David y Goliat

Un gigante, unos cobardes, y un joven con fe en Dios

En el previo estudio, Samuel ungió a David rey de Israel y El Espíritu del Señor vino con poder sobre él. El mismo espíritu abandonó a Saúl y fue reemplazado por un espíritu malo que lo atormentó tanto que mandó por David, un arpista y cantante talentoso, para calmar el espíritu. Saúl estaba tan impresionado con David que le informó al padre de muchacho, Isaí, que quería que David se quedara con él y lo hizo su escudero. Y así, comenzó el entrenamiento de David para ser el próximo rey. En este estudio, David enfrentará y derrotará al gigante Goliat.

Lucha de gigantes

Aun si jamás has leído la biblia, es probable que conozcas la famosa historia del joven pastor de ovejas, David, derrotando al gigante Goliat con tan sola una pequeña piedra. Pero ¿Qué sabemos de Goliat? En realidad, era un personaje penoso, utilizado por los filisteos. El escenario abre con Israel y los filisteos en montes opuestos, separados por un valle. Han estado allí por 40 días, esperando una pelea entre el campeón de Israel y Goliat. Con cada día que pasó, el miedo de los israelitas creció y su fe en Dios disminuyó. ¿Cómo era Goliat? Comenzamos la historia leyendo unos detalles personales sobre Goliat.

¿Cómo era Goliat?

I Samuel 17:4-7: Un guerrero famoso de Gat llamado Goliat salió del campamento filisteo. Medía casi 3 metros de altura. Llevaba un casco de bronce y una coraza también de bronce en forma de escamas de pescado que pesaba alrededor de 55 kilos.  Llevaba unos protectores de bronce en las piernas y una jabalina al hombro.  La parte de madera de su lanza era tan grande como el rodillo de un telar y la punta pesaba casi 7 kilos. Su escudero marchaba delante de él con su escudo.

Mucha armadura y armas

Se estima que su armadura pesaba alrededor de 150 libras. La primera pregunta que tenemos que hacernos es, con tanto armadura, ¿Cómo se movió? La respuesta es muy despacito. Las tradiciones rabínicas indican que los filisteos lo contrataron para ser su campeón, ya cansados de lidiar con los israelitas y querían deshacerse de ellos de una vez por todas. Continuamos con la historia, leyendo cómo Goliat desafió a los israelitas y cómo no había nadie en Israel dispuesto a luchar con el gigante.

Burlándose de Israel día y noche por 40 días 

I Samuel 17:8-11: Goliat salía todos los días y desafiaba al ejército israelita diciendo:

«¿Por qué están todos en orden de batalla? Yo soy filisteo, y ustedes son siervos de Saúl. Así que elijan a un hombre y mándenlo a pelear conmigo. Si me mata, él gana y los filisteos se convertirán en sus esclavos. Pero si yo lo mato a él, entonces yo gano y ustedes se convertirán en nuestros esclavos. ¡Ustedes tendrán que servirnos!» Goliat también dijo: «¡Me río del ejército de Israel! ¡Los desafío a que envíen a uno de sus soldados a pelear conmigo!»

Saúl y el ejército oían el desafío de Goliat y tenían mucho miedo.

Saúl y el ejército oían el desafío de Goliat y tenían mucho miedo

En ese entonces, de vez en cuando, en vez de todo un ejército pelear contra otro, ambos ejércitos escogieron un campeón, lucharon los dos, y el que ganó ganaría por todos, y así menos gente murió. Saúl, el más alto de todo Israel, debió salir el primer día para combatir, pero como no lo hizo, cada día que pasó, todos se intimidaron aún más. Además de ser mucho más alto y grande que los israelitas, Goliat sabía cómo intimidar el pueblo de Dios, insultándolos y mostrándoles su poder físico. Creo que nunca tuvo la intención de luchar, sino intimidar a las israelitas hasta que se sometieron a ser esclavos de los filisteos. Además, comúnmente los gigantes eran medio ciegos, así que a pesar de su altura y lo grande que era, no era muy bueno en combate. Si El Espíritu del Señor todavía estuviera con Saúl, habría derrotado al gigante fácilmente.

¿Dónde estaba David?

El texto da unos detalles que nos ayuda entender el final de este capítulo cuando Saúl no reconoció a David. David era el más joven de los ocho hijos de Isaí. Los tres hijos mayores ya servían en el ejército, cumpliendo con el servicio militar obligatorio requerido en ese entonces para todos los hombres de cierta edad. Los tres hermanos mayores eran Eliab, el mayor, y Abinadab y Sama. Recordamos que cuando David tocó su arpa y le cantó, Saúl estaba muy impresionado con David y decidió quedarse con él, haciéndole su escudero. En este capítulo, hay la pregunta de que, si David era su escudero, ¿por qué estuvo con su padre en Belén? Continuamos con la historia con una detalla que nos ayudará entender la confusión de Saúl más tarde.

Todavía le preocupó el rebaño de su papá

I Samuel 17:14-15: Los tres hijos mayores eran parte del ejército de Saúl. David, que era el menor, sin embargo, se alejaba de vez en cuando de Saúl para ir a cuidar el rebaño de su papá en Belén.

Arpista, escudero y pastor de ovejas

Así que, David era el arpista y el escudero del rey, pero, como el buen pastor que era, regresó a Belén cuando pudo para cuidar el rebaño de su padre. A Isaí le preocupaban mucho sus tres hijos mayores en el ejército. El texto dice que un día cuando David estaba visitándole, Isaí mandó a David al campamento militar para averiguar cómo estaban sus hermanos, enviándoles grano cocido, panes y queso. En aquel tiempo, era normal enviar comida al campamento militar para asegurar que sus familiares comieran. A la mañana siguiente, el texto dice que, después de dejar el rebaño con otro pastor (como el Buen Pastor, a David le preocupó mucho las inocentes ovejas), se dirigió al campamento. Cuando David llegó al campamento, no vio una batalla, sino a los soldados asustados, sin saber qué hacer, desesperados por un líder, un buen pastor. Vio al otro lado del valle, con tantos filisteos como los granos de arena. Encontró a sus hermanos y platicó con ellos. Mientras tanto, David escuchó las amenazas de Goliat, igual que la recompensa que Saúl estaba ofreciendo. Continuamos con la historia leyendo los insultos del gigante y la promesa del rey.

Una princesa y no impuestos

1 Samuel 17:23-26: Mientras hablaba con sus hermanos, Goliat salió del campamento filisteo desafiando como siempre a gritos al ejército israelita, y David lo oyó. Los soldados israelitas veían a Goliat y corrían de miedo. 

Los soldados se decían entre ellos: «¡Otra vez salió el gigante a insultarnos! El que lo mate, se hará rico. El rey le dará una gran recompensa, le dará a su hija como esposa y además la familia no tendrá que pagar impuestos ni cumplir el servicio militar».

David le preguntó a un hombre que estaba cerca de él:

—¿Qué dice que le darán al que mate a este filisteo y le devuelva el honor a Israel? ¿Quién es este tal Goliat? No es más que un pagano. Nada más que un filisteo. ¿Quién se cree que es para desafiar al ejército del Dios viviente?

¿Quién es este tal Goliat?

A diferencia que los soldados, David no temaba a Goliat, sino que sintió rabia que el filisteo se atreviera a desafiar a Dios. Goliat se burló de ellos, especialmente de su Dios, reclamando que Dagón era mucho mejor y poderoso. David no estaba motivado por la recompensa ofrecida por Saúl tanto cómo este enemigo de Dios estaba insultando al pueblo de Dios. Los demás soldados se enfocaron en la recompensa: casarse con una de las hijas de Saúl, formando parte de la familia real. Quizás aún más valioso para una familia humilde era no tener que pagar impuestos ni cumplir con el servicio militar; los que no tuvieron que servir en el ejército tenían más tiempo para ganarse la vida y salir adelante. Mientras David se enteró de la recompensa, su hermano Eliab se acercó, enojadísimo, pensando que David vino a decirle a todo el mundo que era el verdadero rey. Continuamos con la historia, leyendo el reclamo de Eliab para su hermanito.

¡Ya sé a qué viniste!

I Samuel 17:28-29: Eliab, el hermano mayor de David, se enojó mucho al verlo hablar con los soldados y le reclamó:

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Con quién dejaste el rebaño en el desierto? ¡Ya sé a qué viniste! No quisiste hacer tus deberes y sólo viniste para ver la batalla.

David le dijo:

—¿Y ahora qué hice? Sólo preguntaba.

¿Y ahora qué hice?

Parece que Eliab no quiso a David para nada, acusándolo de flojera, de querer ver el drama de una batalla, de estorbar, tal y como el rey. David le contestó como muchos hermanos menores han contestado a sus hermanos mayores, ¿Ahora qué hice? Eliab no quiso que David fuera ungido; como el mayor, y un soldado experimentado, fue comprensible que pensara que fuera consagrado por error, que él debiera haber sido ungido. Temaba que David viniera al campamento y le diría a todos lo que sucedió en la casa de su padre en Belén, pero David no tuvo la menor intención de decir nada a nadie. Unos soldados llevaron a David ante Saúl. Continuamos con la historia, leyendo la conversación entre Saúl y su escudero que el rey ni siquiera llevó a esta batalla.

Matar a Goliat no será más difícil que matar a un león u oso

I Samuel 17:32-37: David le dijo a Saúl:

—El pueblo no debería dejarse intimidar por ese tal Goliat. Como siervo tuyo, yo enfrentaré a ese filisteo.

Saúl le contestó:

—Tú no puedes salir a enfrentar a este filisteo. Ni siquiera eres soldado. Además, Goliat ha sido un guerrero desde niño.

Pero David insistió:

—Cuando cuido el rebaño de mi papá y viene un león o un oso a llevarse una de las ovejas, yo lo persigo, lo ataco y recupero la oveja. El animal salvaje me brinca, pero lo agarro de la piel debajo de su hocico y lo golpeo hasta matarlo. Así maté un león y un oso. ¡Y así mataré a ese filisteo pagano! Morirá por haberse burlado del ejército del Dios viviente. El SEÑOR me salvó del león y del oso, y también me salvará de este filisteo.

Me salvará de este filisteo

No sabemos si Saúl creyera a su arpista, tan joven y delgado. ¿Realmente mató a un león y un oso? No podía creer que un joven fuera tan feroz y valiente. Lo juzgó por su edad, tamaño y falta de experiencia. Saúl pensó por un momento que él mismo debía salir y luchar contra el gigante, pero no veía cómo ganar. Era alto y fuerte, pero no era nada en comparación con un gigante destructor. Como El Espíritu del Señor abandonó a Saúl, aunque no le dijo nada a nadie, sabía que Dios no lo salvaría. Pero este joven, ¿Será? Como no vio alternativa, Saúl consintió, pensando que sin duda perdería y los israelitas iban a tener que correr rápidamente para que no todos fueran aniquilados por los filisteos.

Después de convencer al rey de dejarlo luchar contra Goliat, Saúl le regaló su armadura y espada. Como Saúl era tan alto, la armadura no le quedó y David no sabía cómo luchar con una espada. Sin poder ni caminar, David se quitó la armadura del rey. David fue a enfrentar a Goliat sin armadura ni espada, pero confiando totalmente en ganar por Dios, quien será su protección. Por su parte, Saúl lo vio marchar como a su muerte, sintiéndose culpable por permitir que este muchacho entregara su vida a un pagano tan descarado. En vez de armadura, espada y escudo, David llevó El Espíritu del Señor. El texto dice que tomó su bastón de pastorear, y fue a buscar cinco piedras lisas en el arroyo; las puso en su bolsa de pastor, tomó su honda y caminó hacia Goliat. No sé si tuviera miedo, pero no lo creo. Goliat y su escudero caminaron despacio hacia David, viéndolo con desprecio. Goliat lo tomó como un insulto que los israelitas enviaron a un chico para pelear con él. Seguimos con la historia leyendo las amenazas de Goliat y la valentía de David.

¿Me enviaron un chico? ¡Jajajajaja!

I Samuel 17:43-47:  Goliat le dijo a David:

—¿Para qué traes ese bastón? ¿Para ahuyentarme como a un perro?

Goliat empezó a nombrar a sus dioses para maldecir contra David.

Goliat le dijo a David:

—¡Acércate, y echaré tu cuerpo a los animales salvajes y a las aves de rapiña!

David le dijo al filisteo:

—Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, ¡pero yo vengo contra ti en el nombre del SEÑOR Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel! Tú has hablado mal de él. Hoy mismo el SEÑOR no te dará escapatoria. Hoy te mataré y te cortaré la cabeza. Daré tu cadáver a los animales salvajes y a las aves de rapiña. Y lo mismo haremos con todos los demás filisteos, y todos sabrán que hay un Dios en Israel. Todos los que se encuentran reunidos aquí sabrán que el SEÑOR no necesita espadas ni lanzas para salvar al pueblo. ¡La batalla es del SEÑOR! Y él nos ayudará a derrotarlos a todos ustedes, filisteos.

Encuentro mortal

Como David era un chico, al decir estas palabras tan fuertes, quizás su voz cambió de repente, haciendo a Goliat carcajear aún más fuerte. David enfrentó a Goliat y le dijo las últimas palabras que jamás escucharía en la tierra, de cómo Dios lo iba a derrotar a él y a todos los filisteos. Continuamos con el final de esta historia.

Con una piedra, se muere

I Samuel 17:48-51: Goliat empezó a atacar a David, acercándose más y más a él, pero David corrió a encontrar a Goliat. David tomó una piedra de su bolsa, la puso en su honda y la lanzó. La piedra salió disparada de la honda y le pegó a Goliat exactamente entre los ojos. Con la piedra incrustada profundamente en la cabeza, Goliat cayó al suelo, con la cara hacia abajo. Así fue como David derrotó al filisteo, con sólo una honda y una piedra. Golpeó al filisteo y lo mató. Como David no tenía espada, corrió y se paró al lado del filisteo. Entonces David desenvainó la espada de Goliat y con ella le cortó la cabeza. Así fue como David mató al filisteo.

Final no tan sorprendente

No fue tan sorprendente que David le derrotara a Goliat. Como pastor de ovejas, era un experto en usar la honda. Practicaba lanzando su honda por horas y horas, parando para escribir poesía y tocar su arpa, alabando a Dios. Todo este tiempo solo, cuidando a las ovejas, Dios estaba preparándolo por este preciso momento. David golpeó a Goliat entre los ojos, un lugar muy vulnerable. Era un golpe exacto: el casco que llevaba no cubrió esta parte de la frente y a pesar de llevar tanta armadura, estaba desprotegido. Se murió instantáneamente. Goliat, por ser un gigante, no era muy ágil y no veía muy bien tampoco. Pensaba que el campeón de Israel usaría una espada, contra lo cual podría usar su jabalina y con la fuerza, fácilmente derrotaría a cualquier soldado. Como David podía mantener la distancia, no hubo oportunidad que el gigante lo golpeara. Con la espada gigante del Goliat, David lo decapitó, mostrando su enorme cabeza a los dos lados del valle, para el triunfo de los israelitas y el horror de los filisteos.

Al final, los filisteos no cumplieron su parte del trato, que, sí fueron derrotados por los israelitas, serían sus esclavos. En vez de eso, huyeron y los israelitas los persiguieron, y los mataron. Al final del capítulo, ocurre algo confuso: Saúl le preguntó a su comandante Abner quien era ese muchacho y Abner le contestó que no sabía quién era. ¿Cómo que no sabía quién era cuando en el capítulo anterior, calmó a Saúl con tocar el arpa y cantar y Saúl le hizo su escudero? Recordamos anteriormente en el capítulo que David regresó a la casa de su padre cuando podía para cuidar de las ovejas. David ya estaba en servicio de Saúl, pero como estaba atormentado por un espíritu malo, probablemente le afectó la memoria, y en su preocupación por eliminar al gigante, no pensó en otra cosa, ni recordó el nombre de su arpista y escudero. Pero después de este día, Saúl jamás olvidará de David, por cierto, su nombre lo atormentará por años. En el próximo estudio, Saúl promoverá a David, y lo mandará a una misión de muerte.

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