Las matriarcas de nuestra fe

Sara, Rebeca, Lea, y Raquel

Continuamos nuestro estudio en Génesis repasando unos (pero no todos) los momentos con las matriarcas de nuestra fe. Tenían ciertas características en común: todas tenían problemas con la infertilidad, y todas deseaban tener descendientes. Si te interesa leer más sobre ellas, te recomiendo seguir leyendo sobre las vidas de las matriarcas: Sara, Rebeca, Lea, y Raquel.

Comenzamos el estudio de la matriarcas con Sara, la primera matriarca del pueblo de Dios.

Bella pero estéril

El texto en Génesis 11 nos introdujo a Sara diciéndonos que era estéril. Más que nada quería ser una madre, pero tenía que esperar hasta tener 90 años antes de cumplir este sueño. Sara era una mujer sumamente bella, tan hermosa que al verla, hombres poderosos no podían controlar su deseo de poseerla. Al salir de Ur, Abraham, su marido, le había pedido que adondequiera que se fueran, que le dijera a todo el mundo que era su hermana en vez de su mujer. Sara cumplió con su deseo, mintiendo a los hombres, incluso al faraón y a un rey. En Canaán, hubo una sequía y escasez de comida, así que fueron a Egipto. Allí, el faraón, con el consentimiento de Abram, tomó a su esposa y la hizo suya. Comenzamos la historia de Sara viendo a Abraham dejando que Sara fuera mujer del faraón.

Génesis 12:15-20: Cuando los funcionarios del faraón la vieron, le contaron al rey lo hermosa que era. Entonces llevaron a Saray a la casa del faraón. Gracias a Saray, el rey fue muy amable con Abram, quien adquirió ovejas y cabras, ganado, asnos, esclavos, esclavas, asnas y camellos.

Luego el SEÑOR mandó una epidemia sobre el rey y su gente por haber tomado a Saray, la esposa de Abram. Entonces el faraón llamó a Abram y le dijo: «¿Qué rayos has hecho? ¿Por qué no me dijiste que ella era tu esposa? ¿Por qué me dijiste “¿Ella es mi hermana”, para que yo me casara con ella? Ahora aquí está tu esposa, tómala y vete». Entonces el rey dio órdenes con respecto a Abram para que lo dejarán seguir su camino a él y a su esposa junto con sus posesiones.

Sara cometió un grave error

Ya habían pasado diez años desde que Dios le prometió descendientes, y Sara aún permanecía estéril. Una de las esclavas conseguidas en Egipto fue Agar, una joven en edad para concebir y la sierva de Sara. En aquella época, era de costumbre que cuando la esposa no podía darle un heredero a su marido, ella le dio su sierva de modo que, a través de ella, pudiera conseguir un heredero. Continuamos con la historia, leyendo como Sara planeaba ayudarle a Dios con su promesa, y como su plan fracasó.

Génesis 16:2, 4-6: Entonces Saray le dijo a Abram: —Tú sabes que el SEÑOR no me ha permitido tener hijos, así que ten relaciones sexuales con mi esclava. Tal vez yo pueda tener un hijo por medio de ella.

Abram hizo lo que Saray le dijo. 

Abram tuvo relaciones sexuales con Agar y ella quedó embarazada. Cuando ella se enteró de que estaba embarazada, empezó a creerse más que Saray.

Entonces Saray le dijo a Abram: —Tú eres el culpable de lo que me está pasando. Yo misma entregué a mi esclava en tus brazos y cuando ella vio que estaba embarazada, me volví despreciable para ella. Que el SEÑOR decida quién, entre tú y yo, tiene la razón.

Pero Abram le dijo a Saray: —Mira, esa esclava es tuya, haz con ella lo que tú quieras.

Entonces Saray trató mal a la esclava, y la esclava huyó.

Sara se rió de la promesa de Dios

Dios le recordó a Abraham que tendría muchos descendientes, pero no a través de su hijo Ismael, el hijo que tenía con Agar, sino con su esposa Sara. Pero Sara ya tenía 89 años. Dios le reveló a Abraham que su esposa le daría un hijo dentro de un año. A escondidas, Sara escuchó la conversación y no creyó lo que oyó. Continuamos con la historia, leyendo la reacción de Sara quien no creyó que estuviera a punto de testificar un milagro.

Génesis 18:12-15: Así que se rió silenciosamente y dijo: «Estando yo tan vieja y acabada, y siendo mi esposo un anciano, ¿aun sentiré placer sexual?»

Luego el SEÑOR le preguntó a Abraham: —¿Por qué Sara se rió y dijo: “Será posible que yo tenga un hijo siendo tan vieja”? ¿Acaso existe algo imposible para el SEÑOR? Regresaré por este mismo tiempo, en la primavera del próximo año, y Sara tendrá un hijo.

Pero Sara se asustó y lo negó diciendo: —Yo no me reí.

Y el Señor le dijo: —Sí, tú te reíste.

Secuestrada de nuevo

Parece que Abraham no aprendió la lección cuando dejó que el faraón llevara a su mujer porque esto se repitió varios años después. Cuando Sara tenía 89 años se mudaron a otra parte de Canaán, a Guerar, y allí seguían mintiendo, diciéndole a todo el mundo que Sara era su hermana. El rey de la región, Abimélec, la hizo su esposa. Pero Dios se reveló al rey en un sueño y le dijo la verdad. Durante todo el tiempo en que Sara estaba viviendo con el rey, Abimélec nunca pudo acostarse con ella. Dios la protegió y el rey le devolvió Sara a su esposo, junto con muchos regalos. Y a los 90 años, milagrosamente, Sara dio a luz a Isaac, el hijo tan esperado.

Rebeca, la esposa de Isaac

Cuando Abraham era ya muy viejo, le pidió a su siervo más antiguo y leal hacerle una promesa ante Dios de casar a Isaac con una mujer de su tierra natal. El siervo hizo la promesa y empezó el viaje llevando consigo un gran dote para la mujer desconocida. El siervo rezó muy específicamente que la mujer con la cual Isaac debiera casarse les daría agua a todos sus camellos. En esta oración, pidió que fuera una mujer con el corazón de Dios y que no se creyera por encima de hacer trabajo manual, dispuesta a ayudar a un completo desconocido.

Fue una oración Dios contestó de inmediato, porque antes de que terminara de orar, una joven linda se acercó a la fuente para llenar su cántaro. Iba de regreso cuando el siervo se le acercó y le pidió agua. Ella se lo dio y también les dio agua a los camellos del siervo. Luego le preguntó quién era su padre, y ella le contestó que era una pariente de Abraham. Rebeca fue a su casa a contarle todo a su familia. Al ver el anillo y los brazaletes que el siervo le regaló, y después escuchar todo lo acontecido, Betuel y Labán dieron su consentimiento para que llevara a Rebeca y que se casara con Isaac. Empacaron y Rebeca y su nana Deborah fueron con los hombres. Fue un viaje largo pero por fin se acercaron al campamento. Continuamos con la historia, leyendo la primera vez que Isaac y Rebeca se vieron.

Génesis 24:63-67:  Isaac salió a caminar al campo y vio que venían unos camellos. Rebeca levantó su mirada y vio a Isaac. Luego se bajó del camello y le dijo al siervo: —¿Quién es ese hombre que viene por el campo hacia nosotros?

El siervo respondió: —Es mi amo.

Entonces Rebeca tomó su velo y se tapó la cara. El siervo le contó a Isaac todo lo que le había pasado. Después Isaac llevó a Rebeca a la carpa de Sara, su mamá, y se casó con ella. Isaac amó a Rebeca y así se consoló de la muerte de su mamá.

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Isaac amaba a Rebeca

Rebeca se cubrió la cara con un velo, una demostración de modestia. Isaac no vaciló en casarse con Rebeca de inmediato. La llevó a la carpa que había pertenecido a su madre Sara, lo cual significó que Rebeca iba a ser la próxima matriarca. Como Sara, tenía dificultades en concebir, pero Isaac oró por ella, y Dios le escuchó. El embarazo de Rebeca fue doloroso. Le preguntó a Dios por qué le dolía tanto y le replicó que iba a dar a luz gemelos, los dos siendo fundadores de dos naciones.

Rebeca ayudó a Jacob recibir la bendición del primogénito

Cuando Issac ya era un anciano y casi ciego, le pidió a su hijo preferido, Esaú, que fuera a cazar un animal, prepáraselo como a él le gustaba, y traérselo para así darle su bendición del primogénito. Pero Rebeca estaba escuchando a escondidas y no quiso que su hijo mayor recibiera la bendición. Habló con Jacob, su hijo preferido, contándole todo lo que había escuchado. Continuamos la historia leyendo el plan de Rebeca.

El plan

Génesis 27:9-10: Ve al rebaño y consígueme dos cabras jóvenes y buenas para que así yo pueda prepararlas deliciosas, como le gustan a tu papá. Tú le llevarás la comida a tu papá, y él te dará su bendición antes de morir.

Engañó a Isaac

Parecía que Rebeca estaba esperando por este momento, y estaba lista con un plan. Jacob mató unas cabras del rebaño y Rebeca las preparó. Fue a la carpa de su hijo Esaú y encontró su mejor ropa, y le vistió a Jacob con esa ropa. Además, tomó las pieles de las cabras y se las puso en los brazos y cuello de su hijo amado.

Después de que Isaac le diera la bendición a Jacob, Esaú quiso matar a su hermanito. Otra vez por escuchar a escondidas, Rebeca se enteró del plan de su hijo mayor de matar a Jacob. Rebeca concibió otro plan: que Jacob iría a Padán Aram por unos días, donde ella había crecido, pensando que Esaú se calmaría, y entonces podría regresar. Pero ese día nunca llegó y jamás vio a Jacob de nuevo.

Lea, la esposa no amada por Jacob

Lea era la mayor hija de Labán, y era prima de Jacob. Jacob conoció a Lea cuando llegó a Padán Aram, y comenzó a trabajar para su padre. Jacob se ofreció a trabajar para su tío por siete años para casarse con su hermana menor, Raquel.  Comenzamos la historia de Lea leyendo la comparación de ella con su hermana.

Lea era de ojos tiernos

Génesis 29:17: Lea era de ojos tiernos pero Raquel era linda y tenía un cuerpo hermoso. 

¿Lea era fea?

La tradición rabínica contiene varias teorías sobre Lea y Raquel. La teoría de que Raquel era hermosa y que Lea era fea podría ser exégeta o no una traducción precisa. Como no se sabe exactamente qué quiere decir que Lea era de ojos tiernos, quizás sea más preciso que Lea tuviera mala visión.

Después de trabajar siete años por Raquel, Labán les dio una fiesta de bodas. Continuamos con la historia de Lea leyendo cómo Labán engañó a Jacob en la noche de boda, dándole Lea en vez de Raquel.

Se casó con Lea

Génesis 29:23, 25-27: pero, por la noche, Labán le llevó a su hija Lea, y Jacob tuvo relaciones sexuales con ella. …A la mañana siguiente Jacob se dio cuenta de que se había acostado con Lea y entonces le dijo a Labán: —¿Por qué me hiciste esto? Trabajé muy duro para casarme con Raquel. ¿Por qué me engañaste?

Labán respondió: —En nuestro país no se permite que la hija menor se case antes que la hija mayor. Cumple con la semana de celebración de bodas y también te daré a Raquel para que te cases con ella, si trabajas otros siete años para mí.

¿Por qué no casar a Lea con otro?

En la boda, la novia siempre era cubierta con un velo hasta el momento de estar a solas con su marido. Cuando llegó la noche, trajeron a Lea cubierta en un velo a la tienda de Jacob. Y allí, pensando que era Raquel, la hizo suya. ¿Por qué Labán no le dio Lea a otro? ¿Por qué Lea no le dijo nada a Jacob y se acostó con él sabiendo que no la amaba? El texto no nos dice, pero quizás en la descripción de ella nos da la clave, que a lo mejor no viera bien y ningún pretendiente se presentó por culpa de esta discapacidad, quizás pensando que tampoco sería saludable y tendría problemas en tener hijos. O, quizás sí, fuera fea y ningún pretendiente quería estar con ella.  Al descubrir el engaño de su tío, ¿Por qué no devolvió a Lea? Labán aseguró que esto no pasaría, cuando Jacob se acostara con ella. En aquel entonces, después de consumir el matrimonio, ya era demasiado tarde para devolver la novia. El texto no nos dice que Jacob no amaba a Lea, sino que amaba más a Raquel.

¿Me amará ahora?

Cuando no tenía hijos, el texto nos dice que Dios sintió su infelicidad y le dio un hijo para consolarla. Pronto Lea se embarazó y dio a luz al primogénito, Rubén. Después, dio a luz a Simeón, Levi, y Judá. El texto nos dice que después de esto, dejó de tener hijos. Cuando Lea vio que ya no estaba concibiendo, le dio a Jacob su sierva Zilpá, y ella y Jacob tuvieron dos hijos, Gad y Aser.

Leemos algunas de las declaraciones de Lea después del nacimiento de sus hijos: «Ciertamente, el Señor ha visto mi miseria; ¡ahora mi esposo me amará!» «Ciertamente, el Señor ha oído que no soy amado, y también me ha dado este hijo. » «Ahora, por fin, mi esposo se apegará a mí porque le he dado tres hijos.»  «Dios me ha dado un gran regalo. Ahora con seguridad Jacob me va a querer por haberle dado seis hijos». Génesis 29:32-34 y 30:19

Jacob nunca amó a Lea

En sus propias palabras, era miserable y no amada. Con el nacimiento de cada hijo, tenía la esperanza de que Jacob la amara, pero esto nunca sucedió. Continuamos con la historia de Lea, leyendo el intercambio entre Raquel y Lea cuando las dos querían lo que la otra tuvo.

Tú me quitaste a mi esposo

Génesis 30:14-16: Durante la cosecha de trigo, Rubén se fue al campo, encontró unas plantas llamadas mandrágoras y se las llevó a su mamá, Lea. Entonces Raquel le dijo a Lea: —Te ruego que me des de las mandrágoras de tu hijo.

Pero Lea le dijo: —Tú me quitaste a mi esposo. ¿Ahora me quieres quitar también las mandrágoras de mi hijo?

Entonces Raquel dijo: —Si me das las mandrágoras de tu hijo, podrás dormir con Jacob esta noche.

Cuando Jacob regresó del campo esa tarde, Lea salió a encontrarse con él. Ella le dijo: «Esta noche tú tendrás relaciones sexuales conmigo. Pagué por ti con las mandrágoras de mi hijo». Entonces Jacob durmió esa noche con Lea.

Pagué por ti

¿Cómo se sentía anunciando que estaba dispuesta pagar por tener sexo con su propio marido? Lea seguía persiguiéndolo sin importar cuánto la ignoraba. Lea había orado para darle otro hijo a Jacob y ahora tenía su oportunidad. Después de esa noche juntos, el texto nos dice que Dios escuchó sus oraciones y se quedó embarazada, dando a luz a otro hijo, Isacar y luego a otro llamado Zabulón. Después de darle seis hijos, Lea se embarazó una vez más y dio a luz a la única hija de Jacob, Dina.

Vale la pena notar que Lea fuera la única esposa enterrada con Jacob, lo que habla de su importancia no solo como madre de seis de las tribus de Israel, sino como la primera esposa de Jacob y matriarca del pueblo de los hebreos. 

Raquel, la amada de Jacob

Terminamos nuestro estudio de la matriarcas de nuestra fe con Raquel.

Amor a primera vista

Después de robarle la bendición de su hermano mayor, Jacob tuvo que huir de Canaán. Por fin llegó a Padán Aram. Allí Jacob se encontró con Raquel, la hija menor de su tío Labán. Al conocerla, la besó y se puso a llorar, diciéndole que era su parentela. Parece que Jacob conoció a Raquel y se enamoró de ella. Comenzamos la historia de Raquel leyendo lo que Jacob estaba dispuesto a hacer para casarse con ella.

Trabajaré por Raquel

Génesis 29:18-19: Jacob amaba a Raquel, así que dijo: —Trabajaré para ti durante siete años si dejas que me case con Raquel, tu hija menor.

Labán dijo: —Es mejor que te cases con ella y no que ella se case con cualquier otro hombre. Así que quédate conmigo.

Raquel participó en el engaño

Cuando cumplió el tiempo de trabajar para el dote, Jacob le pidió a su tío Labán que le diera a Raquel. Labán les dio una gran fiesta de bodas, pero en la noche llevó a Lea a su tienda, y pensando que era Raquel, se acostó con ella. Cuando se dio cuenta, ya era demasiado tarde. Jacob estaba furioso; Labán le dio a Raquel también, pero con la condición de que trabajara otro siete años por ella. Después de casarse con Lea, ¿Por qué insistió en casarse con su hermanita también? Simplemente porque Raquel era hermosa. Jacob no trabajó siete años para Lea y siete para Raquel, sino 14 años tan solo por Raquel. Después de una semana de estar con Lea, por fin Jacob y Raquel se casaron. Continuamos la historia de Raquel leyendo la noche de bodas tan esperada.

La boda más esperada

Génesis 29:30: Entonces Jacob tuvo relaciones sexuales también con Raquel. Él amó a Raquel más que a Lea y trabajó para Labán otros siete años.

Él amó a Raquel más

Aunque Raquel vio que Jacob no pasó mucho tiempo con su hermana mayor, la envidiaba por su facilidad de embarazarse. Cada mes cuando no se embarazó, se sentía frustrada con su marido, echándole la culpa a él. Continuamos con la historia, leyendo la acusación de Raquel a Jacob.

Si no me das hijos, me moriré

Génesis 30:1-3: Cuando Raquel vio que no le podía dar hijos a Jacob, le dieron celos de su hermana. Entonces le dijo a Jacob: —Si no me das hijos, me moriré.

Jacob se enojó mucho con Raquel y le dijo: —Yo no soy Dios, él es el que no te ha dejado tener hijos.

Luego Raquel dijo: —Toma a mi sierva Bilhá como concubina, ten relaciones sexuales con ella y ella dará a luz a un hijo para mí. De esa manera podré tener hijos por medio de ella.

Raquel no amaba a Jacob

Para Raquel, la respuesta a su infertilidad era usar a otra persona para conseguir lo que quería. Después de que él la reprendió, ella no dudó en darle su sirviente Bilhá para que se acostara con ella, con la esperanza que concibiera un hijo, siendo ella una madre sustituta. Bilhá concibió y dio luz a Dan y Raquel dijo: «Dios ha escuchado mis oraciones y ha decidido darme un hijo.» (Génesis 30:6). Bilhá se quedó encinta de nuevo y dio a luz un segundo hijo, Neftalí. Después de su nacimiento, Raquel dijo: «Peleé duro para competir con mi hermana, y yo gané.» (Génesis 30:8). Raquel reveló sus verdaderas intenciones y no tenían nada que ver con Dios, sino competir con Lea.

Aunque es probable que Raquel no amara a Jacob, sí deseaba ser madre. Rubén le dio a Lea unas mandrágoras y Raquel le suplicó a su hermana dárselas a ella a cambio de pasar la noche con Jacob; Lea consintió. Raquel todavía tenía la esperanza desesperada de embarazarse y quería las mandrágoras para lograr este fin. Para Raquel, renunciar a una noche con Jacob no fue un gran sacrificio simplemente porque cuando se trataba de Jacob, Raquel era indiferente. Después de años, Dios permitió que Raquel se embarazara y dio a luz al hijo favorito de Jacob, José. Continuamos con esta historia, leyendo del embarazo de Raquel y el nacimiento del hijo predilecto de Jacob.

Dios me quitó la vergüenza

Génesis 30:22-24: Dios se acordó de Raquel, escuchó sus plegarias y le permitió tener hijos. Raquel quedó embarazada, dio a luz a un hijo y después dijo: «Dios me ha quitado mi vergüenza». A su hijo le puso de nombre José. Ella dijo: «Ojalá el SEÑOR me deje tener otro hijo».

Ojalá el SEÑOR me deje tener otro hijo

Aun después de tener su propio hijo por fin, Raquel todavía quería competir con su hermana. Lo que dijo después de parirle indica el estado de su corazón. A Raquel le preocupaba más la vergüenza y la competición con Lea que el amor de su marido. Unos 15 años después del nacimiento de José, Raquel dio a luz a su segundo hijo, Benjamin, pero murió en el parto. A pesar de que Jacob probablemente sentía que Raquel no lo amara, lloró su muerte durante mucho tiempo, y se aferró a José y Benjamin, sus hijos preferidos nacidos de su mujer preferida.

Evelyn Bou

Empatizo con el caos que el dolor traiga. Sé lo que es tratar de utilizar los recursos disponibles para mejorar, al terminar sintiéndose frustrada y aún más sola. Aprendí tanto sobre el dolor que me convertí en una coach certificada en el duelo y las relaciones, y profesional del trauma, con la esperanza de ayudar y brindándoles apoyo emocional a otras mujeres cristianas.

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