece que fue Caín quien tuvo la idea de hacer una ofrenda al Señor, y Abel siguió el ejemplo de su hermano mayor. Había algo en Caín que quería acercarse a Dios, algo que quería agradarle, aun sin saber cómo. Nos preguntamos: si Dios vio su corazón, su deseo de acercarse a Él, ¿por qué no lo aceptó? No sabemos exactamente porqué, pero el hecho de que lo rechazó nos dice que Dios es omnisciente, sabe nuestras motivaciones, todos los pensamientos que reprimimos. Quizás lo único que Caín quería fue dejar de trabajar tan duro, al regresar al jardín y vio la ofrenda como un soborno, una obra para ganar la buena voluntad de Dios. Parece que Abel aceptó el castigo de ser echado del jardín como justo y tan solo buscó acercarse a Dios, no intentó ganarse nada. Caín trató la ofrenda como las ofrendas que las generaciones futuras harían a varios dioses, suplicándoles cosas y favores, hasta exigiéndoles obediencia en cambio por su lealtad. Pero Dios quiere una relación, no súplicas de cosas y bendiciones. A través de tener una relación con El, nos bendice, pero no quiere que pensemos que se puede usarlo como un genio. Continuamos con la historia, leyendo lo que Dios le dijo a Caín después de rechazarlo.
Se enojó mucho y se entristeció
Génesis 4:5-7…Entonces Caín se enojó mucho y se entristeció. El SEÑOR le preguntó: «¿Por qué estás enojado y te ves tan triste? Si tú haces lo bueno yo te aceptaré, pero si haces lo malo, entonces el pecado te estará esperando para atacarte; te quiere dominar, pero tú debes dominarlo a él».
El pecado te quiere dominar, pero debes dominarlo a él
Cuando Caín vio que Dios no aceptó ni a su ofrenda ni a él, se enojó, pero debajo del enojo fue una tristeza profunda. Dios le preguntó por qué estaba enojado y triste. Como Dios es omnisciente y lo sabe todo, ¿por qué nos hace preguntas? Aunque Dios ya sabía por qué Caín estaba enojado y triste, le preguntó para hacerle pensar. Cuando supo que Dios lo hubiera rechazado, no intentó reconciliarse, ni preguntarle qué podría hacer para agradarle y hacer las cosas bien. Dios le dijo que si hace lo malo, sería más fácil hacer más mal, hasta que le dominara a él, aunque debe ser al revés, debemos dominar al pecado. Pero Caín no lo dominó, dejó que el enojo se apodera de él. Continuamos con la historia, leyendo lo que aconteció después.
¿Qué has hecho?
Génesis 4:8-12: Caín le dijo a su hermano Abel: «Vayamos al campo». Cuando llegaron, Caín atacó a Abel y lo mató.
Luego el SEÑOR le dijo a Caín: —¿Dónde está tu hermano Abel?
Caín respondió: —No sé. ¿Acaso es mi deber vigilar a mi hermano?
Luego el SEÑOR dijo: —¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano grita desde el suelo pidiendo justicia. Ahora quedarás maldito y expulsado de la tierra que ha bebido la sangre de tu hermano, que tú derramaste. Cuando trabajes la tierra, ya no te dará frutos. Serás un fugitivo y vagarás por el mundo.
Maldito y expulsado de la tierra
Caín estaba tan celoso del amor que Dios tenía por su hermano que lo atacó y lo mató. A lo mejor en el camino al campo, Abel intentó confortarlo, animándolo que la próxima vez Dios lo aceptaría. Creo que Caín no planeó matarlo. De repente, vino detrás de Abel, puso las manos alrededor de su cuello y lo estranguló, soltándole toda la rabia celosa. Luego, estaba limpiándose la sangre de las manos y de su ropa cuando escuchó la voz de Dios. Otra vez, Dios le hizo una pregunta cuando ya sabía la respuesta. Vemos la actitud de Caín, tan arrogante que se atrevió mentirle a Dios; no lo temaba, ni lo amaba. Su motivación fue escaparse del castigo, cueste lo que cueste. A lo mejor si le hubiera confesado todo y se arrepintiera, quizás su castigo hubiera sido menos. Pero no se arrepintió.
Como Dios expulsó a los padres de Caín del jardín de Edén, expulsó a Caín de la única tierra que conoció, maldiciéndole, que ya no podría ser granjero, que tendría que encontrar otra profesión, pero no tendría éxito, sería un vagabundo y fugitivo. Derramó la sangre de su hermano en la tierra, y la tierra sería maldita para él, rechazando su cultivación. Literalmente, Caín dejaría de ser fructífero. Como la agricultura era una profesión atada a la tierra y parte del castigo fue que tendría que vagar, esencialmente Dios lo castigó a ser un desamparado. Pero, a Caín le pareció demasiado el castigo, y se lo dijo a Dios. No expresó arrepentimiento por matar a su hermano, pero si estaba triste por las consecuencias. Continuamos con la historia.
Mi castigo es más de lo que puedo soportar
Génesis 4:13-15: Caín le dijo al SEÑOR: —Mi castigo es más de lo que puedo soportar. Hoy me has echado de la tierra y voy a tener que ocultarme de tu presencia. Tendré que ser un fugitivo que vaga por el mundo, ¡pero cualquiera que me vea me matará!
Pero el SEÑOR dijo: —No, quiero que eso ocurra.
Así que proclamó: «El que mate a Caín hará que como pago de su crimen pierdan la vida siete de su pueblo». El SEÑOR hizo esta advertencia para proteger a Caín y así quien lo encontrara no lo matara.
Asesino vagabundo, sellado por Dios
Aunque Caín no le agradó a Dios, Dios lo escuchó cuando le dijo que su castigo fue demasiado. Es cierto que Dios lo expulsó de la tierra, pero Caín inventó que tendría que esconderse de Dios. Pensaba que por ser un vagabundo, sería fácil que lo mataran. Aunque quitarle la vida sería justicia, Dios le dijo que no quiso que se ocultara de Él, ni que fuera un blanco fácil para matar. Por lo tanto, Dios lo selló, aunque no sabemos a ciencia cierta qué tipo de sello fue, pero señalaba a la gente que este asesino tenía la protección de Dios.
Después de su intercambio con Dios, Caín se fue de su tierra a una tierra al oriente, a Nod. No sabemos si allí conociera a una mujer y se casara, o si ya estuviera casado y la trajera consigo, pero en esta nueva tierra tuvieron hijos, uno que se llamaba Enoc. Como Dios le dijo que ya no iba a poder cultivar, dejó su vida de granjero y se convirtió en arquitecto, construyendo una ciudad con el nombre de su hijo. Aun en el castigo, vemos el corazón misericordioso de Dios: le permitió formar una familia, tener una esposa, convertirse en un arquitecto, y construir una ciudad para vivir con ellos sin tener que vagar.
Caín quería que Dios lo aceptara como era, sin humillarse, sin cambiar, sin sacrificar ni darle lo mejor. Esto es parte de todos, es la naturaleza caída. Como somos caídos y no somos capaces de hacer lo bueno todo el tiempo, gracias a Dios que proveyó un camino de misericordia para nosotros a través de Su hijo, Jesucristo. Del linaje de Caín vendrá gente tan mala que Dios se arrepentiría de su creación, y decidió comenzar de nuevo con el único hombre recto que hay en la tierra, Noe, a quien veremos en la próxima devocional.