La rivalidad entre Raquel y Lea
Las muchas mujeres e hijos de Jacob
Jacob se casó con dos hermanas, Raquel, la que amaba, y Lea, la hermana mayor. Si parece una locura casarse con dos hermanas, sigue leyendo cómo Jacob se involucró involuntariamente con las dos sirvientas de sus esposas, siendo un peón en la rivalidad entre Raquel y Lea. Es una historia que parece una novela.
Esta devocional es parte de nuestra serie en Génesis. Si no has leído las otras devocionales en la serie, te invito a leer sobre las siguientes temas:
El comienzo: la creación, Adán, Eva, sus hijos Caín y Abel, los hijos de Dios, Noé en el diluvio, y la torre de Babel
La familia de Abraham: Téraj, el padre pagano de Abraham, Abraham, el padre de nuestra fe,
el misterioso sumo sacerdote Melquisedec, la visita del Señor a Abraham, Lot, el sobrino de Abraham que vivía en Sodoma,
los secuestros de Sara, Agar, la madre de Ismael, Ismael, primogénito que no heredó la descendencia de Abraham,
La familia de Isaac: Isaac, hijo de Abraham y Sara, Dios le pidió a Abraham sacrificar a su hijo
la historia de amor de Isaac y Rebeca, los gemelos muy distintos, Esaú y Jacob, y Jacob y no Esaú recibió la bendición del primogénito
La familia de Jacob: la escalera de Jacob y Jacob se enamoró de Raquel, pero se casó con Lea
Comenzamos la historia, leyendo la gran misericordia y consideración que Dios tenía con Lea, la esposa no amada.
Génesis 29:31: El SEÑOR vio que Jacob no amaba a Lea, entonces hizo que ella pudiera tener hijos y Raquel no.
El SEÑOR vio que Jacob no amaba a Lea
Aunque Jacob no amaba a Lea, ahora que estaban casados, tenía que acostarse con ella de vez en cuando de modo que su tío Labán, el padre de Lea, no se enojara con él y le hiciera la vida aun más difícil de lo que era. Pero, pasó la mayoría de sus noches con Raquel. Creo que aun cuando le tocaba pasar la noche con Lea, regresó a su cama en la tienda de Raquel lo más antes que podía, abrazándola hasta el amanecer. El texto nos dice muy específicamente que Jacob amaba a Raquel. Tenemos que preguntarnos por qué la amaba tanto cuando era de mal carácter. Quizás es más preciso decir que Jacob sentía una atracción física por ella más fuerte que a todos los disgustos que ella y su familia le causaron, una prueba de lo importante que es la atracción física para los hombres.
A Raquel no le molestó tanto que su marido tuviera relaciones con su hermana mayor, a fin de cuentas, como él no amaba a Lea, Raquel tampoco amaba a Jacob. Aun así, pronto Lea se embarazó y dio a luz al primogénito de Jacob, Rubén. Después, dio a luz a Simeón, Levi, y Judá. El texto nos dice que después de esto, dejó de tener hijos, quizás por causas naturales o quizás después de tener cuatro hijos, Jacob dejó de visitarla.
¿Me amará ahora?
Veamos algunas de las declaraciones de Lea después del nacimiento de sus hijos: Génesis 29:32-34 y 30:19: «Ciertamente, el Señor ha visto mi miseria; ¡ahora mi esposo me amará!» «Ciertamente, el Señor ha oído que no soy amado, y también me ha dado este hijo. » «Ahora, por fin, mi esposo se apegará a mí porque le he dado tres hijos.» «Dios me ha dado un gran regalo. Ahora con seguridad Jacob me va a querer por haberle dado seis hijos» (Negrita mía).
Jacob nunca amó a Lea
Es cierto que Dios la vio, pero Jacob nunca la amaba a pesar de darle tantos hijos, nunca se apegó a ella, nunca vivía en su tienda, y no creo que ninguna mujer la llamara feliz. Parece que el hecho de que Dios le dio la habilidad de concebir no la ayudó a capturar el cariño de Jacob. Nos compadecemos de Lea: tenía que aguantar la humillación y soledad que vienen con el desamor. Como veremos más adelante, aun después de darle seis hijos y una hija, no la amaba.
Raquel vio que aunque Jacob no pasó mucho tiempo con su hermana mayor, la envidiaba. La observaba cuidando a sus hijos, y como Jacob regresó del campo cada día y antes de verla, fue a visitar a sus hijos, y esto le daba rabia. Se acostó con Jacob una y otra vez y cada mes cuando no se embarazó, se sentía frustrada con su marido, echándole la culpa a él. Los hijos eran la única cosa que Lea tenía que ella no y quería quitarle esta ventaja. Jamás se le ocurrió que su esterilidad fue provocada por Dios. Continuamos con la historia, leyendo la acusación de Raquel a Jacob.
Si no me das hijos, me moriré
Génesis 30:1-2: Cuando Raquel vio que no le podía dar hijos a Jacob, le dieron celos de su hermana. Entonces le dijo a Jacob: —Si no me das hijos, me moriré.
Jacob se enojó mucho con Raquel y le dijo: —Yo no soy Dios, él es el que no te ha dejado tener hijos.
Yo no soy Dios
Aunque es probable que Raquel no amó a Jacob, sí deseaba ser madre, por lo menos para verse mejor que Lea. Ver a su hermana ser madre le causó vergüenza. Notamos que era Raquel quien se quejaba de no tener hijos; Jacob la amaba sin importar si fuera estéril o no. Cuando exigió que Jacob le diera hijos, en vez de consolarla, la reprendió, diciéndole que era Dios quién le había impedido concebir. Podemos derivar varios significados de su amonestación: uno, Dios estaba castigándola por algo, y dos, que era ella quien tenía el problema físico y no él ya que tenía hijos con Lea.
La madre sustituta de nuevo
Para Raquel, la respuesta a su infertilidad era la misma respuesta a todo en su vida: usar a otra persona para conseguir lo que quería. Después de que él la reprendió, ella no dudó en darle su sirviente Bilhá para que se acostara con ella. Un siervo en aquella época era propiedad y tenía que obedecer a su amo hasta la muerte. Como su padre le dio a Bilhá como sierva, era suya para hacer lo que quería con ella, así que Raquel le dio a Jacob para tener relaciones con ella con la esperanza que concibiera un hijo, siendo una madre sustituta. La idea era lo mismo que Sara tuvo con Agar, que su marido se acostara con ella tan solo lo suficiente para embarazarla y cuando dio a luz, la madre renunciaría a todos sus derechos y el hijo sería propiedad del amo. Pero no funcionó así en ninguno de los dos casos. El texto no nos dice como Jacob reaccionó cuando Raquel le pidió que se acostara con Bilhá, tan solo nos dice que él lo hizo.
Extraño triángulo desamoroso
¿Qué pensaba Bilhá con respeto a tener que acostarse con el esposo de su amo? Le gustó o no, Bilhá tenía que aceptarlo como cualquier otra tarea doméstica, aun quizás más desagradable. Pronto, Bilhá se embarazó y dio a luz a un hijo, al cual Raquel le puso el nombre Dan. Después del nacimiento de Dan, Raquel dijo: «Dios ha escuchado mis oraciones y ha decidido darme un hijo». Parece irónico que dijera que Dios decidió darle un hijo, cuando ella se arregló todo. A fin de cuentas, darle a Jacob a su sierva para acostarse con ella no era la voluntad de Dios.
No sabemos si a Jacob le gustó acostarse con Bilhá o si Raquel se lo exigió, pero ella se quedó encinta de nuevo y dio a luz un segundo hijo, Neftalí. Después de su nacimiento, Raquel dijo: «Peleé duro para competir con mi hermana, y yo gané». Después del segundo nacimiento, Raquel reveló sus verdaderas intenciones y no tenía nada que ver con Dios, sino competir con Lea. ¿Por qué tenía que competir con Lea cuando ya tenía el amor de Jacob? Raquel era una chica malcriada que siempre quería salir con la suya.
El extraño triángulo desamoroso de convirtió en un rectángulo desamoroso
Cuando Lea vio el juego de su hermana y que ya no estaba concibiendo, le dio a Jacob su sierva, Zilpá y ella y Jacob tuvieron dos hijos, Gad y Aser. Jacob tenía que mantener a ocho hijos y cuatro mujeres, además de continuar trabajando para Labán por el dote de Raquel. Jacob, el tramposo, era un peón en este juego que Raquel comenzó. A pesar de eso, Raquel era la única que amaba.
Las mandrágoras deseadas
Rubén, el primogénito, ayudó a su padre en los campos. Un día le trajo un regalo a su madre; eran unas plantas de mandrágoras, la planta del amor. Raquel vio que Rubén le trajo a Lea las mandrágoras. Continuamos con la historia, leyendo el intercambio entre Raquel y Lea.
Me des de las mandrágoras
Génesis 30:14-16: Durante la cosecha de trigo, Rubén se fue al campo, encontró unas plantas llamadas mandrágoras y se las llevó a su mamá, Lea. Entonces Raquel le dijo a Lea: —Te ruego que me des de las mandrágoras de tu hijo.
Pero Lea le dijo: —Tú me quitaste a mi esposo. ¿Ahora me quieres quitar también las mandrágoras de mi hijo?
Entonces Raquel dijo: —Si me das las mandrágoras de tu hijo, podrás dormir con Jacob esta noche.
Cuando Jacob regresó del campo esa tarde, Lea salió a encontrarse con él. Ella le dijo: «Esta noche tú tendrás relaciones sexuales conmigo. Pagué por ti con las mandrágoras de mi hijo». Entonces Jacob durmió esa noche con Lea.
Plantas por una noche con su marido
Se consideró que los mandrágoras, una planta de raíz, ayudaban a que las mujeres fueran más fértiles. Rubén podía haber escuchado el lamento de su madre de que ya no estaba teniendo hijos. Raquel todavía tenía la esperanza desesperada de embarazarse y quería los mandrágoras para lograr este fin. ¿Por qué diría Lea que Raquel le quitó a su marido cuando Jacob nunca quiso casarse con ella? Esta acusación es la prueba de la frustración y enojo de Lea por una situación que solamente su padre eligió. Jacob le demostró a Raquel que la amaba pasando la mayoría de sus noches con ella, y no fue él quien la trajo mandrágoras porque no le importó que fuera estéril, la amaba tanto. Lea seguía persiguiéndolo sin importar cuánto la ignoraba. Para Raquel, renunciar a una noche con Jacob por las mandrágoras no fue un gran sacrificio; suspiró, encogiéndose de hombros con indiferencia, permitiendo que Lea pasara la noche con Jacob.
Lea había orado mucho para darle otro hijo a Jacob y ahora tenía su oportunidad. Después de esa noche juntos, el texto nos dice que Dios escuchó sus oraciones y se quedó embarazada, dándole luz a otro hijo, Isacar y luego a otro llamado Zabulón. Después de darle seis hijos, Lea se embarazó una vez más y dio a luz a la única hija de Jacob, Dina.
Raquel se embarazó
Después de alrededor de 14 años, Dios permitió que Raquel se embarazara. Continuamos con el final de esta historia, leyendo del embarazo de Raquel y el nacimiento del hijo predilecto de Jacob.
Dios escuchó a Raquel
Génesis 30:22-24: Dios se acordó de Raquel, escuchó sus plegarias y le permitió tener hijos. Raquel quedó embarazada, dio a luz a un hijo y después dijo: «Dios me ha quitado mi vergüenza». A su hijo le puso de nombre José. Ella dijo: «Ojalá el SEÑOR me deje tener otro hijo».
Dios me ha quitado mi vergüenza
Lea y las concubinas dejaron de tener hijos y parece que hay una calma en el campamento. Pero en el corazón de Raquel, todavía quería competir con su hermana. El texto nos dice que Dios escuchó las plegarias de Raquel y ella se quedó encinta dando a luz a José. Lo que dijo después de parirle indica el estado de su corazón, <<Ahora Dios me ha quitado la vergüenza.>> Y luego dice, << Ojala El Señor me deje tener otro hijo.>> A Raquel le preocupaba más la vergüenza y la competición con Lea que el amor de su marido, ni creer en el verdadero y único Padre del Universo.