¿Quién era el verdadero Labán?

Padre, tío, suegro, pero estafador

¿Quién es el verdadero Labán: un padre y tío que cuidaba de los suyos, o un empresario despiadado que procuraba engañar hasta su propia familia? Para contestar esta pregunta hoy continuamos nuestro estudio en Génesis echando un vistazo a la vida de Labán.

Esta devocional es parte de nuestra serie en Génesis. Si no has leído las otras devocionales en la serie, te invito a leer las siguientes:

El comienzo: la creación, Adán,  Eva, sus hijos Caín y Abel,  los hijos de Dios, Noé en el diluvio, y la torre de Babel

La familia de Abraham: Téraj, el padre pagano de Abraham, Abraham, el padre de nuestra fe,  el misterioso sumo sacerdote Melquisedec, la visita del Señor a Abraham, Lot, el sobrino de Abraham que vivía en Sodoma, los secuestros de Sara, Agar, la madre de Ismael, Ismael, primogénito que no heredó la descendencia de Abraham,

La familia de Isaac: Isaac, hijo de Abraham y Sara, Dios le pidió a Abraham sacrificar a su hijo, la historia de amor de Isaac y Rebeca,

la matriarca Rebeca, los gemelos muy distintos, Esaú y Jacob,  Jacob y no Esaú recibió la bendición del primogénito

La familia de Jacob: la escalera de Jacob, Jacob se enamoró de Raquel, pero se casó con Lea, y la rivalidad entre Raquel y Lea, Labán era el maestro de estafadores   y Labán persiguió a Jacob y hicieron un pacto

Comenzamos el estudio de Labán viendo su introducción en el libro de Génesis. Abraham envió a uno de sus siervos a Padán Aram para encontrar una esposa para Isaac. El siervo le dio unos regalos muy valiosos a Rebeca, la hermana de Labán, y Labán salió a conocerlo. El siervo y Rebeca le contaron todo lo acontecido. Comenzamos la historia de Labán leyendo la respuesta de Labán y su padre Betuel en cuanto a la propuesta del siervo de Abraham.

Vemos que esto viene directamente del SEÑOR

Génesis 24:50-53: Labán y Betuel respondieron: —Vemos que esto viene directamente del SEÑOR así que no tenemos nada que decir. Aquí está Rebeca, tómala y vete. Haz que se case con el hijo de tu amo para obedecer la palabra del SEÑOR.

Cuando el siervo de Abraham les oyó decir esto, se arrodilló en el piso ante el SEÑOR. Luego el siervo sacó todo el oro, la plata y la ropa y se la dio a Rebeca. También les dio regalos muy caros al hermano y a la mamá de ella. 

Hay más, ¿no?

Eliazar les explicó que Isaac era el único heredero de toda la riqueza de su padre. Quizás parece que Labán y Betuel tomaron una decisión precipitada, pero jamás recibirían un dote igual y lo sabían. La próxima mañana cuando se despertaron, les dijeron a sus anfitriones que ya tenían que regresar al campamento de Abraham. Pero Labán y la mamá de Rebeca querían que ella se quedara con ellos unos diez días más, quizás pensando que podrían sacarle aún más tesoros, mostrándonos donde Labán sacó su avaricie. Pero Eliazar insistió, diciéndoles que no podía esperar, tenían que marcharse hoy mismo.

La próxima vez que vemos a Labán es alrededor de 60 años después de la partida de Rebeca. Ahora Labán es el amo y dueño de todo lo que era de su padre Betuel. Después de engañar a su padre Isaac para que le diera la bendición de primogenitura, Jacob tenía que huir a Padán Aram para pedir asilo con su tío Labán hasta que Esaú se calmara. Cuando Labán supo que su sobrino estaba allí, corrió a conocerlo. Le dio una calurosa bienvenida, llevándolo a su casa, pensando que venía con tantas regalos como el siervo de Abraham había hecho. Cuando se enteró de que Jacob no tenía nada y tampoco no pudo regresar a Canaán, comenzó a formar una trampa para sacarle a su sobrino mucho trabajo sin tener que pagarle nada.

Labán notó las miradas furtivas que su sobrino le hizo a su hija menor, Raquel. Bajo circunstancias normales, exigiría una dote para el privilegio de casarse con una de sus hijas, pero ahora cambió de idea. Continuamos la historia de Labán, leyendo la oferta que Labán le hizo a Jacob.

Labán engaña a Jacob

Génesis 29:15-19: Un día Labán le dijo a Jacob:—No está bien que sigas trabajando para mí sin recibir pago a cambio. Tú eres mi pariente, no mi esclavo. Dime, ¿cuánto debo pagarte?

Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lea y la menor Raquel.  Lea era de ojos tiernos pero Raquel era linda y tenía un cuerpo hermoso. 

Jacob amaba a Raquel, así que dijo: —Trabajaré para ti durante siete años si dejas que me case con Raquel, tu hija menor.

Labán dijo: —Es mejor que te cases con ella y no que ella se case con cualquier otro hombre. Así que quédate conmigo.

Dame Raquel Ya

Cuando cumplió el tiempo de trabajar para el dote, Jacob le pidió a su tío Labán que le diera a Raquel, tal y como había prometido. Labán les dio una fiesta grande. Continuamos con la historia, leyendo cómo Labán engañó a Jacob en la noche de la boda.

Labán engaña a Jacob otra vez

Génesis 29:23, 25-27: pero, por la noche, Labán le llevó a su hija Lea, y Jacob tuvo relaciones sexuales con ella. …A la mañana siguiente Jacob se dio cuenta de que se había acostado con Lea y entonces le dijo a Labán: —¿Por qué me hiciste esto? Trabajé muy duro para casarme con Raquel. ¿Por qué me engañaste?

Labán respondió: —En nuestro país no se permite que la hija menor se case antes que la hija mayor. Cumple con la semana de celebración de bodas y también te daré a Raquel para que te cases con ella, si trabajas otros siete años para mí.

Si trabajas otros siete años para mí

La mañana siguiente, Jacob se despertó y recibió la sorpresa de la vida. Todavía incrédulo, Jacob fue en busca de su suegro, exigiéndole una explicación. Al descubrir el engaño de su tío, ¿Por qué no le devolvió a Lea? Labán aseguró que esto no pasaría, porque Jacob ya se acostó con ella. Después de trabajar 14 años por Raquel sin recibir nada de salario, Jacob quería regresar a Canaán. Leemos una porción del intercambio entre Jacob y Labán al pedirle a su tío permiso para irse.

Déjame llevar mi familia a vivir en Canaán

Génesis 30:27- 31: Labán le dijo:—Si me permites decirlo, he concluido que el SEÑOR me ha bendecido gracias a ti. 28 Dime cuánto te debo pagar y eso te pagaré.

Jacob respondió:— … Cuando yo llegué tú tenías muy poco, ahora tienes muchísimo más. Cada vez que yo hice algo para ti, el SEÑOR te bendijo….

Labán preguntó: —¿Qué tengo que darte?

Jacob respondió: —No tienes que darme nada…

No te vayas

Labán no quería perder la labor de su yerno; sabía que por el esfuerzo de Jacob, y la bendición de Dios, sus rebaños habían crecido mucho. Notaremos más adelante que Labán usaba ídolos para adivinar el futuro. Cuando dice que ha concluido que El Señor lo bendijo a través de Jacob, no estaba refiriendo al único Dios, Creador del Universo, sino uno de los muchos dioses en existencia en aquella época. Le preguntó cuánto quería que le pagara para quedarse y seguir trabajando para él. Los rebaños eran una gran fuente de riqueza. Lo que Jacob le pidió era una porción de las ovejas, pero tan solo las que estaban manchadas, o rayadas, y todos los corderos negros. Lo que le propuso era una manera de probar su lealtad a Labán; si su suegro encontrara un animal del rebaño de Jacob que no estuviera manchada o negra, sabrá que Jacob lo robó. Labán dijo que aceptó los términos, pero lo que hizo después nos dice que iba a engañarlo de nuevo. Después de hacer el trato, Labán fue con sus rebaños, escogiendo a todas las manchadas, rayadas y negras, en fin, todos los animales en el acuerdo que acabó de realizar, y los escondió unos tres días de distancia. A pesar de esto, Dios ayudó a Jacob a producir un rebaño totalmente suyo, y pronto Jacob se volvió más rico que su tío Labán.

El peor empleador es mi suegro

Pero Labán no quiso que Jacob tuviera más que él. Cambió el salario de su yerno: dijo que le pagaría con las ovejas manchadas, luego cambió de opinión y le dijo que lo pagaría tan solo con las rayadas y así cambió su pago diez veces. No importaron las veces que Labán le cambió el salario, Dios era fiel e hizo que los rebaños produjeran el color exacto que Labán nombró como su pago. Dios no le permitió perjudicar a Jacob. Pero Jacob se dio cuenta de que Labán ya no se portaba amablemente con él.

Jacob se lo comunicó todo esto a Raquel y Lea y su plan de irse de la casa de su suegro. Continuamos con la historia leyendo como Raquel y Lea le contestaron.

Nos trata como extrañas

Génesis 31:14-15: Entonces Raquel y Lea le respondieron: —Nuestro papá no tiene nada para darnos cuando se muera. Nos trata como extrañas. Nos vendió y ya se gastó lo que recibió por nosotras.

Nuestro padre nos trata mal

Evidentemente, Labán maltrató a sus hijas también, dijeron que se sentían como si fueran extrañas para él. Dijeron que su padre ya había gastado todo lo que recibió por ellas, pero no recibió nada por ellas, sino que no pagara a Jacob. Planearon huir de allí sin despedirse de Labán. Esperaron marcharse hasta los días en que Labán y sus hijos estuvieron en el campo esquilando a sus ovejas. Antes de irse, Raquel se robó los ídolos que su papá usaba para adivinar el futuro, un detalle importante más adelante en la historia.

Labán persiguió a Jacob e hicieron un pacto

Después de tres días de su huida, los siervos de Labán se dieron cuenta de que Jacob hubiera ido, llevando sus esposas, hijos, concubinas, siervos, y animales consigo. Se lo comunicaron a Labán, quien se enfureció y se fue de inmediato para perseguirlo. Aunque el texto no nos dice, evidentemente Labán regresó a su casa antes de perseguir a Jacob y descubrió que sus ídolos ya no estaban allí. Después de una semana, Labán y sus hombres lo alcanzaron. Antes de que pudiera entrar en el campamento y vengarse, anocheció y Dios le habló a Labán en un sueño. Continuamos la historia leyendo lo que Dios le comunicó a Labán.

Dios reprendió a Labán

Génesis 31:24: Esa noche Dios se le apareció en un sueño a Labán el arameo y le dijo: «¡Cuidado! No le digas nada a Jacob, ni bueno ni malo».

No le hagas nada a Jacob

La mañana siguiente, Labán llegó al campamento de su yerno. Quería herirlo, pero después de tanto tiempo con Jacob, sabía mejor que no obedecer a su Dios. Continuamos la historia leyendo lo que Labán le dijo a Jacob sobre el efecto de su huida.

Me huiste, me engañaste, y llevaste a mis hijas y nietos

Génesis 31:26-30…—¿Por qué huiste y me engañaste? Te llevaste a mis hijas como si fueran mujeres capturadas en una guerra. ¿Por qué huiste en secreto? Si me lo hubieras dicho te habría despedido con alegría y con música de tambores y arpas. No dejaste que les diera un beso de despedida a mis nietos y nietas. ¡Fuiste un tonto al hacer esto! Yo soy capaz de hacerte daño, pero anoche se me apareció en un sueño el Dios de tu papá y me dijo: “¡Cuidado! No le digas nada a Jacob, ni bueno ni malo”. Yo sé que te fuiste porque quieres regresar a la casa de tu papá. Pero, ¿por qué te robaste los dioses de mi familia?

Soy capaz de hacerte daño

Vemos la contradicción en lo que Labán le dijo a Jacob: primero, lo regañó por huir, que él quería darle una fiesta de despedido, pero a la vez, su yerno era un tonto y que no se olvidara que él podría hacerle daño, y lo hubiera dañado si no fuera por Dios. Labán era un maestro en usar la vergüenza. Estaba confundido cómo Jacob podría tener la bendición de Dios, quien no permitía la adoración de otros dioses, y mientras tanto se robó sus ídolos.

Jacob le dio permiso a su suegro para buscar los dioses donde quisiera. Le retó a buscar en todo el campamento y si algo le pertenecía, que se lo llevara. Labán y sus hijos buscaron en las carpas de todos. Fueron a buscar en la carpa de Raquel, pero ella no se levantó, diciéndole a su padre como pretexto que estaba indispuesta. Como no buscaron debajo de su silla donde había escondido los ídolos, no encontraron nada. Labán no se disculpó por la intrusión ni la acusación, ni por los años de estafar. Continuamos con la historia para leer lo que aconteció después.

Todo lo que ves es mío

Génesis 31:43-44: Labán le dijo a Jacob:—Estas hijas son mis hijas, estos niños son mis niños y los rebaños son mis rebaños. Todo lo que ves es mío. Sin embargo, ¿qué les puedo hacer ahora a mis hijas o a los hijos que ellas han tenido? Ven, hagamos un pacto entre tú y yo, y que haya un testigo entre los dos.

Hagamos un pacto

Labán dijo que todo, incluso sus nietos, pertenecían a él, pero que hicieran un pacto de todos modos. Como Jacob hizo después de soñar con la escalera al cielo, agarró una piedra como símbolo del pacto. Mandaron que sus siervos cargaran piedras hasta formar un montón. Tanto Labán como Jacob estaban de acuerdo en que el montón de piedras servirían para recordarlos de su pacto para que no lo rompieran. Labán tenía condiciones para el pacto. Continuamos con el final de la historia de Labán leyendo las condiciones que puso para mantener la paz.

Tengo varias condiciones

Génesis 31:50, 52-53: Luego Labán dijo:—Si les haces daño a mis hijas o si te casas con otra mujer además de ellas, aunque nadie te esté vigilando, recuerda que Dios es el testigo entre tú y yo. El montón de piedras y esta roca son testigos de que nunca cruzaré de aquí hacia tu lado y de que tú nunca cruzarás de aquí hacia mi lado, con intención de hacernos daño. Que el Dios de Abraham…sea el que nos juzgue.

Ya no se vieron de nuevo

En efecto, lo que Labán hizo fue asegurar que Jacob nunca regresaría a Padán Aram y jamás tendría la oportunidad de engañarlo de nuevo. Tampoco vería a sus hijas ni a sus nietos. Es difícil imaginar que un padre y abuelo pudiera ser tan cruel, dispuesto a no ver a su familia jamás. La mañana siguiente, Labán se despidió de sus hijas y todos sus nietos, dándoles un beso y su bendición. Luego, volvió a su casa; Jacob y Labán jamás se vieron de nuevo. Esto es el último que escuchamos de Labán. Parece que nunca cambió, que murió siendo un estafador y nunca conoció al único Dios de Abraham, Isaac, y Jacob.

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