La serpiente de bronce

Dios proveyó una solución poco convencional para salvarlos

En la devocional anterior, Coré encabezó una rebelión contra Moisés que resultó en la tierra tragando a él, sus socios, familiares, y todos sus pertenencias. Casi 40 años han pasado desde entonces; el castigo para la generación esclava casi se cumplió. En esta devocional, leemos que los israelitas siguieron quejándose, Dios prohibió que Moisés y Aarón entraran en la tierra prometida, Aarón se murió, Edom les negaron el paso, y la serpiente de bronce.

Miriam acaba de morir, y no había agua donde estaban acampando. Como en muchas otras ocasiones, los israelitas se quejaron, lamentando que Moisés los sacara de Egipto. Comenzamos la historia, leyendo las quejas del pueblo hebreo.

¿Por qué nos sacaste de Egipto y nos trajiste a este lugar tan terrible?

Números 20:3-5: La gente se enojó contra Moisés y le dijo:

—Ojalá el SEÑOR nos hubiera matado junto con los otros israelitas. ¿Por qué has traído la comunidad del SEÑOR a este desierto? ¿Es que quieres matarnos a nosotros y a nuestro ganado? ¿Por qué nos sacaste de Egipto y nos trajiste a este lugar tan terrible? En este lugar no se puede sembrar y no hay higueras, ni viñas, ni granados ¡no hay ni siquiera agua para beber!

No hay agua

Ya hemos escuchado esas mismas quejas varias veces. Desearon la muerte, regresar a Egipto, y quizás más que nada, comer carne e higos, y tomar vino- como si comieran rico y bebieran vino en esclavitud en Egipto. Dios todavía estaba presente en la columna de nubes y fuego, y les enviaba maná todas las mañanas. A pesar de ser libres, dijeron que hubieran preferido morir con los rebeldes en una de las plagas. Todavía tenían una mentalidad de esclavos. Moisés y Aarón escucharon sus quejas y le pidieron a Dios qué hacer. Continuamos con la historia, prestando atención especial a lo que Dios le instruyó a Moisés.

¿Quieres que haga qué?

Números 20:8:  —Toma el bastón y ve con Aarón a reunir a toda la comunidad. Enfrente de todos, háblale a la roca y entonces brotará agua de ella. Así harás brotar agua de la roca para que beban ellos y el ganado.

Háblale a la roca

Dios le instruyó llevar el bastón consigo, pero no usarlo, sino hablarle a la roca de modo que brotara agua. No nos dice qué debiera decirle a la roca; de todos modos, sus palabras no eran mágicas, sino sería el poder de Dios que brotara el agua de la roca. Pero hablarle no fue lo que Moisés hizo. Moisés y Aarón se reunieron al pueblo alrededor de la roca. Continuamos la historia, leyendo lo que Moisés escogió hacer en vez de hablarle a la roca.

¿Es que tendremos que sacarles agua de esta roca?

Números 20:10-11: 10 Luego Moisés y Aarón reunieron a la comunidad en frente de la roca y Moisés les dijo:

—Escuchen ustedes, rebeldes: ¿Es que tendremos que sacarles agua de esta roca?

Entonces Moisés levantó su mano y con su bastón golpeó dos veces la roca. Enseguida comenzó a salir agua en abundancia y bebieron la comunidad y sus animales.

La golpeó

Un poco después de la llegada de los israelitas al desierto, Dios le instruyó golpear una roca una vez para darle agua al pueblo. Pero esta vez, Dios le instruyó hablarle a la roca, pero en su enojo, la golpeó dos veces. Parece que Moisés tomó el crédito por darles agua, preguntando al pueblo si él y Aarón tuvieron que darle agua de la roca, como si fuera su idea y no las instrucciones de Dios. Aunque desobedeció, Dios hizo que agua saliera para Su pueblo y sus animales. Pero lo que Moisés hizo no le agradó a Dios. Continuamos con la historia, leyendo el castigo de Moisés y Aarón por haber golpeado la roca.

No pisarán a la tierra prometida

Números 20:12: Luego el SEÑOR les dijo a Moisés y a Aarón:

—Puesto que ustedes no tuvieron la suficiente confianza en mí como para mostrar mi santidad enfrente de los israelitas, ahora ustedes no llevarán a los israelitas a la tierra que les he dado.

¿Fue un castigo duro?

Como lectores, el castigo nos parece demasiado duro, pero no podemos juzgar a las decisiones de Dios, siempre son perfectas aun cuando no las entendemos. Pero Moisés estaba inconforme con la decisión de Dios. Había guiado, enseñado y aguantado a esa gente y quería por fin salir del desierto a la tierra prometida a sus ancestros. Le rogó a Dios permiso para entrar a la tierra prometida. Continuamos con la historia, leyendo la respuesta sorprendente de Dios a su siervo.

¡Ya basta!

Deuteronomio 3:26-28:  Pero el SEÑOR, como estaba muy enojado conmigo por culpa de ustedes, no quiso concederme mi deseo. El SEÑOR me dijo: «¡Ya basta! No insistas más sobre este asunto. Sube a la cima del monte Pisgá y observa al occidente y al norte, al sur y al oriente, y observa con tus propios ojos, pero no podrás cruzar el río Jordán. Dale instrucciones a Josué y ayúdale a ser fuerte y valiente, porque él llevará a este pueblo al otro lado del río y él hará que hereden la tierra que ves».

Dios fue bien claro: sería Josué y no él quien llevaría el pueblo a la tierra prometida. Parece que Moisés se sometió al castigo y seguía obedeciendo a Dios aun sabiendo que jamás cruzaría el río Jordán.

Edom les negaron el paso

Recordamos que Esaú estableció un pueblo que se llamaba los edomitas. Aunque Esaú era hijo de Isaac, fue Jacob, su gemelo, quien recibió la bendición. La biblia describe a Esaú como un pagano, y así eran los edomitas. Edom se ubicaba entre el desierto donde acampaban los israelitas, y la tierra prometida. Moisés le envió un mensaje al rey de Edom, pidiéndole permiso para cruzar su territorio. Le prometió que no tomarían agua de sus pozos, y no perturbarían a sus campos ni a su gente. Pero el rey le negó pasar, y le advirtió que si entraran en Edom, los atacara. Por su vínculo ancestral, decidieron no atacarlos. Como no pudieron negociar con el rey de Edom, los israelitas no tuvieron otra opción y se fueron por otra ruta.

Después de su encuentro con el rey, Dios le comunicó a Moisés y a Aarón que, como Aarón no pudo pisar la tierra prometida, iba a morir. Continuamos esta historia leyendo las instrucciones de Dios para la muerte de Aarón.

Muerte de Aarón

Números 20:24-26: «Aarón va a morir y se reunirá con sus antepasados porque él no puede entrar a la tierra que yo le he dado a los israelitas debido a que ustedes desobedecieron mis órdenes en Meribá.  Así que Moisés, lleva tú a Aarón y a su hijo Eleazar a la cumbre del monte Hor, y allí le quitarás a Aarón sus vestiduras sacerdotales y se las pondrás a su hijo Eleazar. Luego Aarón morirá y se reunirá con sus antepasados».

El nuevo sumo sacerdote

Moisés, Aarón, y Eleazar subieron al monte Hor. Entre llantos y abrazos, Aarón se despidió a su hermano e hijo. Allí se transfirió el sumo sacerdocio a Eleazar, quitándole la ropa sacerdotal de Aarón y poniéndola a Eleazar. Aarón se acostó y murió en la cumbre del monte, en paz con Dios, sin jamás ver la tierra prometida. Cuando Moisés bajó con el nuevo sumo sacerdote, todos entendieron lo que aconteció, y toda la comunidad lamentó la muerte de Aarón por 30 días. 

Poco después de la muerte de Aarón, los israelitas estaban viajando para no pisar el territorio de Edom, pero perdieron la paciencia y otra vez hablaron mal de Dios y de Moisés. Tenían las mismas quejas de siempre, de salir de Egipto, de la maná, que no había agua. Es curioso, porque ahora mucha de la generación que salió de Egipto ya se murió, y muchos de los que se quejaron ni siquiera se acordaron de cómo era Egipto. Dios les envió serpientes venenosas que los mordieron y muchos murieron. Terminamos con esta historia, leyendo la confesión del pueblo y la cosa extraña que Dios le encargó a Moisés.

La serpiente de bronce

Números 21:7-8: El pueblo se acercó a Moisés y le dijo:

—Hemos pecado al hablar mal del SEÑOR y de ti. Pídele al SEÑOR que aparte las serpientes de nosotros.

Entonces Moisés oró por el pueblo, y el SEÑOR le dijo a Moisés:

—Haz una serpiente y ponla en un poste. Todo el que haya sido mordido y la mire se salvará.

¿Quieres que haga qué? Lo hago.

Aunque parecía idolatría, Moisés obedeció. Aarón ya no estaba para fundir el bronce y formar una serpiente, pero aparentemente Moisés tenía conocimiento sobre la artesanía y lo hizo. Como Dios le instruyó, lo colocó en un poste, y cuando una serpiente le mordió a una persona, únicamente tenía que ver la serpiente de bronce y se salvó. Dios no les quitó las serpientes, sino creó una manera para la salvación. Requería fe de su parte de creer lo que Dios les dijo; los que rechazaron creer y no lo vieron, murieron. A fin de cuentas, una serpiente de bronce no tuvo ningún poder para sanar el veneno, al contrario, parecía uno de los muchos dioses de Egipto y de Canaán. Era una prueba de fe en las palabras de Dios. Esta historia corta nos da una sombra al futuro, Nuestro Mesías colgado en una cruz. No podemos salvarnos del veneno del pecado, pero poniendo nuestra fe en Él en la cruz, Él nos salva.

Juan 3:14-15: »Así como Moisés levantó una serpiente de metal en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

En la próxima devocional, veremos lo que aconteció cuando un rey pagano contrató a un hechicero para maldecir al pueblo de Dios.

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