¿Quién era Coré?
Líder de una rebelión que la tierra se tragó
En la devocional anterior, vimos cómo los israelitas creían en el informe de los diez espías que dijeron que no iban a poder conquistar la tierra prometida, aun con Dios a su lado. Dios le dijo a Su pueblo que, como pensaba que hubiera sido mejor morir en el desierto, iba a vagar por el desierto por 40 años, sin pisar la tierra prometida, hasta que la generación que salió de Egipto se muriera. Los hebreos se sentían desesperados después de oír el castigo y seguían en su mentalidad de esclavo rebelde. Hoy vamos a examinar la vida de Coré, un hombre que se rebeló contra Dios y pagó el precio.
¿Quién era Coré?
Coré era primo de Moisés, Aarón y Miriam, pero el crecía en Gosén mientras Moisés crecía en la casa de la hija del faraón. De vez en cuando vería a Moisés jugando cerca del palacio. Lo envidiaba por no tener que trabajar en las obras egipcias, por llevar ropa fina, tener suficiente qué comer, y sin las cicatrices que los capataces dejaron con el látigo. Además, Moisés recibió una educación de primera clase; lo único que Coré sabía hacer era trabajar en las obras y odiar a los egipcios.
Coré era de la tribu de Leví. Después de salir de Egipto, Dios les dio a todos los hombres de la tribu de Leví el gran privilegio de trabajar en el tabernáculo. Eran responsables por el transporte de los objetos sagrados dentro del tabernáculo. También eran los encargados de cuidar de la gente necesitada, e identificar y sanar enfermedades. Coré quería el poder y prestigio de ser un sacerdote y no estaba satisfecho con trabajar en el tabernáculo; los sacerdotes tenían que provenir del linaje de Aarón. Probablemente, su jefe era uno de los hijos de Aarón.
Resentía a Moisés por nombrar a Aarón el sumo sacerdote y a sus hijos sacerdotes, aunque el nombramiento fue las instrucciones directas de Dios. Quizás lo más preocupante fuera que dudaba que Dios le hablara directamente con Moisés. Le incitó a la gente con la mentira de que Moisés inventara todo para beneficiarse a él y su familia. Reclamó que los dos hermanos fueran arrogantes y que se creían mejores y más sagrados que los demás. Coré pensaba que todos los israelitas tenían el derecho de ser sacerdotes y actuar por Dios, y como tal, que la posición de Moisés no era necesaria. Coré, junto con sus socios Datán, Abirán, y 250 jefes respetados de la comunidad israelita, se rebelaron contra Moisés. Comenzamos con el desafío abierto de Coré contra Moisés y Aarón.
¡Ustedes han ido muy lejos!
Números 16:3-7: Se reunieron en contra de Moisés y Aarón y les dijeron:
—¡Ustedes han ido muy lejos! Toda la comunidad, todo el pueblo es sagrado y el SEÑOR está con ellos, ¿por qué se levantan ustedes como líderes del pueblo del SEÑOR?
Cuando Moisés los escuchó, se tiró al suelo rostro en tierra, y luego les dijo a Coré y a sus seguidores:
—Mañana al amanecer, el SEÑOR hará saber quién le pertenece y quién es sagrado. Él declarará quién puede acercarse a él y a quién le permitirá estar junto a él. Coré, esto es lo que harán tú y tus seguidores: traigan sus incensarios y pónganles fuego e incienso ante el SEÑOR mañana. Entonces el hombre consagrado será el que el SEÑOR elija. ¡Son ustedes los que han ido muy lejos, hijos de Leví!
¡Son ustedes los que han ido muy lejos!
Coré pretendió hablar por todo el pueblo cuando lo que realmente buscó fue más poder. Tenía una imagen de Dios como un genio cósmico, que podría mandarle hacer lo que quería. La pregunta en forma de acusación que Coré le hizo a Moisés es interesante: si todo el pueblo del Señor era sagrado, ¿por qué la posición de Moisés e incluso la ley eran necesarios? Encontramos la respuesta volviendo al Jardín de Edén, cuando Eva y Adán pecaron, trayendo el pecado al mundo y la necesidad de la ley para crear una salida de la esclavitud al pecado. Aunque Dios apartó su pueblo como sagrado, todavía eran seres humanos pecaminosos con la necesidad de la salvación.
Recordamos que Dios quería hablar directamente con Su pueblo, y fueron ellos quienes rechazaron escuchar directamente de Él por miedo, eligiendo que Moisés le escuchara directamente y les diría lo que dijo. Moisés tampoco quería ser el líder; estaba contento siendo pastor en Madián, pero Dios insistió en que fuera su líder. Moisés tenía tanta responsabilidad por la comunidad que una vez le pidió a Dios quitarle la vida en vez de aguantar más quejas. ¿Qué hubiera hecho Coré con las quejas? ¿Habría vuelto a Egipto, donde no tendría ninguna autoridad?
Rebelión contra Dios
Fue sorprendente que Coré se atreviera a presentarse al día siguiente. Vemos su arrogancia, que a pesar de que Moisés le dijera que fue él quien había ido demasiado lejos, pensó que él y no su primo le agradaba a Dios. Vemos la creatividad de Dios hasta en el castigo de los rebeldes. Solamente los sacerdotes podían quemar incienso a Dios. Efectivamente, Dios quería mostrarle a Coré que Aarón y sus descendientes fueron elegidos por El Señor por este encargo especial y que únicamente ellos, y no todo el pueblo, serían reconocidos como tal por Dios.
El texto nos dice que Moisés le preguntó a Coré por qué no estaba satisfecho con el privilegio de trabajar en el tabernáculo. Moisés le recordó que esta rebelión no fue contra él y Aarón, sino contra Dios y Su derecho de elegir quien quisiera y hacer lo que le placera, enfatizando que era Dios quien está en control y no Moisés ni nadie más. Pero Coré aspiraba lograr aún más prestigio y poder. Cada vez que tenía que tomar órdenes de Aarón y sus hijos, cada vez que los observaba ofreciendo sacrificios, su amargura crecía. Convenció a algunos de los jefes que, como era el pueblo de Dios, todos fueran sagrados, y, por lo tanto, todos podían ser sacerdotes. Y así, Coré trajo el caos e ira de Egipto al desierto.
Moisés intentó hablar con Datán y Abirán para resolver su inconformidad, pero no quisieron hablarle. Continuamos con el texto, leyendo la reacción rebelde de Datán y Abirán hacia Moisés.
Engañados que engañan
Números 16:12-14: Luego Moisés mandó llamar a Datán y Abirán, hijos de Eliab, pero ellos dijeron:
—¡No vamos a ir a verte! ¿No es suficiente que nos hayas sacado de una tierra que rebosa de leche y de miel para hacernos morir en el desierto? Ahora también quieres ser nuestro gobernante. Además, tú no nos has llevado a ninguna tierra que rebosa de leche y de miel ni nos has dado campos ni viñedos. ¿Quieres engañar a gente como nosotros? ¡No, no vamos a ir a verte!
Nos sacaste de una tierra que rebosa de leche y de miel para morir
En vez de tratar de resolver el desacuerdo, los hermanos se quejaron del liderazgo de Moisés, declarando que él los hubiera engañado, diciendo que los llevaría a la tierra prometida, pero, en vez de eso, los hizo sufrir en el desierto. Los en contra de Moisés pensaron que era una pérdida de tiempo construir el tabernáculo y recibir la ley de Dios, cuando debieran invertir todo su tiempo en la conquista de Canaán. Datán y Abirán se engañaron a sí mismos, llamando a Egipto la tierra de leche y de miel, olvidando por completo la realidad de ser esclavos. Tampoco era la culpa de Moisés que su generación no podría entrar jamás en la tierra prometida, eso fue culpa de gente como ellos, quienes habían creído en el informe de diez de los espías en vez de poner su fe en las promesas de Dios.
Coré reunió a 250 jefes para rebelarse contra Moisés, Aarón, y más que nada contra Dios. Las quejas y desprecio que difundió públicamente envenenaron no solo a su familia, sino a sus amigos y 250 hombres de influencia. Eran arrogantes y rebeldes hasta el fin, sin arrepentirse, y de alguna manera, pensando que Dios iba a rendirse y permitir su rebelión. Continuamos con el texto leyendo el final de esta historia.
Coré contra Dios
Números 16:19-21, 26-33: Coré reunió a toda la comunidad en contra de ellos a la entrada de la carpa del encuentro. Entonces la gloria del SEÑOR apareció a toda la comunidad y el SEÑOR les dijo a Moisés y Aarón:
—Apártense de esa comunidad porque la voy a destruir en un instante.
Moisés le dijo a la comunidad:
—Aléjense de las carpas de estos perversos y no toquen nada que sea de ellos, no vaya a ser que también ustedes mueran por el pecado de ellos. La gente se alejó de las carpas de Coré, Datán y Abirán. Datán y Abirán salieron al frente de sus carpas con sus esposas, niños y bebés.
Moisés dijo:
—Con esto les voy a probar a ustedes que todo lo que hago es por orden del SEÑOR y no por mi propia cuenta: Si esta gente muere como normalmente muere todo el mundo, de muerte natural, es que el SEÑOR no me ha mandado, pero si el SEÑOR hace algo fuera de lo normal y la tierra se abre y se los traga a ellos con todo lo que tienen, si son enterrados vivos, entonces es que estos hombres han ofendido al SEÑOR.
Apenas Moisés terminó de decir esto, la tierra se abrió debajo de esa gente y se tragó a todos los que se habían unido a Coré, junto con sus familias y posesiones. Todos ellos cayeron al fondo de la tierra, vivos y con sus posesiones, y luego la tierra volvió a cerrarse. De esa forma fueron eliminados de la comunidad.
La tierra se abrió y se tragó a todos los que se habían unido a Coré
Después de que la tierra se abriera y tragó a los rebeldes principales, juntos con sus familias y posesiones, Dios mandó fuego que quemó los 250 seguidores de Coré. Vale la pena notar que los hijos de Coré no eran parte de la rebelión. Quizás ya eran adultos y tomaron la decisión de no rebelarse con su padre. Los descendientes de Coré eran fieles a Dios, cantantes en el coro sagrado, hasta escribiendo varios salmos. Nos enseñan que no tenemos que seguir el camino oscuro familiar, sino el camino iluminado por Nuestro Padre Celestial, Dios.
Al día siguiente, había una multitud que le echó la culpa a Moisés por matar al pueblo del Señor. Como castigo, Dios envió una plaga a los que acusó a Moisés de ser un asesino. La plaga mató a 14,700 rebeldes. Y así terminó esta rebelión contra Dios y los escogidos del Señor.