La muerte humillante del Rey Saúl

Dos versiones de la muerte del rey

En el previo estudio, al regresar a Siclag, David y sus hombres descubrieron que los amalecitas quemaran la ciudad y se llevaron a sus esposas e hijos. David le consultó a Dios, y Dios le prometió la victoria. David y sus hombres vencieron a los amalecitas y recuperaron a todo, incluso a sus esposas e hijos. En este estudio, regresamos con Saúl, quien acaba de ver la adivina de Endor, y recibió una palabra del espíritu del juez y profeta Samuel. Le dijo que hoy mismo él y sus hijos van a morir en batalla contra los filisteos, y Dios le entregará su reino a David. Leemos los últimos momentos muy tristes de Saúl.

Una derrota total

Cuando la historia se abre, los filisteos están venciendo contra Israel, tal y como Samuel le dijo a Saúl. Sabe que hoy será su último. Tan fuerte es la pelea que los soldados israelitas están huyendo. El texto dice que muchos murieron a manos de filisteos. Cuando los filisteos vieron que los israelitas estaban huyéndose, se dedicaron a encontrar al rey y sus hijos. El texto dice que lograron matar tres de los príncipes, Abinadab, Malquisúa y Jonatán; como el heredero del trono, ni siquiera debe luchar en la batalla, pero su presencia muestra el estado desesperado de Israel. Vale la pena notar de nuevo que Jonatán era un hombre recto con mucha fe en Dios, que no era como su padre. Después de morir, se encontró con Samuel en el seno de Abraham y no al mismo lugar donde su padre fue. Comenzamos con la historia, leyendo del libro I Crónicas para averiguar cómo murió Saúl.

Toma la espada y mátame para que esos paganos no vengan a hacer burla de mí

I Crónicas 10:3-6: La batalla se puso cada vez peor para Saúl, y los arqueros lo alcanzaron a herir con sus flechas. Entonces Saúl le dijo a su escudero:

—Toma la espada y mátame para que esos paganos no vengan a hacer burla de mí.

Pero el escudero de Saúl tuvo miedo y se negó a matarlo. Así que Saúl tomó su propia espada y se mató él mismo. Al ver que Saúl estaba muerto, su escudero se atravesó con su propia espada y murió también. Saúl murió junto con sus tres hijos y toda su dinastía.

Así que Saúl tomó su propia espada y se mató él mismo

Saúl les llama paganos a los filisteos, pero no hay nadie más pagano que él: acaba de consultar a una adivina, caza a David, exigió la muerte de 85 sacerdotes inocentes, entre otras maldades. No quiere que los filisteos se burlen de él, pero esto es exactamente lo que van a hacer cuando encuentren su cuerpo. Ya sufrió varias heridas por la lluvia de flechas y sabe que no va a sobrevivir; le duele horriblemente, sangrando, gateando con la panza en la tierra, jalándose con los codos. No le grita a Dios en arrepentimiento, no ora, no llora. Como acto final, Saúl se mató, lo que precipitó que su escudero también se matara.

No hablemos de Isbaal

Saúl y tres de sus hijos murieron ese día, pero su hijo Isbaal todavía vive. El autor lo insulta, diciendo que la dinastía está muerta; ni piensa que Isbaal vale la pena mencionar, pero va a ser el próximo rey. El texto no nos dice si los filisteos mataron a la esposa de Saúl o a su hija Merab, pero sabemos que su hija Mical y su concubina Rizpa sobrevivieron. Con tanto lujo de detalle, tenemos que preguntarnos cómo esta historia salió a la luz del día. Más adelante, leeremos otra versión de cómo Saúl supuestamente murió y veremos cual sea la versión verdadera.

El texto dice que los habitantes de las ciudades israelitas cerca de la batalla abandonaron sus hogares, y que los filisteos ocuparon estas ciudades. Fue una derrota total con una pérdida de parte de la tierra prometida. Para colmo de males, el texto dice que al día siguiente los filisteos regresaron para despojar a los cadáveres, robándoles de cualquier cosa de valor, incluso la armadura, que probablemente fueron hechos por filisteos. Fue un trabajo sucio, sangriento. El olor de la muerte se mezclaba con el ruido de los buitres comiendo carne fresca. Continuamos con la historia, leyendo lo que los filisteos hicieron cuando encontraron el cuerpo de Saúl.

Agarraron su cabeza y armas

I Crónicas 10:9-10: A Saúl le quitaron todo lo que tenía, agarraron su cabeza y armas, y enviaron mensajeros para que esparcieran la noticia a los filisteos y a todos los templos de sus ídolos. Pusieron sus armas en el templo de sus dioses y colgaron su cabeza en el templo de Dagón. 

Colgaron su cabeza en el templo de Dagón

El texto dice que le quitaron todo lo que tenía, se supone que esto incluye su ropa. Además que desnudo, lo decapitaron, colgando su cabeza en el templo de Dagón, y clavaron su cuerpo en una muralla, una desgracia completa. Pusieron sus armas en el templo de la diosa Astarté, una de las diosas predilectas de Israel. Todo el territorio filisteo vibraba con la alegría de derrotar a los israelitas, de matar y humillar al rey de este modo y de ocupar varias de sus ciudades. No leemos que decapitaron y humillaron a Jonatán, pero lo colgó en una muralla junto con su padre. Saúl no quiso que los filisteos se burlaran de él, pero hasta su muerte no recibió lo que anheló. Jesús dijo esto: “No les tengan miedo a los que matan el cuerpo pero no el alma. Más bien témanle a Dios que puede destruir tanto el cuerpo como el alma en el infierno,” (Mateo 10:28).

Hombres valientes

El texto dice que cuando los de Jabés de Galaad se enteraron de lo que los filisteos hicieran con el cuerpo de rey y de sus hijos, recuperaron los cuerpos, y como ya no eran reconocidos, los incineraron en Jabés y los enterraron bajo de un roble. Aunque el texto no dice, esos hombres eran muy valientes, arriesgándose una confrontación con los filisteos para darle a Saúl y sus hijos un entierro digno. Quizás cuando los de Jabés llegaran, los filisteos estuvieran ansiosos por deshacerse de los cuerpos pudriéndose, apestándose en los templos. Los de Jabés de Galaad ayunaron durante siete días, sin saber qué hacer o a quién acudir. Continuamos con la historia en I Crónicas, con un comentario para recordarnos por qué Dios permitió que Saúl se muriera de una forma tan desagradable y humillante.

Saúl murió porque fue infiel al SEÑOR

I Crónicas 10:13-14: Saúl murió porque fue infiel al SEÑOR; no obedeció los mandamientos del SEÑOR. Saúl incluso consultó a un médium para que lo guiara, en lugar de pedir ayuda al SEÑOR. Entonces el Señor le quitó la vida y le entregó el reino a David, el hijo de Isaí.

David se entera de la muerte de Saúl

Mientras tanto, David y sus hombres regresaron a lo que se quedó de Siclag después del incendio que los amalecitas comenzaron. El texto dice que se quedaron en Siclag por tres días. David no sabía qué hacer, se preocupó por Israel. No pudo unirse con su pueblo, pero no quería permanecer en esta destruida ciudad filistea.

Al tercer día, un joven forastero llegó a Siclag. El texto dice que vino desde el campamento de Saúl, tenía la ropa rasgada y la cabeza cubierta de ceniza, una señal de ayuno, y una mala señal para Israel. Veremos más adelante que el joven estaba disfrazado, que no le importó la muerte del rey en absoluto. El forastero se postró ante David, aparentemente sabiendo quien era. David le pregunta de dónde viene y quien ganó la batalla. El joven le contesta que los israelitas huyeron y que había muchas fatalidades, incluso Saúl y Jonatán. Continuamos con la historia, leyendo la versión de la muerte de Saúl que cuenta este forastero.

De casualidad estaba yo en el monte Guilboa

II Samuel 1:5-10: David le preguntó al joven:

—¿Cómo sabes que Saúl y su hijo están muertos?

El joven respondió:

—De casualidad estaba yo en el monte Guilboa y vi que Saúl se apoyaba en su lanza, mientras los carros de combate y la caballería de los filisteos estaban casi encima de él. Saúl se volvió y al verme me llamó y yo le respondí. Me preguntó quién era yo y le dije que era un amalecita. Entonces Saúl me dijo: “Acércate y mátame. Estoy agonizando, pero aun sigo con vida”. Al darme cuenta de que no iba a vivir, lo maté. Luego le quité la corona y el brazalete que llevaba en el brazo para traérselos a usted, mi señor.

Lo maté y lo robé, ¿y mi recompensa?

Por preocuparse tanto que un pagano lo mataría, ¿realmente vamos a creer que después de enterarse de que se tratara de un amalecita, Saúl lo permitiría matarlo? Recordamos que Dios le instruyó destruir a los amalecitas por completo porque eran completamente malvados. Hay varios problemas con esta historia. Primero, ¿qué hace un amalecita en la batalla entre los filisteos y los israelitas? Dice que está allí por casualidad, pero nadie nunca está en medio de una batalla por casualidad. Es improbable que este amalecita luche al lado de Israel, es más probable que esté allí para saquear al ejército perdedor, cualquiera que sea. Segundo, el amalecita dice que Saúl se apoyó en su lanza, pero la versión que leímos en I Crónicas dice que Saúl se mató con su espada, algo más probable por sus heridas. ¿Saúl realmente llamaría a un desconocido, o a cualquier persona, siendo los filisteos casi encima de él? ¿Dónde estuvo su escudero en esta versión de la historia? Ni siquiera el escudero se atrevió a matar al rey.

Este amalecita cree que naturalmente, David odia a Saúl, y va a darle una recompensa al hombre quien lo mata. Es mucho más probable que al saquear a los muertos, el amalecita se encontró, por casualidad, con el cuerpo de Saúl, pero ya estaba muerto. Le robó la corona y el brazalete que Saúl tontamente llevó en la batalla; si los filisteos lo hubieran encontrado primero, sin duda habían puesto la corona y el brazalete en uno de los templos de sus dioses. Al obtener la corona, el amalecita corrió a contarle un cuento a David, con la expectativa de recibir una recompensa y su gratitud. Pero, no va a acontecer así; aunque Saúl fue influenciado por un espíritu maligno, David tenía el Espíritu del Señor.

Por la forma en que Saúl trató a David, ¿David no estará feliz con esta noticia? Sería natural que fuera feliz, celebrando con sus hombres que ya no tendrán que esconderse, pero David y sus hombres respetan el hombre que Saúl era antes de corromperse. A pesar de todo, Dios eligió a Saúl. El texto dice que al escuchar la noticia, David y sus hombres rasgaron su ropa, llorando y ayunando hasta el anochecer por la muerte de Saúl, Jonatán, y por las grandes pérdidas del ejército.

Después de ayunar, David pensó en los hechos y algo no cuadraba. ¿Cómo se atrevió este joven a matar al rey? Continuamos la historia leyendo la conversación entre David y el joven, la última conversación que el amalecita jamás tendría.

¿Cómo no tuviste miedo de matar al rey elegido del SEÑOR?

II Samuel 1:13-16: Entonces David habló con el joven que le había traído la noticia de la muerte de Saúl y le preguntó:

—¿De dónde eres?

—Soy amalecita, hijo de un inmigrante—respondió el joven.

—¿Cómo no tuviste miedo de matar al rey elegido del SEÑOR?—le preguntó David al joven.

Entonces David mandó a uno de sus siervos que matara al amalecita y él cumplió la orden. David le decía al amalecita:

—Has cavado tu propia tumba. Al decir que mataste al rey, el elegido del SEÑOR, tú mismo te has declarado culpable.

Has cavado tu propia tumba

David no espera una respuesta del joven porque es una pregunta retórica; no hubo justificación para matar a Saúl. Pero, probablemente mintió sobre matar al rey, era parte de la historia que inventó para recibir alguna recompensa. Por eso mismo, por hacer alarde de matarlo, algo que ni siquiera hizo, lo ejecutó. Después de la muerte de Saúl y Jonatán, David compuso un lamento. Terminamos esta historia leyendo una porción del lamento.

II Samuel 1:22, 23-26:  «Las flechas de Jonatán lograron penetrar el cuerpo de guerreros y derramar sangre enemiga. La espada de Saúl tuvo éxito al matar a muchos de ellos. ¡Lloren por Saúl, hijas de Israel! Él las cubrió con hermosos vestidos rojos y con joyas de oro. »¡Cómo han caído los valientes en la batalla! Jonatán yace muerto en los montes de Guilboa. ¡Cómo te extraño, mi hermano! Tu amistad fue más preciosa para mí que el amor de las mujeres.

¡Cómo te extraño, mi hermano!

Entendemos el lamento para Jonatán mejor que el para su padre. Jonatán era su mejor amigo y claro, lo extraña mucho. Como hemos dicho, David y Jonatán no tuvieron una relación homosexual, como algunos comentan. El texto dice que Jonatán amaba a David como se amaba a sí mismo; no había una mujer en la vida de David que lo cuidara y lo protegiera como hizo Jonatán. Las esposas de David compitieron por su amor, pero Jonatán lo amaba como se amaba a sí mismo y jamás lo lastimaría.

Ahora que Saúl está muerto, ¿Qué sucederá? ¿David tomará el trono? Continuamos con la historia de David en los próximos estudios, y veremos su coronación y lucha para unificar a Israel.

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