Los amonitas avergonzaron a Israel y David los derrota
Barbas rasuradas, mercenarios contratados y una derrota
En el previo estudio, conocimos a Mefiboset, el único hijo de Jonatán, que fue tullido de ambos pies cuando era un niño y vivía como un cojo indigente. También conocimos al antiguo siervo de Saúl, Siba, quien se había encargado de las tierras del difunto rey y era el único que sabía el paradero de Mefiboset. David llamó a los dos. Le entregó las tierras de Saúl a su nieto Mefiboset y le dio Siba a Mefiboset como siervo, exigiendo que trabajara las tierras por su nuevo dueño. Además, Mefiboset se mudó a Jerusalén, a vivir en la casa de David y compartir su mesa como uno de sus hijos. En este estudio, volvemos a la guerra, viendo cómo los amonitas avergonzaron a unos israelitas, y Dios, junto con David y Joab, y todo el ejército israelita, derrotaron a los amonitas.
David derrotó a Gat
Antes de comenzar el estudio, como una nota contextual, en I Crónicas 18:1-2, el texto nos dice dos cosas muy interesantes: primero, David derrotó a los filisteos y tomó el control de la ciudad de Gat y los pueblos vecinos, y segundo, David venció a los de Moab y los hizo sus siervos. Recordamos que David y sus 400 valientes vivieron en Siclag bajo la protección del Rey Aquis, quien vivió en Gat. Cuando los filisteos se enteraron que David fuera el rey de todo Israel, salieron para matarlo. Después de proveerle vivienda y luego descubrir su lealtad a Israel, los filisteos, especialmente Rey Aquis, debieran haber sido furiosos, queriendo la cabeza de David. Pero, Dios ayudó a David a derrotarlos, hasta quitándoles unas ciudades, incluso Gat. ¿Mató al Rey Aquis, o se huyó? El texto no nos dice.
¿Odiaba a sus parientes de Moab?
Este texto en I Crónicas 18 también dice que venció a los de Moab y los hizo sus siervos. Recordamos que Rut, la moabita, era la bisabuela de David. Antes de vivir en territorio filisteo, David temía tanto por su vida que acompañó a sus padres a Moab, y habló con su rey para pedir permiso para que ellos vivieran allí por un tiempo. No sabemos qué pasó con la relación entre el rey de Moab y David para que el terminara atacándolos y sometiéndolos a ser siervos de Israel. Como no sabemos nada más sobre los padres de David después de acompañarlos a Moab, quizás los moabitas los asesinaran, pero si esto fuera verdad, quizás David habría buscado venganza mucho antes. No sabemos a ciencia cierta qué aconteciera, pero es notable que el vínculo entre David y sus antepasados moabitas terminaran de una forma tan definitiva.
Najás “el serpiente” murió
Volviendo a este estudio, un tiempo después, el Rey Najás de los amonitas murió. Según escolares bíblicos, su nombre significaba serpiente, un nombre apto para un hombre sumamente malvado. Recordamos que las tribus de Gad y Rubén fueron oprimidas por Najás; a todos los hombres en esas dos tribus les había sacado el ojo derecho y no les permitió mandar mensajeros al otro lado del Jordán para pedir ayuda. Quitarles el ojo derecho sería una humillación, un anuncio al mundo de que fueran débiles y no pudieron defenderse. En el combate, no tendrían la percepción de la profundidad, así que serían inútiles y no podrían luchar.
La biblia no especifica con exactitud cómo, pero evidentemente entre Rey Najás y David, había algún respeto; quizás cuando David huyó de Saúl, Najás lo ayudara con provisiones porque, como Rey Aquis, viera a David como un aliado poderoso que también era un enemigo de Saúl. El hecho es que cuando David se enteró de la muerte de Najás, quería expresar su pésame, quizás mandándole a su hijo Janún unos regalos y unas palabras reconfortantes. Comenzamos con la historia, leyendo el pésame que David les envió y la reacción del nuevo rey de los amonitas. Vamos a leer la historia encontrada en I Crónicas 19, pero también se encuentra en 2 Samuel 10.
Janún, lamento la pérdida de tu papá malvado
I Crónicas 19:2-4: David pensó: «Voy a ser leal con Janún hijo de Najás porque su papá fue leal conmigo». Así que David envió a algunos mensajeros para expresar sus condolencias a Janún por la muerte de su papá. Los representantes de David llegaron a la tierra de los amonitas para expresar sus condolencias a Janún.
Pero los oficiales amonitas preguntaron a Janún: «¿En verdad cree Su Majestad que David está honrando la memoria de su papá enviando a sus hombres a darle el pésame? Con seguridad que ellos vienen como espías a sus tierras para buscar la forma de derrotarlo». Así que Janún arrestó a los representantes de David, hizo que los rasuraran y que rasgaran su ropa hasta la cadera. Luego los envió de regreso.
Rasurados y sin los pantalones
Si este Najás fuera el mismo rey que sacó el ojo derecho a muchos israelitas, ya tendría unos 70 años. David envió a algunos mensajeros, no necesariamente fueran soldados, para expresar sus condolencias al nuevo rey Janún. Sin duda, los mensajeros sabían que era una misión peligrosa. ¿Cómo iba a reaccionar este nuevo rey con un padre tan malvado? Quizás Janún hubiera aceptado las condolencias de David si no fuera por sus oficiales que plantaron una semilla de duda en su rey, cuestionando las intenciones de David, que tan solo envió los representantes para espiar y planear un ataque en su momento más vulnerable, lamentando la pérdida de su papá. Janún los creyó, y los arrestó. Podemos ver la crueldad del padre en el hijo. Ambos no simplemente mataron a sus enemigos, los humillaron de una forma muy personal. Los rasuraron y cortaron su ropa hasta la cadera, exponiendo sus genitales, o sea, el hecho de que fueron circuncidadas. Los rasuraron a la fuerza, con cuchillos al cuello, seguramente cortándoles lo más que pudieran. En ese entonces, todos los hombres tenían una barba, era una distinción entre las mujeres y los hombres, una marca de la masculinidad. Según expertos bíblicos, una marca de los esclavos es que se rasuraron, no les permitieron tener barbas, quizás por miedo a las pulgas, así que, al rasurarlos, los declararon esclavos. Ahora, sin barba y sin poder cubrirse los genitales, los envió de regreso a David. Fue una humillación total, feminizándolos y dejando a exposición lo que Dios exige que se cubra. Claro, David se enteró de lo que el hijo de Najás había hecho. Continuamos con la historia, leyendo su reacción.
¿Les hicieron qué?
I Crónicas 19:5-6: Cuando se le informó a David lo que había pasado, envió mensajeros para que salieran al encuentro de los oficiales, pues los hombres estaban avergonzados. El rey David les dijo: «Esperen en Jericó hasta que les crezca la barba de nuevo y luego regresen».
Los amonitas se dieron cuenta de que habían ofendido a David…
Saben que comenzaron una guerra, ¿verdad?
Probablemente, David les enviara ropa nueva con los mensajeros y una promesa que fuera a vengarse por la vergüenza que acaban de vivir. Los dejó un tiempo para recuperarse en privado, diciéndoles que esperaran hasta que se repusieron, dejando que sus barbas crecieran. Es chistoso que el autor cuente que los amonitas se dieron cuenta de que habían ofendido a David- claro, fue el punto, sabían que iba a tomar esta acción como una declaración a la guerra. Por lo tanto, el texto dice que los amonitas se prepararon para la guerra, contratando a otros pueblos y preparando a sus carros de combate y jinetes. El ejército unificado de los amonitas y sus socios era muy grande. David envió a Joab con todo el ejército. Sus enemigos eran tantos que el ejército israelita fue forzado a dividirse en dos para poder luchar contra todos. Continuamos con la historia, leyendo el desesperado plan militar de Joab.
Estamos entre la espada y la pared
I Crónicas 19:10-13: Al verse con enemigos por el frente y por la retaguardia, Joab eligió las mejores tropas israelitas y las formó para combatir a los sirios. Luego encargó los demás hombres a su hermano Abisay para que enfrentaran a los amonitas. Joab le dijo a Abisay: «Si los sirios son más fuertes que yo, ven en mi ayuda. Si son más fuertes que tú, yo iré en tu ayuda. Seamos fuertes y luchemos con valentía por nuestro pueblo y las ciudades de nuestro Dios. Que el SEÑOR haga su voluntad».
Seamos fuertes y luchemos con valentía
Los amonitas habían pedido la ayuda de otros pueblos, incluso a los sirios. En un pánico, Joab eligió los mejores soldados para combatir a los sirios; con un selecto grupo pequeño, quizás se sintiera más protegido y creyera que estuviera dándole a su hermano una oportunidad de derrotar a los amonitas con los numerosos novatos. Inseguro de su plan, le dice a Abisay que, si su plan no funcione, que venga a rescatarlo, o él vendrá a rescatarle a su hermano si su plan funciona. Parece irónico que este hombre tan vengativo exclame que el Señor haga su voluntad, cuando obviamente, Joab quiere que Dios haga su voluntad. No leemos que David consultó a Dios antes de atacar. ¿Fue la voluntad de Dios entrar en esta guerra con los amonitas? No nos dice, pero da la victoria a David. El texto dice que ambos los sirios y los amonitas huyeron y los israelitas regresaron a Jerusalén. Joab anima al ejército con palabras similares a Josué cuando enfrentó al enemigo: Seamos fuertes y luchemos con valentía por nuestro pueblo.
Pero eso no fue el final de la guerra. El texto dice que los sirios no iban a aceptar una derrota y se unieron para una nueva batalla. Pero David se enteró y junto con los israelitas, lucharon contra ellos y los derrotaron. Terminamos esta historia leyendo lo que David hizo que Dios había mandado que los israelitas jamás hicieran.
¡Y no regresen jamás!
I Crónicas 19:19: Al ver que los israelitas los habían derrotado, los siervos de Hadad Ezer pactaron la paz con David y se sometieron. Los sirios ya no estuvieron dispuestos a ayudar a los amonitas.
David, no debes hacer eso
Recordamos que, al entrar en la tierra prometida, Dios le dijo a Josué que no entraran en pactos con otros pueblos, que los destruyeran por completo porque todos eran completamente malvados. Pero David entró en un pacto de paz con ellos, como Josué hizo con los gabaonitas, un hecho que tuvo efectos devastadores. En el próximo estudio, David tendrá su momento más bajo, pecando con una mujer casada y matando a su esposo para encubrir su embarazo.