Labán persiguió a Jacob y hicieron un pacto
Venganza, ira, una reprenda, y un acuerdo
En la devocional anterior, Jacob y todos los suyos juntos con todas sus posesiones escaparon de Padán Aram, mientras Labán y sus hijos estaban en los campos esquilando las ovejas. Después de tres días, los siervos de Labán se dieron cuenta de que Jacob hubiera huido, llevando todo consigo, y se lo comunicaron a Labán, quien se enfureció y se fue de inmediato para perseguirlo.
Esta devocional es parte de nuestra serie en Génesis. Si no has leído las otras devocionales en la serie, te invito a leer las siguientes:
El comienzo: la creación, Adán, Eva, sus hijos Caín y Abel, los hijos de Dios, Noé en el diluvio, y la torre de Babel
La familia de Abraham: Téraj, el padre pagano de Abraham, Abraham, el padre de nuestra fe,
el misterioso sumo sacerdote Melquisedec, la visita del Señor a Abraham, Lot, el sobrino de Abraham que vivía en Sodoma,
los secuestros de Sara, Agar, la madre de Ismael, Ismael, primogénito que no heredó la descendencia de Abraham,
La familia de Isaac: Isaac, hijo de Abraham y Sara, Dios le pidió a Abraham sacrificar a su hijo, la historia de amor de Isaac y Rebeca, los gemelos muy distintos, Esaú y Jacob, y Jacob y no Esaú recibió la bendición del primogénito
La familia de Jacob: la escalera de Jacob, Jacob se enamoró de Raquel, pero se casó con Lea, y la rivalidad entre Raquel y Lea,
Labán era el maestro de estafadores
Aunque el texto no nos dice, evidentemente Labán regresó a su casa antes de perseguir a Jacob y descubrió que sus ídolos ya no estaban allí, un detalle importante más adelante en la historia. Después de una semana, quizás justo cuando Jacob pensó que podrían respirar, Labán y sus hombres lo alcanzaron. Antes de que pudiera alcanzarlo y actuar su venganza, anocheció y Dios le habló a Labán en un sueño. Comenzamos la historia leyendo lo que Dios le comunicó a Labán.
Dios reprendió a Labán
Génesis 31:24: Esa noche Dios se le apareció en un sueño a Labán el arameo y le dijo: «¡Cuidado! No le digas nada a Jacob, ni bueno ni malo».
No le hagas nada a Jacob
La mañana siguiente, Labán llegó al campamento de su yerno. Quería herirlo, pero después de tanto tiempo con Jacob, sabía mejor que no obedecer a su Dios. Continuamos la historia, leyendo lo que Labán le dijo a Jacob sobre el efecto de su huida.
Huiste, me engañaste, y llevaste a mis hijas
Génesis 31:26-30…—¿Por qué huiste y me engañaste? Te llevaste a mis hijas como si fueran mujeres capturadas en una guerra. ¿Por qué huiste en secreto? Si me lo hubieras dicho te habría despedido con alegría y con música de tambores y arpas. No dejaste que les diera un beso de despedida a mis nietos y nietas. ¡Fuiste un tonto al hacer esto! Yo soy capaz de hacerte daño, pero anoche se me apareció en un sueño el Dios de tu papá y me dijo: “¡Cuidado! No le digas nada a Jacob, ni bueno ni malo”. Yo sé que te fuiste porque quieres regresar a la casa de tu papá. Pero, ¿por qué te robaste los dioses de mi familia?
Soy capaz de hacerte daño
Vemos la contradicción en lo que Labán le dijo a Jacob: primero, lo regañó por huir, que él quería darle una fiesta de despedido, pero a la vez, su yerno era un tonto y que no se olvidara que él podría hacerle daño, y lo hubiera dañado si no fuera por Dios. Labán se mostró incapaz de fingir que fuera amable y que tuviera buenas intenciones. A través de la relación entre Labán y Jacob, vemos un patrón de engaño y luego enojo, procurando salir con la suya y cuando el otro descubrió el engaño, la ira y venganza. Labán es un maestro en usar la vergüenza. ¿Quién es el verdadero Labán? Es un villano, estafador y tramposo.
Jacob le contestó que se huyó porque estaba asustado que le quitara sus hijas, pero no le dijo la verdad, que no quería que le quitara sus bienes que adquirió mientras trabajaba en sus campos. Es interesante que Jacob tenía miedo de que Labán le quitara a sus dos hijas, aunque se casó con Lea sin querer. Labán estaba confundido cómo Jacob podría tener la bendición de Dios, quien no permitía la adoración de otros dioses, y mientras tanto se robó sus ídolos. Aunque Labán reconoció El Dios de Jacob cuando le habló en el sueño, todavía creyó que un dios podría ser poderoso y a la vez dejar que se perdiera.
Le dio permiso a su suegro buscar los dioses donde quisiera, añadiendo que cualquiera que tuviera sus dioses moriría, sin saber que Raquel los robó; seguramente jamás permitiría que le dañara ni un pelo de su amada. Le retó a buscar en todo el campamento y si algo le pertenecía, que se lo llevara. Labán y sus hijos buscaron en las carpas de Jacob, Lea, y las dos concubinas, pero no encontraron nada. Fueron a buscar en la carpa de Raquel. Parece que no se puso nerviosa aun con la amenaza de muerte. A diferencia de los demás, ella no corrió a saludar a su papá cuando escuchó que viniera, sino que se quedó en su tienda, sentada en su silla de camello, debajo de la cual había escondido los ídolos. Ella no se levantó, diciéndole a su padre como pretexto que la disculpara por no ponerse de pie ante su presencia, pero estaba en sus días de menstruación. Como no buscaron debajo de su silla, no encontraron nada. Salieron de su carpa para contárselo a Jacob. Para Jacob, la búsqueda infructuosa ya era el colmo. Continuamos la historia leyendo porciones de la reprenda de Jacob a Labán, una reprenda que había guardado por años y por fin la soltó.
¿Qué crimen cometí?
Génesis 31:36-37, 42: Entonces Jacob se enojó mucho y le dijo:—¿Qué crimen cometí? ¿Cuál fue mi pecado para que vinieras en mi persecución? Ya buscaste entre todas mis cosas y no encontraste nada que fuera tuyo. Si encontraste algo tráelo y ponlo aquí para que nuestros parientes decidan cuál de los dos tiene la razón… Si el Dios de mis padres…no hubiera estado conmigo, me habrías echado con las manos vacías. Pero Dios vio mi tristeza y el resultado de mi trabajo, y anoche te reprendió.
Si no fuera por Dios, no hubiera sobrevivido
Anteriormente, Jacob era cortés, pero después de que Labán mismo comprobó la inocencia de Jacob, perdió la paciencia. Además que la reprenda que acabamos de leer, le exclamó que en los 20 años que trabajó para su tío, ningún de los animalitos recién nacidos murieron, nunca comió ningún animal de sus rebaños, y cuando un animal mató a alguna oveja, él la repuso de su propio rebaño. Trabajaba día y noche para su suegro, los primeros 14 años para casarse con Raquel, y cuando por fin pudo trabajar para su propia familia, durante los últimos seis años, su suegro le cambió su salario diez veces. Después de la reprenda, Labán no se disculpó con él por portarse tan malvadamente. Continuamos con la historia para leer lo que aconteció después.
Todo lo que ves es mío
Génesis 31:43-44: Labán le dijo a Jacob:—Estas hijas son mis hijas, estos niños son mis niños y los rebaños son mis rebaños. Todo lo que ves es mío. Sin embargo, ¿qué les puedo hacer ahora a mis hijas o a los hijos que ellas han tenido? Ven, hagamos un pacto entre tú y yo, y que haya un testigo entre los dos.
Hagamos un pacto
Parece que Labán sufría con un complejo de grandeza; dijo que todo, incluso sus nietos, pertenecían a él. Vemos otra contradicción en las palabras de Labán: todo esto es mío, debes estar agradecido que te permití vivir en mis tierras, pero sabes que, soy tan generoso que no voy a llevar todo lo mío a casa, te lo regalo. Quizás no fue lo que Jacob quería escuchar, no fue una disculpa, pero por lo menos fue un paso en la dirección correcta. Así que, como Jacob hizo después de soñar con la escalera al cielo, agarró una piedra como símbolo del pacto. Mandaron que sus siervos cargaran piedras hasta formar un montón. Tanto Labán como Jacob estaban de acuerdo en que el montón de piedras servirían para recordarlos de su pacto para que no lo rompieran. Pero, el pacto vino con condiciones. Continuamos con el final de la historia, leyendo las condiciones que Labán le puso para mantener la paz.
Pero, tengo varias condiciones
Génesis 31:50, 52-53: Luego Labán dijo:—Si les haces daño a mis hijas o si te casas con otra mujer además de ellas, aunque nadie te esté vigilando, recuerda que Dios es el testigo entre tú y yo. El montón de piedras y esta roca son testigos de que nunca cruzaré de aquí hacia tu lado y de que tú nunca cruzarás de aquí hacia mi lado, con intención de hacernos daño. Que el Dios de Abraham…sea el que nos juzgue.
Ya no voy a meterme contigo si tú ya no te metes conmigo
En efecto, lo que Labán hizo fue asegurar que Jacob nunca regresaría a Padán Aram y jamás tendría la oportunidad de engañarlo de nuevo. Tampoco vería a sus hijas ni a sus nietos. Es difícil imaginar que un padre y abuelo pudiera ser tan cruel, dispuesto no ver a su familia jamás con tal de que sus cosas estuvieran seguras. Aun después de darle sus dos hijas a su sobrino, no confiaba en él para nada. Dijo que Dios iba a estar vigilándolo y implicó que si no cumpliera con estas condiciones, Dios iba a castigarlo. Jacob estaba de acuerdo con todas las condiciones que su tío propuso, hasta quizás se alegró, jamás quería regresar a Padán Aram. A lo mejor cuando Raquel escuchó los términos del pacto, se enfadó; si los ídolos eran la prueba de ser el dueño de alguna propiedad, jamás iba a poder reclamarla por no poder regresar a las tierras de su padre.
Jacob ofreció un sacrificio a Dios ante toda su familia. Luego, todos comieron juntos. La mañana siguiente, Labán se despidió de sus hijas y todos sus nietos, dándoles un beso y su bendición. Luego, volvió a su casa; Jacob y Labán jamás se vieron de nuevo. Esto es el último que escuchamos de Labán. Parece que nunca cambió, que murió siendo un estafador y nunca conoció al único Dios de Abraham, Isaac, y Jacob.