Caleb, espié y guerrero fiel a Dios
No hay nada imposible para Dios
Vivo en los Estados Unidos y hoy más que nunca los estadounidenses dirían que una sola verdad no existe, o por lo menos que la verdad es relativa. Niños pueden convertirse en niñas, si así lo desean. Hombres se casan con hombres, mujeres con mujeres. Si estás embarazada y después de unos meses cambias de opinión, puedes abortar, no hay problema. Muchas iglesias enseñan que como Dios es amor, todos van al cielo.
Hoy vamos a examinar la vida de uno de los personajes principales en la historia de la conquista de la tierra prometida, Caleb. Era un hombre fiel a Dios y declaró la verdad, aun cuando la mayoría dijo que estaba equivocado. Era el líder de la tribu de Judá y estaba totalmente dedicado a servir a Dios cuando todos decían que lo que Dios prometió era imposible. Enfrentó la muerte por aferrarse a su tremenda fe en Dios y sufrió el castigo que todos sufrieron, a vagar por el desierto por 40 años, aunque era recto y lleno de fe en Nuestro Señor.
No hay nada imposible para Dios
Cuando Caleb tenía 40 años, Moisés le envió a espiar a Canaán junto con Josué y diez más espías, uno de cada tribu. Cuando regresaron, diez de los espías dijeron que mientras que la tierra era hermosa y fértil, la gente que la habitaba era mucho más hábil y fuerte que ellos y que sus ciudades eran impenetrables. Dijeron que debieran regresar a Egipto en vez de morir allí por las manos de los cananeos. Aunque Caleb vio lo mismo que ellos vieron, tenía una perspectiva completamente distinta. Creía que Dios es mucho más poderoso y que le prometió Canaán para Su pueblo, y por eso, que los ayudaría a conquistarlos. La fe en Dios de Caleb no era ciega. Había sido testigo de que no hay nada imposible para Dios. Fue testigo de muchos milagros: las plagas en Egipto, cruzando el mar Rojo a pie, la provisión de maná todos los días, y muchos más. Caleb vio a la gente feroz y murallas fortificadas, pero los vio con la perspectiva de que no hay nada imposible para Dios. Comenzamos el texto con lo que Caleb les contestó a los israelitas asustados y desanimados con el informe de los diez espías.
¡Vamos y apoderémonos de esa tierra!
Números 13:30: Luego Caleb le pidió a la gente que estaba cerca de Moisés que se callara y dijo:—¡Vamos y apoderémonos de esa tierra! Con seguridad que la conquistaremos.
Poco popular
Caleb y Josué le hablaron a la comunidad, tratando de convencerle de la verdad, que Dios estaba con ellos y como no hay nada imposible para Él, podrían conquistar a la tierra prometida. Continuamos con lo que Caleb y Josué le dijeron al pueblo en un intento de calmarlos.
Dios está de nuestro lado, no lo de los paganos
Números 14:8-9: Si el SEÑOR está satisfecho con nosotros, él nos llevará a esta tierra y nos la dará; es una tierra que rebosa de leche y de miel. Así que no se rebelen contra el SEÑOR, y no le tengan miedo a la gente de esa tierra porque los derrotaremos fácilmente. Ellos no tienen quien los proteja, en cambio el SEÑOR está con nosotros, así que no hay que tenerle miedo a esa gente.
Pero la gente odiaba la verdad
Pero la gente no quiso escuchar la verdad y por poco Caleb escapó a la muerte por lapidación. Por miedo de ser aniquilados por los habitantes de Canaán, los hebreos querían regresar a Egipto, a volver a la esclavitud de la cual Dios los liberó. Por creer que Dios les iba a entregar la tierra, Dios tan sólo permitió que Caleb y Josué entraran en la tierra prometida, todos los demás murieron en el desierto, castigados a vagar por 40 años. Por su fe, Dios lo llamó Su siervo. Continuamos con el elogio de Dios para Caleb.
Mi siervo Caleb
Números 14:24: En cambio, mi siervo Caleb se ha portado distinto, pues él me sigue completamente. Por eso lo llevaré a la tierra que estuvo explorando y sus descendientes la poseerán.
Sufrir con los castigados
Pero, tanto Josué como Caleb, aunque fieles a Dios, tuvieron que sufrir con todos los que Dios castigó a no entrar en Canaán, morando en el desierto por 40 años. Caleb era uno de los pocos que salieron de Egipto y entraron en la tierra prometida. Esperó pacientemente 45 años después de salir de Egipto antes de heredar su tierra. Usó este tiempo para desarrollar su relación con Dios y para mantener su fuerza y salud física, practicando usar su espada y luchar, para que algún día derrotara a los paganos viviendo en la tierra. Cuando por fin heredó su tierra, ya tenía 85 años, pero estaba lleno de fe y energía, dispuesto a luchar contra los habitantes de Canaán, enemigos de Dios. Seguimos con la historia, leyendo lo que Caleb le dijo a Josué, mostrando su paciencia, fe, y fuerza.
Paciencia, fe, y fuerza
Josué 14:8-12: Sin embargo, los otros espías que fueron conmigo atemorizaron al pueblo con lo que dijeron, pero yo creí de todo corazón que el SEÑOR mi Dios nos ayudaría a conquistar la tierra. Moisés me hizo esta promesa: “La tierra que ustedes visitaron te pertenecerá a ti y a tus hijos para siempre. Te daré esa tierra porque creíste de todo corazón en el SEÑOR mi Dios”.
»Ahora, miren, el SEÑOR, tal como dijo, me ha mantenido vivo estos 45 años. El SEÑOR le dijo a Moisés que yo iba a seguir con vida mientras Israel andaba por el desierto. Aquí estoy hoy, a los 85 años de edad. Estoy igual de fuerte como el día que Moisés me mandó a explorar la tierra. Tengo la misma fuerza de siempre y estoy listo para salir y luchar. Así que ahora, dame la región montañosa que el SEÑOR me prometió ese día. Tú escuchaste ese día que los anaquitas estaban allí con sus ciudades grandes y fortificadas. Si el SEÑOR va a estar conmigo, entonces yo los expulsaré, como el SEÑOR prometió».
Padre honrado
Josué le dio a Caleb la ciudad de Hebrón, pero tenía que conquistar a varios pueblos que estaban viviendo allí antes de poder comenzar a cultivar la tierra. Caleb tenía una hija soltera, Acsa. Anunció a los jóvenes de la tribu de Judá que cualquier que conquistara a un territorio llamado Quiriat Sefer, a él le daría su hija como esposa. Según la tradición rabínica, había gigantes en esta parte de la tierra. Además de valiente y lleno de fe, Caleb era un buen padre. Quería que su hija tuviera un marido apasionado por las cosas de Dios, completamente confiado en Él, dispuesto a destruir los enemigos de El Señor. Otoniel, primo de Acsa y el futuro líder y juez de Israel, conquistó el área y Caleb le entregó a Acsa para casarse con ella. Otoniel convenció a su nueva esposa de pedirle a su suegro un campo con unos manantiales y su padre se las regaló. En su amor por su hija, no quiso que su vida fuera tan difícil como la suya, con guerras y a veces la falta de lo básico. Quería que su herencia realmente fuera una bendición para ella y no una fuente de frustración. Con una fuente de agua, Acsa y Otoniel podían plantar y sembrar la tierra, alimentar a su ganado y tener su propia familia con ciertas comodidades.
Suegro del futuro líder de Israel
Después de la muerte de Josué, los israelitas comenzaron a seguir dioses falsos y participaron en prácticas paganas. Así que, Dios les permitió ser derrotados y esclavizados en Canaán por 8 años. Por fin, Israel se acordó de Dios y le pidió ayuda. Dios les envió a Otoniel, yerno de Caleb, para salvarlos. Como Caleb, estaba lleno del espíritu del Señor y liberó a su pueblo. Otoniel era el primer juez de Israel y fue su líder por 40 años; durante ese tiempo, había paz en Israel.