Samuel unge a David y Saúl recibe un espíritu maligno
Samuel unge a David y Saúl usa a David para calmar su espíritu malo
En el previo estudio, Dios envió a Saúl a aniquilar a los amalecitas, pero Saúl dejó vivir a su rey y se llevó los mejores sus animales. Por desobedecer otra vez, Dios le quitó el reinado a Saúl, aunque continuará siendo el rey por unos 20 años más. En este estudio, Samuel consagrará a David como el nuevo rey, y Dios le quitará su espíritu a Saúl y se le dará a David. Vamos a conocer a Isaí, padre del Rey David, y los hermanos mayores del mismo, quienes no vieron un futuro rey en David, sino un pastorcito de ovejas, un soñador que tocaba el arpa y cantaba poesía para el rebaño. Veremos a Saúl atormentado por un espíritu maligno, y cómo la música de David lo ayudará a calmarse.
Del tronco de Isaí saldrá un retoño; de sus raíces, un renuevo
Booz y Rut eran los padres de Obed, quien fue el papá de Isaí, el padre de David. Cuando conocemos a la familia de David, Dios acabó de comunicarle a Samuel que rechazó al Rey Saúl e iba a elegir otro rey para Israel. El Señor le instruyó ir a Belén bajo el pretexto de invitarle a Isaí a ofrecer un sacrificio a Dios y comer juntos, dándole la oportunidad de conocer a toda su familia y ungir él que Dios le indicara. Pero Samuel tenía miedo de que Saúl se enterara de lo que iba a hacer y que lo mataría. Posiblemente Samuel fue a Belén de mala gana. Su corazón todavía estaba roto por la traición de Saúl, y no quiso ungir otro rey que no fuera Dios. Aunque estaba triste, Samuel lo obedeció y fue a Belén donde Dios lo dirigió, a la casa de Isaí, para ungir a uno de sus hijos el nuevo rey de Israel. Comenzamos la historia, con Samuel temeroso pero obediente, conociendo a Isaí y los hermanos de David.
Pero es alto y apuesto
I Samuel 16:5-7: …Samuel purificó a Isaí y a sus hijos y los invitó a reunirse con él para el sacrificio. Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: «De seguro que este es quien el SEÑOR ha elegido».
Pero el SEÑOR le dijo a Samuel:
—Eliab es alto y apuesto, pero no te fijes en eso. Dios no se fija en las cualidades que la gente ve. La gente sólo presta atención al aspecto de las personas, pero el SEÑOR ve su corazón. Eliab no es el hombre que he elegido.
El Señor ve el corazón
A pesar de ser sabio y recto, hasta Samuel juzgó mal a la gente, fijándose en lo alto y apuesto que era Eliab, sin observar sus acciones, y claro, sin poder leerle la mente como tan solo Dios puede. Dios es el único calificado para juzgarnos, nuestros motivos escondidos, el rencor que guardamos muy dentro. Luego, Isaí le presentó sus otros hijos; con cada uno, el profeta pensó que este seguramente sería el elegido del Señor, pero Dios no le indicó a ninguno. Isaí, por su parte, no sabía qué estaba haciendo el profeta; no sabía si estaba en problemas, o si los iba a bendecir. Samuel vio a cada uno, esperó, y luego hizo un gesto para que se presentara el próximo. El profeta mismo parecía confundido. La biblia dice que Isaí también tenía dos hijas. Las mujeres no eran incluidas en los sacrificios, ni en reuniones importantes. Notamos que su padre trató a David como una de sus hermanas, sin importancia. Continuamos con la historia, viendo que el hijo más joven era tan insignificante para su padre y hermanos que ni pensaron en incluirlo en la reunión.
Tengo otro hijo, el menor, pero está cuidando el rebaño
I Samuel 16:11-13: Entonces Samuel le preguntó a Isaí:—¿No tienes más hijos?
Isaí contestó:—Sí, tengo otro hijo, el menor, pero está cuidando el rebaño.
Samuel dijo:—Manda a traerlo. No empezaremos a comer hasta que él llegue.
Isaí mandó que lo fueran a buscar. Su hijo menor era un joven de buen parecer, saludable y apuesto. El SEÑOR le dijo a Samuel:
—Este es mi elegido, levántate y úngelo.
Samuel tomó el cuerno de aceite y derramó el aceite sobre el hijo menor de Isaí, frente a sus hermanos. El Espíritu del SEÑOR vino con poder sobre David y desde ese día estuvo con él. Luego Samuel regresó a Ramá.
Este es mi elegido, levántate y úngelo
Al ser ungido, el Espíritu del Señor vino con poder sobre David, y al contrario de Saúl, se quedó con él. En otros estudios leeremos como David tocaba el arpa con perfección, cantaba, escribía salmos, era el mejor de los guerreros, un rey sabio, un amante de varias mujeres, un hombre con el corazón de Dios- pero la clave de cómo logró todo eso es que El Espíritu del Señor vino con poder sobre él. Veremos como estos años de pastorear en solitud y tener que cuidar y proteger a un rebaño lo ayudó a ser un muy buen rey, quien cuidaba y protegía a su pueblo.
Isaí no entendía
Isaí era un hombre ordinario, un campesino sin estudios y no estaba acostumbrado a recibir visitas importantes. Quizás no eran pobres, pero tampoco eran ricos; si fueran ricos, hubiera contratado a un siervo para cuidar de las ovejas. No entendió lo que Samuel hacía allí, pero entendió perfectamente lo que significaba ser ungido. No invitó a David a la ceremonia, ni lo mencionó por nombre, y solamente lo llamó porque Samuel insistió. Si no fuera por insistir, probablemente Isaí jamás lo hubiera llamado. Siendo el menor, no vio su potencial ni valor. No sabemos a ciencia cierta cuántos años tenía, pero los escolares bíblicos estiman que tuviera entre 10 y 15 años. Era un pastor de ovejas, un soñador que cantaba y tocaba el arpa, escribiendo poesía tonta (no era por coincidencia que un pastor pobre podía leer y escribir, quizás el único de sus hermanos).
¿Esto es un sueño?
Como David estaba en el campo, no tuvo la oportunidad de lavarse, ni Samuel lo purificó; ya estaba puro por dentro y eso era lo que le importa a Dios. En frente de todos sus hermanos mayores, hizo que David se arrodillara y lo ungió con aceite, declarándole el próximo rey. Su padre y hermanos seguramente tenían mucho miedo al ser testigos de esto y estuvieron confundidos: ¿Cómo podría ungir a David? No era de la familia de Saúl, y era un chico insignificante. Jonatán iba a heredar el trono y todos lo sabían. Probablemente Samuel les imploró no decir nada, no festejar públicamente, que tendrán que esperar el momento indicado de Dios para que David comenzara su reinado. Me imagino que después de que el profeta se fuera, los hermanos mayores, todavía incrédulos de lo ocurrido, juntos con Isaí, lo amenazaron a quedarse callado, que volviera a cuidar del rebaño, que no enorgulleciera.
En el próximo capítulo, veremos que los hermanos de David lo envidiaban. Tenían que guardar su rencor y su silencio; como unos de sus hermanos estuvieron en el ejército, tuvieron contacto con Saúl. Hubiera sido perjudicial contárselo a Saúl. Quizás hubo momentos en que por su celos, querían contárselo, pero no se atrevieron, mantuvieron el silencio, incluso David nunca dijo nada. Después de ungir a David, Samuel regresó a Ramá; no intentó establecer el reinado de David, dejó todo esto a Dios.
Saúl entrenará a David sin saberlo
El texto dice que David era de buen parecer, saludable y apuesto, pero no era tan guapo ni tan alto como Saúl. Las apariencias le importaron mucho a la gente; querían un rey que parecía un dios, no un pastor de ovejas de buen parecer. ¿Por qué Dios escogió este preciso momento para ungir a David cuando no iba a tomar el trono por muchos años? Desde ese momento, David era el rey, aun sin que nadie fuera de la familia lo supiera. Dios iba a proveer muchas oportunidades para que David recibiera el entrenamiento ideal para ser el mejor rey humano de Israel, sin que el rey actual se enterara. Después de ser ungido, todo indica que David simplemente regresó al campo, continuando a pastorear las ovejas. Los años que David pasó pastoreando las ovejas no fueron años perdidos, sino el principio de su entrenamiento. Durante los próximos años, Dios iba a preparar el camino para David a tomar el trono de Israel, no uno de sus hermanos mayores, ya guerreros experimentados y quizás la elección más sensata según la perspectiva del hombre. Parte de prepararle el camino a David para ser el próximo rey era ponerlo en el camino de Saúl. Continuamos con la historia, leyendo cómo Dios puso a David en el camino del rey Saúl.
Un espíritu malo atormenta a Saúl
I Samuel 16:14-18: El espíritu del SEÑOR abandonó a Saúl y el SEÑOR le envió un espíritu maligno que le causó muchos problemas. Los siervos de Saúl le dijeron:
—Como usted sabe, un espíritu malo de parte de Dios lo está molestando. Así que si usted lo ordena, podemos buscar a un músico para que toque para usted cuando el espíritu malo que Dios manda le provoque ansiedad, y así usted se sentirá mejor.
Así que Saúl les dijo a los siervos:
—Busquen a un buen músico y tráiganmelo.
Uno de los siervos dijo:
—El hijo de Isaí, de Belén, sabe tocar el arpa. Es un guerrero valiente, listo y de buen parecer. Además, el SEÑOR está con él.
David recibió el Espíritu del Señor y Saúl recibió un espíritu maligno
El Espíritu del Señor se quedó sobre David, pero al mismo tiempo, El Espíritu del Señor abandonó a Saúl. Además, Dios le envió un espíritu maligno que le causó momentos de angustia e ira extrema. ¿Qué fue este espíritu maligno? Los expertos bíblicos creen que fue un demonio. Pero, ¿Dios haría esto? De modo que Saúl se arrepintiera y dejara su orgullo, sí, Dios es capaz de hacer cualquier cosa, por lo cruel que parezca, para que sus hijos crezcan y maduren. Probablemente no fue poseído por el espíritu, sino con su deseo de poder y paranoia, el espíritu le influenció, resultando en momentos de ira extrema y ataques de pánico. Su familia y siervos ya no sabían qué hacer; lo temían y buscaban una solución para que regresara al ser el hombre humilde y honrado que era. Pero para Saúl, no había marcha atrás; el espíritu del Señor lo abandonó y no iba a regresar. Podrían lograr calmarlo, pero jamás sería el rey humilde y sabio que necesitaban. Saúl había seguido su propio camino tanto que Dios le quitó Su Espíritu para que pudiera continuar haciendo lo que le pareciera mejor. En vez de libertad, Saúl encontró un espíritu maligno.
Los siervos de Saúl parecían saber de inmediato que se trataba de un espíritu malo. Como Samuel era el escritor, es curioso cómo supo de los acontecimientos cuando ya no volverá a ver a Saúl. No sabemos cuál de sus siervos mencionó a David, pero nos dio unos datos curiosos: que sabía de la existencia del hijo de Isaí, que tocaba el arpa, y si esto no fue suficiente, era un guerrero valiente (evidentemente supo que mató un oso y un león), era guapo y, al colmo, Dios estaba con él. No sabemos cómo alguien sabía todo esto, pero todo era verdad.
Cuando Saúl supo que había alguien que podría ayudarlo, mandó mensajeros a Isaí para que David viniera al campamento para tocar su arpa. Seguramente Isaí entró en pánico cuando los mensajeros del rey llegaron; ¿iban a matar a David? En susurros, le advirtió a David tener mucho cuidado, de no decirle nada al rey de ser ungido. Como un soborno, rápidamente Isaí preparó un asno, pan, vino, y un cabrito como regalos para el rey. Para un hombre ordinario, era un regalo tremendo, que representaba mucho sacrificio; esperó que fuera lo suficiente para que no le hiciera muchas preguntas a su hijo menor, de modo que le tocara el arpa y podría regresar a su lugar, al campo con las ovejas. Pero el nuevo lugar de David era con el rey. Como veremos, David jamás se consideró mejor que el rey, y jamás le dijo que quien realmente era el escogido de dios era él. Continuamos con la historia, leyendo el mensaje que Saúl le envió a Isaí.
David va a vivir con la familia real
I Samuel 16:22-23: Saúl le envió a decir a Isaí: «David me ha causado muy buena impresión, deja que se quede a mi servicio». Así, cada vez que el espíritu maligno de parte de Dios molestaba a Saúl, David tocaba el arpa. El espíritu se iba, y Saúl se sentía mejor.
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Saúl llegó a querer a David como otro hijo. La música y canto de David era lo único que lo calmaba cuando el espíritu malo lo atacaba. Así que, además de músico, el texto dice que David se convirtió en escudero de Saúl, preparándole para muchas batallas futuras. En el próximo estudio, leemos la famosa pelea entre David y el gigante Goliat.