Las plagas del ganado, las llagas, y el granizo
Muerte de los animales, llagas dolorosas y granizo que aplasta todo
En la devocional anterior, vimos a tres plagas: la de las ranas, los mosquitos o piojos, y las moscas, cada una imitando uno de los dioses que los egipcios adoraban. Con cada nueva plaga, vimos cómo Egipto se puso peor; cuando vino la plaga de las ranas, todavía estaba recuperándose de la muerte de los peces. Cuando vino la plaga de los mosquitos, todavía estaba recuperándose de la muerte de las ranas, y el olor que sus cuerpos pudriéndose por todos lados dejaron. Cuando terminó la plaga de las moscas, muchos animales se murieron, añadiendo al caos de la gente deshidratada, los peces y ranas muertas, y las picaduras e infecciones causados por los mosquitos o piojos. Egipto apestaba, la gente andaba asustada y débil, y las moscas arruinaron mucha de su agricultura, afectando su exceso a la comida. Ahora, entre el olor de muerte y el hambre, Dios les mandó otras tres plagas que veremos hoy: las plagas de la muerte del ganado, las llagas, y el granizo.
Dios le mandó a Moisés ir ante el faraón de nuevo para anunciarle esta plaga si no dejara libre a Su pueblo. Comenzamos la historia de estas tres plagas con el mensaje de Dios que Moisés le dio al faraón, advirtiéndole qué sucedería si no dejara a su pueblo libre.
La plaga que mata los animales de los egipcios
9:3-4, 6: …[E]l SEÑOR usará su poder contra todos tus animales. Caerá una plaga sobre los caballos, los asnos, los camellos, el ganado y las ovejas. Pero el SEÑOR va a tratar diferente a los animales de los israelitas que a los de los egipcios. Ningún animal de los israelitas va a morir…La mañana siguiente así lo hizo el SEÑOR. Se murieron todos los animales de los egipcios, pero no murió ningún animal que perteneciera a un israelita.
Se murieron todos los animales de los egipcios
Hemos mencionado que los egipcios consideraban a varios animales como sagrados. La plaga del ganado fue en contra de su diosa de amor y protección, Hathor, quien tenía la imagen de una vaca. Para mostrarles que Dios es único y que los animales no son sagrados, Dios les mandó una plaga que mató a sus animales. Los animales son inocentes; aunque el texto no nos dice, opino que en su misericordia, Dios hizo que murieran en un instante sin sufrir. El hecho de que Dios envió una plaga que causó la muerte de sus todos sus caballos, significó que militarmente, estaban esposadas. Si otra nación les atacara, no iban a poder defenderse. Los animales eran una fuente de riqueza: costaban mucho mantenerlos y alimentarlos y siempre eran muy valiosos. Recordamos que la riqueza de Jacob provino de sus rebaños. Ya no podría conseguir la leche de las ovejas, ni viajar en camellos, ni pagar por mercancía con animales.
Apestaba a muerte
Si apestaba con la muerte de todos los peces y ranas, imagina el olor sofocante de la muerte de todos los caballos, los asnos, los camellos, el ganado y las ovejas. Con tanta suciedad vino aún más piojos y moscas, la lepra, y muchos buitres. Por el clima y la construcción en aquella época, sus casas estaban más abiertas que las nuestras y no hubo forma de escaparse de la suciedad y olor. Tenían que cubrirse las caras con pañuelos para evitar a vomitar con lo asqueroso que era todo. Incrédulo que este Dios de los hebreos se atrevería a tratar a los esclavos inmundos de una forma diferente, el faraón mandó a unos de sus soldados a ver si los animales de los israelitas realmente no murieron. Sus soldados regresaron con la desagradable noticia de que ninguno de los animales en Gosén que pertenecía a los esclavos murió. El texto no nos dice, pero fue posible que el faraón mandara a confiscar a los animales de los esclavos para reemplazar unos que perdieron en la plaga, con la racional que todo y todos pertenecían a él, Horus Vivo. Aun con todos sus animales muertos, el faraón se puso más terco y rehusó dejar a los esclavos libres. Como el faraón no cedió, Dios le envió otra plaga, pero esta vez sin anunciarla. Dios mandó a Moisés y Aaron a presentarse ante el faraón pero esta vez sin una advertencia. Continuamos la historia leyendo sobre la plaga de las llagas.
La plaga de las llagas
Éxodo 9:8-10: El SEÑOR les dijo a Moisés y Aarón:
—Tomen un poco de ceniza de un horno. Luego tú, Moisés, lanza la ceniza hacia arriba, frente al faraón. La ceniza se va a convertir en polvo y se va a esparcir por todo Egipto. Cuando el polvo toque un animal o a una persona, le saldrán llagas en la piel.
Entonces ellos tomaron cenizas de un horno y se pararon frente al faraón. Moisés lanzó las cenizas hacia arriba y les salieron llagas a los animales y a la gente.
Ceniza a llagas
Dios usó lo ordinario, lo que los hebreos tenían, la ceniza de un horno; al lanzarla hacia arriba, Dios convirtió el polvo en llagas que afectaron a todos los animales que todavía vivían y a todos los egipcios. Las llagas eran sinónimo con la lepra, una enfermedad mortal en ese entonces, que traía una muerte lenta y dolorosa. Por lo tanto, toda la gente en el mundo antiguo sabia la contagiosa que era y temaba a gente con cualquier imperfección en la piel, la cual podría ser el comienzo de la lepra. Como el texto nos dice que el polvo tenía que tocar al animal o la persona, por la distancia de Gosén de las ciudades donde vivían los egipcios, me imagino que esta plaga no le afectara al pueblo hebreo.
Miseria hasta la muerte
Si jamás has tenido una llaga en alguna parte del cuerpo, puedes imaginar cuánto dolor se sentían con el cuerpo entero cubierto de llagas. Los sirvientes egipcios que se acostumbraban a cuidar de los nobles y la familia real tenían llagas que los mantenían en la cama y no pudieron ayudar a sus amos. Recordamos que había poca comida por culpa de las moscas, y las hierbas que hubieran utilizado para hacer compresas y medicinas para disminuir el dolor ahora tan solo existían en Gosén. Esta es otra plaga en que vemos lo frío que era el faraón, dejando a gente y animales inocentes sufrir y morir.
El texto nos dice que los magos y hechiceros no podían desafiar a Moisés porque estaban incapacitados, miserables por el dolor de las llagas que chorreaban, frotando con sus batas y haciéndolos chillar en miseria. Los magos y hechiceros también eran los médicos y dependían mucho del dios de la medicina, Imotep y la diosa Isis. Con esta plaga, Dios mostró que este dios ni fue capaz de sanar a los médicos egipcios. Al faraón también le salieron llagas y tenía que meterse en la cama, sin poder hacer nada sino maldecir a este Dios de los hebreos sin cara ni nombre. Aun en su miseria, el faraón se puso terco y no escuchó a las plegarias de Moisés y Aaron.
El texto no nos dice cuándo Dios terminó la plaga, pero la terminó. La piel de toda la gente y animales afectados comenzó a cicatrizar y sanar. Pero no pasó mucho tiempo antes de que Dios les mandara otra plaga aún más terrible, la del granizo. Dios envió a Moisés a ir ante el faraón de nuevo y decirle que si no dejara libre a Su pueblo libre, iba a mandarle una plaga de granizo tan grande como nunca hubo en Egipto anteriormente. Continuamos con la historia, leyendo parte del mensaje que Dios tenía para el faraón.
Podría bórrate de la faz de la tierra, pero prefiero que te arrepientas
Éxodo 9:15-16, 18: Yo puedo utilizar mi poder y crear una plaga que te borre de la tierra a ti y a tu pueblo. Pero he dejado que vivas para mostrarte mi poder y darme a conocer en toda la tierra. Mañana voy a hacer que llueva granizo, más que el que ha caído en toda la historia de Egipto. Tienes que meter en un lugar seguro a tus animales y a todo lo que tengas en el campo. Todo ser humano o animal que no esté en un lugar seguro morirá cuando caiga la granizada”.
La plaga del granizo
Dios le dijo al faraón que todavía estaba vivo para que se arrepintiera y reconociera el gran poder del Todopoderoso Dios. Dios le dijo que pudiera borrar a él y su pueblo de la faz de la tierra. Aun después de unas plagas, el faraón todavía se creyó Horus Vivo, ignorando la evidencia de Su poder. En Su gran misericordia, Dios le advirtió que tendrán que meter a sus animales que todavía vivían y a todos sus siervos adentro para protegerse, porque todos que no estaban protegidos, morirían por el peso de la granizada. El granizo iba a aplastar cualquier cosecha que restaba. Por ser testigos de las otras plagas, había egipcios que tomaron esta advertencia en serio y se apuraron para albergar a sus animales y siervos. Unos ya dejaron de creer que Nut, diosa del cielo, estaba cuidándolos, hasta comenzaron a dudar de la existencia de los dioses. Pero los que todavía no creían en el poder de El Dios de los hebreos rezaron a sus dioses por protección, creían en la soberanía del faraón, e ignoraron la advertencia, dejando a sus animales y siervos al aire libre. Y al día siguiente cuando la granizada comenzó, todos aquellos murieron.
Dios le instruyó a Moisés extender su bastón hacia el cielo. Continuamos con la historia para ver lo que aconteció.
Truenos, relámpagos, y granizo
Éxodo 9:23-26: Moisés extendió su bastón hacia el cielo y el SEÑOR envió truenos, rayos y granizo sobre la tierra. El SEÑOR también hizo que cayera granizo en todo Egipto. Mientras granizaba se veían relámpagos constantemente. Era la granizada más fuerte que había caído en toda la historia de Egipto. Cayó granizo por todo Egipto; sobre todo lo que estaba en los campos, desde la gente hasta los animales. La granizada destruyó todas las plantas y los árboles de los campos. El único sitio en donde no cayó granizo fue en la tierra de Gosén, donde vivía el pueblo de Israel.
Destrucción total
Comenzó como un día típico en Egipto: el sol brillaba, el aire era seco y caluroso, el polvo de la arena formó una capa familiar a todo. Hasta en el desierto, llueve de vez en cuando. Pero los egipcios jamás habían visto una lluvia como esa. El cielo se oscureció de repente, escucharon los truenos en la distancia, había un toque de electricidad en el aire. Antes de que la gente y animales en el campo pudieran escabullirse, comenzó el granizo. Pesaba y cortaba, aplastando a la gente, los animales, las plantas y los árboles. Pero en medio de todo esto, en Gosén, el cielo permaneció soleado, no hubo ni una gota de lluvia ni granizos. A dondequiera que los hebreos veían a su alrededor, había tinieblas interrumpidas por los relámpagos y el granizo gigante, estruendose ruidosamente cuando hizo contacto. El faraón mandó llamar a Moisés y Aaron. Continuamos con la historia leyendo lo que les dijo.
Cometí un pecado. El SEÑOR tiene razón
Éxodo 9:27-30: El faraón mandó llamar a Moisés y Aarón y les dijo:
—Cometí un pecado. El SEÑOR tiene razón; mi pueblo y yo estamos equivocados. Pídanle al SEÑOR que detenga el granizo y los truenos, pues los voy a dejar ir, ya no tienen que quedarse más aquí.
Moisés le dijo al faraón:
—Cuando salga de la ciudad, levantaré mis brazos en oración al SEÑOR. Entonces cesarán los truenos y dejará de caer granizo, para que sepas que la tierra le pertenece al SEÑOR. Aunque yo sé que tú y tus servidores todavía no respetan verdaderamente al SEÑOR Dios.
Sé que tú y tus servidores todavía no respetan verdaderamente al SEÑOR Dios
Nos damos cuenta del cambio que estaba ocurriendo en ambos el faraón y Moisés; el faraón uso la palabra “pecado,” una palabra que sin duda aprendió de Moisés, y Moisés fue muy valiente, añadiendo ante de irse y rezar que sabía que él y sus servidores no respetaban a Dios, algo que un hombre “lento para hablar” jamás diría al rey. El faraón dijo que él y su pueblo estaban equivocados, pero era él quien tenía el poder de darles permiso para irse, y a nadie más. El faraón le pidió parar la granizada, que los iba a dejar libres. Pero como vimos, hasta Moisés no estaba tan convencido de esto, sabiendo que solamente se lo pidió para aliviarse de la plaga.
Como le pidió, Moisés salió y oró a Dios; el granizo y todo el caos que trajo cesó. Había silencio. Los egipcios salieron de sus casas; los que no protegieron a sus siervos y animales los encontraron bajo el granizo, sangrando, muertos. Miraron a su alrededor y ya no reconocieron la ciudad: el mercado fue destruido, muchas casas se cayeron en ruinas, y había un montón de gente y animales muertos, acostados en la calle mojada.
Seguramente a este punto, había egipcios rogándole al faraón dejar que los hebreos se fueran.
A pesar de la destrucción, el texto también nos dice que al terminar la plaga, el faraón se puso terco, junto con sus servidores. El faraón y sus servidores eran más protegidos en el palacio que los egipcios que no eran ricos. Quizás sus sujetos lo acusaron de no entender el peligro que corrían en las plagas. Pero, no pensó dejar que los hebreos fueran al desierto para adorar a Dios. En la próxima devocional, veremos dos plagas más, la langosta y la oscuridad.