Miriam y Aarón criticaron a Moisés

Críticas, lepra, y perdón

En la devocional anterior, los forasteros que acompañaron a los israelitas en su huida de Egipto eran una mala influencia, torciendo la realidad, quejándose que quisieran regresar a Egipto donde comían carne. Dios se enojó con ellos, y los castigó, mandándoles tantos codornices que les provocaron náuseas. Pero las quejas no pararon allí. En esta devocional, veremos cómo los hermanos de Moisés, Miriam y Aarón, se quejaron del líder de los hebreos.

Se casó con una negrita

Recordamos que hace más de 40 años, Moisés huyó de Egipto por haber matado a un egipcio. Viajó por el desierto hasta llegar a Madián, donde se casó con Séfora, hija de Jetro. Después de que Moisés haya traído los israelitas fuera de Egipto, Jetro lo visitó, llevando a Séfora, pero su marido no la aceptó de vuelta. Fue probable que Séfora y sus hijos regresaran a Madián con su abuelo. Seguían casados, pero no vivían juntos de modo que Moisés pudiera enfocarse totalmente en su liderazgo del pueblo de Dios, enseñándoles las leyes, juzgando sus casos difíciles y contándole al pueblo todo lo que Dios le decía. Él pasaba tanto tiempo en la presencia de Dios que su rostro brillaba tanto que tenía que ponerse un velo mientras estaba con la gente.

Miriam La Amarga

A diferencia, Miriam, una profetisa, tenía un corazón amargo. Al crecer, cada día cuidaba a Aarón, su padre, y sus vecinos cuando regresaron en la noche después de un largo y arduo día trabajando en las obras egipcias. Llegaron azotados, deshidratados y hambrientos tanto por comida como por un fin a tanta maldad. Pero su hermano Moisés nunca había sido un esclavo, sino que creciera como un príncipe con lujos, privilegios y comodidades. Su amargura crecía por años. Dios había hablado con Aarón y Miriam; evidentemente se volvieron orgullosos, hacían alarde de este gran privilegio. Fue probable que Miriam no estuviera satisfecha con la autoridad que tenía y quería una posición igual en responsabilidad que su hermanito Moisés, o por lo menos, como su hermano Aarón, el sumo sacerdote. Un día, y aunque no viviera en el campamento, Miriam y Aarón comenzaron a hablar mal de Séfora y de Moisés. Como el texto comienza con Miriam, sabemos que fue ella quien comenzó la queja, criticándolo más fuertemente que Aarón.

Comenzamos la historia, leyendo lo que dijeron.

Somos importantes

Números 12:1-2:  Miriam y Aarón criticaron a Moisés porque se había casado con una mujer etíope. Ellos dijeron: «¿Ha hablado el SEÑOR solamente a través de Moisés? ¿No ha hablado a través de nosotros también?», pero el SEÑOR escuchó lo que decían.

¿Eran racistas?

Los escolares bíblicos no están de acuerdo si Séfora se murió y Moisés se casó de nuevo con una mujer de etíope, o si hablaron de la mismísima Séfora. Probablemente, no estaban refiriéndose a otra, sino que usaron etíope como una calumnia racista. Es curioso, porque leímos en la devocional anterior como había gente de otras razas que se fueron con los israelitas. Los que compartían la misma fe en el único Dios y los hombres que se sometieron a la circuncisión tenían los mismos privilegios que los hebreos. Por alguna razón desconocida, a Miriam y Aarón no les gustó que Moisés se casara con una gentil que tenía la piel oscura. ¿Por qué criticarla, especialmente cuando el texto indica que ni siquiera vivía en el campamento? Según la tradición rabínica, Séfora era muy hermosa. Quizás Miriam tenía celos de ella, o quizás eran racistas y creían que su líder debiera haber casado con una hebrea. Aunque había cantado y bailado al Señor en agradecimiento, Miriam tenía un corazón amargo. No quiso a su cuñada y la usó como un pretexto para quejarse de Moisés. Creo que su crítica de ella cubre su insatisfacción verdadera con su vida y el hecho de que quisiera más poder y reconocimiento de lo que tenía como profetisa.

Parece que criticaron en privado, pero Dios lo escuchó todo y no le gustó lo que escuchó para nada. Dios llamó a Moisés, a Aarón y a Miriam a la carpa del encuentro. ¿Miriam y Aarón creían que Dios iba a corregir a Moisés o tenían miedo? Sabían que Dios es omnipresente y omnisciente. Cuando los tres llegaron, el Señor bajó en una columna de nubes, y llamó a Aarón y a Miriam a acercarse. Continuamos con la historia, leyendo lo que Dios les dijo.

¿Cómo es que ustedes se atrevieron a criticar a mi siervo Moisés?

Números 12:6-8:  »Cuando hay un profeta entre ustedes, yo, el SEÑOR, me comunico con él en visión, le hablo en sueños. Sin embargo, así no es como yo hablo con mi siervo Moisés, pues nadie en toda mi casa es tan fiel como él. Yo le hablo a él directamente, con claridad y sin acertijos. Él ve el aspecto del SEÑOR, ¿cómo es que ustedes se atrevieron a criticar a mi siervo Moisés?»

No hay nadie como mi siervo Moisés

El Señor había hablado con Aarón y Miriam como hablaba con un profeta, en visiones o en sueños. Dios quería que supieran que Su relación con Moisés era especial, que hablaba directamente con Moisés, cosa que no hizo con nadie más. Dios les preguntó cómo se atrevieron a criticar a Moisés, pero no se atrevieron a contestarle. Enojadísimo, El Señor se marchó de la carpa del encuentro. Continuamos con la historia, leyendo lo que sucedió cuando Dios se fue.

¡Soy leprosa!

Números 12:10-12: En cuanto la nube se quitó de encima de la carpa, Miriam quedó leprosa, con la piel blanca como la nieve. Cuando Aarón se volvió hacia Miriam y la vio así, le dijo a Moisés, «Oh señor, no nos castigues, pues hemos pecado tontamente. Te ruego que no dejes que ella quede como un niño muerto antes de nacer. Una vez nuestra mamá dio a luz a una criatura con la piel medio desecha».

Un castigo fuerte

La lepra era una sentencia a la muerte, una muerte sumamente dolorosa y lenta. No hubo cura y los leprosos tenían que vivir solos o con otros leprosos. Al ver su piel blanquita, Aarón supo de inmediato que su lepra ya avanzada fue un castigo de Dios. No entendió porque Dios no lo castigó también, pero se arrepintió de inmediato, suplicándole a Moisés que Dios no los castigara por su pecado. Aarón confesó una parte de su angustia: aparentemente, su madre Jocabed había dado a la luz a un bebe con algún tipo de enfermedad de la piel, y evidentemente, ese bebe no sobrevivió. El texto no nos dice que Miriam se arrodilló y se arrepintió; quizás estaba tan mortificada por su piel que se congeló. De inmediato Moisés oró a Dios, suplicándole que sanara a Miriam, aunque su pecado fue en contra de él.

Dios le contestó que Miriam tendría que marcharse y mantenerse lejos del campamento por siete días, después de que podría regresar, insinuando que Dios la curaría el séptimo día. Aun sabiendo que podría regresar al campamento en siete días, con la lepra avanzada, fue una semana muy sola y dolorosa. Era el trabajo de los levitas cuidar a los enfermos. Probablemente una levita la llevó fuera del campamento, le trajo algo de comida diariamente, le cuidó sus heridas y al séptimo día, revisó toda la piel, asegurando que estaba completamente curada antes de aceptar su reintegración al campamento. Sin duda, Miriam regresó muy arrepentida y jamás criticó a Moisés ni a nadie más, aunque no leemos que le pidió perdón a Dios ni a su hermano. Quejarse de Moisés era como quejarse de Dios. Después de este incidente, escolares bíblicos creen que ella vivió otros 38 años y jamás se quejó contra Moisés; aprendió su lección. Como los demás de su generación, Miriam nunca entró en Canaán, sino que pasara el resto de su vida vagando por el desierto.

En la próxima devocional, veremos lo que sucedió cuando 12 espías hebreos fueron a Canaán, y el reporte que dieron que desanimó al pueblo.

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