¿Quién era José de Arimatea?
Hombre rico y importante, seguidor secreto de Jesús
José de Arimatea no era una de las personas más cercanas a Jesús, sin embargo, tuvo un papel muy importante en la crucifixión de Nuestro Señor, Jesucristo. Vamos a seguir nuestra serie de la crucifixión de Jesús, pero en vez de examinar los villanos de la crucifixión, vamos a echar una mirada a la vida de uno que ayudó, José de Arimatea, examinado cómo era y cómo aquel día lo cambió para siempre.
Esta devocional es parte de una serie de devocionales que se tratan de la crucifixión de Jesucristo. Te invito a leer las otras devocionales en la serie: Caifás, sumo sacerdote quien exigió la crucifixión de Jesús, Judas, seguidor de Jesús quién lo traicionó por dinero, Herodes, rey y asesino de los judíos, y Pilato, gobernador romano que buscó agradar a la gente.
Era rico e importante
José era un hombre rico de un pueblo de Judea llamado Arimatea. Era un miembro importante del Consejo, o Sanedrín, compuesto de ambos fariseos y saduceos. Todos los hombres del Consejo eran de los más ricos y poderosos de todo Israel. Este era el mismo Consejo que juzgó a Jesús durante la noche en un juicio ilegal en la casa de Caifás. El Consejo lo encontró culpable, pero sin ninguna autoridad para condenarlo a muerte, lo mandó a Pilato para juzgarlo. La historia de José de Arimatea se encuentra en todos los cuatros libros del evangelio; leemos partes de las versiones de San Lucas y San Juan y luego examinamos lo que sabemos de este valiente miembro del Consejo.
No había estado de acuerdo con lo que habían decidido
Lucas 23:50-53: Estaba allí un hombre llamado José, miembro del Consejo. Era un hombre de buen corazón que obedecía a Dios y no había estado de acuerdo con lo que habían decidido ni con las medidas que tomaron. Era del pueblo de Arimatea en Judea, y quería que viniera el reino de Dios. Fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Bajó el cuerpo de la cruz y lo envolvió en una sábana. Después lo llevó y lo puso en un sepulcro cavado en la roca, donde todavía no se había enterrado a nadie. (Negrita mía).
Tenía miedo de los líderes de los judíos
Juan 19:38-41: Después de esto, José de Arimatea le pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. José era seguidor de Jesús, pero en secreto porque tenía miedo de los líderes de los judíos. Pilato le dio permiso y él fue y se llevó el cuerpo. Vino también Nicodemo, el mismo que antes había visitado a Jesús de noche, trayendo una mezcla de mirra y áloes. La mezcla pesaba unos 30 kilos. Entonces tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas de lino junto con las especias… En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y allí había un sepulcro nuevo donde todavía no se había enterrado a nadie.
Era un hombre bueno
Como José esperaba el reino de Dios, podemos suponer que era un fariseo, los cuales creían en la resurrección y la vida eterna, mientras los saduceos no creían en la vida después de la muerte. José era un hombre bueno y recto, que no estaba conforme con la decisión del juicio ni con entregarlo a Roma para crucificarlo. Tanto José como Nicodemo, quien le ayudó a José con el entierro, estaban totalmente opuestos a la decisión del Consejo, pero eran impotentes en el juicio. Seguramente los dos intentaron disuadir a los del Consejo, pero El Consejo tenía unos 70 miembros, así que la gran mayoría estaba a favor de la decisión.
Era muy valiente
Era muy valiente, pidiéndole a Pilato el cuerpo Jesús. El hecho de que Pilato recibió a José nos dice que era un hombre muy influyente, quizás se hubiera reunido con Pilato anteriormente para hablar de asuntos del estado. Después del alboroto ese día, las crucifixiones, y el terremoto, fácilmente Pilato pudiera haberle negado la reunión, pero José corrió el riesgo. Todos los seguidores de Jesús lo habían abandonado pero este seguidor secreto se convirtió en un seguidor público y muy valiente, aun antes de recibir el espíritu santo. Era el costumbre que los parientes del difunto le pedirían el cuerpo al gobernante, pero en este caso, la familia y amistades huyeron. Los romanos no enterraron a los crucificados, sino dejaron que pudrieran en la cruz o simplemente dejaron el cuerpo detrás de la cruz para que los aves y animales lo comieran.
La sepultura
Cerca del lugar donde crucificaron a Jesús, había una huerta bonita y un sepulcro, una cueva tallada de roca, donde nadie había sido sepultado antes. La sepultura pertenecía a José de Arimatea, quien era tan rico que estaba preparado para su muerte y la de su familia, pero escogió dársela a Jesús. Era un lugar tranquilo entre tanto caos. El hecho de que tenía su propia tumba habla de lo rico que era; la gran mayoría se murieron desamparados y sus familias tenían que juntar sus pocos ahorros para enterrar al difunto. Pero José ya estaba preparado para la muerte y no pensó dos veces darle a Jesús esa tumba blanca y nueva. Era muy fuerte, moviendo una roca tan grande que cubrió la entrada de la cueva. Es esta roca que los sacerdotes querían que Pilato sellara para asegurar que los seguidores de Él no podrían rescatar el cuerpo y fingir que se resucitara, y otra vez, Pilato consintió y lo selló.
Era un seguidor secreto de Jesús
Era un seguidor secreto de Jesús; estaba convencido de que Jesús era El Mesías, El Cristo, El Hijo de Dios. Creía en y esperaba la llegada del regreso de Dios para Su pueblo. Vino también Nicodemo, otro seguidor secreto de Jesús, quien trajo unos 30 kilos de especies. Al pedir el cuerpo de Jesús, ya no eran seguidores secretos. Ni José ni Nicodemo eran de los discípulos más cercanos a Jesús, pero son los únicos que enfrentaron el temor de las represalias de sus contemporáneos, e hicieron el trabajo muy íntimo y sangrienta de limpiar y preparar el cuerpo, todo el tiempo llorando y sin creer lo que acabó de suceder. Después de tocar el cadáver, estarían ritualmente impuros y no iban a poder participar en Sabbat; después de este día, jamás serían aceptados como hombres religiosos e influyentes. Ya no había marcha atrás.
Actuó rápidamente
Después de recibir el permiso de Pilato, corrió contra el tiempo para bajar el cuerpo de Jesús de la cruz antes del comienzo del Sabbat. Lo trajo a la sepultura nueva y luego comenzó a preparar el cuerpo con una mezcla de mirra y áloes. Lo envolvió en una nueva sábana de lino que acabó de comprar con planes de regresar el domingo en la mañana para terminar la preparación del cadáver. Tuvo que apurarse porque iba a anochecer, comenzado el día del descanso requerido por la ley en que no podían realizar ningún tipo de trabajo. Las mujeres seguidores de Cristo que presenciaron la crucifixión siguieron a José para notar donde pusieron el cuerpo.
Después de la muerte
Después de pedir el cuerpo, es probable que El Consejo le quitó su posición y lo persiguió, acusándolo de seguir la profecía falsa y ser un traidor. Tenía miedo de los romanos, pero también de los líderes del Consejo, además de su propia secta, los fariseos. Al lado de las cruces donde los dos ladrones todavía colgaron, sus ropas chorreando de sangre y vísceras, José y Nicodemo declararon su lealtad a Jesús, su verdadera autoridad y desafiaron abiertamente al Consejo. Después de la crucifixión, dejaron una vida fácil para una llena de peligro, siguiendo al Cristo.