Los israelitas abandonan a Astarté y Baal

Abandonan a Astarté y Baal, y Dios pelea para los israelitas

En el estudio anterior, vimos cómo los filisteos se arrepintieron de haber robado el cofre del pacto de Dios y lo devolvieron a los israelitas con una ofrenda pagana de cinco tumores y ratones de oro para el Dios de los hebreos.  Han pasado 20 años desde que los filisteos devolvieran el cofre; en todos estos años, los israelitas vivían cómo vivían en el tiempo de los jueces, haciendo lo que mejor les pareciera. En este estudio, los israelitas se arrepintieron de alejarse de Dios, Samuel rogó a Dios por el pueblo y Dios los perdonó. Pero en ese preciso momento, los filisteos los atacaron. Es una historia de arrepentimiento, perdón, y obediencia.

Al comenzar la historia, por alguna razón desconocida, después de pasar 20 años desde que los filisteos devolvieran el cofre del pacto, los israelitas se dieron cuenta de su necesidad para volver a Dios. Tenemos que preguntarnos, ¿por qué tomaron 20 años para regresar a Dios? El autor no dice, pero creo que tuvieron el mismo impedimento que tenemos cuando se trata de confesar nuestros pecados, arrepentirnos y volver a Dios: el orgullo. Fue más fácil sufrir que admitir que estuvieron equivocados. Lloraron, pidiéndole ayuda al Señor. ¿Ayuda para qué? A lo mejor, no pidieron ayuda tanto por su estado espiritual, sino por sus cosechas, por seguridad, por protección contra sus muchos enemigos en Canaán. La ironía era que los israelitas querían la ayuda de Dios contra un pueblo que ellos mismos imitaron. Quizás se dieron cuenta de que los otros dioses que habían adorado por tantos años no los estaban ayudando y protegiendo. 

Samuel vio que el pueblo quería regresar a Dios, o por lo menos, quería Su ayuda y protección de su enemigo principal, los filisteos. Comenzamos la historia con las sabias palabras de Samuel.

Si en realidad quieren volverse al SEÑOR de todo corazón

I Samuel 7:3-4: Samuel les dijo: «Si en realidad quieren volverse al SEÑOR de todo corazón, entonces desháganse de sus dioses extranjeros y de los ídolos de Astarté. Dedíquense completamente al SEÑOR. ¡Sólo a él deben servirle! Entonces él los salvará de los filisteos». 

Así que los israelitas se deshicieron de sus estatuas de Baal y Astarté y sirvieron sólo al SEÑOR. 

Se deshicieron de sus estatuas de Baal y Astarté

Baal, el supuesto hijo de Dagón, era un dios de la fertilidad y el clima. Astarté era la diosa del amor sexual y la fertilidad. Los israelitas trabajaban en la agricultura y querían grandes familias para trabajar en los campos. Los israelitas no rechazaron a Dios totalmente, hicieron algo peor que eso; añadieron a Baal y Astarté a su adoración de Dios. Si Dios no los escuchara, rezaron a Baal y Astarté, especialmente en asuntos del clima y del corazón. Samuel les dijo que si esta vez realmente querían volverse a Dios, había tan solo dos cosas que tendrían que hacer: dejar de adorar a los dioses extranjeros y comenzar a servir tan solo a Dios dedicándose completamente a Él. Si harían esto, los salvaría de los filisteos, una promesa que cumplirá en breve.

Después de adorar a Baal y Astarté por más de 20 años, por las palabras de Samuel, los abandonaron y se dedicaron a Dios. El texto no dice, pero por lo que acontecerá en breve, creo que su motivo no fue tanto que lamentaron su abandono de Dios, sino que tenían mucho miedo de los poderosos filisteos.  Recordamos que los filisteos eran más avanzados que los israelitas; sabían trabajar con el hierro, haciendo espadas, lanzas, escudos y todo tipo de armamento, los cuales los israelitas no tuvieron.

¿De veras esta vez?

El texto no dice si Samuel creía que esta vez los israelitas hablaron en serio y realmente querían abandonar a los dioses falsos para dedicarse únicamente a Dios, pero actuó como si los creyera. Les instruyó reunirse en Mizpa (ubicado alrededor de 12 kilómetros al norte de Jerusalén) para que él le rogara a Dios por ellos. El pueblo se reunió en Mizpa. Consiguieron agua y la derramaron ante el Señor. Quizás esto no nos parece un sacrificio, pero tenemos que recordar que estuvieron en el desierto, que muchas veces tuvieron problemas en encontrar agua, y que era un recurso sumamente valioso. El texto dice que comenzaron un ayuno ese día; no comieron nada ni tomaron agua. Hicieron algo muy importante: confesaron sus pecados a Samuel, reconociendo como cualquier pecado que habían cometido, fue contra Dios más que a nadie.

Pero los filisteos descubrieron que los israelitas se reunieran en Mizpa, y vieron su oportunidad para aniquilarlos a todos una vez por todas. El texto dice que los gobernantes de los filisteos dirigieron un ataque contra los israelitas; no sabemos si eran los mismos cinco gobernantes que siguieron la carreta que devolvió el cofre del pacto. Si fueran los mismos, se olvidaron por completo de la plaga de los tumores y ratones; perdieron cualquier temor que tuvieron de Dios. Quizás durante los últimos 20 años que adoraron a Baal y Astarté, dominaron a los israelitas y pensaron que su Dios los había abandonado. Cuando los israelitas oyeron que los filisteos venían para luchar, se atemorizaron. Pero en vez de volver a Baal y Astarté, en vez de correr como hormigas, esto es lo que le pidieron a Samuel.

¡Pídele que nos salve de los filisteos!

I Samuel 7:8-9: y dijeron a Samuel: «¡No dejes de rogar al SEÑOR por nosotros! ¡Pídele que nos salve de los filisteos!»  Entonces Samuel tomó un corderito y lo ofreció como sacrificio que debe quemarse completamente al SEÑOR. Luego rogó al SEÑOR en favor de Israel y el SEÑOR contestó su ruego.

El SEÑOR contestó su ruego

El texto no indica si era el mismo día que volvieron a Dios, pero si así fue, estaban débiles, sin comer nada en todo el día, ni tomar agua como parte de su ayuno. Acaba de volver a Dios y Él se mostró completamente fiel. En vez de prepararse para una batalla, los israelitas hicieron lo correcto; no iban a ganar esta batalla por la fuerza. Le pidieron a Samuel que él le rogara a Dios continuamente por ellos, como Moisés hizo. Antes de rogar a Dios por su pueblo, tomó un corderito inocente y lo sacrificó, quemándolo completamente, mostrando a Dios que confiaron en Él, y no en Baal, Astarté, ni a ellos mismos. Aun en esta situación urgente, tomaron el tiempo para obedecer.  Cuando hay una emergencia, es fácil desobedecer, porque no creemos tener tiempo para hacer lo que Dios exige, como un sacrificio que no parece tener nada que ver con la ayuda que pidieron. Pero el sacrificio mostró su obediencia y corazón de fe en Él, pasos muy necesarios antes de pedirle ayuda. Continuamos con la historia, leyendo lo que aconteció mientras Samuel ofreció el corderito al Señor.

Mientras tanto

I Samuel 7:10: Mientras Samuel estaba ofreciendo el sacrificio que debe quemarse completamente, los filisteos empezaron a atacar a Israel, pero el SEÑOR envió fuertes truenos contra los filisteos, confundiéndolos a todos y causándoles gran temor. Entonces los israelitas derrotaron a los filisteos. 

Envió fuertes truenos, confundiéndolos a todos y causándoles gran temor

Mientras Samuel estaba ofreciendo el sacrificio, Dios le contestó, enviándoles fuertes truenos, que los confundieron y causaron mucho temor.  Pero los israelitas tuvieron que hacer su parte. Algunos sin espadas, otros sin escudo, pero todos con la protección de Dios, los israelitas salieron de Mizpa, persiguiendo a los filisteos.  El texto dice que los israelitas los mataron por el camino, y recobraron varias ciudades que los filisteos habían tomado. Después de la batalla, Samuel puso una piedra entre Mizpa y una ciudad llamada Sen, y la llamó «La piedra de la ayuda», reconociendo la ayuda que Dios les dio ese día, un paso muy importante para mantener la fe de Israel. Continuamos con el final de esta historia, leyendo que paso con los filisteos.

Los filisteos quedaron derrotados

I Samuel 7:13: Los filisteos quedaron derrotados y ya no invadieron el territorio de Israel. El SEÑOR estuvo contra los filisteos durante toda la vida de Samuel. 

Paz por fin

Samuel fue el juez de Israel por muchos años, hasta ungir a Saúl como el primer rey. Como sus padres Elcaná y Ana, su casa estaba en Ramá, y juzgaba desde allí. Viajaba entre las ciudades de Israel para juzgar todos los casos que la gente le trajo, y siempre predicaba los mensajes que Dios le dio. Por fin había paz en Israel; vivían muchos años sin guerras, sin ataques de los filisteos ni de otras naciones vecinas. En el próximo estudio, Samuel ya está viejo, sus hijos son corruptos y, por lo tanto, la gente vuelve a querer ser como las otras naciones, pidiéndole un rey que no sea Dios. 

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