Las plagas de ranas, mosquitos y moscas

Ranas, mosquitos, moscas, muerte y orgullo

En la devocional anterior, Moisés y Aarón tuvieron su segunda reunión con el faraón, pero esta vez mostrándole dos de las tres señales que Dios le dio a Moisés mientras estaba en Madián. El bastón de Aarón se convirtió en serpiente y comió las serpientes de los hechiceros del faraón; luego cambió toda el agua en Egipto a sangre. Los hechiceros y magos lograron imitar las señales de Dios, pero por trucos, y el faraón se puso aún más terco ante el poder de Dios. No dejó a los hebreos libres. En esta devocional, veremos tres plagas más: las ranas, los mosquitos, y las moscas, viendo cómo el corazón del faraón se opuso más a Dios. Veremos cómo sus magos lograron hacer que las ranas “aparecieran”, pero no pudieron duplicar las otras plagas, y cómo en cada plaga, Dios los castigó, imitando a uno de sus muchos dioses.

Dios le mandó a Moisés ir ante el faraón de nuevo, pidiendo que dejara que los hebreos fueran al desierto para adorarlo. Comenzamos la historia de estas tres plagas con lo que Dios haría si el faraón no lo obedeciera.

La plaga de ranas

Éxodo 8:2-4: Si no aceptas librarlos, llenaré de ranas toda tu tierra. El Nilo se llenará de ranas que saldrán del río y entrarán a tu casa, a tu cuarto, se meterán en tu cama, en la casa de tus servidores, en tu pueblo, en tus hornos y en tus vasijas de amasar.  Las ranas irán a donde estén tú, tu pueblo y tus servidores”.

Ranas por todos lados

Aun después de ver la serpiente y el agua convertida en sangre, el faraón no cedió y por lo tanto había otra plaga. Con cada plaga, los resultados eran aún más devastadores que la previa. Todavía Egipto estaba recuperándose de la falta de agua; había gente débil y deshidratada. Tenían que embalsar los que murieron. Todavía podían oler la muerte de los peces que habitaron el Nilo. En medio de la limpieza de la primera plaga, Dios les mandó otra con el bastón de Aarón levantado sobre el Nilo y otros cuerpos de agua en Egipto.

Cara de rana

Uno de los dioses egipcios era Heqet, una diosa de la fertilidad con cara de rana. También creían que ella podía llamar y controlar a las ranas. Según escolares bíblicos, los egipcios en esa época creían que las ranas eran sagradas y como tal, no podían matarlas. Como a los egipcios les encantaban las ranas tanto, Dios se las dio en abundancia, en todos partes de sus casas, hasta en sus hornos y vasijas de amasar. No había lugar dónde no los escuchara croar, dónde no tocara su piel húmeda y viscosa. Si esta diosa representaba la sensualidad y fertilidad, Dios estaba mostrando todo lo contrario. Dios le dijo algo interesante al faraón: aunque todo el país sufriría esta plaga, para que supiera que no podría escapar yendo a Nubia u otro país vecino, Dios le dijo claramente que adondequiera que fuera, las ranas lo seguirían.

Abracadabra- ¡ranas!

Como hicieron con la serpiente y el agua convertida en sangre, los magos y hechiceros lograron usar su “magia” y trajeron más ranas. No sabemos a ciencia cierta qué truco usaron, pero a lo mejor fue similar a lo que hicieron con las serpientes, escondiéndolas dentro de sus batas de modo que “aparecieran.” Pero no pudieron lograr que las ranas desaparecieran. Seguramente el faraón les exigió que hicieran desaparecer a todas, pero claro, no pudieron hacer nada. El faraón no vio otra salida y mandó llamar a Moisés y Aarón. Continuamos la historia leyendo la conversación entre el faraón y Moisés.

Oren para que el SEÑOR saque esas ranas de mí

Éxodo 8:8-10: Luego el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón y les dijo:

—Oren para que el SEÑOR saque esas ranas de mí y de mi pueblo. Sólo así voy a dejar que el pueblo vaya a ofrecerle sacrificios al SEÑOR.

Moisés le dijo al faraón:

—Tú decides cuándo quieres que ore por ti, por tus servidores y por tu pueblo para que así se mueran las ranas que están en tu palacio y en las casas de la gente y sólo permanezcan metidas en el Nilo.

—Mañana—dijo él…

Espera hasta mañana

No sabemos cuánto tiempo duró esta plaga, pero probablemente no mucho tiempo, ya no aguantó las ranas. Vemos que aunque el faraón no podía ver este Dios de los hebreos sin nombre y sin cara, atribuyó las plagas a Él. El faraón se creyó en control de la situación, negociando de que si no sacara todas las ranas, no los iba a dejar libres. Otra vez, la economía paró de repente. Pero por el ruido y lo asqueroso que eran, tampoco podían dormir. Moisés no le dijo que las ranas iban a desaparecer ni flotar misteriosamente devuelta al Nilo; iban a morir, dejando sus cuerpos a podrir, añadiendo al olor horrible que ya existía por la plaga de la sangre y todos los peces muertos. Los egipcios no podían matar a las ranas, pero Dios les mostró de una forma decisiva que las ranas eran tan sólo animales que mueren, y no contenían una esencia sagrada.

¿Por qué el faraón le contestó que quería que orara por él mañana y no hoy? Simplemente, el orgullo era más poderoso que su inteligencia. El faraón no le dijo que después del fin de esta plaga los dejaría libres, pero, aun así, al día siguiente, tal y como le pidió, Moisés rezó; Dios hizo que las ranas murieran. Continuamos con la historia, leyendo lo que aconteció cuando la plaga terminó.

La tierra comenzó a apestar

Éxodo 8:14-15: Los egipcios amontonaron las ranas muertas y la tierra comenzó a apestar. Cuando el faraón vio que ya no había ranas, se puso terco y no los quiso escuchar, tal como el SEÑOR había dicho.

El faraón se puso terco

Aunque la plaga se terminó, tenían la tarea apestosa de deshacerse de todos las ranas muertas, que olían muy feas, añadiendo al olor asqueroso que ya había por la sangre y peces muertos. Cuando el faraón vio que la vida regresó a la normalidad y su gente estaba limpiando, se relajó, egoístamente creyendo que intimidó al Dios de Moisés, declarando que jamás dejaría que sus esclavos fueran al desierto para adorar a este Dios sin cara ni nombre. Comenzamos a ver que lo que el faraón se preocupaba no era el bienestar de su pueblo, sino su propia comodidad y creencia que era un dios, el que mantenía el equilibrio cósmico. Así que, Dios les mandó otra plaga, pero esta vez sin una advertencia y una oportunidad para arrepentirse y evitar la plaga. Continuamos con la historia.

Las plaga de los mosquitos

Éxodo 8:16: El SEÑOR le dijo a Moisés:

—Dile a Aarón: “Extiende tu bastón y toca el polvo de la tierra, el cual se convertirá en mosquitos que se esparcirán por todo Egipto”.

Mosquitos o piojos

En otras traducciones de la biblia, esta plaga es traducida como la plaga de piojos. Si fuera una plaga de mosquitos o piojos, era horrenda. Los mosquitos y piojos transmiten varias enfermedades, unas que son mortales. Imagina que por todos lados había una nube innumerable de mosquitos o piojos, mordiendo a todos. Los pobres animales sufrían también, miserables con la infestación. Los bebés y ancianos en particular corrían el riesgo de enfermarse o incluso morir. Nadie podría trabajar. A diferencia que las otras veces, los magos y hechiceros no pudieron hacer “aparecer” los mosquitos, ni pudieron hacer nada para que desaparecieran. Continuamos la historia leyendo lo que incluso los magos creyeron en medio de la plaga.

Esto es obra de Dios

Éxodo 8:19: Los magos dijeron: «Esto es obra de Dios». Pero el faraón se puso terco y no los quiso escuchar, tal como el SEÑOR había dicho.

Esto no es un truco- es Dios

Hasta los magos y hechiceros reconocieron el poder de Dios- no uno de los suyos, sino el único y Todopoderoso Dios. Ellos mejor que nadie sabían que los dioses egipcios eran ficción, su existencia dependía totalmente en su habilidad de trucos “mágicos.” El texto no nos dice cuándo la plaga terminó, pero Dios es misericordioso, y como con la plaga de agua convertida en sangre, terminó la plaga aunque el faraón no cedió.

Las moscas

No pasó mucho tiempo hasta que Dios le enviara a Moisés a visitar al faraón de nuevo, anunciando otra plaga, la de las moscas. Dios le instruyó a Moisés bajar al Nilo por la mañana y encontrarse con el faraón, anunciándole de que si no dejara su pueblo libre para adorarlo, que lo iba a mandar nubes de moscas. Tenemos que recordar que todavía no estaba totalmente recuperada de los peces muertos, ni las ranas muertas, ni la muerte y enfermedad que los mosquitos o piojos dejaron. Las moscas, igual que los mosquitos o piojos, traen enfermedades y muerden. El dios Khepri, dios del movimiento del sol y la creación, tenía la cabeza de una mosca. Dios iba a mostrarles que tan solo Él era Dios de la creación; las moscas tan solo trajeron suciedad, enfermedad, y muerte.

Pero esta vez, Dios quería que el faraón supiera que iba a tratar Su pueblo en Gosén diferente, que ellos no sufrirían esta plaga. ¿Esto quiere decir que los hebreos sufrían las otras plagas? No sabemos a ciencia cierta: quizás Dios los protegía sin anunciarlo al faraón, pero esta vez quería que lo supiera. Aunque las otras plagas interrumpieron la economía y comenzaron la destrucción de la tierra, Dios le instruyó al faraón de que si no los dejara ir al desierto, mandaría moscas no tan solo a la gente, sino a los campos donde trabajaban para que arruinara su productos agriculturas. Eventualmente, el faraón ya no aguantó las moscas y cómo arruinaban la tierra. Mandó llamar a Moisés y Aarón. Continuamos la historia leyendo el trato que procuró hacer con ellos.

Hagamos un trato

Éxodo 8:25-28: El faraón mandó llamar a Moisés y Aarón y les dijo:

—Vayan a ofrecerle sacrificios a su Dios en algún lugar de Egipto.

Pero Moisés dijo:

—No estaría bien si hago eso. Los egipcios creen que es terrible matar animales para ofrecer sacrificios a nuestro Dios. Si hacemos eso aquí, los egipcios nos van a tirar piedras. Tenemos que entrar en el desierto a una distancia de tres días y luego sí podremos ofrecerle los sacrificios al SEÑOR nuestro Dios, como él nos pidió.

Entonces el faraón dijo:

—Los dejaré libres para que puedan ofrecerle sacrificios a su Dios el SEÑOR en el desierto, pero no se vayan muy lejos. ¡Ahora vayan y oren por mí!

No se vayan muy lejos

El trato que el faraón quiso hacer fue dejarlos libres nada más por un día de modo que ofrecieran sacrificios al Señor dentro de Egipto. Cuando Moisés le explicó que el sacrificio sería diferente de las ofrendas de fruta y vegetales que los egipcios hacían a sus dioses, el faraón sabía que Moisés tenía la razón, no podrían matar a ciertos animales en Egipto porque creían que contenían la esencia divina. Con el tiempo, veremos a Moisés hablando por sí mismo el mensaje de Dios con más y más valentía. Por eso, el faraón cambió de idea y les ofreció ir a adorar a Dios en el desierto, pero no a la distancia que le pidió de un viaje de tres días. Parece que Moisés acordó con el faraón y se fue a rezar para que las moscas se fueran. Antes de rezar, le pidió al faraón que esta vez no se retractara ni los traccionara como hizo anteriormente. Moisés oró y Dios removió todas las moscas. Cuando el faraón vio que la plaga se había terminado, se puso terco y retractó el trato que les ofreció, anunciando que no fueran a ninguna parte, sino ayudar en la limpieza de Egipto y a regresar a las obras y campos. En la próxima devocional, veremos tres plagas más: la plaga del ganado, las llagas, y el granizo y cómo el faraón se puso más terco con cada una. 

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