Se envían 12 espías a Canaán

Espías, falta de fe, rumores y temor

En la devocional anterior, vimos qué aconteció cuando Miriam y Aaron se quejaron contra Moisés y su esposa; Miriam fue afectada con lepra avanzada por siete días y tuvo que marcharse fuera del campamento. Ahora, con la reintegración de Miriam y el tabernáculo completo, los israelitas podrían volver su atención hacia conquistar a Canaán, la tierra prometida por Dios. En esta devocional, veremos que Moisés envió a 12 espías a Canaán, el reporte que trajeron, y cómo el pueblo reaccionó.

Dios le instruyó a Moisés enviar un jefe de cada una de las 12 tribus, incluyendo a Caleb y Josué, para explorar a Canaán. Moisés les dio instrucciones específicas en cuanto a lo que debían observar, ver, y traer de vuelta. Comenzamos la historia leyendo las instrucciones de Moisés para los 12 espías.

Observen, vean, fíjense, hagan y traigan

Números 13:18-20:  Observen cómo es el territorio; vean si la gente que vive ahí es fuerte o débil, si son pocos o muchos, buenos o malos. Fíjense cómo son sus ciudades, si están a campo abierto o si son fortificadas y si la tierra es buena o mala, fértil o pobre, y si hay árboles. Hagan todo lo mejor que puedan y traigan algunos frutos de la tierra.

Explorar no era necesario

Dios no necesitó que enviara espías; Él sabía perfectamente bien cómo era la tierra prometida y se lo comunicó a Moisés desde el principio. Enviar a los espías fue una prueba espiritual tanto para los espías como el pueblo. ¿Iban a confiar en las promesas de Dios, o iban a desanimarse con lo que verían en Canaán? Por vivir en el desierto por más que un año, ya sabían la respuesta de muchas de las preguntas de Moisés. Sabían la reputación de los muchos pueblos paganos viviendo en Canaán, de los guerreros fuertes y hábiles, viviendo en ciudades fortificadas, disfrutando de buenas cosechas que provinieron de tierra fértil. Por eso mismo tantos paganos vivían en Canaán. Sin embargo, fueron los 12 jefes para ver por sí mismos y entregar al pueblo un reporte de los hechos. Pero su reporte tendría su perspectiva, y no la de Dios, para quien nada es imposible. 

Armados con espadas y frazadas, exploraron el territorio por 40 días. Vieron ciudades ancianas y fortificadas llenas de paganos adorando a sus dioses. Vieron gigantes y guerreros. Y vieron la riqueza de su agricultura. Cortaron una rama con un racimo de uvas que era tan grande y pesado, tuvieron que cargarlo sobre un palo entre dos hombres. Jamás en sus vidas vieron tanta esplendor y abundancia. Después de explorar a Canaán por 40 días, regresaron al campamento y les dieron a Moisés y los israelitas un reporte de todo lo que vieron. Continuamos con la historia, leyendo su informe.

Canaán es maravilloso, pero jamás vamos a poder conquistarlo

Números 13:27-29: Le informaron a Moisés, así:

—Fuimos al territorio a donde nos enviaste y en verdad es una tierra que rebosa de leche y de miel, aquí pueden ver sus frutos. Pero la gente que la habita es fuerte, las ciudades son fortificadas y muy grandes, incluso vimos allí a los descendientes de Anac.  Los amalecitas viven en la tierra del Néguev; los hititas, jebuseos y los amorreos viven en la zona montañosa, y los cananeos viven al lado del mar y a lo largo del río Jordán.

No vimos a Dios, sino a gigantes fuertes en ciudades fortificadas

Mientras describían la grandeza de las ciudades fortificadas, les mostraron las uvas, los higos, y los granados. Todos los espías estaban de acuerdo que Canaán era una tierra fértil y buena, pero no estaban de acuerdo en si pudieran conquistar la tierra. Diez de los espías vieron los gigantes, las ciudades fortificadas, y los que vivían en la zona montañosa como retos que ellos mismos tendrían que enfrentar solos, sin la ayuda y protección de Dios. Y claro, si fuera así, no podrían conquistar la tierra prometida. Pero, Caleb y Josué veían a Dios, Él que vivía entre ellos. Habían presenciado Sus milagros, tanto en Egipto como en el desierto. Aun así, los diez tan solo creían en lo que vieron y en la imposibilidad de derrotar esos pueblos. Pero Caleb y Josué creían totalmente en Dios. Continuamos con la historia, leyendo el reporte que Caleb les dio.

¡Apoderémonos de esa tierra!

Números 13:30-31: Luego Caleb le pidió a la gente que estaba cerca de Moisés que se callara y dijo:

—¡Vamos y apoderémonos de esa tierra! Con seguridad que la conquistaremos.

Pero los espías que fueron con él dijeron:

—No seremos capaces de atacar a esa gente porque ellos son más fuertes que nosotros.

No seremos capaces

Caleb creía plenamente en su capacidad de conquistar la tierra prometida porque creía plenamente en Él que los envió. El reporte de los diez espías desanimó al pueblo y se convirtió en un informe aún peor cada vez que alguien lo repitió, siempre añadiendo algo, exagerando los hechos. El chisme se esparció como fuego tienda a tienda; distorsionaron la verdad aún más, y tuvieron más y más miedo. Terminamos el texto leyendo el chisme que corría por todo el campamento.

Andan chismeando

Números 13:32-33: Luego esparcieron falsos rumores entre los israelitas acerca de la tierra que exploraron, diciendo:

—La tierra que exploramos es una tierra que se traga a la gente que vive en ella. Toda la gente que vimos era enorme, basta con decirles que vimos incluso a los Nefilim. Los descendientes de Anac vienen de los Nefilim. Ante ellos nos sentimos como saltamontes y así les parecíamos nosotros a ellos.

Una tierra que se traga a la gente

Estaba claro que en Canaán la tierra no se tragó a la gente, o no hubiera vivido nadie allí. Tampoco toda la gente era enorme. No les parecían saltamontes, al contrario, seguramente muchos en Canaán tenían miedo de los hebreos. Escucharon los rumores una y otra vez de cómo El Dios de los israelitas los cuidaba y protegía, cómo su líder hablaba directamente con Él, y sobre las plagas y milagros. Aunque fue posible que vieran a gigantes, no eran de los Nefilim, los cuales fueron destruidos en el diluvio. El temor que los rumores causaron tuvo el efecto de que casi todos perdieran la fe en Dios y querían regresar a la esclavitud en Egipto. En la próxima devocional, veremos por su falta de fe, Dios los castigó a vagar por el desierto por 40 años y jamás entrar en la tierra prometida.

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