¿Quién era Melquisedec?
Una sombra al Mesías
Vamos a continuar nuestro estudio de Génesis examinado quién era Melquisedec, rey de Salem y sumo sacerdote de Dios. Hay varias teorías de quién era este personaje misterioso, pero nadie sabe con exactitud. No hay archivos de quienes eran sus padres y no sabemos de dónde provino. Lo que podemos afirmar es que era como Jesús, pero no era una encarnación de Jesús. Los dos tienen varias características en común: son reyes y sumo sacerdotes, son reyes de paz y rectitud, y son sumo sacerdotes para siempre.
Esta devocional es parte de nuestra serie en Génesis. Si no has leído las devocionales anteriores en la serie, te invito a leer sobre la creación, Adán, Eva, sus hijos Caín y Abel, los hijos de Dios, Noé en el diluvio, la torre de Babel, y Téraj, el pagano padre de Abraham.
Abram conoció a Melquisedec después de rescatar a su sobrino, Lot, quien acampaba en las afueras de Sodoma y fue secuestrado en el caos de una guerra entre nueve reinos. Después de esta guerra, como si de la nada, apareció Melquisedec y conoció a Abram, presentándose como el rey de Salem y el sumo sacerdote de Dios Altísimo. Aparentemente, Salem, de donde Melquisedec era el rey (y sumo sacerdote) no estaba involucrado en la batalla y no sabemos por qué estuvo allí. Escolares bíblicos estiman que Salem se convirtió en Jerusalén. Muy agradecido que ninguno de sus 318 hombres muriera en la guerra, un milagro en sí, Abram le dio un décimo del botín conseguido en la guerra. Comenzamos con el encuentro entre Melquisedec y Abram.
Rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo
Génesis 14:18-20: Melquisedec, rey de Salem, trajo vino y pan. Él era sacerdote del Dios Altísimo. Bendijo a Abram y le dijo: «Abram, que el Dios Altísimo te bendiga, creador del cielo y de la tierra. Y bendito sea el Dios Altísimo, quien entregó en tu poder a tus enemigos».
Abram le dio a Melquisedec la décima parte de lo que había conseguido en batalla.
¿Quién era Melquisedec?
A diferencia de los demás encuentros con Jesús encarnado, Abram nunca dijo que estaba en la presencia de Dios, como declarará más adelante cuando recibió tres visitantes en Génesis 18. Notamos que en ese entonces, adoraban a ídolos. Pero Melquisedec era el primer sumo sacerdote del único Dios. Hay muchas preguntas que surgen. Como era el sumo sacerdote, ¿había más sacerdotes? ¿Cómo conoció a Dios? ¿Quién era su familia? Pero, no tenemos ninguna respuesta. No como los demás sacerdotes, no provino de la línea de Levi. Como era un rey y sumo sacerdote, sin comienzo y sin fin, era más importante que Abraham y Aarón. Le ofreció una sombra a lo que sería la comunión y aceptó el diezmo, lo que después sería ofrecido a Dios. Cuando se trata de la bendición que Melquisedec le dio a Abram, nos dice algo sobre su estatus. Siempre es el que es más importante quien bendice al menos importante.
Todos los sumo sacerdotes nacieron y murieron como cualquier otro. Como todos eran humanos, pecaron y tuvieron que hacer sacrificios para cubrir sus pecados tal y como hacían por los demás. Pero Jesús jamás pecó y por lo tanto no tenía que hacer sacrificios para cubrir sus pecados. Gracias a él por vivir sin pecado, sino se sacrificó de una vez por todos y para siempre, tomando todos nuestros pecados en él, podemos tener la seguridad de la salvación eterna. Es puro, perfecto, eterno, y conectado a Dios, el sumo sacerdote perfecto. Jesús es el sumo sacerdote perfecto, totalmente Dios, totalmente perfecto, pero como vivía como hombre, nos entiende perfectamente bien y sabe cómo ayudarnos y consolarnos y pedirle a Dios lo que realmente necesitamos. Continuamos con el texto, leyendo más sobre Melquisedec.
Rey de justicia y paz
Hebreos 7:2-3: Entonces Abraham le dio la décima parte de todo lo que tenía. El nombre Melquisedec tiene dos significados: «rey de justicia» y «rey de Salem», o sea «rey de paz». Nadie sabe de dónde salió Melquisedec; no se sabe si tuvo papá y mamá, ni se sabe tampoco del principio ni del fin de su vida. Con él sucede como con el Hijo de Dios: sigue siendo sacerdote para siempre.
Nadie sabe de dónde salió Melquisedec
Abraham vivía antes de que Dios le diera la ley a Moisés; la ley dictaba que todos los sacerdotes serían descendientes de Leví. Pero Melquisedec obviamente no provino de este linaje, y Jesús era de la tribu de Judá. La ley también dictaba que eran los sacerdotes quienes recibieran la décima parte de los ingresos. Melquisedec fue el primero en recibir el diezmo. Continuamos con el texto, leyendo sobre la bendición que Melquisedec le dio a Abram.
Bendiciones
Hebreos 7:6-7: …Melquisedec bendijo a Abraham, el hombre que tenía las promesas de Dios. Todos saben que el más importante bendice al menos importante.
El más importante bendice al menos importante
Abraham es el padre de nuestra fe. Sin embargo, es Melquisedec quien bendijo a Abraham y no al revés. Aunque hablamos muy poco de Melquisedec, es muy importante; Dios lo elevó más alto que a Abraham, el hombre con quien hizo una alianza. Melquisedec era una sombra de Jesús, aunque no era Jesús. La ley no era suficiente para salvar la gente, y eso nunca fue su intención, sino también fue una sombra por lo que vendría, la ley encarnada y perfecta en Jesús. Continuamos con el texto leyendo sobre como la ley no fue suficiente para salvarnos y por lo tanto, necesitamos un sacerdote como fue Melquisedec.
Era necesario que apareciera otro sacerdocio
Hebreos 7:11-12, 15-17: …Era necesario que apareciera otro sacerdocio, pero no como el de Aarón, sino como el que tiene Melquisedec. Cuando cambia el sacerdocio, cambia también la ley. Todo se aclara cuando aparece Jesús, que es sacerdote como Melquisedec. Jesús no fue designado sacerdote por voluntad humana, sino por el poder de su vida indestructible, porque se da testimonio de él: «Eres sacerdote para siempre, tal como fue Melquisedec».
Cuando cambia el sacerdocio, cambia también la ley
Al tomar nuestro pecado en la cruz, sacrificándose, al aceptar el regalo de la salvación, Jesús se convierte en nuestro sumo sacerdote, al estilo de Melquisedec, deshaciéndose de la ley que nos condena, y reemplazando la ley con él mismo, haciéndonos justificados. Jesús y no la ley nos ayuda a poder acercarnos a Dios. Y por eso, Jesús, como Melquisedec, es el sumo sacerdote para siempre.