Los filisteos devuelven el cofre del Señor a Israel
El arrepentimiento de los filisteos: ratones y tumores de oro
En el estudio anterior, Dios castigó a los filisteos por haber apoderado del cofre del pacto del Señor, metiéndolo en el templo de Dagón en la ciudad de Asdod. La primera noche, Dios hizo que la estatua cayera boca abajo ante el cofre como si estuviera adorándolo. La segunda noche, hizo lo mismo, pero esta vez ‘mató’ a Dagón, decapitándolo y quitándole las manos. Los filisteos transportaron el cofre a otras ciudades filisteas, pero donde quiera que lo llevara, había caos y muerte porque Dios les mandó una plaga de tumores y ratones. Por siete meses, los filisteos aguantaron ratones y sufrieron llagas mortales, pero ya no pudieron más. Los filisteos llamaron a sus sacerdotes y magos, preguntándoles qué debían hacer para devolver el cofre a su lugar, reconociendo que definitivamente, su lugar era en Israel. Los filisteos estuvieron desesperados, algo que no se puede decir de los israelitas en ese entonces. En este estudio, veremos el consejo de los magos filisteos y cómo los filisteos llevaron a cabo su consejo para devolver el cofre a Israel.
¿Castigo o coincidencia?
Los sacerdotes y magos estaban de acuerdo en devolverle el cofre a Israel, aunque no estaban completamente convencidos de que los acontecimientos recientes fueran culpa del cofre y no por coincidencia. Pero, aconsejaron que, si por acaso los tumores e infestaciones de ratones fueran un castigo de Dios, entonces no debieran devolver el cofre vacío, sino con ofrendas para que Dios les perdonara y les sanara. La ironía fue que el consejo de los sacerdotes filisteos fue precisamente lo que los israelitas necesitaron hacer: arrepentirse, pedir perdón, y ofrecerle a Dios una ofrenda por sus pecados. No sé si los filisteos estuvieran arrepentidos exactamente, pero estaban dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de aliviar el dolor y muerte que creían ser causado por el cofre. Comenzamos la historia de la devolución del cofre de pacto leyendo el consejo de los sacerdotes y magos filisteos para su pueblo tan desesperado.
Háganle a Dios de Israel tumores y ratones de oro para apaciguarlo
I Samuel 6:4-6: …Los sacerdotes y los magos contestaron:
—Como hay cinco líderes filisteos y todo el pueblo y sus líderes tuvieron los mismos problemas, hagan cinco figuras de oro que asemejen cinco tumores y cinco figuras de oro que asemejen cinco ratones. Así que hagan figuras de los tumores y de los ratones que están arruinando el país y preséntenselas al Dios de Israel como pago. Tal vez entonces el Dios de Israel dejará de castigarlos a ustedes, a sus dioses y a su tierra. No sean tercos como el faraón y los egipcios, a quienes Dios castigó. Por eso los egipcios dejaron escapar al pueblo israelita.
Tal vez Dios dejará de castigarnos y a nuestros dioses
Los sacerdotes y magos filisteos entendieron que, si el Dios de los israelitas estaba enojado con ellos, sus problemas provinieron de Él, pero no comprendieron que fabricar ídolos en forma de los tumores y ratones fue una gran ofensa. ¿Por qué hacer figuras de oro en vez de simplemente enviar oro? Quizás sus dioses exigieron figuras de oro que representaban sus pedidos, en este caso, figuras de los tumores y ratones para que los quitara.
Lo único que los filisteos entendieron era el mundo de ídolos, así que, tiene sentido que pensaron que tumores y ratones de oro podrían calmar la ira de Dios. Dijeron que si Dios aceptara la ofrenda, quizás dejaría de castigarlos a ellos y a sus dioses, un reconocimiento de lo poderoso que percibían que Dios fuera.
Los sacerdotes y magos conocían la historia de los hebreos, y les advirtieron no ser tercos como el faraón, quien rehusó dejar a los israelitas libres y terminó destruyendo Egipto por completo. Los sacerdotes y magos dejaron instrucciones peculiarmente específicas. Continuamos con la historia con las instrucciones de los sacerdotes y magos para los filisteos.
Las figuras de oro son sus ofrendas para que Dios les perdone sus pecados
I Samuel 6:7-9: »Tienen que hacer una carreta nueva y conseguir dos vacas con cría que nunca hayan arado el campo. Átenlas a la carreta para que la tiren, lleven a los becerros al establo y no dejen que sigan a las vacas. Pongan el cofre del SEÑOR en la carreta y las figuras de oro en la bolsa dentro del cofre. Las figuras de oro son sus ofrendas para que Dios les perdone sus pecados. Envíen la carreta y obsérvenla. Si se va hacia Bet Semes, en su propio territorio, entonces quiere decir que Dios nos ha mandado esta tremenda calamidad. Pero si las vacas no se van directo a Bet Semes, entonces sabremos que el Dios de Israel no nos ha castigado, sino que nuestra calamidad fue sólo una coincidencia.
Una prueba tramposa
Le pusieron a prueba a Dios: pusieron términos muy específicos, y si el resultado fue de una manera, sería como verificar que la plaga era un castigo de Dios, pero si el resultado fue de otra, sabrían que esa supuesta plaga no fue de un fuente divino, y tendrían que hacer otra cosa para aliviarse de la plaga. A pesar de tocar el cofre y hacer figuras de oro, parecía algo que los mismos israelitas harían para mostrar su arrepentimiento a Dios y pedir perdón. Es posible que los filisteos hayan observado a los israelitas con sus ofrendas y los sacerdotes pensaron que sería mejor imitarlos para tener la mayor posibilidad de agradar a su Dios. Como no sabían las leyes de Moisés, no sabían que no era permisible tocar el cofre, ni meter una bolsa con ídolos adentro. Sin embargo, parece que Dios les permitió tocar el cofre sin matarlos, a lo mejor porque simplemente no sabían qué hacían. Estaban tratando de reconocer sus fallos y pagar por sus pecados de la única forma que sabían. Creo que Dios reconoció que ellos estuvieran tratando de agradarle sin conocerlo ni Sus leyes, algo que Su pueblo ni siquiera hacía en esa época. Tenía misericordia con filistea por su esfuerzo ignorante.
Cumplimos al pie de la letra
Los filisteos hicieron exactamente lo que los sacerdotes y magos sugirieron. Sus artesanos crearon réplicas doradas de los ratones y tumores. Consiguieron una carreta nueva y ataron las vacas a la carreta. Pusieron el cofre en la carreta, metiendo dentro la bolsa con la ofrenda. El texto nos da un detalle muy específico, que las vacas se fueron mugiendo por el camino, caminando alrededor de 16 kilómetros directamente a Bet Semes, sin desviarse para nada, ni para regresar con sus crías, ni para alimentarse, ni para descansar. Los cinco gobernantes filisteos siguieron a las vacas hasta los límites de esta ciudad, aliviados que el cofre por fin estaba fuera del territorio filisteo. Aunque el texto no dice, a lo mejor los ratones se fueron de repente y la gente comenzó a sanarse de los tumores repulsivos y dolorosos.
¡Mira lo que llegó!
El texto dice que los de Bet Semes estaban cosechando trigo cuando el cofre llegó. Al ver el cofre su alegría era tremenda; ¡La presencia de Dios había regresado! Las vacas trajeron la carreta hasta una gran piedra y el pueblo corrió a recibirlo, asombrados por tal sorpresa. Algunos levitas descargaron el cofre y la bolsa con las ofrendas de oro, algo confundidos por su significado y qué hacer con ellos. A pesar de lo costoso que era construir una carreta y que habrían podido usar las vacas para leche, los de Bet Semes cortaron la carreta en pedazos y ofreció las vacas como una ofrenda al Señor, algo que no debieran haber hecho por no ser sacerdotes ni estar en el tabernáculo. Los cinco gobernantes vieron el sacrificio y luego regresaron a Filistea. Continuamos con la historia, leyendo cómo los de Bet Semes pecaron tan pronto que recibieran el cofre.
Una celebración mortal
I Samuel 7:19-21: Cuando la gente de Bet Semes vio que volvía el cofre del pacto del SEÑOR, comenzó a festejar. Pero no había ningún sacerdote ahí para estar a cargo de la celebración. El resultado fue que Dios mató a 70 hombres de Bet Semes. La gente del pueblo sintió mucha tristeza y lloró porque el SEÑOR los castigó de manera tan dura. Dijeron: «¿Dónde hay un sacerdote que pueda cuidar este cofre? ¿No se lo podría llevar a otra parte?» Pero en Quiriat Yearín había un sacerdote, así que el pueblo de Bet Semes envió este mensaje a la gente de esa ciudad: «Los filisteos han devuelto el cofre del SEÑOR; vengan a llevárselo».
¿No se lo podría llevar a otra parte?
Como los filisteos, los de Bet Semes celebraron la llegada del cofre, pero cuando causó problemas, en vez de arrepentirse, querían que alguien se lo llevara. Los de Bet Semes tocaron el cofre, hasta miraron adentro; por lo tanto, Dios mató a 70 hombres presentes. Los de Bet Semes se pusieron muy serios de inmediato al ver el castigo, lamentando los muertos, pero no su desobediencia, pensando que el castigo fue demasiado duro por la infracción. Los de Bet Semes hicieron lo que debieron hacer al principio: llamaron a un sacerdote de otra parte, probablemente el sacerdote más cercano ahora que Elí y sus hijos estaban muertos. El sacerdote llegó a llevar el cofre del Señor, siguiendo las instrucciones del Señor. El texto dice que lo llevó a la casa de un hombre llamado Abinadab, y que allí permaneció por mucho tiempo. El hijo de Abinadab, Eleazar, fue preparado para cuidarlo. Volveremos a ver el cofre del pacto cuando el futuro rey David lo devolverá a su debido lugar. En el próximo estudio, veremos el arrepentimiento de Israel, su regreso a Dios, y el papel de Samuel en restaurar el pueblo de Israel.